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La obra más citada como posible fuente para esta escena son los ''[[Fastos]]'' de [[Ovidio]], un calendario poético que describía las festividades [[Roma antigua|romanas]]. La fiesta de Flora se llama Floralia. En el mes de mayo relata cómo Flora fue una vez la ninfa Cloris, que exhalaba flores al respirar. Suscitó una pasión ardiente en Céfiro, dios del viento, quien la siguió y la tomó como esposa por la fuerza. Arrepintiéndose de su violencia, el dios la transforma en Flora, y como regalo le da un hermoso jardín en el cual reine eternamente la Primavera.
La obra más citada como posible fuente para esta escena son los ''[[Fastos]]'' de [[Ovidio]], un calendario poético que describía las festividades [[Roma antigua|romanas]]. La fiesta de Flora se llama Floralia. En el mes de mayo relata cómo Flora fue una vez la ninfa Cloris, que exhalaba flores al respirar. Suscitó una pasión ardiente en Céfiro, dios del viento, quien la siguió y la tomó como esposa por la fuerza. Arrepintiéndose de su violencia, el dios la transforma en Flora, y como regalo le da un hermoso jardín en el cual reine eternamente la Primavera.


Botticelli estaría así representado en el mismo cuadro dos momentos separados de la narrativa de Ovidio: la persecución erótica de Cloris por
Botticelli estaría así representado en el mismo cuadro dos momentos separados de la narrativa de Ovidio: la persecución erótica de Cloris por parte de Céfiro y su posterior transformación en Flora. Por esta razón las ropas de las dos mujeres, que además parecen ignorarse, soplan en direcciones diferentes. Flora está parada junto a Venus, derramando rosas, las flores de la diosa del amor.


Otra fuente ovidiana para la obra serían ''[[Las metamorfosis]]''. En su [[poema]] [[Didáctica|didáctico]]-filosófico, ''De Rerum Natura'' el escritor clásico [[Lucrecio]] celebró a ambas diosas en una misma escena de primavera. Dado que el fragmento contiene referencia a otras figuras que aparecen en el grupo de Botticelli, es probablemente una de las fuentes principales para la pintura:
Otra fuente ovidiana para la obra serían ''[[Las metamorfosis]]''. En su [[poema]] [[Didáctica|didáctico]]-filosófico, ''De Rerum Natura'' el escritor clásico [[Lucrecio]] celebró a ambas diosas en una misma escena de primavera. Dado que el fragmento contiene referencia a otras figuras que aparecen en el grupo de Botticelli, es probablemente una de las fuentes principales para la pintura:

Revisión del 20:05 2 sep 2009

La primavera
Año 1477-1482
Autor Sandro Botticelli
Técnica Temple sobre tabla
Estilo Renacimiento
Tamaño 203 cm × 314 cm
Localización Galería Uffizi, Florencia, Italia Italia

La primavera es una de las obras maestras del pintor renacentista Italiano Sandro Botticelli. Está realizado al temple sobre tabla. Mide 203 cm de alto y 314 cm de ancho.

Datación

Su datación es incierta. Según buena parte de la crítica, se pintó en 1476 o 1477. Chiara Basta opta, en cambio, por una fecha en torno a 1482, es decir, después de la fundamental experiencia romana de Botticelli. Señala como posible ocasión para la cual se realizó el cuadro el matrimonio, celebrado en 1482, entre Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, primo segundo de Lorenzo el Magnífico, y Semiramide Appiani, sobrina de Simonetta Vespucci, de soltera Simonetta Cattaneo, que estaba casada con Marco Vespucci, aliado de los Médicis. La familia Appiani era propietaria de las únicas minas de hierro de la época, en la isla de Elba, de las que Lorenzo de Médicis consiguió los derechos de explotación.

Un inventario de 1499, que no se descubrió hasta 1975, enumera la propiedad de Lorenzo di Pierfrancesco y su hermano Giovanni y permite afirmar que en el siglo XV La Primavera estaba sobre un letuccio (diván) en una antesala adyacente a las habitaciones de Lorenzo di Pierfrancesco en la ciudad de Florencia. Posteriormente debió trasladarse a la villa de los Médicis en Castello, donde la sitúa Vasari en 1551, quien decía que representaba a "Venus, adornada con flores por las Gracias, anuncia la llegada de la primavera".

Cuadros con un formato tan grande no era inusuales en las residencias privadas de las familias poderosas. La Primavera es, sin embargo, altamente ilustrativa de la iconografía y forma clasicista, representando a dioses clásicos casi desnudos y a tamaño natural y con un complejo simbolismo filosófico que requería un hondo conocimiento de la literatura y sincretismo renacentistas para interpretarla.

Iconografía

Es una obra impregnada de cultura humanística y neoplatónica de la corte de Lorenzo el Magnífico. Tiene un tono de narración situada fuera del tiempo real. Se presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano. Rompe con la pintura religiosa cristiana al ilustrar un rito pagano de primavera.[1]

La crítica no se muestra concorde sobre su exacta alegoría. Se debate sobre su significado y por consiguiente el título. Si por un lado se produce un cierto acuerdo sobre la individualización de alguno de los nueve personajes representados, hay discusiones que han nacido a lo largo de los años, en particular a partir de la segunda mitad del siglo XIX, sobre los referentes literarios más específicos y los significados que esconde la obra.

Tesis clásica

Mercurio
Las Tres Gracias
Flora
Céfiro y la ninfa Cloris

La interpretación clásica y más generalizada es la de Adolph Gaspary y Aby Warburg en 1888, describe las figuras del siguiente modo, partiendo de la izquierda:

El dios queda identificado por los calzados con alas y por el caduceo usado para separar serpientes y hacer la paz (Botticelli ha representado las serpientes como dragones alados); con su yelmo y su espada, parece claramente el guardián del jardín de Venus. Estira la mano para tocar las nubes con su caduceo para dispersar la niebla. Mira hacia el cielo, lo cual se interpreta como unión con el más allá. Mercurio sería intermediario entre los hombres y los dioses, pero también el dios de los comerciantes. Viste ligeramente con un manto rojo cubierto de llamas, que cae de forma muy asimétrica, lo cual se consideraba un rasgo típico de la Antigüedad y ya era una indicación de que se estaba representando una escena mítica.

Servidoras de Venus, dedicadas a una graciosa danza, están representadas como tres jóvenes casi desnudas y luciendo peinados elaborados y diversos. El cabello suelto sólo podían llevarlo las jóvenes solteras. Se las ha llamado Gracias porque de esa forma, danzando en corro, se las representó en el arte grecorromano.

Como otros de los personajes del cuadro, las Gracias parecen ser retratos de personas existentes en la época y conocidas del pintor: por ejemplo, la Gracia de la derecha es Caterina Sforza, que Botticelli retrató como Santa Catalina de Alejandría (siempre de perfil), en el cuadro conservado en el Museo Lindenau de Altenburg (Alemania). La del medio debe ser Semiramide Appiani, mujer de Lorenzo il Popolano, el cual a su vez estaría representado como Mercurio, hacia el que mira Semiramide. La de la izquierda sería Simonetta Vespucci, prototipo de belleza botticelliana.

La hipótesis más acreditada referente a estas tres jóvenes es que la de la izquierda, de cabellos rebeldes, representa la Voluptuosidad (Voluptas), la central, de mirada melancólica y de actitud introvertida, la Castidad (Castitas), y la de la derecha, con un collar que sostiene un elegante y precioso colgante y un velo sutil que le cubre los cabellos, la Belleza (Pulchritudo).

Se encuentra en el centro del cuadro y sirve de eje a la composición, volviendo ligeramente la espalda al resto de figuras. En torno a su cabeza se aclara la arboleda, formando una especie de aureola. Está representada como una Madona, con el cabello cubierto por cofia y velo, como una mujer casadas. Viste una camisa larga y, por encima, vestido y manto, que cae de forma asimétrica, como el de Mercurio. El vientre prominente era considerado gracioso, y un signo de elegancia era colocar la mano sobre una tela, para evidenciar su belleza. Es el centro no sólo físico sino también moral de la obra, en sus dos aspectos de Venus Urania y Venus Genitrix, fuerza creadora y ordenadora de la Naturaleza, que hace nacer y crecer a todos los seres vivos;

Vuela sobre la cabeza de la figura central se dedica a lanzar dardos hacia una de las Gracias;

Es la única del grupo que mira directamente al observador y parece que intenta esparcir sus flores por el exterior de la escena. Destaca también por su sonrisa, pues es infrecuente en la pintura renacentista, en particular en Botticelli, cuyas mujeres (y así se ve en sus numerosas Vírgenes con Niño) están siempre serias, abstraídas.

De su boca salen las flores primaverales que Flora recoge en su vestido transparente;

Dios del viento benigno representado con colores fríos mientras busca el amor de la ninfa. Sopla la dulce brisa que hace posible la primavera.

Otras interpretaciones

En los siglos XVII y XVIII se llamó "El jardín de las Hespérides", creyendo que se representaba dicho lugar, con manzana de oro, pudiendo ser las tres jóvenes que bailan las hijas del gigante Atlas, que vigila el jardín.

Otras interpretaciones menos afortunadas de Gombrich sugiere una referencia al Juicio de Paris sacado del Asno de oro de Apuleyo.

Una de las más fascinantes relecturas del cuadro ha sido la de Claudia Villa, italianista contemporánea. Esta autora ha considerado que las flores, según una tradición que tiene su origen en Duns Scoto, constituyen el ornamento del discurso e identifica al personaje central como la Filología, por lo que la escena se referiría a las Bodas de Mercurio y la Filología rechazando también la identidad de los personajes que están a la derecha del cuadro.

Así, la figura de la veste florecida debe verse como la Retórica la figura que parece entrar impetuosamente en la escena como Flora generadora de poesía y del hablar bello mientras que el personaje alado, que parece empujar más que atraer a sí a la joven, sería un genio inspirador.
En tal contexto interpretativo parece difícil justificar los colores fríos con los que está representado el personaje, a menos que el autor no quisiera confiar a esta elección la materialización y el carácter espiritual de la inspiración poética. Puede resultar en su lugar más comprensible el desinterés por la escena que parece mostrar Mercurio, dios de los Mercaderes.

Otras interpretaciones identifican la figura de la ropa florida como Florentia nombre clásico de la ciudad de Florencia. En este caso, También las otras figuras serían ciudades ligadas de forma diversa a Florencia, como: Mercurio Milán; Cupido (Amor) Roma; las tres Gracias Pisa, Nápoles y Génova; Cloris y Céfiro/Bóreas Venecia y Bolzano, o Arezzo y Forlì. Si por lo tanto Florencia fuera realmente Venus, el personaje de la ropa floreada sería entonces Mayo y representaría a Mantua. En esta línea estaría Enrico Guidoni.

Dejando a un lado las suposiciones, queda la impresión de la naturaleza profundamente humanística de la pintura, un reflejo de las influencias culturales contemporáneas y una expresión de muchos textos de la época.

Análisis de la obra

Giulio Carlo Argan pone en evidencia cómo esta tabla se pone en contraste con todo el desarrollo del pensamiento artístico del siglo XV a través de la perspectiva. Identifica el arte con la interpretación racional de la realidad, que culmina con la grandiosa construcción teórica de Piero (della Francesca).

Botticelli opta aquí por un formato monumental, con figuras de tamaño natural, y lo compagina con una gran atención al detalle. Esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio o las cadenas y los broches de las Gracias.

Estudios interesantes son los que se han realizado sobre las relaciones dimensionales de las partes de la escena en referencia a reglas musicales.

Mientras algunas de las figuras estaban inspiradas por esculturas antiguas, estas no eran copias directas sino adaptadas al lenguaje formal propio de Botticelli: figuras de elevada estatura, delgadas, ligeramente alargadas, muy idealizadas, cuyos cuerpos a veces parecen artificiosamente estirados y presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Como fuente iconográfica para la representación de las tres Gracias Botticelli parece recurrir a la Puerta del Paraíso realizada por Ghiberti en el Baptisterio de Florencia, en particular el grupo de siervas en el relieve de Esaú y Jacob.

Las figuras destacan contra el fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso transparentes.

La composición participa del fondo arbolado, con un bosque ordenado y vertical para servir de fondo, casi plano y severo, a la danza y al corro. Los personajes se sitúan en un paisaje de naranjos, árboles tradicionalmente relacionados con la familia Médicis. No obstante, hay quien apunta a que son en realidad mandarinas, cuyo nombre clásico, medica mala, aludiría a los Médici. Detrás de Venus hay un mirto, planta tradicionalmente sagrada para ella. Mientras, la parte derecha está hecha de árboles doblados por el viento o por la fuerza creadora, en concreto laureles, lo que sería una alusión al novio, Lorenzo, en latín Laurentius.

En suelo es una capa de hierba muy oscura en la que están detalladas flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo. Son también reconocibles las de Flora: en la cabeza lleva violetas, aciano y una ramita de fresas silvestres; en torno a su cuello, una corona de mirto; en el manto lleva rosas; por último, va esparciendo nomeolvides, jacintos, iris, siemprevivas, clavellinas y anémonas.

Fuentes literarias

La obra más citada como posible fuente para esta escena son los Fastos de Ovidio, un calendario poético que describía las festividades romanas. La fiesta de Flora se llama Floralia. En el mes de mayo relata cómo Flora fue una vez la ninfa Cloris, que exhalaba flores al respirar. Suscitó una pasión ardiente en Céfiro, dios del viento, quien la siguió y la tomó como esposa por la fuerza. Arrepintiéndose de su violencia, el dios la transforma en Flora, y como regalo le da un hermoso jardín en el cual reine eternamente la Primavera.

Botticelli estaría así representado en el mismo cuadro dos momentos separados de la narrativa de Ovidio: la persecución erótica de Cloris por parte de Céfiro y su posterior transformación en Flora. Por esta razón las ropas de las dos mujeres, que además parecen ignorarse, soplan en direcciones diferentes. Flora está parada junto a Venus, derramando rosas, las flores de la diosa del amor.

Otra fuente ovidiana para la obra serían Las metamorfosis. En su poema didáctico-filosófico, De Rerum Natura el escritor clásico Lucrecio celebró a ambas diosas en una misma escena de primavera. Dado que el fragmento contiene referencia a otras figuras que aparecen en el grupo de Botticelli, es probablemente una de las fuentes principales para la pintura:

"Vienen la primavera y Venus,/ Y el chico de Venus, el heraldo alado, aparece primero,/ Y dura sobre las huellas de Céfiro la Madre Flora,/ Arpejando los caminos antes de ellos, llena todo/ De colores y olores excelentes."

Otras fuentes literarias señaladas por los autores para esta obra son: las Odas de Horacio que como el resto de la literatura clásica, llegaba a través de autores contemporáneos como Leon Battista Alberti y Poliziano. De hecho, no parece probable que Botticelli leyera directamente estas obras en latín, sino que conociera su contenido por las conferencias de Poliziano. Precisamente en el año 1481 Poliziano pronunció discursos en público sobre el calendario de Ovidio. . De gran importancia son las Stanze de Poliziano, en cuyos versos se hace referencia al amor entre Juliano de Médicis y Simonetta Cattaneo, esposa de Marco Vespucci, a los que algunos autores han identificado como Mercurio y la Gracia de la izquierda, respectivamente.

Referencias

  • Basta, Ch. y otros, "Botticelli", Los grandes genios del arte, n.º 29, Eileen Romano (dir.), Unidad Editorial, S.A., 2005, ISBN 84-89780-97-8
  • Hagen, R.-M y R., "Cómo una ninfa se convierte en diosa", en Los secretos de las obras de arte. Un estudio detallado, tomo II. Taschen, 1997. ISBN 3-8228-8011-6
  • Pijoán, J., "Botticelli" (1950), Summa Artis, Antología, vol. V: La época del Renacimiento en Europa, Espasa, 2004. ISBN (obra completa) 84-670-1351-6
  • Walther, I.F. (dir.), Los maestros de la pintura occidental, Taschen, 2005. ISBN 3-8228-4744-5
  • Guía visual de Italia, Aguilar, 1997. ISBN 84-03-59439-9

Notas

  1. Guía visual de Italia, Aguilar, 1997. ISBN 84-03-59439-9

Enlaces externos