Diferencia entre revisiones de «Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación»

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=Introducción=
La '''Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación''' ('''ANECA''') es un organismo de carácter autónomo, en forma de fundación estatal que fue creada por el [[Consejo de Ministros de España|Consejo de Ministros]] del [[Gobierno de España]] el 19 de julio de 2002, en cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre de Universidades ([[Ley Orgánica de Universidades|LOU]]), en sus artículos 31 y 32.
El presente artículo trata de comentar críticamente el discurso que utiliza la ANECA (“[[Fundación]] Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación”) a la hora de definir la forma de gestión y organización de las Universidades, y más en general, de la educación superior en España, en el contexto del EEES (“[[Espacio Europeo de Educación Superior]]”).


La estructura argumentativa con la que se desarrollará el comentario crítico del discurso de la ANECA, contará con dos ejes fundamentales. El primer eje será resumir la información relevante, contando con una selección representativa de textos e intertextos que construyen su perspectiva sobre la gestión y organización de los servicios universitarios. El segundo eje, tendrá que ver con algunas implicaciones discursivas, filosóficas, políticas y/o económicas, de los actos comunicativos de la ANECA, de cara a la configuración de la función de la educación superior en la cultura europea y española actual. En concreto, el objetivo será describir y comprender el contexto y sistema de significados compartidos del discurso y de las acciones de la Fundación ANECA,siempre, en el contexto discursivo, social, político y económico, del EEES y de textos legales como la Ley 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (B.O.E. 24/12/2001), modificada por la Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, (B.O.E. 13/04/2007).
La ANECA está formada por el Consejo de Dirección, el Patronato (del que forma parte el Ministro de Educación de turno), la Comisión Técnica y el Consejo Asesor. Su directores generales han sido [[Ismael Crespo Martínez]] (fundador, 2002-2004), [[Francisco Marcellán]] (2004-2006) y la actual directora, [[Gemma Rauret]] (desde 2006). Los Estatutos de ANECA establecen que el director será nombrado por el Patronato, a propuesta del ministro de Educación y Ciencia, por un periodo de cuatro años.


El artículo sobre la Fundación ANECA se cerrará con una crítica constructiva al discurso oficial que ésta propone acerca del fin y modo funcionamiento de los servicios universitarios. Así como, una crítica a las directrices y criterios que la Fundación ANECA exige para la verificación de los títulos y enseñanzas universitarias oficiales, con reconocimiento en todo el territorio nacional (Grado, Máster y Doctorado).
La misión de la ANECA es la coordinación de las políticas de gestión de la calidad en las Universidades españolas, para proporcionar una mejora, tanto en el ámbito nacional como internacional. Las políticas de mejorar se plantean siempre en el sentido de adaptar la Universidad al mercado:{{cita|El discurso de modernización de la estructura universitaria, con su búsqueda de nuevos marcos de aprendizaje ha calado con fuerza, y son muchas las medidas que se han puesto en práctica con el fin de convertir la enseñanza universitaria en excelente y adaptarla a las necesidades de las empresas. [...] para ello se han analizado y se están analizando, a través de numerosas investigaciones en el mercado de trabajo, cuáles son los requerimientos actuales de las organizaciones empresariales. Las universidades, por su parte, adaptarán sus planes de estudio y métodos de aprendizaje a dicho catálogo de competencias.<ref name="Aneca">{{cita web|
|nombre=AGENCIA NACIONAL DE EVALUACIÓN DE LA CALIDAD Y ACREDITACIÓN
|título=El debate sobre las competencias. <small>Una investigación cualitativa entorno a la educación superior y el mercado de trabajo en España.</small>
|año=2009
|editorial=
|ubicación=Madrid
|ID=
|url=http://www.aneca.es/publicaciones/docs/publi_competencias_090303.pdf
|fechaacceso=28 de Marzo de 2009
|}}
</ref>| Texto oficial de la ANECA: El debate sobre las competencias.}}


=Argumentos críticos=
La ANECA pretende, mediante sus informes de evaluación conducentes a la certificación y acreditación, la medición del rendimiento del servicio público de la educación superior conforme a criterios objetivos y procesos transparentes. Su fin último es conseguir la promoción y garantía de la calidad de las Universidades y de su integración en el [[Espacio Europeo de Educación Superior]].
Según sus estatutos, la Fundación ANECA se constituye como una organización, sin ánimo de lucro, que utiliza su patrimonio para la realización de los siguientes fines de interés general: 1) fomentar la transparencia, la comparación, la cooperación y la competencia de las Universidades en el ámbito nacional e internacional; 2) potenciar la mejora de la gestión y la actividad docente e investigadora de las Universidades; 3) proporcionar información adecuada a la Administraciones públicas para la toma de decisiones en su área de competencias; 4) informar a la sociedad para fomentar la excelencia y la movilidad de profesores y estudiantes.
En este sentido, sabemos que una fundación es un tipo de persona jurídica que se caracteriza por ser una organización sin ánimo o fines de lucro. Dotada con un patrimonio propio otorgado por sus fundadores (en este caso, 250.000 euros para el caso de la ANECA) (véase el “Acuerdo de Consejo de Ministros, de 19 de julio de 2002 por el que se crea la Fundación Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación”), la fundación debe perseguir los fines que se contemplaron en su objeto social, si bien debe también cuidar de su patrimonio como medio para la consecución de los fines. Por ello, si bien la finalidad de la fundación debe ser sin ánimo de lucro, ello no impide que la persona jurídica se dedique al comercio y a actividades lucrativas que enriquezcan su patrimonio para un mejor cumplimiento del fin último. Luego, la Fundación ANECA si bien no persigue la creación y repartición de un beneficio económico entre sus participantes, sí que busca aumentar y rentabilizar su patrimonio para lograr sus fines de interés general.


La Fundación ANECA está formada por el Consejo de Dirección, el Patronato (del que forma parte el Ministro de Educación de turno), la Comisión Técnica y el Consejo Asesor. Sus directores generales han sido [[Ismael Crespo Martínez]] (fundador, 2002-2004), [[Francisco Marcellán]] (2004-2006) y la actual directora, [[Gemma Rauret]] (desde 2006). Los Estatutos de ANECA establecen que el director será nombrado por el Patronato, a propuesta del ministro de Educación y Ciencia, por un periodo de cuatro años.
Es esta agencia la que determina la capacitación de los docentes para impartir clase en las universidades españolas. Sin embargo, a partir de su creación, las [[Comunidades Autónomas]] han creado agencias regionales con similares funciones dentro de su ámbito competencial, como son:


Las seis actividades que realiza la Fundación ANECA, según sus estatutos, son: 1) la evaluación y acreditación de las enseñanzas conducentes a la obtención de títulos de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional; 2) la evaluación y certificación de las enseñanzas conducentes a la obtención de diplomas y títulos propios de las Universidades y centros de educación superior; 3) evaluación de las actividades docentes, investigadoras y de gestión del profesorado universitario; 4) evaluación de sus complementos retributivos y las demás evaluaciones que, en materia de profesorado, le atribuye la legislación vigente; 5) evaluación de los centros que imparten enseñanzas en España conforme a sistemas educativos extranjeros; 6) evaluación de las actividades, programas, servicios y gestión de los centros e instituciones de educación superior, así como cualesquiera otras actividades y programas que le atribuya la normativa vigente y que puedan realizarse para el fomento de la [[calidad]] docente e investigadora por parte de las Administraciones públicas, sin perjuicio de las competencias de los órganos de evaluación externa que hayan creado las leyes de las Comunidades Autónomas.
* [[Agencia Andaluza de Evaluación]] (AGAE).
* [[Agencia de Calidad y Prospectiva Universitaria de Aragón]] (ACPUA).
Resulta llamativo, cómo la Fundación ANECA, según sus estatutos, puede llevar a cabo convenios con organismos privados, tanto nacionales como internacionales, cuando sean necesarios para cumplir sus fines fundacionales a través de estas seis acciones. Un ejemplo real del ejercicio efectivo de esta posibilidad por parte de la Fundación ANECA, es el “Acuerdo de Colaboración entre el Club Excelencia en Gestión, Vía Innovación y la Fundación Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA)”, firmado en 2006. El acuerdo de colaboración se produce entre el “Club Excelencia en Gestión, Vía Innovación (CEG)”, una asociación de carácter empresarial sin ánimo de lucro, y la Fundación ANECA, una organización sin ánimo de lucro. Aquí, el común denominador entre ambos organismos, vuelve a ser, según sus respectivos estatutos, el hecho de que sí que buscan aumentar y rentabilizar sus respectivos patrimonios para alcanzar sus fines fundacionales.
* [[Agència de Qualitat Universitària de les Isles Balears]] (AQUIB).

* [[Agencia Canaria de Evaluación y Acreditación Universitaria]] (ACECAU).
Con todo, conviene tener presente cuál es el objetivo y la misión del CEG, en vistas a los que podrá realizar ciertas actividades económicas que aumenten su patrimonio: esto es, “acelerar la transformación de las organizaciones españolas para que compitan y se desarrollen en una [[economía global]]. Identificando nuevas vías, intercambiando Buenas prácticas e induciendo Modelos de Gestión, que fortalezcan la Innovación, la Excelencia y el Liderazgo emprendedor”. En esta misma línea, los representantes legales tanto de la Fundación ANECA como del CEG declaran, en el acuerdo de colaboración, que “el modelo de la [[EFQM]] fue adoptado en España para la evaluación de la Administración Pública tanto por la Administración General del Estado como por varias administraciones de Comunidades Autónomas”. Es interesante, comprobar como, en dicho acuerdo, ambas organizaciones declaran que existen espacios de complementariedad funcional entre ellas.
* [[Agencia de Calidad Universitaria de Castilla-La Mancha]] (ACUCM).

* [[Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Castilla-León]] (ACSUCYL).
Con independencia de si continúa o no vigente el acuerdo de colaboración entre la Fundación ANECA y el CEG, se puede comentar comentar el sentido paradigmático que implica este ejemplo de cara a comprender el discurso que maneja la Fundación ANECA al tratar de evaluar y acreditar la gestión y funcionamiento organizacional de calidad en la educación pública superior. Aquí el discurso común que parecen promover ambas organizaciones, desde sus respectivos ámbitos de competencias, es “un Esquema de Reconocimiento/Acreditación para los servicios y unidades de gestión de las organizaciones e instituciones, idéntico al que utilizan internacionalmente las empresas y organizaciones que han logrado el mayor reconocimiento social respecto a la Excelencia en su gestión” ([[eficacia]] en la producción o prestación del servicio, y [[eficiencia]] en su funcionamiento): “el Modelo EFQM de Excelencia creado por la [[European Foundation for Quality Management]]”. Actualmente, se sabe que la EFQM cuenta con más de 600 miembros, que van desde pequeñas empresas hasta grandes multinacionales e institutos de investigación (v. gr., AENOR, el Club Excelencia en Gestión vía innovación –CEG–, EUROSTAT – Statistical Office of the European Communities, BMW AG, la Fundación Vasca para la Calidad –EUSKALIT–, Euskal Irrati Telebista, Fundacio per a la Universitat Oberta De Catalunya, la Fundación EOI, Iberdrola, Instituto Andaluz de Tecnología –IAT–, Lauaxeta Ikastola Sociedad Cooperativa, Repsol YPF SA, BBVA - Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA, ITP – Industria de Turbo Propulsores SA, Santillana Foundation, Telefónica de España, S.A.U, TQM Kaizen SL, Coca Cola Enterprises Europe, Adyuntament d’ Esplugues de Llobregat, Diputación de Alicante, Universidad Comercial de Deusto, Universidad Politécnica de Valencia, Universitat Politècnica de Catalunya, etc.).
* [[Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya]] (AQU).

* [[Agència Valenciana d'Avaluació i Prospectiva]] (AVAP).
El programa de evaluación de los servicios universitarios y unidades de gestión, en base al convenio ANECA-CEG, describe el Modelo EFQM de Excelencia en sus aspectos básicos y generales. Dicho modelo se constituye como una guía para la calificación de las organizaciones que se presentan al ‘Premio Europeo a la Calidad’, creado por la European Foundation of Quality Management (EFQM). Este modelo de gestión organizacional se basa en la Autoevaluación y tiene en cuenta distintos parámetros para evaluar el grado de madurez del sistema de gestión de cualquier organización. La EFQM entiende la autoevaluación como un “examen global, sistemático y regular de las actividades y resultados de una organización comparados con un Modelo de Excelencia empresarial”.
* [[Axencia para a Calidade do Sistema Universitario de Galicia]] (ACSUG).

* [[Agencia de Calidad, Acreditación y Prospectiva de las Universidades de Madrid]] (ACAP).
Sirviéndonos, ahora, de una perspectiva histórica sobre la evolución y cambio del Modelo EFQM de Excelencia, conviene trazar una posible línea de desarrollo de todos estos discursos sobre la gestión y acreditación de la educación superior, en el contexto de lo que se denomina “Espacio Europeo de Educación Superior” (EEES). El intervalo histórico que se analizará irá desde el 1988 hasta la actualidad, de esta forma se comprenderá mejor el origen y sentido del discurso manejado y promovido por la Fundación ANECA.
* [[Agencia de la Evaluación de la Calidad y Acreditación del Sistema Universitario Vasco]] (UNIQUAL).

En 1988 se creó la “[[Fundación Europea para la Gestión de la Calidad]]” (EFQM) por catorce compañías empresariales importantes europeas, con el patrocinio de la Comisión Europea. Sus objetivos eran, y siguen siendo, primero, “estimular y ayudar a las organizaciones europeas a participar en actividades de mejora que las lleven, en última instancia, a la excelencia en la satisfacción de sus clientes y de sus empleados, en su impacto social y en sus resultados empresariales”. En segundo lugar, “apoyar a los directivos de las organizaciones europeas en la aceleración del proceso de convertir la Gestión de [[Calidad Total]] en un factor decisivo para conseguir una posición de competitividad global”.

En septiembre de ese mismo año (1988), los cuatro ministros representantes de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, junto con los Rectores de algunas universidades europeas, redactan la “Carta Magna de las Universidades Europeas”, en la ciudad italiana de Bolonia. En ese texto, las Universidades alientan la movilidad de profesores y estudiantes y consideran el establecimiento de una política general de equivalencia para títulos, exámenes, cesión de becas, y status, a nivel europeo. Podríamos decir, que con este compromiso emerge el llamado ‘Bologna Process’ (en español, “[[proceso de Bolonia]]”), en su sentido más general e indefinido, hasta ese momento. El proceso de equiparación continuará, hasta el año de 1998, bajo la indefinición de eso que los “Rectores de las universidades europeas” denominaron como “una política general de equivalencia para la educación superior europea”. El marco discursivo que se maneja en este texto tiene que ver con las siguientes ideas: 1) el futuro de la humanidad depende mucho del desarrollo cultural, científico y técnico que se produce y gestiona en las Universidades y centros de investigación; y, 2) que la difusión de los conocimientos que la educación superior debe asumir hacia las nuevas generaciones implica que se dirija también al conjunto de la sociedad, cuyo porvenir cultural, social y económico requiere un esfuerzo de formación permanente. En resumen, se sugiere que de la gestión y producción de los conocimientos universitarios depende gran parte del porvenir socioeconómico, y que dichos conocimientos han de poder ser comunicables y utilizables por la [[sociedad del conocimiento]] no universitaria, de cara al futuro socioeconómico de la humanidad. Puede resultar contradictorio que, precisamente, sea el desarrollo de esta cultura occidental (predominantemente capitalista-neoliberal) el que puede estar poniendo seriamente en riesgo la supervivencia de los seres vivos en el planeta Tierra (v. gr., fenómenos de cambio climático, emisiones contaminantes, extinción de especies protegidas, guerras, muertes por inanición y deshidratación en Estados que ahora denominamos como “en vías de desarrollo”, etc.).

Posteriormente, ya en el año de 1998, la ‘Declaración conjunta de La Sorbona para la armonización del diseño del Sistema de Educación Superior Europeo’, a cargo de los cuatro ministros representantes de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, afirmaba lo siguiente: “Ofrecemos nuestro compromiso para la promoción de un marco común de referencia, para mejorar el reconocimiento externo y facilitar la movilidad de los estudiantes y las oportunidades de empleo”. Es decir, se busca reducir la heterogeneidad de las culturas universitarias de los distintos territorios europeos, para crear una suerte de “zona Europea dedicada a la Educación superior” con reconocimiento internacional y competitiva a nivel laboral y empresarial. De hecho, en ese mismo documento, se decía que “el reconocimiento internacional y el atractivo potencial de nuestros sistemas residen en las facilidades de comprensión que estos ofrecen en lo concerniente tanto a sus aspectos internos como externos”. Esto parece sugerir que la virtud de los conocimientos universitarios del futuro estaría relacionada con la facilidad de asimilación de estos conocimientos por parte de los estudiantes (no se buscaría, desde este punto de vista, el cambio conceptual en la adquisición de conocimientos) y por parte de los agentes externos de la sociedad (instituciones, empresas o similares). Parece que, con este discurso, el real conocimiento de las diferentes disciplinas que componen los diferentes estudios universitarios pasa a un segundo plano, siendo la flexibilidad y comunicabilidad del conocimiento universitario un valor fundamental para la empleabilidad de los estudiantes y profesores de la educación superior en la UE.

Este proceso de cambio, sienta sus pilares fundamentales a través de la siguiente declaración de los ministros europeos de educación, la conocida ‘Declaración de Bolonia’ de 1999. En ese texto se concretan los siete objetivos que guiarán el “proceso de Bolonia” hasta el año de 2010, que son: 1) incrementar la competitividad del sistema Europeo de educación superior; 2) la adopción de un sistema de titulaciones fácilmente comprensible y comparable, y así potenciar la obtención de empleo y la competitividad del sistema de educación superior Europeo; 3) adopción de un sistema basado en dos ciclos fundamentales (diplomatura y licenciatura); 4) establecimiento de un sistema de créditos –similar al ECTS– como medio adecuado para facilitar una amplia movilidad estudiantil; 5) promoción de la movilidad, eliminando los obstáculos para el ejercicio efectivo de libre intercambio; 6) promoción de la cooperación Europea en el aseguramiento de la calidad con el objetivo de desarrollar criterios y metodologías comparables; 7) promoción de las dimensiones Europeas necesarias en educación superior, dirigidas hacia el desarrollo curricular, cooperación entre instituciones, esquemas de movilidad y programas de estudio, integración de la formación e investigación. Luego entonces, el discurso que se propone a los gobiernos y sistemas de educación superior Europeos es que, para el año de 2010, se haya avanzado en la dirección de una alta competitividad (término relacionado semánticamente tanto con el concepto de “crecimiento económico” como con el de “productividad de bienes o servicios”) de la educación superior, para así aumentar la empleabilidad y competitividad de los conocimientos universitarios. El medio que se propone es el desarrollo de criterios y metodologías comparables para poder asegurar la calidad del servicio. Por calidad, en el contexto de la competitividad de la educación superior, se entiende la capacidad de producir satisfactores (sean bienes o servicios) que satisfagan las expectativas de los usuarios. Por otro lado, también significa realizar correctamente cada paso del proceso de producción para satisfacer a los clientes internos y externos de la organización y evitar satisfactores defectuosos. Su importancia se basa en que el cliente satisfecho nos vuelve a comprar (en organizaciones mercantiles) o vota, colabora y paga sus tasas, impuestos o donativos con gusto (para organizaciones de Gobierno o de Servicio Público). Se trata de que la calidad del servicio público de la educación superior Europea pueda seguir el camino del valor de mercado, de la satisfacción clientelar y de la gestión de procesos productivos (el conocimiento como producto de las Universidades), induciendo una especie de actitud economicista y competitiva al considerar la adecuación social (la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades afirma que la educación superior española puede y debe “rendir cuentas a la sociedad” a través de la Fundación ANECA) de los conocimientos disciplinares de las distintas titulaciones.

La modificación del Modelo EFQM de Excelencia empresarial se produce en el año de 1999 y pudiera estar relacionado con el sexto objetivo de la ‘Declaración de Bolonia’ de 1999, que establece la necesidad de promocionar la cooperación europea a través del “criterios y metodologías comparables de aseguramiento de la calidad” del servicio y de sus productos (énfasis en la adquisición de competencias profesionales, y, no tanto, de rigurosos conocimientos disciplinares). A partir de ese momento, la “European Foundation of Quality Management” habla de Modelo EFQM de Excelencia, eliminando el término “empresarial”. El esquema del modelo es el siguiente, extraído del artículo sobre la ‘Fundación Europea para la Gestión de la Calidad’ (EFQM) de Wikipedia, La enciclopedia libre:<center>[[Archivo:Gfx_efqm.gif]]</center>

Los cambios realizados en 1999 respecto al Modelo EFQM de Excelencia Empresarial de 1992, fueron de forma más que de contenido, ya que lo que se modificó fueron, principalmente, las etiquetas de los distintos componentes del modelo de administración y gestión de la organización (v. gr., las Universidades, las Administraciones públicas, al igual que las empresas). En concreto, se cambia la denominación de los siguientes criterios: “Gestión del personal” por “Personas”; “Gestión de los recursos” por “Alianzas y Recursos”; “Satisfacción del personal” por “Resultados en el personal”; “Satisfacción del cliente” por “Resultados en los clientes”; “Impacto en la sociedad” por “Resultados en la sociedad”; y, por último, “Resultados empresariales” por “Rendimiento final”. El nuevo Modelo EFQM de Excelencia se articula a través de varios conceptos fundamentales: orientación hacia los resultados y los clientes, liderazgo y constancia, gestión por procesos y hechos, desarrollo e implicación de las personas, aprendizaje y mejora permanente, y colaboración y responsabilidad social. El uso principal al que va dirigido es la autoevaluación de los puntos fuertes y áreas de mejora de la organización y su funcionamiento. Por último, conviene destacar que el uso y adopción de un [[sistema de garantía de la calidad]], basado en el Modelo EFQM de Excelencia, permitirá, a cualquier organización, optar al “Premio Europeo a la Excelencia”. Los cambios, en varios términos en los que se basa el nuevo Modelo EFQM de Excelencia (antes Empresarial), puede que pretendan desvincular el modelo del ámbito estrictamente empresarial, y así mostrar que se puede utilizar en campos distintos al empresarial, es decir, en cualquier organización. Aun así, el hecho de que este modelo se pueda adaptar al funcionamiento y gestión de cualquier organización no quita que sus fundamentos teóricos y empíricos tengan mucho que ver con el ámbito de la gestión empresarial, donde “la satisfacción de las necesidades de los clientes externos a la organización es el componente más importante en la gestión y administración de la organización” (según el Modelo EFQM de Excelencia, este criterio representaría el 20 por ciento de la gestión organizacional y la importancia relativa en el funcionamiento del servicio es de 200 puntos).

Lo curioso, en este punto del comentario crítico del discurso de la Fundación ANECA, es que “el modelo no es normativo ni prescriptivo, sino que se trata de una descripción simplificada de la realidad para comprenderla, analizarla y modificarla”, en la que se podrán inspirar los diferentes Estados europeos para generar y promover sistemas de gestión de la calidad en el ámbito organizacional de la educación superior europea. De hecho, los “Criterios y Directrices para la Garantía de la Calidad en el Espacio Europeo de Educación Superior” de la ENQA (“European Network for Quality Assurance in Higher Education”) se basan en este tipo de modelo de gestión de la excelencia y la calidad en los servicios de educación superior. Los puntos en común entre el Modelo EFQM de Excelencia y el modelo de garantía de la calidad de la ENQA son las actividades constantes de autoevaluación de los servicios, la propuesta de planes de acción conducentes al cambio organizacional, y los procesos de evaluación externa (v. gr., las visitas de evaluación externa) de los centros universitarios por parte de la Fundación ANECA y/o las Agencias autonómicas de aseguramiento de la Calidad (v. gr., Agencia de Calidad, Acreditación y Prospectiva de las Universidades de Madrid –ACAP–).

Una vez alcanzado este punto del recorrido histórico propuesto, se puede comprender mejor los nexos y relaciones discursivas que existen y han existido, en forma y contenido, entre el discurso de la “Fundación Europea para la Gestión de la Calidad” (EFQM), el del “proceso de Bolonia” (Bologna Process) en sus diferentes documentos, el de la ENQA, y, por último, el discurso que analizamos al principio del artículo, es decir, el de la Fundación ANECA y posibles asociados, privados (v. gr., el CEG) y de las administraciones autonómicas españolas (v. gr., la ACAP de la Comunidad de Madrid). Digamos que con esto el círculo de influencias discursivas se cierra sobre sí mismo, asegurando la importancia de los sistemas de garantía de la calidad en el funcionamiento y gestión de las Universidades, y en general de la Educación Superior europea e internacional.

Coherentemente con todos estos discursos sobre la gestión de calidad de los servicios de educación superior, el Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, entiende que uno de los apartados de la memoria para la solicitud de verificación de Títulos Oficiales tiene que ser alguno de los siguientes “Sistemas de garantía de la calidad”: 1) un sistema propio de garantía de la calidad para el título; 2) un sistema general de garantía de la calidad de la Universidad; 3) un sistema de garantía de la calidad del centro responsable de las enseñanzas, aplicable al título.

La consecuencia más inmediata es que para que cualquier tipo de enseñanza universitaria pueda ser oficialmente reconocida y validada en España, se hace necesario informar al Consejo de Universidades y a la Fundación ANECA sobre los siguientes aspectos, aunque no sólo: por un lado, los procedimientos para garantizar la calidad de las prácticas externas (a través del análisis de indicadores de eficacia y eficiencia de las prácticas en empresas o instituciones); y, por otro, los procedimientos de análisis de la inserción laboral de los graduados y de la satisfacción con la formación recibida. Todo esto, a los efectos de que cualquier titulación sea o no desarrollada en el sistema oficial y español de educación superior en las Universidades. En este sentido, resultan muy reveladoras las siguientes palabras, pertenecientes a un texto oficial de la Fundación ANECA, titulado “El debate sobre las competencias. Una investigación cualitativa entorno a la educación superior y el mercado de trabajo en España”:{{cita|El discurso de modernización de la estructura universitaria, con su búsqueda de nuevos marcos de aprendizaje ha calado con fuerza, y son muchas las medidas que se han puesto en práctica con el fin de convertir la enseñanza universitaria en excelente y adaptarla a las necesidades de las empresas. [...] para ello se han analizado y se están analizando, a través de numerosas investigaciones en el mercado de trabajo, cuáles son los requerimientos actuales de las organizaciones empresariales. Las universidades, por su parte, adaptarán sus planes de estudio y métodos de aprendizaje a dicho catálogo de competencias(p.32).|[[ANECA]], "El debate sobre las competencias"}}

Estas palabras sobre la modernización de la estructura universitaria nos vuelven a llamar la atención sobre la posibilidad de que las enseñanzas universitarias “de excelencia” se adapten cada vez más a los intereses de las empresas. Estos intereses se plasman en la promoción del concepto de “competencias profesionales” al tratar de acreditar y verificar títulos universitarios oficiales en todo el territorio nacional. Un ejemplo que ha servido para justificar esta actitud empresarial a la hora de adaptar y cambiar todos los planes de estudio, es el informe ejecutivo de la “Fundación ANECA” y el “Centro de Estudios en Gestión de la Educación Superior” de la Universidad Politécnica de Valencia (CEGES) sobre los resultados, nacionales y europeos, de la encuesta Reflex (“El Profesional Flexible en la Sociedad del Conocimiento”). Resulta llamativo observar como, mientras el título del proyecto de investigación utiliza la palabra “conocimiento”, durante el desarrollo del discurso del informe ejecutivo esta palabra se sustituye por “competencias disciplinares y profesionales”. Siendo la constatación descriptiva de un déficit en la adquisición de las “competencias del mercado laboral” aquello que justifica y legitima la necesidad de cambiar todos los planes de estudios de la educación superior en España. Se trata, quizás, de un proceso de cambio del todo (ordenación, estructura y gestión de la educación superior) por la parte (algunas competencias profesionales que demandan los empleadores para la inserción laboral de licenciados y graduados). En este punto, nos gustaría apelar a nuestros conocimientos epistemológicos (que no competencias) diciendo que al tratar de realizar un análisis de un fenómeno social de forma comprensiva y no “reduccionista” conviene considerar que el todo es algo distinto de la suma de las partes, es decir, conviene no confundir la parte con el todo.

De hecho, la “Unidad de Estudios” de la Fundación ANECA, junto con el CEGES, cierran el informe ejecutivo sobre el “proyecto de investigación” Reflex con las siguientes afirmaciones y sugerencias: {{cita|En términos generales, […], no se aprecia en ninguna de las ramas de conocimiento una formación orientada sistemáticamente a la cobertura de las principales competencias demandadas (pág., 50).|[[ANECA]], "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"}}

{{cita|Basta un rápido vistazo para darse cuenta que, dentro del abanico de diecinueve competencias ofrecidas a los encuestados, existen grandes coincidencias entre los titulados de las diferentes ramas de conocimiento a la hora de señalar las competencias consideradas como más necesarias para el desempeño del puesto de trabajo, así como, de entre éstas, aquellas que adolecen de una menor atención por parte de las diferentes enseñanzas (pág., 51).|[[ANECA]], "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"}}

{{cita|La impresión de que, […], ninguna de las ramas de conocimiento ha ofrecido una formación orientada a dar cuenta, […], de las competencias requeridas por los titulados en sus puestos de trabajo […].Sin embargo, junto con la modificación de los propios planes de estudio, es un campo a estudiar con mayor profundidad para el desarrollo de herramientas que contribuyan a la adquisición, por parte de los nuevos ‘profesionales flexibles’, de las competencias requeridas en una Sociedad del Conocimiento en constante cambio (pág., 53).|[[ANECA]], "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"}}

De esta forma, tanto la empleabilidad de los titulados universitarios como la representatividad de las “competencias” empresariales demandadas son los argumentos fundamentales que se utilizan, en el plano del discurso del informe ejecutivo de la “Fundación ANECA – CEGES”, para modificar y mejorar los planes de estudio de las carreras de todas las ramas de conocimiento. En concreto, el informe ejecutivo expresa lo siguiente: {{cita|[…] los titulados con trabajo en la actualidad, […], por lo general expresan bastante acuerdo en las competencias que prioritariamente les son requeridas en el puesto de trabajo (Capacidad para hacerse entender, Capacidad para usar el tiempo de forma efectiva, Capacidad para trabajar en equipo y Capacidad para rendir bajo presión) y en las que no necesitan tanto en tal puesto (Capacidad para escribir y hablar en idiomas extranjeros, Conocimientos de otras áreas o disciplinas y Capacidad para detectar nuevas oportunidades)(pág., 48).|[[ANECA]], "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"}}

Con todas estas afirmaciones, expresiones y sugerencias por parte de la “Fundación ANECA” y sus colaboradores (v. gr., CEGES, CEG, [[ACAP]] de la Comunidad de Madrid) se puede observar cierto interés, en el plano del discurso, en que ante la “unificación de los mercados laborales” (de hecho, se habla desde hace tiempo de “Unión Económica Europea”, ahora, de calidad y excelencia) europeos se alcance, también, la “unificación de los propios sistemas educativos” a nivel europeo (de hecho, el denominado Bologna Process –proceso de Bolonia– tiene como objetivo el establecimiento de un “Espacio Europeo de Educación Superior”, basado en la calidad y la excelencia de los resultados de aprendizaje, docencia e investigación). Parece que, desde una perspectiva discursiva e histórica, tras la unión política y económica de los Estados europeos, sólo quedaría caminar hacia la unión de la educación superior, siempre dentro del marco discursivo de los servicios públicos de calidad y excelencia, de la globalización internacional de los mercados, de la competitividad y visibilidad internacional de los conocimientos adquiridos y de la investigación en I+D+i, de las competencias demandadas por los empleadores, y, por último, de “la eficiencia prevista con relación a los resultados esperados” (véase, el documento de la Fundación ANECA titulado ‘Protocolo de Evaluación para la Verificación de Títulos Universitarios Oficiales –Grado y Máster–’). Según el discurso de la Fundación ANECA, las instituciones de educación superior se basarían en el uso y consumo de las titulaciones oficiales (como servicios prestados), entendiendo el término ‘eficiencia’ como la relación entre los beneficios (utilidades) que aporta la titulación y aquellos aspectos que no benefician directamente a los agentes del servicio (costes por el uso o consumo de la titulación). Desde esta perspectiva, una titulación oficial de educación superior sería más eficiente que otra si proporcionase mayor utilidad y/o menor coste, o lo que es lo mismo, se entiende que la eficiencia en los resultados de las titulaciones oficiales se logra cuando se utilizan menos recursos para lograr un mismo resultado de aprendizaje. O, por el contrario, cuando se logran mejores resultados de aprendizaje (v.gr., los índices de “Tasa de Graduación, la Tasa de Abandono y la Tasa de Eficiencia”, recomendados por la Fundación ANECA en su ‘Protocolo de Evaluación para la Verificación de Títulos Universitarios Oficiales –Grado y Máster–)’ con los mismos o menos recursos materiales, humanos y económicos.

Es decir, desde esta perspectiva, la educación superior europea (y española), en el contexto cultural de lo que podríamos denominar (en este punto del comentario crítico) una “[[sociedad -económica- del conocimiento]]”, se basaría en obtener los mejores resultados de aprendizaje, docencia e investigación, con el mínimo coste de los recursos consumidos, entendiéndose por recursos, no solamente los monetarios, sino también, materiales, el tiempo invertido, las herramientas, los “recursos humanos” –v.gr., personal docente e investigador, estudiantes y personal de administración y servicios–, y las alianzas (estas últimas, según el modelo EFQM de Excelencia). Este mismo horizonte discursivo sobre la educación superior europea se pretende ampliar, ahora, hasta el año de 2020 (véase, el ‘Comunicado de la Conferencia de Ministros Europeos responsables de la Educación Superior’, en Lovaina, de 28 a 29 de abril de 2009).

=Crítica al discurso oficial de la Fundación ANECA=
Todo este comentario crítico de la Fundación ANECA permite conocer tanto sus valores como sus metas, pero no como meras representaciones (estén o no distribuidas socialmente) sino como acciones discursivas que influyen en la configuración e imposición de un modelo empresarial de organización de la educación superior europea, ya que se basaría en la gestión de calidad y excelencia (de tipo empresarial e internacional) en los servicios y productos universitarios.

Aquí el razonamiento “lógico” que se propone, desde el discurso de la Fundación ANECA (y no sólo desde el suyo), es que los servicios (también los públicos) de educación superior se gestionen y administren de la misma forma empresarial en que lo hacen las empresas y organizaciones más competitivas y con un mayor reconocimiento internacional (eficiencia y eficacia en los procesos y resultados de la organización, responsabilidad social con clientes internos y externos a la organización, misión y visión de la organización, importancia de la gestión eficiente de los recursos, etc.). Desde este punto de vista, sólo se acreditarán las titulaciones de educación superior y los servicios universitarios que demuestren la adopción de esta forma de gestión y mejora de tipo empresarial (v. gr., Campus de Excelencia Internacional), enfocada a controlar y desarrollar procesos y a obtener resultados (productos o servicios) de calidad y excelencia. El problema vuelve a ser el significado que tienen ambos términos, en este contexto de gestión empresarial en los servicios públicos. Por calidad y excelencia de los procesos de la educación superior (en el marco de las leyes estatales sobre educación superior y del renombrado EEES) se entiende que los conocimientos y los servicios universitarios deben ser diseñados y mejorados en función de las necesidades de los clientes (los que pagan el servicio) previa recogida ordenada de la información procedente de éstos y del mercado. Una vez más, la universidad funcionando como una empresa, con sus clientes que pagan (más o menos) la oferta de competencias o servicios de la enseñanza superior en función de los intereses de mercado –v.gr., competitividad e internacionalización de los productos y servicios de la educación superior–.

Por consiguiente, se propone desde la Fundación ANECA, el CEG (con socios como la ‘Universidad Autónoma de Madrid’ (UAM) –que también colabora con TQM Asesores, miembro de la EFQM– en el año de 2008), la ENQA, y desde la EFQM –entre otras organizaciones–, algo así como una educación superior al servicio del mercado y de los clientes, siendo el estudiante uno de ellos, aunque sea el menos tenido en cuenta ya que, económicamente, es el que menos aporta al servicio público de educación superior. De esta forma, ciertos conocimientos disciplinares de las distintas titulaciones corren el riesgo de desaparecer, por motivos de poca transferencia empresarial, por motivos de baja empleabilidad, o por motivos de mercado, basándose en que las titulaciones de la educación superior tienen que atender prioritariamente a las destrezas y habilidades (los denominadas “competencias”) que demanda el mercado laboral, y por supuesto, los empleadores, que, en nuestra cultura [[capitalista]]-[[neoliberal]], son mayoritariamente grandes empresas o grupos empresariales.

En definitiva, todos estos discursos, sobre la función y la gestión empresarial de la educación superior, proponen una universidad del presente y del futuro basada en la conocida ley de la oferta y la demanda (aunque, en palabras de un decano de facultad, en la práctica esta regla sólo se utiliza para quitar asignaturas y/o grupos de asignatura, y, sin embargo, no sé utiliza para poner o añadir conocimientos disciplinares que demandan muchos de los aprendices universitarios para su formación personal y profesional). Esta regla económica, aplicada en el ámbito de la educación superior española y europea, tiene ciertas implicaciones negativas cultural y socialmente hablando, ya que la sociedad no es sólo sinónimo de empleadores, demanda de mercado, contribución al aumento del PIB español (y no, necesariamente, de la felicidad y realización de las personas), proveedores, clientes externos, contratos y convenios con empresas privadas –véase la LOU, en su art. 83 y 84–. Se confunde el real interés de todos y todas (sociedad y comunidad universitaria) con el deseo del algunas escuelas de gestión empresarial (véase el modelo de gestión y administración adoptado por la Administración General del Estado y de la Comunidad de Madrid –el Modelo EFQM de Excelencia- y, en general, los Sistemas de Garantía interna y externa de la Calidad y la Excelencia en la Educación Superior –discurso de la Fundación ANECA y de la ENQA).

Es decir, la educación superior que promueve y quiere la ANECA, y otros organismos institucionales y privados, es una educación principalmente competitiva (y no tanto cooperativa), rentable económicamente, que gaste lo mínimo y obtenga lo máximo con sus productos (competencias) y servicios (enseñanzas superiores –Grado, Máster y Doctorado–), utilizable y empleable por el mundo empresarial, adaptada a los criterios flexibles del mercado laboral, financiada a través de vías complementarias y mixtas (de facto, se propone financiación pública y privada –véase, la Sección V del texto titulado ‘Informe Universidad 2000’ de Joseph M. Bricall–) como son los contratos y acuerdos de colaboración con empresas interesadas en conseguir patentes y llevar a cabo ciertos proyectos de I+D+i; es decir, se quiere un servicio “público” con coste cero y beneficio máximo, donde tan sólo se contemplan formalmente dos casuísticas vitales de estudiante universitario (estudiante a tiempo parcial o completo –como si de un empleado se tratase–), donde las escasas becas públicas a fondo perdido se completan a través de los llamados “préstamos renta universidad” concedidos por las entidades bancarias (grandes grupos empresariales) a estudiantes de máster oficial. De esta forma, quedan muy borrosos algunos valores humanos (¿nos hemos olvidado de la tradición del humanismo europeo como pilar de la enseñanza universitaria?), como son: 1) la aceptación del endeudamiento público por motivos de interés general (como es el caso de la educación superior) y de respeto de los derechos y libertades; 2) el respeto e inclusión de los razonamientos y conocimientos minoritarios, y no por eso menos importantes para el conocimiento disciplinar; 3) la real atención a la diversidad del alumnado universitario, en toda su complejidad; 4) la real y efectiva autonomía política y económica de las universidades; y, 5) la búsqueda de una total financiación pública (v. gr., el Estado español, en 2008, destinó a la educación superior, en sus presupuestos generales, tan sólo un 1,2 por ciento del PIB) (véase la noticia de la web del ‘Círculo Formación’, con fecha de 16 de junio de 2008) de la educación primaria, secundaria, bachillerato, formación profesional, y de la educación superior española y europea. No confundamos la educación y la socialización tecnológica y empresarial con la educación y socialización humana, cultural y social que buscan históricamente las universidades, es decir, no confundamos, una vez más, la parte con el todo: la Fundación ANECA parece que así lo ha hecho. Ante esto, ¿no sería necesaria la real implicación de toda la comunidad universitaria para lograr un consenso (no siendo una cuestión de mayorías representativas, votaciones, sino de algo que satisfaga a todas y todos) en la instauración de metas y prioridades, tanto para la universidad en su conjunto como para los agentes que la integran?, ¿la eficiencia en la educación superior no sería menos importante, académica e intelectualmente hablando, que un completo, riguroso y crítico conocimiento de las disciplinas universitarias?

En el año de 1952, Albert Einstein concedió al New York Times una entrevista sobre problemas educacionales en la que declaró cuál era el tipo de educación más conveniente para el futuro de la humanidad: una «educación para una independencia en el pensar». Para saber a qué se estaba refiriendo, lo mejor será que reproduzcamos algunas partes del resumen de aquella entrevista, publicado en la monografía ''Mi visión del mundo'' (Einstein, 2005):{{cita|[…] Dar importancia excesiva y prematura al sistema competitivo y a la especialización en beneficio de la utilidad, segrega el espíritu de la vida cultural y mata el germen del que depende la ciencia especializada. Para que exista una educación válida es necesario que se desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes, un desarrollo puesto en peligro continuo […]. […]. La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación (p.35).|[[A. Einstein]], "Mi visión del mundo"}}

Antes que nada, ¿no sería conveniente que nos parásemos a reflexionar sobre todas estas cuestiones? El movimiento estudiantil en contra del 'proceso de Bolonia', piensa que sí, y propone lo siguiente: «Paremos el ‘proceso de Bolonia’, reflexionemos críticamente sobre la conveniencia de un EEES basado en la calidad y la excelencia (empresariales), y actuemos juntos, todas y todos».

=Referencias=
Entrevista a Antonio Alvar, catedrático de Filología Clásica de la Universidad de Alcalá. (2009). Consultado el 13 de mayo de 2009 en http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2009/545/1237935610.html

Estatutos de la Fundación ANECA. (2008). Descargado el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/158377/estatutos_v3_080912.pdf

Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades. Descargado el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/158381/lou.pdf

Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades. Descargado el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/158369/e02bleyorganica42007de12abrilmodificalou.pdf

Acuerdo de Consejo de Ministros, de 19 de julio de 2002, por el que se crea la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación. Descargada el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/158373/e03acuerdoconsejoministros.pdf

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Selección de resultados procedentes de la Encuesta REFLEX. Artículo: ‘Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento’. (2007). Página web de ANECA: Informes. Descargado el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/151847/informeejecutivoaneca_jornadasreflexv20.pdf

La verdad sobre eficacia, eficiencia y efectividad. (2005). Autor: González M. Juan Carlos. Monografía sobre el tema. Descargada el 13 de mayo de 2009 de http://www.monografias.com/trabajos11/veref/veref.zip

Definición del término ‘eficiencia’. (2009). Artículo: Wikipedia, La enciclopedia libre. Consultado el 13 de mayo de 2009 en http://es.wikipedia.org/wiki/Eficiencia

Protocolo de Evaluación para la Verificación de Títulos Universitarios Oficiales. (2008). Para Grado y Máster. Descargado el 13 de mayo de 2009 de http://www.aneca.es/media/164042/verifica_protocoloyplantilla_gradomaster_080904.pdf

Comunicado de la Conferencia de Ministros europeos responsables de educación Superior. (2009). En
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Informe Universidad 2000. (2000). Sección V: Financiación. Autor: Joseph M. Bricall. Consultado el 13 de mayo de 2009 en http://www.oei.es/oeivirt/cap5.pdf

Noticia de Soledad Valle. (2008). Página web del ‘Círculo Formación’. Consultada el 13 de mayo de 2009 en http://www.circuloformacion.es/noticia.asp?id=405

Einstein, A. (2009). Mi visión del mundo (Biblioteca Básica de Ciencia). Barcelona: Círculo de Lectores.


== Véase también ==
== Véase también ==
* [[Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios]]
* [[Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios]]

==Referencias==
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== Enlaces ==
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Revisión del 00:10 24 sep 2009

Introducción

El presente artículo trata de comentar críticamente el discurso que utiliza la ANECA (“Fundación Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación”) a la hora de definir la forma de gestión y organización de las Universidades, y más en general, de la educación superior en España, en el contexto del EEES (“Espacio Europeo de Educación Superior”).

La estructura argumentativa con la que se desarrollará el comentario crítico del discurso de la ANECA, contará con dos ejes fundamentales. El primer eje será resumir la información relevante, contando con una selección representativa de textos e intertextos que construyen su perspectiva sobre la gestión y organización de los servicios universitarios. El segundo eje, tendrá que ver con algunas implicaciones discursivas, filosóficas, políticas y/o económicas, de los actos comunicativos de la ANECA, de cara a la configuración de la función de la educación superior en la cultura europea y española actual. En concreto, el objetivo será describir y comprender el contexto y sistema de significados compartidos del discurso y de las acciones de la Fundación ANECA,siempre, en el contexto discursivo, social, político y económico, del EEES y de textos legales como la Ley 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (B.O.E. 24/12/2001), modificada por la Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, (B.O.E. 13/04/2007).

El artículo sobre la Fundación ANECA se cerrará con una crítica constructiva al discurso oficial que ésta propone acerca del fin y modo funcionamiento de los servicios universitarios. Así como, una crítica a las directrices y criterios que la Fundación ANECA exige para la verificación de los títulos y enseñanzas universitarias oficiales, con reconocimiento en todo el territorio nacional (Grado, Máster y Doctorado).

Argumentos críticos

Según sus estatutos, la Fundación ANECA se constituye como una organización, sin ánimo de lucro, que utiliza su patrimonio para la realización de los siguientes fines de interés general: 1) fomentar la transparencia, la comparación, la cooperación y la competencia de las Universidades en el ámbito nacional e internacional; 2) potenciar la mejora de la gestión y la actividad docente e investigadora de las Universidades; 3) proporcionar información adecuada a la Administraciones públicas para la toma de decisiones en su área de competencias; 4) informar a la sociedad para fomentar la excelencia y la movilidad de profesores y estudiantes.

En este sentido, sabemos que una fundación es un tipo de persona jurídica que se caracteriza por ser una organización sin ánimo o fines de lucro. Dotada con un patrimonio propio otorgado por sus fundadores (en este caso, 250.000 euros para el caso de la ANECA) (véase el “Acuerdo de Consejo de Ministros, de 19 de julio de 2002 por el que se crea la Fundación Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación”), la fundación debe perseguir los fines que se contemplaron en su objeto social, si bien debe también cuidar de su patrimonio como medio para la consecución de los fines. Por ello, si bien la finalidad de la fundación debe ser sin ánimo de lucro, ello no impide que la persona jurídica se dedique al comercio y a actividades lucrativas que enriquezcan su patrimonio para un mejor cumplimiento del fin último. Luego, la Fundación ANECA si bien no persigue la creación y repartición de un beneficio económico entre sus participantes, sí que busca aumentar y rentabilizar su patrimonio para lograr sus fines de interés general.

La Fundación ANECA está formada por el Consejo de Dirección, el Patronato (del que forma parte el Ministro de Educación de turno), la Comisión Técnica y el Consejo Asesor. Sus directores generales han sido Ismael Crespo Martínez (fundador, 2002-2004), Francisco Marcellán (2004-2006) y la actual directora, Gemma Rauret (desde 2006). Los Estatutos de ANECA establecen que el director será nombrado por el Patronato, a propuesta del ministro de Educación y Ciencia, por un periodo de cuatro años.

Las seis actividades que realiza la Fundación ANECA, según sus estatutos, son: 1) la evaluación y acreditación de las enseñanzas conducentes a la obtención de títulos de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional; 2) la evaluación y certificación de las enseñanzas conducentes a la obtención de diplomas y títulos propios de las Universidades y centros de educación superior; 3) evaluación de las actividades docentes, investigadoras y de gestión del profesorado universitario; 4) evaluación de sus complementos retributivos y las demás evaluaciones que, en materia de profesorado, le atribuye la legislación vigente; 5) evaluación de los centros que imparten enseñanzas en España conforme a sistemas educativos extranjeros; 6) evaluación de las actividades, programas, servicios y gestión de los centros e instituciones de educación superior, así como cualesquiera otras actividades y programas que le atribuya la normativa vigente y que puedan realizarse para el fomento de la calidad docente e investigadora por parte de las Administraciones públicas, sin perjuicio de las competencias de los órganos de evaluación externa que hayan creado las leyes de las Comunidades Autónomas.

Resulta llamativo, cómo la Fundación ANECA, según sus estatutos, puede llevar a cabo convenios con organismos privados, tanto nacionales como internacionales, cuando sean necesarios para cumplir sus fines fundacionales a través de estas seis acciones. Un ejemplo real del ejercicio efectivo de esta posibilidad por parte de la Fundación ANECA, es el “Acuerdo de Colaboración entre el Club Excelencia en Gestión, Vía Innovación y la Fundación Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA)”, firmado en 2006. El acuerdo de colaboración se produce entre el “Club Excelencia en Gestión, Vía Innovación (CEG)”, una asociación de carácter empresarial sin ánimo de lucro, y la Fundación ANECA, una organización sin ánimo de lucro. Aquí, el común denominador entre ambos organismos, vuelve a ser, según sus respectivos estatutos, el hecho de que sí que buscan aumentar y rentabilizar sus respectivos patrimonios para alcanzar sus fines fundacionales.

Con todo, conviene tener presente cuál es el objetivo y la misión del CEG, en vistas a los que podrá realizar ciertas actividades económicas que aumenten su patrimonio: esto es, “acelerar la transformación de las organizaciones españolas para que compitan y se desarrollen en una economía global. Identificando nuevas vías, intercambiando Buenas prácticas e induciendo Modelos de Gestión, que fortalezcan la Innovación, la Excelencia y el Liderazgo emprendedor”. En esta misma línea, los representantes legales tanto de la Fundación ANECA como del CEG declaran, en el acuerdo de colaboración, que “el modelo de la EFQM fue adoptado en España para la evaluación de la Administración Pública tanto por la Administración General del Estado como por varias administraciones de Comunidades Autónomas”. Es interesante, comprobar como, en dicho acuerdo, ambas organizaciones declaran que existen espacios de complementariedad funcional entre ellas.

Con independencia de si continúa o no vigente el acuerdo de colaboración entre la Fundación ANECA y el CEG, se puede comentar comentar el sentido paradigmático que implica este ejemplo de cara a comprender el discurso que maneja la Fundación ANECA al tratar de evaluar y acreditar la gestión y funcionamiento organizacional de calidad en la educación pública superior. Aquí el discurso común que parecen promover ambas organizaciones, desde sus respectivos ámbitos de competencias, es “un Esquema de Reconocimiento/Acreditación para los servicios y unidades de gestión de las organizaciones e instituciones, idéntico al que utilizan internacionalmente las empresas y organizaciones que han logrado el mayor reconocimiento social respecto a la Excelencia en su gestión” (eficacia en la producción o prestación del servicio, y eficiencia en su funcionamiento): “el Modelo EFQM de Excelencia creado por la European Foundation for Quality Management”. Actualmente, se sabe que la EFQM cuenta con más de 600 miembros, que van desde pequeñas empresas hasta grandes multinacionales e institutos de investigación (v. gr., AENOR, el Club Excelencia en Gestión vía innovación –CEG–, EUROSTAT – Statistical Office of the European Communities, BMW AG, la Fundación Vasca para la Calidad –EUSKALIT–, Euskal Irrati Telebista, Fundacio per a la Universitat Oberta De Catalunya, la Fundación EOI, Iberdrola, Instituto Andaluz de Tecnología –IAT–, Lauaxeta Ikastola Sociedad Cooperativa, Repsol YPF SA, BBVA - Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA, ITP – Industria de Turbo Propulsores SA, Santillana Foundation, Telefónica de España, S.A.U, TQM Kaizen SL, Coca Cola Enterprises Europe, Adyuntament d’ Esplugues de Llobregat, Diputación de Alicante, Universidad Comercial de Deusto, Universidad Politécnica de Valencia, Universitat Politècnica de Catalunya, etc.).

El programa de evaluación de los servicios universitarios y unidades de gestión, en base al convenio ANECA-CEG, describe el Modelo EFQM de Excelencia en sus aspectos básicos y generales. Dicho modelo se constituye como una guía para la calificación de las organizaciones que se presentan al ‘Premio Europeo a la Calidad’, creado por la European Foundation of Quality Management (EFQM). Este modelo de gestión organizacional se basa en la Autoevaluación y tiene en cuenta distintos parámetros para evaluar el grado de madurez del sistema de gestión de cualquier organización. La EFQM entiende la autoevaluación como un “examen global, sistemático y regular de las actividades y resultados de una organización comparados con un Modelo de Excelencia empresarial”.

Sirviéndonos, ahora, de una perspectiva histórica sobre la evolución y cambio del Modelo EFQM de Excelencia, conviene trazar una posible línea de desarrollo de todos estos discursos sobre la gestión y acreditación de la educación superior, en el contexto de lo que se denomina “Espacio Europeo de Educación Superior” (EEES). El intervalo histórico que se analizará irá desde el 1988 hasta la actualidad, de esta forma se comprenderá mejor el origen y sentido del discurso manejado y promovido por la Fundación ANECA.

En 1988 se creó la “Fundación Europea para la Gestión de la Calidad” (EFQM) por catorce compañías empresariales importantes europeas, con el patrocinio de la Comisión Europea. Sus objetivos eran, y siguen siendo, primero, “estimular y ayudar a las organizaciones europeas a participar en actividades de mejora que las lleven, en última instancia, a la excelencia en la satisfacción de sus clientes y de sus empleados, en su impacto social y en sus resultados empresariales”. En segundo lugar, “apoyar a los directivos de las organizaciones europeas en la aceleración del proceso de convertir la Gestión de Calidad Total en un factor decisivo para conseguir una posición de competitividad global”.

En septiembre de ese mismo año (1988), los cuatro ministros representantes de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, junto con los Rectores de algunas universidades europeas, redactan la “Carta Magna de las Universidades Europeas”, en la ciudad italiana de Bolonia. En ese texto, las Universidades alientan la movilidad de profesores y estudiantes y consideran el establecimiento de una política general de equivalencia para títulos, exámenes, cesión de becas, y status, a nivel europeo. Podríamos decir, que con este compromiso emerge el llamado ‘Bologna Process’ (en español, “proceso de Bolonia”), en su sentido más general e indefinido, hasta ese momento. El proceso de equiparación continuará, hasta el año de 1998, bajo la indefinición de eso que los “Rectores de las universidades europeas” denominaron como “una política general de equivalencia para la educación superior europea”. El marco discursivo que se maneja en este texto tiene que ver con las siguientes ideas: 1) el futuro de la humanidad depende mucho del desarrollo cultural, científico y técnico que se produce y gestiona en las Universidades y centros de investigación; y, 2) que la difusión de los conocimientos que la educación superior debe asumir hacia las nuevas generaciones implica que se dirija también al conjunto de la sociedad, cuyo porvenir cultural, social y económico requiere un esfuerzo de formación permanente. En resumen, se sugiere que de la gestión y producción de los conocimientos universitarios depende gran parte del porvenir socioeconómico, y que dichos conocimientos han de poder ser comunicables y utilizables por la sociedad del conocimiento no universitaria, de cara al futuro socioeconómico de la humanidad. Puede resultar contradictorio que, precisamente, sea el desarrollo de esta cultura occidental (predominantemente capitalista-neoliberal) el que puede estar poniendo seriamente en riesgo la supervivencia de los seres vivos en el planeta Tierra (v. gr., fenómenos de cambio climático, emisiones contaminantes, extinción de especies protegidas, guerras, muertes por inanición y deshidratación en Estados que ahora denominamos como “en vías de desarrollo”, etc.).

Posteriormente, ya en el año de 1998, la ‘Declaración conjunta de La Sorbona para la armonización del diseño del Sistema de Educación Superior Europeo’, a cargo de los cuatro ministros representantes de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, afirmaba lo siguiente: “Ofrecemos nuestro compromiso para la promoción de un marco común de referencia, para mejorar el reconocimiento externo y facilitar la movilidad de los estudiantes y las oportunidades de empleo”. Es decir, se busca reducir la heterogeneidad de las culturas universitarias de los distintos territorios europeos, para crear una suerte de “zona Europea dedicada a la Educación superior” con reconocimiento internacional y competitiva a nivel laboral y empresarial. De hecho, en ese mismo documento, se decía que “el reconocimiento internacional y el atractivo potencial de nuestros sistemas residen en las facilidades de comprensión que estos ofrecen en lo concerniente tanto a sus aspectos internos como externos”. Esto parece sugerir que la virtud de los conocimientos universitarios del futuro estaría relacionada con la facilidad de asimilación de estos conocimientos por parte de los estudiantes (no se buscaría, desde este punto de vista, el cambio conceptual en la adquisición de conocimientos) y por parte de los agentes externos de la sociedad (instituciones, empresas o similares). Parece que, con este discurso, el real conocimiento de las diferentes disciplinas que componen los diferentes estudios universitarios pasa a un segundo plano, siendo la flexibilidad y comunicabilidad del conocimiento universitario un valor fundamental para la empleabilidad de los estudiantes y profesores de la educación superior en la UE.

Este proceso de cambio, sienta sus pilares fundamentales a través de la siguiente declaración de los ministros europeos de educación, la conocida ‘Declaración de Bolonia’ de 1999. En ese texto se concretan los siete objetivos que guiarán el “proceso de Bolonia” hasta el año de 2010, que son: 1) incrementar la competitividad del sistema Europeo de educación superior; 2) la adopción de un sistema de titulaciones fácilmente comprensible y comparable, y así potenciar la obtención de empleo y la competitividad del sistema de educación superior Europeo; 3) adopción de un sistema basado en dos ciclos fundamentales (diplomatura y licenciatura); 4) establecimiento de un sistema de créditos –similar al ECTS– como medio adecuado para facilitar una amplia movilidad estudiantil; 5) promoción de la movilidad, eliminando los obstáculos para el ejercicio efectivo de libre intercambio; 6) promoción de la cooperación Europea en el aseguramiento de la calidad con el objetivo de desarrollar criterios y metodologías comparables; 7) promoción de las dimensiones Europeas necesarias en educación superior, dirigidas hacia el desarrollo curricular, cooperación entre instituciones, esquemas de movilidad y programas de estudio, integración de la formación e investigación. Luego entonces, el discurso que se propone a los gobiernos y sistemas de educación superior Europeos es que, para el año de 2010, se haya avanzado en la dirección de una alta competitividad (término relacionado semánticamente tanto con el concepto de “crecimiento económico” como con el de “productividad de bienes o servicios”) de la educación superior, para así aumentar la empleabilidad y competitividad de los conocimientos universitarios. El medio que se propone es el desarrollo de criterios y metodologías comparables para poder asegurar la calidad del servicio. Por calidad, en el contexto de la competitividad de la educación superior, se entiende la capacidad de producir satisfactores (sean bienes o servicios) que satisfagan las expectativas de los usuarios. Por otro lado, también significa realizar correctamente cada paso del proceso de producción para satisfacer a los clientes internos y externos de la organización y evitar satisfactores defectuosos. Su importancia se basa en que el cliente satisfecho nos vuelve a comprar (en organizaciones mercantiles) o vota, colabora y paga sus tasas, impuestos o donativos con gusto (para organizaciones de Gobierno o de Servicio Público). Se trata de que la calidad del servicio público de la educación superior Europea pueda seguir el camino del valor de mercado, de la satisfacción clientelar y de la gestión de procesos productivos (el conocimiento como producto de las Universidades), induciendo una especie de actitud economicista y competitiva al considerar la adecuación social (la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades afirma que la educación superior española puede y debe “rendir cuentas a la sociedad” a través de la Fundación ANECA) de los conocimientos disciplinares de las distintas titulaciones.

La modificación del Modelo EFQM de Excelencia empresarial se produce en el año de 1999 y pudiera estar relacionado con el sexto objetivo de la ‘Declaración de Bolonia’ de 1999, que establece la necesidad de promocionar la cooperación europea a través del “criterios y metodologías comparables de aseguramiento de la calidad” del servicio y de sus productos (énfasis en la adquisición de competencias profesionales, y, no tanto, de rigurosos conocimientos disciplinares). A partir de ese momento, la “European Foundation of Quality Management” habla de Modelo EFQM de Excelencia, eliminando el término “empresarial”. El esquema del modelo es el siguiente, extraído del artículo sobre la ‘Fundación Europea para la Gestión de la Calidad’ (EFQM) de Wikipedia, La enciclopedia libre:

Los cambios realizados en 1999 respecto al Modelo EFQM de Excelencia Empresarial de 1992, fueron de forma más que de contenido, ya que lo que se modificó fueron, principalmente, las etiquetas de los distintos componentes del modelo de administración y gestión de la organización (v. gr., las Universidades, las Administraciones públicas, al igual que las empresas). En concreto, se cambia la denominación de los siguientes criterios: “Gestión del personal” por “Personas”; “Gestión de los recursos” por “Alianzas y Recursos”; “Satisfacción del personal” por “Resultados en el personal”; “Satisfacción del cliente” por “Resultados en los clientes”; “Impacto en la sociedad” por “Resultados en la sociedad”; y, por último, “Resultados empresariales” por “Rendimiento final”. El nuevo Modelo EFQM de Excelencia se articula a través de varios conceptos fundamentales: orientación hacia los resultados y los clientes, liderazgo y constancia, gestión por procesos y hechos, desarrollo e implicación de las personas, aprendizaje y mejora permanente, y colaboración y responsabilidad social. El uso principal al que va dirigido es la autoevaluación de los puntos fuertes y áreas de mejora de la organización y su funcionamiento. Por último, conviene destacar que el uso y adopción de un sistema de garantía de la calidad, basado en el Modelo EFQM de Excelencia, permitirá, a cualquier organización, optar al “Premio Europeo a la Excelencia”. Los cambios, en varios términos en los que se basa el nuevo Modelo EFQM de Excelencia (antes Empresarial), puede que pretendan desvincular el modelo del ámbito estrictamente empresarial, y así mostrar que se puede utilizar en campos distintos al empresarial, es decir, en cualquier organización. Aun así, el hecho de que este modelo se pueda adaptar al funcionamiento y gestión de cualquier organización no quita que sus fundamentos teóricos y empíricos tengan mucho que ver con el ámbito de la gestión empresarial, donde “la satisfacción de las necesidades de los clientes externos a la organización es el componente más importante en la gestión y administración de la organización” (según el Modelo EFQM de Excelencia, este criterio representaría el 20 por ciento de la gestión organizacional y la importancia relativa en el funcionamiento del servicio es de 200 puntos).

Lo curioso, en este punto del comentario crítico del discurso de la Fundación ANECA, es que “el modelo no es normativo ni prescriptivo, sino que se trata de una descripción simplificada de la realidad para comprenderla, analizarla y modificarla”, en la que se podrán inspirar los diferentes Estados europeos para generar y promover sistemas de gestión de la calidad en el ámbito organizacional de la educación superior europea. De hecho, los “Criterios y Directrices para la Garantía de la Calidad en el Espacio Europeo de Educación Superior” de la ENQA (“European Network for Quality Assurance in Higher Education”) se basan en este tipo de modelo de gestión de la excelencia y la calidad en los servicios de educación superior. Los puntos en común entre el Modelo EFQM de Excelencia y el modelo de garantía de la calidad de la ENQA son las actividades constantes de autoevaluación de los servicios, la propuesta de planes de acción conducentes al cambio organizacional, y los procesos de evaluación externa (v. gr., las visitas de evaluación externa) de los centros universitarios por parte de la Fundación ANECA y/o las Agencias autonómicas de aseguramiento de la Calidad (v. gr., Agencia de Calidad, Acreditación y Prospectiva de las Universidades de Madrid –ACAP–).

Una vez alcanzado este punto del recorrido histórico propuesto, se puede comprender mejor los nexos y relaciones discursivas que existen y han existido, en forma y contenido, entre el discurso de la “Fundación Europea para la Gestión de la Calidad” (EFQM), el del “proceso de Bolonia” (Bologna Process) en sus diferentes documentos, el de la ENQA, y, por último, el discurso que analizamos al principio del artículo, es decir, el de la Fundación ANECA y posibles asociados, privados (v. gr., el CEG) y de las administraciones autonómicas españolas (v. gr., la ACAP de la Comunidad de Madrid). Digamos que con esto el círculo de influencias discursivas se cierra sobre sí mismo, asegurando la importancia de los sistemas de garantía de la calidad en el funcionamiento y gestión de las Universidades, y en general de la Educación Superior europea e internacional.

Coherentemente con todos estos discursos sobre la gestión de calidad de los servicios de educación superior, el Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, entiende que uno de los apartados de la memoria para la solicitud de verificación de Títulos Oficiales tiene que ser alguno de los siguientes “Sistemas de garantía de la calidad”: 1) un sistema propio de garantía de la calidad para el título; 2) un sistema general de garantía de la calidad de la Universidad; 3) un sistema de garantía de la calidad del centro responsable de las enseñanzas, aplicable al título.

La consecuencia más inmediata es que para que cualquier tipo de enseñanza universitaria pueda ser oficialmente reconocida y validada en España, se hace necesario informar al Consejo de Universidades y a la Fundación ANECA sobre los siguientes aspectos, aunque no sólo: por un lado, los procedimientos para garantizar la calidad de las prácticas externas (a través del análisis de indicadores de eficacia y eficiencia de las prácticas en empresas o instituciones); y, por otro, los procedimientos de análisis de la inserción laboral de los graduados y de la satisfacción con la formación recibida. Todo esto, a los efectos de que cualquier titulación sea o no desarrollada en el sistema oficial y español de educación superior en las Universidades. En este sentido, resultan muy reveladoras las siguientes palabras, pertenecientes a un texto oficial de la Fundación ANECA, titulado “El debate sobre las competencias. Una investigación cualitativa entorno a la educación superior y el mercado de trabajo en España”:

El discurso de modernización de la estructura universitaria, con su búsqueda de nuevos marcos de aprendizaje ha calado con fuerza, y son muchas las medidas que se han puesto en práctica con el fin de convertir la enseñanza universitaria en excelente y adaptarla a las necesidades de las empresas. [...] para ello se han analizado y se están analizando, a través de numerosas investigaciones en el mercado de trabajo, cuáles son los requerimientos actuales de las organizaciones empresariales. Las universidades, por su parte, adaptarán sus planes de estudio y métodos de aprendizaje a dicho catálogo de competencias(p.32).
ANECA, "El debate sobre las competencias"

Estas palabras sobre la modernización de la estructura universitaria nos vuelven a llamar la atención sobre la posibilidad de que las enseñanzas universitarias “de excelencia” se adapten cada vez más a los intereses de las empresas. Estos intereses se plasman en la promoción del concepto de “competencias profesionales” al tratar de acreditar y verificar títulos universitarios oficiales en todo el territorio nacional. Un ejemplo que ha servido para justificar esta actitud empresarial a la hora de adaptar y cambiar todos los planes de estudio, es el informe ejecutivo de la “Fundación ANECA” y el “Centro de Estudios en Gestión de la Educación Superior” de la Universidad Politécnica de Valencia (CEGES) sobre los resultados, nacionales y europeos, de la encuesta Reflex (“El Profesional Flexible en la Sociedad del Conocimiento”). Resulta llamativo observar como, mientras el título del proyecto de investigación utiliza la palabra “conocimiento”, durante el desarrollo del discurso del informe ejecutivo esta palabra se sustituye por “competencias disciplinares y profesionales”. Siendo la constatación descriptiva de un déficit en la adquisición de las “competencias del mercado laboral” aquello que justifica y legitima la necesidad de cambiar todos los planes de estudios de la educación superior en España. Se trata, quizás, de un proceso de cambio del todo (ordenación, estructura y gestión de la educación superior) por la parte (algunas competencias profesionales que demandan los empleadores para la inserción laboral de licenciados y graduados). En este punto, nos gustaría apelar a nuestros conocimientos epistemológicos (que no competencias) diciendo que al tratar de realizar un análisis de un fenómeno social de forma comprensiva y no “reduccionista” conviene considerar que el todo es algo distinto de la suma de las partes, es decir, conviene no confundir la parte con el todo.

De hecho, la “Unidad de Estudios” de la Fundación ANECA, junto con el CEGES, cierran el informe ejecutivo sobre el “proyecto de investigación” Reflex con las siguientes afirmaciones y sugerencias:

En términos generales, […], no se aprecia en ninguna de las ramas de conocimiento una formación orientada sistemáticamente a la cobertura de las principales competencias demandadas (pág., 50).
ANECA, "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"
Basta un rápido vistazo para darse cuenta que, dentro del abanico de diecinueve competencias ofrecidas a los encuestados, existen grandes coincidencias entre los titulados de las diferentes ramas de conocimiento a la hora de señalar las competencias consideradas como más necesarias para el desempeño del puesto de trabajo, así como, de entre éstas, aquellas que adolecen de una menor atención por parte de las diferentes enseñanzas (pág., 51).
ANECA, "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"
La impresión de que, […], ninguna de las ramas de conocimiento ha ofrecido una formación orientada a dar cuenta, […], de las competencias requeridas por los titulados en sus puestos de trabajo […].Sin embargo, junto con la modificación de los propios planes de estudio, es un campo a estudiar con mayor profundidad para el desarrollo de herramientas que contribuyan a la adquisición, por parte de los nuevos ‘profesionales flexibles’, de las competencias requeridas en una Sociedad del Conocimiento en constante cambio (pág., 53).
ANECA, "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"

De esta forma, tanto la empleabilidad de los titulados universitarios como la representatividad de las “competencias” empresariales demandadas son los argumentos fundamentales que se utilizan, en el plano del discurso del informe ejecutivo de la “Fundación ANECA – CEGES”, para modificar y mejorar los planes de estudio de las carreras de todas las ramas de conocimiento. En concreto, el informe ejecutivo expresa lo siguiente:

[…] los titulados con trabajo en la actualidad, […], por lo general expresan bastante acuerdo en las competencias que prioritariamente les son requeridas en el puesto de trabajo (Capacidad para hacerse entender, Capacidad para usar el tiempo de forma efectiva, Capacidad para trabajar en equipo y Capacidad para rendir bajo presión) y en las que no necesitan tanto en tal puesto (Capacidad para escribir y hablar en idiomas extranjeros, Conocimientos de otras áreas o disciplinas y Capacidad para detectar nuevas oportunidades)(pág., 48).
ANECA, "Informe ejecutivo. El profesional flexible en la Sociedad del Conocimiento"

Con todas estas afirmaciones, expresiones y sugerencias por parte de la “Fundación ANECA” y sus colaboradores (v. gr., CEGES, CEG, ACAP de la Comunidad de Madrid) se puede observar cierto interés, en el plano del discurso, en que ante la “unificación de los mercados laborales” (de hecho, se habla desde hace tiempo de “Unión Económica Europea”, ahora, de calidad y excelencia) europeos se alcance, también, la “unificación de los propios sistemas educativos” a nivel europeo (de hecho, el denominado Bologna Process –proceso de Bolonia– tiene como objetivo el establecimiento de un “Espacio Europeo de Educación Superior”, basado en la calidad y la excelencia de los resultados de aprendizaje, docencia e investigación). Parece que, desde una perspectiva discursiva e histórica, tras la unión política y económica de los Estados europeos, sólo quedaría caminar hacia la unión de la educación superior, siempre dentro del marco discursivo de los servicios públicos de calidad y excelencia, de la globalización internacional de los mercados, de la competitividad y visibilidad internacional de los conocimientos adquiridos y de la investigación en I+D+i, de las competencias demandadas por los empleadores, y, por último, de “la eficiencia prevista con relación a los resultados esperados” (véase, el documento de la Fundación ANECA titulado ‘Protocolo de Evaluación para la Verificación de Títulos Universitarios Oficiales –Grado y Máster–’). Según el discurso de la Fundación ANECA, las instituciones de educación superior se basarían en el uso y consumo de las titulaciones oficiales (como servicios prestados), entendiendo el término ‘eficiencia’ como la relación entre los beneficios (utilidades) que aporta la titulación y aquellos aspectos que no benefician directamente a los agentes del servicio (costes por el uso o consumo de la titulación). Desde esta perspectiva, una titulación oficial de educación superior sería más eficiente que otra si proporcionase mayor utilidad y/o menor coste, o lo que es lo mismo, se entiende que la eficiencia en los resultados de las titulaciones oficiales se logra cuando se utilizan menos recursos para lograr un mismo resultado de aprendizaje. O, por el contrario, cuando se logran mejores resultados de aprendizaje (v.gr., los índices de “Tasa de Graduación, la Tasa de Abandono y la Tasa de Eficiencia”, recomendados por la Fundación ANECA en su ‘Protocolo de Evaluación para la Verificación de Títulos Universitarios Oficiales –Grado y Máster–)’ con los mismos o menos recursos materiales, humanos y económicos.

Es decir, desde esta perspectiva, la educación superior europea (y española), en el contexto cultural de lo que podríamos denominar (en este punto del comentario crítico) una “sociedad -económica- del conocimiento”, se basaría en obtener los mejores resultados de aprendizaje, docencia e investigación, con el mínimo coste de los recursos consumidos, entendiéndose por recursos, no solamente los monetarios, sino también, materiales, el tiempo invertido, las herramientas, los “recursos humanos” –v.gr., personal docente e investigador, estudiantes y personal de administración y servicios–, y las alianzas (estas últimas, según el modelo EFQM de Excelencia). Este mismo horizonte discursivo sobre la educación superior europea se pretende ampliar, ahora, hasta el año de 2020 (véase, el ‘Comunicado de la Conferencia de Ministros Europeos responsables de la Educación Superior’, en Lovaina, de 28 a 29 de abril de 2009).


Crítica al discurso oficial de la Fundación ANECA

Todo este comentario crítico de la Fundación ANECA permite conocer tanto sus valores como sus metas, pero no como meras representaciones (estén o no distribuidas socialmente) sino como acciones discursivas que influyen en la configuración e imposición de un modelo empresarial de organización de la educación superior europea, ya que se basaría en la gestión de calidad y excelencia (de tipo empresarial e internacional) en los servicios y productos universitarios.

Aquí el razonamiento “lógico” que se propone, desde el discurso de la Fundación ANECA (y no sólo desde el suyo), es que los servicios (también los públicos) de educación superior se gestionen y administren de la misma forma empresarial en que lo hacen las empresas y organizaciones más competitivas y con un mayor reconocimiento internacional (eficiencia y eficacia en los procesos y resultados de la organización, responsabilidad social con clientes internos y externos a la organización, misión y visión de la organización, importancia de la gestión eficiente de los recursos, etc.). Desde este punto de vista, sólo se acreditarán las titulaciones de educación superior y los servicios universitarios que demuestren la adopción de esta forma de gestión y mejora de tipo empresarial (v. gr., Campus de Excelencia Internacional), enfocada a controlar y desarrollar procesos y a obtener resultados (productos o servicios) de calidad y excelencia. El problema vuelve a ser el significado que tienen ambos términos, en este contexto de gestión empresarial en los servicios públicos. Por calidad y excelencia de los procesos de la educación superior (en el marco de las leyes estatales sobre educación superior y del renombrado EEES) se entiende que los conocimientos y los servicios universitarios deben ser diseñados y mejorados en función de las necesidades de los clientes (los que pagan el servicio) previa recogida ordenada de la información procedente de éstos y del mercado. Una vez más, la universidad funcionando como una empresa, con sus clientes que pagan (más o menos) la oferta de competencias o servicios de la enseñanza superior en función de los intereses de mercado –v.gr., competitividad e internacionalización de los productos y servicios de la educación superior–.

Por consiguiente, se propone desde la Fundación ANECA, el CEG (con socios como la ‘Universidad Autónoma de Madrid’ (UAM) –que también colabora con TQM Asesores, miembro de la EFQM– en el año de 2008), la ENQA, y desde la EFQM –entre otras organizaciones–, algo así como una educación superior al servicio del mercado y de los clientes, siendo el estudiante uno de ellos, aunque sea el menos tenido en cuenta ya que, económicamente, es el que menos aporta al servicio público de educación superior. De esta forma, ciertos conocimientos disciplinares de las distintas titulaciones corren el riesgo de desaparecer, por motivos de poca transferencia empresarial, por motivos de baja empleabilidad, o por motivos de mercado, basándose en que las titulaciones de la educación superior tienen que atender prioritariamente a las destrezas y habilidades (los denominadas “competencias”) que demanda el mercado laboral, y por supuesto, los empleadores, que, en nuestra cultura capitalista-neoliberal, son mayoritariamente grandes empresas o grupos empresariales.

En definitiva, todos estos discursos, sobre la función y la gestión empresarial de la educación superior, proponen una universidad del presente y del futuro basada en la conocida ley de la oferta y la demanda (aunque, en palabras de un decano de facultad, en la práctica esta regla sólo se utiliza para quitar asignaturas y/o grupos de asignatura, y, sin embargo, no sé utiliza para poner o añadir conocimientos disciplinares que demandan muchos de los aprendices universitarios para su formación personal y profesional). Esta regla económica, aplicada en el ámbito de la educación superior española y europea, tiene ciertas implicaciones negativas cultural y socialmente hablando, ya que la sociedad no es sólo sinónimo de empleadores, demanda de mercado, contribución al aumento del PIB español (y no, necesariamente, de la felicidad y realización de las personas), proveedores, clientes externos, contratos y convenios con empresas privadas –véase la LOU, en su art. 83 y 84–. Se confunde el real interés de todos y todas (sociedad y comunidad universitaria) con el deseo del algunas escuelas de gestión empresarial (véase el modelo de gestión y administración adoptado por la Administración General del Estado y de la Comunidad de Madrid –el Modelo EFQM de Excelencia- y, en general, los Sistemas de Garantía interna y externa de la Calidad y la Excelencia en la Educación Superior –discurso de la Fundación ANECA y de la ENQA).

Es decir, la educación superior que promueve y quiere la ANECA, y otros organismos institucionales y privados, es una educación principalmente competitiva (y no tanto cooperativa), rentable económicamente, que gaste lo mínimo y obtenga lo máximo con sus productos (competencias) y servicios (enseñanzas superiores –Grado, Máster y Doctorado–), utilizable y empleable por el mundo empresarial, adaptada a los criterios flexibles del mercado laboral, financiada a través de vías complementarias y mixtas (de facto, se propone financiación pública y privada –véase, la Sección V del texto titulado ‘Informe Universidad 2000’ de Joseph M. Bricall–) como son los contratos y acuerdos de colaboración con empresas interesadas en conseguir patentes y llevar a cabo ciertos proyectos de I+D+i; es decir, se quiere un servicio “público” con coste cero y beneficio máximo, donde tan sólo se contemplan formalmente dos casuísticas vitales de estudiante universitario (estudiante a tiempo parcial o completo –como si de un empleado se tratase–), donde las escasas becas públicas a fondo perdido se completan a través de los llamados “préstamos renta universidad” concedidos por las entidades bancarias (grandes grupos empresariales) a estudiantes de máster oficial. De esta forma, quedan muy borrosos algunos valores humanos (¿nos hemos olvidado de la tradición del humanismo europeo como pilar de la enseñanza universitaria?), como son: 1) la aceptación del endeudamiento público por motivos de interés general (como es el caso de la educación superior) y de respeto de los derechos y libertades; 2) el respeto e inclusión de los razonamientos y conocimientos minoritarios, y no por eso menos importantes para el conocimiento disciplinar; 3) la real atención a la diversidad del alumnado universitario, en toda su complejidad; 4) la real y efectiva autonomía política y económica de las universidades; y, 5) la búsqueda de una total financiación pública (v. gr., el Estado español, en 2008, destinó a la educación superior, en sus presupuestos generales, tan sólo un 1,2 por ciento del PIB) (véase la noticia de la web del ‘Círculo Formación’, con fecha de 16 de junio de 2008) de la educación primaria, secundaria, bachillerato, formación profesional, y de la educación superior española y europea. No confundamos la educación y la socialización tecnológica y empresarial con la educación y socialización humana, cultural y social que buscan históricamente las universidades, es decir, no confundamos, una vez más, la parte con el todo: la Fundación ANECA parece que así lo ha hecho. Ante esto, ¿no sería necesaria la real implicación de toda la comunidad universitaria para lograr un consenso (no siendo una cuestión de mayorías representativas, votaciones, sino de algo que satisfaga a todas y todos) en la instauración de metas y prioridades, tanto para la universidad en su conjunto como para los agentes que la integran?, ¿la eficiencia en la educación superior no sería menos importante, académica e intelectualmente hablando, que un completo, riguroso y crítico conocimiento de las disciplinas universitarias?

En el año de 1952, Albert Einstein concedió al New York Times una entrevista sobre problemas educacionales en la que declaró cuál era el tipo de educación más conveniente para el futuro de la humanidad: una «educación para una independencia en el pensar». Para saber a qué se estaba refiriendo, lo mejor será que reproduzcamos algunas partes del resumen de aquella entrevista, publicado en la monografía Mi visión del mundo (Einstein, 2005):

[…] Dar importancia excesiva y prematura al sistema competitivo y a la especialización en beneficio de la utilidad, segrega el espíritu de la vida cultural y mata el germen del que depende la ciencia especializada. Para que exista una educación válida es necesario que se desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes, un desarrollo puesto en peligro continuo […]. […]. La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación (p.35).
A. Einstein, "Mi visión del mundo"

Antes que nada, ¿no sería conveniente que nos parásemos a reflexionar sobre todas estas cuestiones? El movimiento estudiantil en contra del 'proceso de Bolonia', piensa que sí, y propone lo siguiente: «Paremos el ‘proceso de Bolonia’, reflexionemos críticamente sobre la conveniencia de un EEES basado en la calidad y la excelencia (empresariales), y actuemos juntos, todas y todos».

Referencias

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Véase también

Enlaces