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Traducción sentido por sentido[editar]

La traducción sentido por sentido es de las estrategias de traducción más antiguas; en esencia, implica traducir el sentido completo de cada oración antes de continuar con la siguiente. Esta estrategia se opone a la traducción palabra por palabra (también conocida como traducción literal).

Historia[editar]

Jerónimo fue un sacerdote católico, teólogo e historiador romano conocido por haber acuñado el término de traducción sentido por sentido. En su Carta a Pamaquio, afirmó traducir no palabra por palabra, sino sentido por sentido, "excepto, por supuesto, en el caso de la Sagrada Escritura, donde hay un misterio en el orden de las palabras”.[1]​ Adoptó un modelo que corregía los errores de traductores anteriores, así como las alteraciones de eruditos críticos y los errores cometidos por escribas descuidados, mediante la recopilación de manuscritos originalmente en hebreo, que comparó con las antiguas versiones griegas. De esta manera, tradujo la Sagrada Escritura al latín, que terminó por convertirse en la versión lo más cercana al significado original.[2]

Se cree que Jerónimo no fue el primero en acuñar el concepto de traducción sentido por sentido, sino que fue inicialmente propuesto por Cicerón en Del óptimo género de los oradores. En este texto, menciona lo siguiente al traducir del griego al latín: “No pensé que debía contar las palabras al lector como si fueran monedas, sino pagarlas por su peso, por así decirlo”.[3]​Cicerón no mencionó el concepto sentido por sentido en sus obras, pero es una teoría que se le atribuye a él y a Horacio, pues se considera una teoría "segmentaria". Este enfoque de traducción se basa en la segmentación, ya que, al traducir, se toma en cuenta qué tan largo es un segmento (palabra, frase u oración) antes de continuar con el siguiente.

[4]​Horacio recomendó a los escritores que estaban interesados en contar de forma original las historias antiguas: "No procurarás verter palabra por palabra [como un] traductor fiel".[3]​ Algunos personajes célebres han interpretado de manera diferente esta recomendación. Boecio en el 510 d. C. y Juan Escoto Erígena a mediados del siglo IX lo interpretaron como que traducir literalmente es "culpa del traductor o intérprete fiel" y temen que hayan cometido ese error. Burgundio de Pisa en la década de 1170 y Richard Sherburne en 1702 lo interpretan como si Horacio aconsejara a los escritores originales y no a los traductores, pero continúan asumiendo que para Horacio todo tipo de traducción es literal. Finalmente, John Denham en 1656 y André Lefevere en 1992 interpretan que Horacio señaló que los traductores no deberían traducir literalmente.[5]

Conceptos relacionados[editar]

Todos los conceptos siguientes son válidos y posibles al momento de crear y abordar cualquier traducción. No son similares a la traducción sentido por sentido, solamente son relacionados, pues todos tienen enfoques, contextos e historia diferentes. Estas teorías pertenecen al paradigma de la equivalencia. Anthony Pym entiende que en este “la traducción tiene el mismo valor que el texto de partida, o al menos algún aspecto de dicho texto”. Esto quiere decir que ciertos fragmentos de un texto de partida y un texto de llegada tienen equivalencias en diferentes grados válidos. Sin embargo, el mismo autor argumenta que la equivalencia “es una ilusión”, pues no todos los hablantes de una lengua tienen el mismo conocimiento lingüístico.[6]

Paráfrasis[editar]

John Dryden, en el prefacio de su traducción de las Epístolas de Ovidio (1680), propuso dividir las traducciones en tres categorías: metáfrasis, paráfrasis e imitación. La metáfrasis se refiere a la traducción palabra por palabra y a la traducción línea por línea de una lengua a otra. La paráfrasis se refiere a la traducción sentido por sentido, en la que no se traducen las palabras exactas, ya que se prioriza el mensaje del autor, aunque este también puede ser alterado o ampliado.[7]​ La imitación se refiere a la libertad que tiene el traductor para moldear el mensaje. En esta categoría suelen abandonarse tanto las palabras como el sentido, ya que el traductor retoma solo los rasgos generales del original. Puede parecerse a la adaptación.

[1][7]

Dejar tranquilo al lector[editar]

En 1813, durante su ensayo Über die Verschiedenen Methoden des Übersetzens (Sobre los diferentes métodos de traducir),[8]Friedrich Schleiermacher propuso que “o bien el traductor deja al escritor lo más tranquilo posible y hace que el lector vaya a su encuentro, o bien deja lo más tranquilo posible al lector y hace que vaya a su encuentro el escritor”.[8]​Schleiermacher optaba por una traducción que moviera al lector hacia el autor y que le dejara la misma impresión que a los lectores del texto fuente. Su método indica que el traductor ayuda al lector del texto meta a apreciar el texto fuente cuando usa una estrategia extranjerizante, porque de esta forma mantiene fidelidad al sentido.[1]

Equivalencia dinámica[editar]

En 1964, Eugene Nida planteó dos tipos de equivalencia para llevar a cabo una traducción: equivalencia formal y equivalencia dinámica.[7]

La equivalencia formal es cuando hay un enfoque en el mensaje mismo (tanto en forma como en contenido).[7]​El mensaje en la lengua meta debe coincidir tanto como sea posible con el mensaje en la lengua fuente. El tipo de traducción más cercano a este tipo de equivalencia es llamado gloss translation.[7]​ Este tipo trata de producir significativa y literalmente el mensaje, asegurándose de que sea lo más cercano al mensaje y a la cultura fuente; usualmente, según Nida, necesita notas al pie de página con explicaciones para comprender el texto.

La equivalencia dinámica está enfocada en que la reproducción del mensaje en la cultura meta sea lo más natural posible.[7]​ No es tan relevante que el mensaje en la lengua meta coincida con el mensaje en la lengua fuente. El objetivo es recrear la relación que había entre el texto fuente y su audiencia en el texto y audiencia meta. Por ejemplo, en Romanos 16:16 en vez de traducir “Greet one another with a holly kiss” (Saludaos los unos a los otros con un beso santo),  sería traducido como “give one another a hearty handshake all around” (Saludaos fielmente con un apretón de manos).[7]

Traducción Comunicativa[editar]

En 1982, Peter Newmark propuso dos tipos diferentes de traducción, la traducción semántica y la traducción comunicativa.[9]

De acuerdo con los conceptos de Newmark, la traducción semántica tiene preferencia por la lengua fuente, pues es literal y fiel al texto de partida.[9]​Además, busca reproducir y respetar las estructuras semánticas y sintácticas de la lengua origen.[9]​Se centra en los procesos de pensamiento del emisor y solo ayuda al lector del texto meta con las connotaciones del texto si son una parte crucial del mensaje.[1]​ Siempre va a ser “inferior” al texto origen y existe una “pérdida” de significado. El resultado de emplear este tipo de traducción es obtener mayor precisión en la reproducción del significado del texto fuente.[1]​ Para Newmark, los textos que emplean esta traducción son los literarios “serios” como las autobiografías, los discursos políticos, etc.[1]​Un ejemplo de este tipo de traducción que propone el autor es el señalamiento bissiger Hund que traducido semánticamente sería dog that bites (perro que muerde).[1]​Según Munday, este concepto es semejante a la equivalencia formal propuesta por Nida.[1]

Por su parte, la traducción comunicativa busca causar un efecto lo más parecido posible al que se produce en los lectores del texto origen.[1]​ Es subjetiva, se centra en el lector del texto meta y está orientada hacia una cultura y lengua específicas.[1]​ Además, adapta conceptos extranjeros a la cultura receptora del texto. Puede ser “mejor” que el texto fuente y tiene una ganancia de claridad, aunque se pierda contenido semántico.[1]​ Emplea un estilo más simple, natural, claro y directo para obtener mayor comprensión del lector.[1]​Con este método de traducción se obtiene un texto con mayor precisión en la comunicación del mensaje del texto fuente en el texto meta.[1]​Para Newmark este tipo de traducción se puede emplear en la mayoría de textos tales como los anuncios informativos, instructivos, publicidad, etc. Un ejemplo de este tipo de traducción con el mismo señalamiento bissiger Hund, en una traducción comunicativa sería beware of the dog! (cuidado con el perro).[1]​De acuerdo con Munday, este concepto es parecido a la equivalencia dinámica postulada por Nida.[1]

Traducción oblicua[editar]

En 1958, Jean-Paul Vinay y Jean Darbelnet, en su libro, Stylistique comparée du français et de l'anglais, propusieron un nuevo modelo para abordar la traducción, el cual se divide en dos estrategias: la traducción directa o literal y la traducción oblicua.[1]​ La traducción oblicua es una estrategia global del texto que consiste en ocupar técnicas de traducción que permitan producir un texto alejado de la estructura de la lengua y la cultura fuente. En contraste, la traducción directa produce un texto apegado a la estructura y cultura de la lengua fuente. Cuando la traducción literal o directa es inaceptable se puede recurrir a la traducción oblicua. Según Vinay y Darbelnet, una traducción literal es inaceptable cuando el mensaje no tiene sentido, da a entender otro significado, es estructuralmente imposible, no tiene una expresión correspondiente en la lengua meta o si existe una expresión correspondiente pero no coincide con el registro.[10]

Teoría del sentido o teoría interpretativa de la traducción[editar]

Danica Seleskovitch, traductora e intérprete, contribuyó a desarrollar la teoría del sentido, una teoría que se aplicaba en el campo de la traducción oral o interpretación. El primer elemento de su teoría es la afirmación de que las lenguas, siempre y cuando el traductor las domine, no son el fin de la traducción en sí.[11]​ Esta es la razón por la que, al interpretar, Seleskovitch consideraba que la mejor opción era extraer el sentido del texto original, reformularlo y volver a expresarlo en la lengua de llegada, manteniendo así el mensaje y no los signos lingüísticos (las mismas palabras o la misma estructura sintáctica).[11]

Esta teoría cuenta con tres fases dentro del proceso de traducción: comprensión, desverbalización y reexpresión. La comprensión consiste en asimilar la información nueva, la desverbalización separa el sentido de la forma lingüística y, por último, la reexpresión reformula el discurso a través de los elementos lingüísticos de otra lengua conservando el sentido.[11]

Traducción idiomática[editar]

En 1990, Brian Mossop presentó los conceptos de traducción idiomática y no idiomática.[12]​ La traducción idiomática consiste en comunicar el mensaje del texto fuente de la manera en la que sería transmitido en la lengua meta, en lugar de reproducir la forma del original. Por el contrario, la traducción no idiomática traduce las palabras de manera individual y no tiene una función comunicativa.[12]​ Por ejemplo, chien méchant en una traducción idiomática sería beware of the dog (cuidado con el perro), mientras que en una traducción no idiomática sería nasty dog (perro malo).[12]

Domesticación[editar]

En 1994, Lawrence Venuti introdujo los conceptos de domesticación y extranjerización a los estudios contemporáneos de traducción. Dichos conceptos están basados en las ideas planteadas en el ensayo de Friedrich Schleiermacher (1813).[8]​ La domesticación es la adaptación del contexto cultural o de términos culturales específicos a una cultura diferente, mientras que la extranjerización es la preservación del contexto cultural del texto fuente, ya sea de entornos, nombres, etc.[8]

Venuti también describió la domesticación como un conjunto de estrategias fluidas y transparentes que terminan en aculturación,[8]​ en las que "un elemento cultural del contexto fuente es domesticado, es decir, que resulta comprensible en el contexto de llegada”.[13]​ La problemática que tiene Schleiermacher entre "llevar el autor al lector" (domesticación) y "llevar el lector al autor" [3]​ (extranjerización) es que se enfrenta a una preocupación social, mientras que la distinción de Venuti entre domesticación y extranjerización tiene que ver con principios éticos.[8]

  1. a b c d e f g h i j k l m n ñ o Munday, Jeremy (2016). Introducing Translation Studies. Theories and applications. (4ªedición edición). Routledge. p. 32. 
  2. Freedman, Harry (2016). The murderous history of Bible translations : power, conflict and the quest for meaning (First U.S. edition edición). ISBN 978-1-63286-601-1. OCLC 933590385. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  3. a b c Robinson, Douglas (2002). Western translation theory : from Herodotus to Nietzsche (2nd ed edición). St. Jerome Pub. ISBN 1-900650-37-1. OCLC 46320988. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  4. Robinson, Douglas (1997). Translation and empire : postcolonial theories explained. St. Jerome. ISBN 1-900650-08-8. OCLC 38314767. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  5. Para Boecio, Erígena, Burgundio y Denham, ver Robinson, ed., Western Translation Theory, 35, 37, 42, y 156. Para Sherburne, ver T. R. Steiner, English Translation Theory, 1650–1800 (Amsterdam: Rodopi, 1975), 89. La traducción de André Lefevere de Horacio aparece en Lefevere, ed., Translation/History/Culture: A Sourcebook (London and New York: Routledge, 1992), 15: "Do not worry about rendering word for word, faithful translator, but render sense for sense." Esto, por supuesto, no sólo convierte el consejo de Horacio para el escritor en un consejo para el traductor, sino que importa anacrónicamente la acuñación de Jerónimo al dictamen de Horacio, que en realidad lo precedió en cuatro siglos. Para el debate, ver también Douglas Robinson, Who Translates (Albany: SUNY Press, 2001), 170–174.
  6. Pym, Anthony. Teorías contemporáneas de la traducción. Materiales para un curso universitario.. Tarragona: Intercultural Studies Group. pp. 21-23. ISBN 978-84-695-3092-4. 
  7. a b c d e f g Venuti, Lawrence (2012). The translation studies reader (3rd ed edición). Routledge. ISBN 978-0-415-61347-7. OCLC 765485592. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  8. a b c d e f Gambier, Yves; Doorslaer, Luc van (2010). Handbook of translation studies. John Benjamins Pub. Co. ISBN 978-90-272-7376-5. OCLC 780442609. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  9. a b c Newmark, Peter (1981). Approaches to translation (1st ed edición). Pergamon Press. ISBN 0-08-024603-6. OCLC 6813775. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  10. Venuti, Lawrence (2000). The Translation studies reader. Routledge. ISBN 978-0-203-44662-1. OCLC 560064215. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  11. a b c Lederer, Marianne (2016). «Interpréter pour traduire – La Théorie Interprétative de la Traduction (TIT)». Equivalences 43 (1): 5-30. doi:10.3406/equiv.2016.1479. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  12. a b c Mossop, Brian (1990). «Translating Institutions and “Idiomatic” Translation». Meta: Journal des traducteurs (en francés) 35 (2): 342. ISSN 0026-0452. doi:10.7202/003675ar. Consultado el 5 de diciembre de 2022. 
  13. Venuti, Lawrence (1991). «Genealogies of Translation Theory: Schleiermacher». TTR : traduction, terminologie, rédaction (en inglés) 4 (2): 125-150. ISSN 0835-8443. doi:10.7202/037096ar. Consultado el 5 de diciembre de 2022.