Guerra vándala (422)
Guerra vándala 422 | ||||
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Parte de la caída del Imperio romano de Occidente | ||||
Fecha | 422 d. C. | |||
Lugar | Bética (diócesis de Hispania) | |||
Casus belli | saqueo de la provincia Baetica por los vándalos | |||
Conflicto | lucha del Imperio romano occidental para recuperar el control de la Baetica | |||
Resultado | victoria de los vándalos | |||
Consecuencias | los vándalos controlan la Baetica | |||
Beligerantes | ||||
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Figuras políticas | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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La guerra vándala del año 422 fue un conflicto bélico ocurrido en el Imperio romano de Occidente. Enfrentó a los vándalos y alanos asentados en Hispania contra un ejército imperial dirigido por Castino y reforzado con tropas visigodas.
Antecedentes
[editar]La campaña desarrollada entre los años 416 y 418 por los visigodos en Hispania bajo órdenes del gobierno imperial había permitido a este recuperar el control de las provincias de Bética, Lusitania y Cartaginense y dejar a los restos de los invasores arrinconados en la de Gallaecia.[3] Los diferentes grupos que habían entrado en la península en 409 (vándalos asdingos, vándalos silingos, alanos de Ataces, alanos de Respendial y suevos) quedaron reducidos a dos: los suevos y los vándalos asdingos, estos últimos mucho más poderosos que antes al unírseles los restos de silingos y alanos derrotados en la citada campaña de recuperación de Hispania.[4] En 419, los vándalos elevaron a emperador a Máximo de Hispania y atacaron a los suevos con el fin de aumentar su territorio lo que llevó al Imperio occidental a enviar un ejército al mándo de Asterio que los derrotó y pudo capturar a Máximo.[5] Los romanos cometieron, entonces, el error de darse por satisfechos con este resultado y no persiguieron a los vándalos que pudieron huir a la Bética donde quedaron instalados en 420.[6] Dos años después, en 422, y tras acabar con una incursión de los francos en el medio Rin, el Imperio decidió enviar un ejército para acabar con los vándalos y recuperar la provincia.[7]
Desarrollo
[editar]Preparación de la campaña
[editar]Castino había retornado a Rávena con el ejército tras conseguir expulsar a los francos pero, mientras llegaba, falleció Constancio III coemperador con Honorio y hombre fuerte del Imperio occidental. Tras su muerte se desató una guerra de poder dentro del gobierno en la que su viuda intentó imponer a Bonifacio como jefe del ejército en detrimento de Castino, quien había sido un seguidor de Constancio III.[2] Castino, sin embargo, acababa de derrotar a los francos y tuvo que tener más apoyos en el gobierno por lo que fue designado magister militum y se le dio el mando de la campaña contra los vándalos.[8] Bonifacio fue asignado como su ayudante o subordinado pero surgieron disensiones entre ellos que llevaron a que este abandonase Rávena y se trasladase a África.[2]
Para realizar la campaña se utilizó el principal grupo del ejército, el situado en Italia y para reforzarlo se requirieron unidades a los visigodos instalados en Aquitania quienes, en virtud del tratado de asentamiento, estaban obligados a proporcionarlas cuando el Imperio las necesitase.[9] Se unieron ambos contingentes de camino a Hispania y juntos se dirigieron por tierra hacia la Bética formando un numeroso ejército capaz de hacer frente a los 15 000 efectivos que sumaban los vándalos y los alanos.[2]
Enfrentamiento contra los vándalos
[editar]No hay constancia de en qué lugar de la Bética se enfrentaron ambos ejércitos. Las tropas romanas tuvieron éxito en la primera batalla y consiguieron vencer, aunque no completamente, a los vándalos y alanos que se retiraron perseguidos por los romanos quienes, finalmente, pudieron rodearles y tenerlos a su merced.[10] El ejército imperial mantuvo el cerco sin atacar a la espera de que la falta de suministros hiciese que los vándalos y alanos se rindiesen. Estos, por su parte, eran conscientes de que no podían esperar ninguna piedad porque era la tercera ocasión en que el Imperio emprendía una campaña para doblegarlos y ahora tenía la intención de acabar con ellos de una vez por todas.[11]
Surgió, entonces, una división de opiniones dentro del mando imperial. Castino era partidario de atacar a los sitiados sin esperar a que estos se rindiesen, lo que era un cambio en la estrategia habitual que había seguido el ejército romano desde Estilicón frente a grandes ejércitos bárbaros consistente en usar tácticas fabianas para salvaguardar las tropas romanas cuanto fuese posible.[12] Parece ser que Castino quería obtener una gran victoria que le ayudase en la lucha de poder que había surgido dentro del gobierno imperial tras la muerte de Constancio III y convertirse, así, en el nuevo gobernante de facto.[12] El contingente visigodo no estuvo de acuerdo en ello porque no quería sufrir bajas por las luchas internas de los romanos y decidieron abandonar a Castino y retornar a Aquitania.[12]
A pesar de la falta de tropas visigodas, Castino no cambió de opinión y atacó a los vándalos y alanos sin esperar a su rendición.[12] Estos, lucharon con la fuerza de la desesperación y consiguieron derrotar a los romanos de una manera tal que aniquilaron a la mayor parte de su ejército.[12] La Chronica Gallica indica que las bajas sufridas por el ejército imperial fueron de casi 20 000 hombres.[2] Castino pudo salvarse del desastre y con las tropas supervivientes huyó a Tarraco.[13]
Consecuencias y acontecimientos posteriores
[editar]Si la información que proporcionan las fuentes es correcta, la cifra de bajas sufrida por el ejército romano convertiría a esta campaña en la peor derrota desde la batalla de Adrianópolis.[14] La posibilidad de un contraataque romano quedó abortada cuando, al año siguiente, murió el emperador Honorio sin sucesor y se desató una nueva guerra civil.[15] Los vándalos y alanos quedaron firmemente instalados en la Bética desde donde, sin oposición militar significativa, lanzaron incursiones sobre las Islas Baleares y Mauritania en 425.[15] El siguiente 426, tomaron el puerto de Cartagena y saquearon la ciudad de Hispalis.[16] Tres años después, en 429, atravesaron el estrecho de Gibraltar e iniciaron una nueva guerra contra el Imperio que les acabaría dando el control de la diócesis de África lo que sería determinante para la desaparición final del mismo.
Véase también
[editar]Referencias
[editar]- ↑ Soto Chica, 2022, p. 316.
- ↑ a b c d e Wijnendaele, 2015, p. 45.
- ↑ Kulikowski, 1997, p. 116.
- ↑ Bachrach, 1973, pp. 56-57.
- ↑ Kulikowski, 1997, pp. 116-117.
- ↑ Kulikowski, 1997, pp. 118-119.
- ↑ Kulikowski, 1997, p. 123.
- ↑ Wijnendaele, 2015, p. 44.
- ↑ MacDowall, 2017, p. 74.
- ↑ MacDowall, 2016, p. 46.
- ↑ Soto Chica, 2022, p. 291.
- ↑ a b c d e Wijnendaele, 2015, p. 46.
- ↑ Kulikowski, 1997, p. 124.
- ↑ Soto Chica, 2022, p. 293.
- ↑ a b MacDowall, 2016, p. 47.
- ↑ Rodríguez González, 2005, p. 122 y 225.
Bibliografía utilizada en el artículo
[editar]- Bachrach, Bernard S. (1973). A History of the Alans in the West [Historia de los alanos en Occidente] (en inglés). University of Minnesota Press. ISBN 9780816656998.
- Kulikowski, Michael (1997). The End of Roman Spain [El final de la Hispania romana] (en inglés). University of Toronto.
- MacDowall, Simon (2016). The Vandals (en inglés). Pen & Sword Books Ltd. ISBN 9781473837706.
- MacDowall, Simon (2017). The Goths (en inglés). Pen & Sword Books Ltd. ISBN 9781473837645.
- Rodríguez González, Julio (2005). Diccionario de batallas de la historia de Roma (753 a.C. - 476 d.C.). Signifer. ISBN 8493326747.
- Soto Chica, José (2022). El águila y los cuervos. La caída del Imperio romano. Desperta Ferro Ediciones. ISBN 978-84-124830-3-1.
- Wijnendaele, Jeroen W.P. (2015). The last of the Romans. Bonifatius – Warlord and comes Africae [El último de los romanos. Bonifacio – señor de la guerra y comes Africae] (en inglés). Bloomsbury Publishing. ISBN 978-1-78093-717-5.