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Diferencia entre revisiones de «Ocio»

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qUE ME LA SUDAAA
Comúnmente se llama ocio al '''tiempo libre de las personas''' que se dedica a actividades que no son ni trabajo ni tareas domésticas esenciales, y pueden ser recreativas. Es un tiempo recreativo que se usa a discreción. Es diferente al tiempo dedicado a actividades obligatorias como comer, dormir, hacer tareas de cierta necesidad, etc.
las actividades de ocio son aquellas que hacemos en nuestro tiempo libre y no las hacemos por obligación.

Según la [[socióloga]] francés [[christine chevalier]]: «El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares, y sociales, para descansar, para divertirse, y sentirse relajado para desarrollar su información o su formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su comunidad».
Según la [[socióloga]] francés [[christine chevalier]]: «El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares, y sociales, para descansar, para divertirse, y sentirse relajado para desarrollar su información o su formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su comunidad».



Revisión del 18:22 25 nov 2014

qUE ME LA SUDAAA Según la socióloga francés christine chevalier: «El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares, y sociales, para descansar, para divertirse, y sentirse relajado para desarrollar su información o su formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su comunidad».

La distinción entre las actividades de ocio y las obligatorias no es estricta, y depende de cada persona; así estudiar, cocinar o hacer música, puede ser ocio para unos y trabajo para otros, pues pueden realizarse por placer como por su utilidad a largo plazo y/o eventual ganancia económica.

Al ocio se lo puede emplear en actividades motivadoras y productivas. Por otro lado, el ocio en la Antigua Grecia era considerado el tiempo dedicado, principalmente por filósofos, para reflexionar sobre la vida, las ciencias y la política.

tipos de ocio

  • Ocio nocturno: trata de todo el ocio asociado a la noche y actividades que en ella se desarrollan: bares, discotecas, y demás lugares en los que la música y la bebida son los pilares centrales del cuerpo
  • Ocio espectáculo: Todo el ocio relacionado con los espectáculos, entre los que podemos distinguir los culturales, teatro, zarzuela, ópera, cine o espectáculo, en donde el participante es actor principal de su ocio. Este tipo de ocio también se conoce como ocio experiencial.

Utilizando como criterio la participación de las personas en el ocio, podemos distinguir dos tipos de ocio:

  • Ocio activo: Ocio en el que el participante es receptor y emisor de estímulos.
  • Ocio pasivo: Ocio en el que el participante es únicamente receptor de estímulos.15

Estudios de ocio - El ocio feminista. La investigadora canadiense Susan Shaw es una de las académicas que más ha desarrollado esta línea de investigación sobre las limitaciones de ocio en las mujeres.

El ocio y sus culturas

Desde una perspectiva más actual, de acuerdo con Gomes e Elizalde (2012),[1]​ el ocio no es un fenómeno aislado y se manifiesta en diferentes contextos según los sentidos y significados producidos/reproducidos culturalmente por las personas en sus relaciones con el mundo. El ocio participa de la compleja trama histórico-social que caracteriza la vida en sociedad, y es uno de los hilos tejidos en la red humana de significados, símbolos y significaciones.

En la vida cotidiana, el ocio constituye relaciones dialógicas con otros campos además del trabajo: la educación, la política, la economía, el lenguaje, la salud, el arte, la ciencia y la naturaleza, entre otras dimensiones de la vida, siendo parte integrante y constitutiva de cada sociedad (Gimes, 2010).

De este modo, para los autores Gomes y Elizalde[1]​ el ocio es entendido como una necesidad humana y dimensión de la cultura caracterizada por la vivencia lúdica de manifestaciones culturales en el tiempo/espacio social. Así, el ocio se constituye en la articulación de tres elementos fundamentales: la ludicidad, las manifestaciones culturales y el tiempo/espacio social. Juntos, estos elementos configuran las condiciones materiales y simbólicas, subjetivas y objetivas que pueden – o no – hacer del ocio un potente aliado en el proceso de transformación de nuestras sociedades, convirtiéndolas en más humanas e inclusivas.

Las manifestaciones culturales que constituyen el ocio son prácticas sociales experimentadas como disfrute de la cultura, tales como: fiestas, juegos, paseos, viajes, música, poesía, graffiti y murales, pintura, escultura, danza, vivencias y expresiones corporales, juegos electrónicos y experiencias virtuales, fotografía, teatro, actividades comunitarias, ferias con nuevas modalidades de intercambio, actividades recreativas y deportivas, festivales y eventos artísticos, variadas modalidades de educación popular local, espacios de conversación y debate etc.[1]

Desde esta perspectiva re-significada, el ocio puede generar una vivencia de apertura marcada por una actitud que rompa y transgreda con lo permitido y con lo lícito, mostrándose muchas veces al borde de lo socialmente adecuado y aceptado. Justamente a esto se debe uno de los grandes temores, así como peligros, que representa el ocio para el mantenimiento del status quo. De aquí surge, en parte, el intento de acallar y prohibir la disrupción, contracorriente, alteridad e innovación subversiva, y todo aquello que puede expresar un ocio polémico, caótico, contra-hegemónico y catalizador (Elizalde, 2010).[2]

La Historia del Ocio

Según Gomes y Elizalde (2011), en los estudios sobre el ocio difundidos en Occidente es posible verificar que las raíces de este abordaje generalmente son localizadas en la Grecia clásica o en la modernidad europea. Estas dos interpretaciones son divergentes en términos de ocurrencia histórica del ocio y generan intensos debates académicos: para algunos, la existencia del ocio es observada desde las sociedades griegas, y para otros el ocio es un fenómeno específico de las sociedades modernas, urbanas e industrializadas.

Independientemente del contexto histórico y de las características consideradas, el desarrollo teórico sobre el tema desde finales del siglo XIX posibilitó la sistematización de los conocimientos sobre el ocio, una palabra que hoy - según algunos estudiosos - corresponde a los términos leisure en inglés, loisir en francés y lazer en portugués.

Para algunos autores el ocio fue asociado, al principio, al término griego skholé y al vocablo romano otium. Recuperando el significado de skholé, esta palabra representaba una posibilidad de abstención de las actividades ligadas a la mera subsistencia. Implicaba, necesariamente, las condiciones de paz, reflexión, prosperidad y libertad de tener que realizar las tareas serviles y vinculadas a las necesidades de la vida productiva. Como dependía de ciertas condiciones educacionales, políticas y socioeconómicas, skholé constituía un privilegio reservado a una pequeña parcela de los hombres libres. Para Aristóteles, las personas tenían que aprender a desear el reposo filosófico, pues, es por medio de él que se tornaría posible alcanzar virtudes. De esta forma, en su sentido griego, skholé era vinculada a la posibilidad de descanso y reposo, condición propicia por el distintivo característico de los privilegiados: la abstención de la necesidad de ejercer el trabajo útil o productivo y la posibilidad de dedicación a la contemplación, a la meditación y a la reflexión filosófica.

Como destaca Munné, el otium romano era estratificado socialmente: estaba asociado, en el caso de las elites intelectuales, a la meditación y a la contemplación. Era el otium con dignidad. Por eso, en lo que concierne a las personas comunes, otium significaba descanso y diversión proporcionados por los grandes espectáculos. Esta estrategia hacía referencia a la tradicional expresión “pan y circo” y tenía como finalidad despolitizar al pueblo, reduciéndolo a la condición de mero espectador, evidenciando así el potencial muchas veces alienante, de las formas de entretenimiento masivo.

La conexión que los romanos hicieron entre el otium y el negotium es interesante de comprender. El negotium, palabra latina que originó el término negocio, fue entendido como ocupación y actividad. De esta forma, el trabajo (negocio y comercio) también representaba la negación del otium. Para tener una visión más clara sobre la forma de entender el ocio y el trabajo en la antigüedad greco-romana es importante recordar que, etimológicamente, la palabra trabajo deriva del término latín tripalium, que significaba un instrumento de tortura con el que se obligaba a los esclavos a realizar determinadas tareas. Así, en la visión clásica greco-romana el ocio era mucho más valorizado que el trabajo, algo distinto a lo que ocurrió posteriormente.

 influencia catolica


Luego en el transcurso de los siglos llamados medievales, a medida en que la Iglesia difundía el cristianismo, una nueva moral pasa a definir otros sentidos para la concepción de ocio. De esa forma, el ocio asumió nuevos significados marcados por una moral católica, donde la búsqueda de la salvación del alma mediante la negación y rechazo de los placeres mundanos, al ser esto una expresión clara del pecado, marcó fuertemente este contexto y período histórico.

El control por parte de la Iglesia se tornó más evidente durante la Inquisición, dramático proceso que marcó profundamente la vida de muchos pueblos por varios siglos. La Iglesia buscó reforzar su poder y unidad de forma represiva, condenando a la hoguera a quienes practicaran supuestas herejías, como fiestas profanas, carnavales, juegos, encuentros de música, teatro y poesía, entre otras prácticas socioculturales. Esto implicó el rechazo de muchas manifestaciones culturales asociadas con el pecado.

Las investigaciones del historiador Roger Chartier revelan que en la Europa medieval, las fiestas y reuniones campesinas además de llenas de condenaciones eclesiásticas, eran siempre mencionadas como lugar de trabajo común, de juego y danza, de risa y diversión, de cuentos y cantos, de confesiones, rumores y chismes. Por lo que estas reuniones eran consideradas ilícitas, “sucias y malditas”, y debían ser evitadas.

Así, el discurso hegemónico hizo que muchas experiencias culturales de ocio, en este contexto, se cargaran de valores morales que pasaron a ser esenciales para el mundo del trabajo, sobre todo en la fase histórica conocida como modernidad. En este nuevo período la forma de percibir el ocio fue marcada principalmente por una visión negativa, lo que pudo haber surgido en parte como producto de la influencia del protestantismo, al ver las vivencias de ocio como un vicio y la educación como un medio moralizante para el trabajo.

La visión protestante destacó la ética del trabajo como bien supremo, rechazó el ocio por considerarlo como una potencial amenaza para el “espíritu” de base del modelo de producción capitalista. De este modo, el sentido clásico de ocio como una manifestación basada en la meditación, la reflexión y la contemplación, fue perdido, y, así, fue rechazado y llenado de prejuicios.

El Ocio en el Siglo XIX

Desde el siglo XIX el ocio está muy vinculado a las categorías trabajo y tiempo libre – concebidas desde una perspectiva sociológica. Por eso, la sociología es una importante área (pero no la única) que fundamenta las teorías y análisis desarrollados sobre la temática, principalmente por autores de Europa y de los Estados Unidos. Para muchos estudiosos, entre los cuales se destaca Dumazedier (1976), el ocio surgió en la modernidad europea en el siglo XIX como fruto de la revolución industrial acontecida, en los principales centros urbanos de Europa, sobre todo en Inglaterra. Para él, el ocio se contrapone al trabajo y corresponde a una liberación periódica del trabajo al fin del día, de la semana, del año y de la vida, cuando se alcanza la jubilación.

Independiente de que la ocurrencia histórica del ocio sea ubicada en la Grecia clásica o en la modernidad europea, es posible observar que Europa, con sus prácticas e instituciones, es considerada como imprescindible y determinante para el “surgimiento” del ocio en todos los rincones del mundo, incluso en Latinoamérica. Así, se perpetúa la idea de que existe una historia única y universal del ocio, que ubica Europa en una posición central, destacada y que debe ser tratada como válida para todo el mundo.

Ambas interpretaciones colaboran con el mantenimiento de una lógica evolutiva y lineal que define los tiempos, las historias, las culturas y las prácticas de todas las realidades, de todos los pueblos que, a su vez, deben anhelar el modelo occidental – urbano, industrial y capitalista – como el ideal a ser alcanzado para acceder al supuesto progreso. Las evidencias de que disponemos hasta el momento indican que los primeros conceptos elaborados sobre el ocio fueron producidos en este contexto. Pero un concepto no es el fenómeno, es solamente una representación de la realidad que pretende expresar. De esta manera, lo que “surgió” en Europa en el siglo XIX fue el concepto de ocio tal como lo entendemos actualmente en Occidente, y no la realidad que este pretende representar.

El Ocio en américa

De acuerdo con Gomes e Elizalde (2012)], desde el siglo XX estas dos distintas interpretaciones sobre el origen del ocio han generado profundas polémicas cuando se busca retomar la historia de este fenómeno. En general, ambas son ampliamente utilizadas en las teorías sobre el ocio que orientan y fundamentan los estudios sobre esa temática en varias partes del mundo, ejerciendo influencias significativas sobre los conocimientos difundidos en los distintos países de Latinoamérica.

Esas interpretaciones aún cuando son dotadas de lógicas propias, se refieren a realidades específicas pertinentes cuando se trata de Europa, por ejemplo, pero son inadecuadas e insuficientes para discutir el ocio y la recreación en Latinoamérica. Esta región posee otras singularidades y otros marcos históricos, culturales, sociales, políticos y económicos. Todo esto demanda otras interpretaciones, abordajes, reflexiones y re-significaciones, así como la sistematización de otros saberes que sean capaces de dialogar críticamente con las realidades latinoamericanas.

Como plantea Escobar, para hablar de América Latina es necesario considerar los lugares y realidades locales, obviamente sin perder de vista el contexto más amplio. De este modo, los análisis sobre los conceptos y teorías de ocio y recreación no pueden ser universales y globalizantes (Gomes, 2010).

Además de esto, las dos interpretaciones sobre un supuesto origen del ocio, destacadas previamente, son producciones teóricas que refuerzan el mito de la centralidad de Europa como referente privilegiado para la constitución del mundo, y sobre todo del llamado mundo occidental. De este modo, excluyen la decisiva participación de otras realidades en un juego que envuelve, de manera desigual, varios componentes, dentro de los cuales están los pueblos y culturas de otros continentes, tales como América Latina, África y Asia. (Gomes y Elizalde, 2012).[3]

la biografia

eza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesarrollo? In: LANDER, Edgardo (Comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO - Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Disponível em: <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lander/escobar.rtf>. Acesso em: 30 mar. 2010.

  • DUMAZEDIER, Joffre. Lazer e cultura popular. São Paulo: Perspectiva, 1976.
  • GOMES, Christianne.L.; ELIZALDE, Rodrigo (2012). Horizontes latino-americanos do lazer / Horizontes latino-americanos del ocio. Belo Horizontes, UFMG.

GOMES, Christianne L. (2010). Ocio, recreación e interculturalidad desde el “Sur” del mundo: desafíos actuales. Revista Polis Nº 26. (divulgación impresa y digital). http://www.revistapolis.cl/26/art09.htm

Véase también

Referencias

  1. a b c Gomes e Elizalde (2012)]
  2. Christianne L. Gomes y Rodrigo Elizalde (2012). «Horizontes lantino-americanos do lazer/Horizontes latinoamricanos del ocio n b,n m MB(Português/Español)». Editora UFMG / Grupo OTIUM: Lazer, Brasil & América Latina. Consultado el 10 de diciembre de 2012. 
  3. Christianne L. Gomes e Rodrigo Elizalde (2012). «Horizontes lantino-americanos do lazer/Horizontes latinoamricanos del ocio (Português/Español)». Editora UFMG / Grupo OTIUM: Lazer, Brasil & América Latina. Consultado el 10 de diciembre de 2012. 

Enlaces externos