Diferencia entre revisiones de «Violencia contra los varones»

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La '''violencia contra el hombre''' es un concepto que se enmarca el contexto de la [[violencia doméstica]] y particularmente se refiere a la [[violencia de pareja]], donde el rol de agresor es tomado por la mujer en las parejas heterosexuales o bien, por el varón en aquellas parejas de carácter homosexual.{{cita requerida}} La violencia contra el hombre no se considera [[violencia de género]] tal como ocurre con la [[violencia de pareja]] perpetrada contra las mujeres, puesto que no se atribuye a las desigualdades entre los sexos, como en el caso femenino.<ref>{{cita libro|título=Estudios sobre cultura, género y violencia contra las mujeres|capítulo=El complejo vínculo entre el empoderamiento de la mujer y la violencia de género|url=http://books.google.cl/books?id=TvfjF9bt04gC&pg=PA231&lpg=PA231&dq=%22El+complejo+v%C3%ADnculo+entre+empoderamiento+de+la+mujer+y+violencia+de+g%C3%A9nero+%22&source=bl&ots=dcUy9Kk07g&sig=TFCyLUg7GrpkMXadUA4H6AbGzNA&hl=es&sa=X&ei=6ElvUOmzLKL50gGrm4HABw&ved=0CC0Q6AEwAA#v=onepage&q=%22El%20complejo%20v%C3%ADnculo%20entre%20empoderamiento%20de%20la%20mujer%20y%20violencia%20de%20g%C3%A9nero%20%22&f=false |nombre=Irene|apellidos=Casique|editorial=[[Universidad Nacional Autónoma de México]]|ubicación=México, D. F.|año=2008|id=ISBN 9789703248148|páginas=337|nombre-editor=Roberto|apellidos-editor=Castro|nombre-editor2=Irene|apellidos-editor2=Casique}}</ref>
La '''violencia contra el hombre''' es un concepto que se enmarca el contexto de la [[violencia doméstica]] y particularmente se refiere a la [[violencia de pareja]], donde el rol de agresor es tomado por la mujer en las parejas heterosexuales o bien, por el varón en aquellas parejas de carácter homosexual.{{cita requerida}} La violencia contra el hombre no se considera [[violencia de género]]{{cita requerida}} tal como ocurre con la [[violencia de pareja]] perpetrada contra las mujeres, puesto que no se atribuye a las desigualdades entre los sexos, como en el caso femenino.<ref>{{cita libro|título=Estudios sobre cultura, género y violencia contra las mujeres|capítulo=El complejo vínculo entre el empoderamiento de la mujer y la violencia de género|url=http://books.google.cl/books?id=TvfjF9bt04gC&pg=PA231&lpg=PA231&dq=%22El+complejo+v%C3%ADnculo+entre+empoderamiento+de+la+mujer+y+violencia+de+g%C3%A9nero+%22&source=bl&ots=dcUy9Kk07g&sig=TFCyLUg7GrpkMXadUA4H6AbGzNA&hl=es&sa=X&ei=6ElvUOmzLKL50gGrm4HABw&ved=0CC0Q6AEwAA#v=onepage&q=%22El%20complejo%20v%C3%ADnculo%20entre%20empoderamiento%20de%20la%20mujer%20y%20violencia%20de%20g%C3%A9nero%20%22&f=false |nombre=Irene|apellidos=Casique|editorial=[[Universidad Nacional Autónoma de México]]|ubicación=México, D. F.|año=2008|id=ISBN 9789703248148|páginas=337|nombre-editor=Roberto|apellidos-editor=Castro|nombre-editor2=Irene|apellidos-editor2=Casique}}</ref>


A pesar de numerosos estudios que informan sobre la preponderancia de la violencia doméstica es perpetrada por los varones contra las mujeres, otros estudios empíricos sugieren que las tasas de violencia doméstica de las mujeres y los hombres son equivalentes.{{demostrar}} Eso ha generado muchas controversias y discusiones entre los investigadores.
A pesar de numerosos estudios que informan sobre la preponderancia de la violencia doméstica es perpetrada por los varones contra las mujeres, otros estudios empíricos sugieren que las tasas de violencia doméstica de las mujeres y los hombres son equivalentes.{{demostrar}} Eso ha generado muchas controversias y discusiones entre los investigadores.
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== Concepto ==
== Concepto ==
Desde esta perspectiva y, en el marco de parejas heterosexuales, la violencia femenina sería socialmente menos reconocida que la masculina, por lo generalmente utilizarían formas indirectas para expresarla y se sugiere que muchas veces cuando la mujer ha sido violenta, lo es con justificación por haber sido previamente víctima;<ref>{{cita libro|nombre=Pedro|apellidos=Gómez Bosque|nombre2=Amado|apellidos2=Ramirez Villafanez|título=XXI otro siglo violento?|editorial=Ediciones Díaz de Santos|ubicación=Madrid|año=2005|páginas=306|id=ISBN 9788479786922}}</ref> de esta idea nace el concepto de «agresor primario», que relaciona la actitud violenta de la mujer con la existencia [[ex ante]] de antecedentes como víctima.<ref>{{cita publicación|apellido=Tower|nombre=Leslie E.|coautores=Fernandez, Maria Elena|título=English- and Spanish-Speaking Women's Use of Violence|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2008|mes=enero|volumen=23|número=1|páginas=21-38|doi=10.1177/0886260507307649|idioma=inglés}}</ref><ref>{{cita libro|nombre=Christauria|apellidos=Welland|nombre2=David|apellidos2=Wexler|título=Sin Golpes: Como Transformar la Respuesta Violenta de Los Hombres en la Pareja y la Familia|editorial=Editorial Pax México|ubicación=México D. F.|año=2007|páginas=392|id=ISBN 9789688607534}}</ref><ref>{{cita publicación |autor=Hamberger, L.K. |autor2=Potente, T. |título=Counseling heterosexual women arrested for domestic violence: implications for theory and practice |idioma=inglés |publicación=Violence and victims |volumen=9 |número=2 |año=1994 |páginas=125-137 |pmid=7696193 |issn=0886-6708 }}</ref> Sin embargo, también podrían encontrarse aquellas causales explicativas clásicas de la violencia, tales como el haber experimentado este problema durante la niñez y adolescencia,<ref>{{cita publicación|apellido=Manchikanti Gómez|nombre=Anu|título=Testing the Cycle of Violence Hypothesis: Child Abuse and Adolescent Dating Violence as Predictors of Intimate Partner Violence in Young Adulthood|publicación=Youth Society|año=2011|mes=marzo|volumen=43|número=1|páginas=171-192|doi=10.1177/0044118X09358313|idioma=inglés}}</ref> la edad,<ref>{{cita publicación|apellido=Póo|nombre=Ana María|coautores=Vizcarra, M. Beatriz|título=Violencia de Pareja en Jóvenes Universitarios|publicación=Terapia psicológica|año=2008|volumen=26|número=1|páginas=81-88|doi=10.4067/S0718-48082008000100007|issn=0718-4808}}</ref> bajo nivel educacional<ref>{{cita publicación|apellido=van Wijk|nombre=N. Ph. L.|coautores=de Bruijn, J. G. M.|título=Risk Factors for Domestic Violence in Curacao|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2012|mes=octubre|volumen=27|número=15|páginas=3032-3053|doi=10.1177/0886260512441074|idioma=inglés}}</ref> y consumo de sustancias ilícitas.<ref>{{cita publicación|apellido=Saldivia|nombre=Claudia|coautores=Vizcarra, Beatriz|título=Consumo de Drogas y Violencia en el Noviazgo en Estudiantes Universitarios del Sur de Chile|publicación=Terapia psicológica|año=2012|volumen=30|número=2|páginas=43-49|doi=10.4067/S0718-48082012000200004|url=http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082012000200004&script=sci_arttext|issn=0718-4808}}</ref>
Desde esta perspectiva y, en el marco de parejas heterosexuales, la violencia femenina sería socialmente menos reconocida que la masculina,{{cita requerida}} por lo generalmente utilizarían formas indirectas para expresarla y se sugiere que muchas veces cuando la mujer ha sido violenta, lo es con justificación por haber sido previamente víctima;<ref>{{cita libro|nombre=Pedro|apellidos=Gómez Bosque|nombre2=Amado|apellidos2=Ramirez Villafanez|título=XXI otro siglo violento?|editorial=Ediciones Díaz de Santos|ubicación=Madrid|año=2005|páginas=306|id=ISBN 9788479786922}}</ref> de esta idea nace el concepto de «agresor primario», que relaciona la actitud violenta de la mujer con la existencia [[ex ante]] de antecedentes como víctima.<ref>{{cita publicación|apellido=Tower|nombre=Leslie E.|coautores=Fernandez, Maria Elena|título=English- and Spanish-Speaking Women's Use of Violence|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2008|mes=enero|volumen=23|número=1|páginas=21-38|doi=10.1177/0886260507307649|idioma=inglés}}</ref><ref>{{cita libro|nombre=Christauria|apellidos=Welland|nombre2=David|apellidos2=Wexler|título=Sin Golpes: Como Transformar la Respuesta Violenta de Los Hombres en la Pareja y la Familia|editorial=Editorial Pax México|ubicación=México D. F.|año=2007|páginas=392|id=ISBN 9789688607534}}</ref><ref>{{cita publicación |autor=Hamberger, L.K. |autor2=Potente, T. |título=Counseling heterosexual women arrested for domestic violence: implications for theory and practice |idioma=inglés |publicación=Violence and victims |volumen=9 |número=2 |año=1994 |páginas=125-137 |pmid=7696193 |issn=0886-6708 }}</ref> Sin embargo, también podrían encontrarse aquellas causales explicativas clásicas de la violencia, tales como el haber experimentado este problema durante la niñez y adolescencia,<ref>{{cita publicación|apellido=Manchikanti Gómez|nombre=Anu|título=Testing the Cycle of Violence Hypothesis: Child Abuse and Adolescent Dating Violence as Predictors of Intimate Partner Violence in Young Adulthood|publicación=Youth Society|año=2011|mes=marzo|volumen=43|número=1|páginas=171-192|doi=10.1177/0044118X09358313|idioma=inglés}}</ref> la edad,<ref>{{cita publicación|apellido=Póo|nombre=Ana María|coautores=Vizcarra, M. Beatriz|título=Violencia de Pareja en Jóvenes Universitarios|publicación=Terapia psicológica|año=2008|volumen=26|número=1|páginas=81-88|doi=10.4067/S0718-48082008000100007|issn=0718-4808}}</ref> bajo nivel educacional<ref>{{cita publicación|apellido=van Wijk|nombre=N. Ph. L.|coautores=de Bruijn, J. G. M.|título=Risk Factors for Domestic Violence in Curacao|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2012|mes=octubre|volumen=27|número=15|páginas=3032-3053|doi=10.1177/0886260512441074|idioma=inglés}}</ref> y consumo de sustancias ilícitas.<ref>{{cita publicación|apellido=Saldivia|nombre=Claudia|coautores=Vizcarra, Beatriz|título=Consumo de Drogas y Violencia en el Noviazgo en Estudiantes Universitarios del Sur de Chile|publicación=Terapia psicológica|año=2012|volumen=30|número=2|páginas=43-49|doi=10.4067/S0718-48082012000200004|url=http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082012000200004&script=sci_arttext|issn=0718-4808}}</ref>


Para el caso de parejas homosexuales, se observaría una actitud similar al del concepto de «agresor primario», aunque dentro de una lógica errada de «combate mutuo» ante situaciones de violencia de una de las partes hacia la otra.<ref>{{cita publicación |autor=Letellier, P. |título=Gay and bisexual male domestic violence victimization: challenges to feminist theory and responses to violence |idioma=inglés |publicación=Violence and victims |volumen=9 |número=2 |año=1994 |páginas=95-106 |pmid=7696200 |issn=0886-6708 }}</ref> Además, este grupo poblacional tendría mayor probabilidad de experimentar violencia de pareja verbal, física y sexual, mientras que aquellos que se catalogan como bisexuales experimentarían mayores tasas de victimización y mayor probabilidad de ser violentado por una pareja de sexo opuesto.<ref>{{cita publicación|apellido=Messinger|nombre=Adam M.|título=Invisible Victims: Same-Sex IPV in the National Violence Against Women Survey|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2011|mes=julio|volumen=26|número=11|páginas=2228-2243|doi=10.1177/0886260510383023|idioma=inglés}}</ref>
Para el caso de parejas homosexuales, se observaría una actitud similar al del concepto de «agresor primario», aunque dentro de una lógica errada de «combate mutuo» ante situaciones de violencia de una de las partes hacia la otra.<ref>{{cita publicación |autor=Letellier, P. |título=Gay and bisexual male domestic violence victimization: challenges to feminist theory and responses to violence |idioma=inglés |publicación=Violence and victims |volumen=9 |número=2 |año=1994 |páginas=95-106 |pmid=7696200 |issn=0886-6708 }}</ref> Además, este grupo poblacional tendría mayor probabilidad de experimentar violencia de pareja verbal, física y sexual, mientras que aquellos que se catalogan como bisexuales experimentarían mayores tasas de victimización y mayor probabilidad de ser violentado por una pareja de sexo opuesto.<ref>{{cita publicación|apellido=Messinger|nombre=Adam M.|título=Invisible Victims: Same-Sex IPV in the National Violence Against Women Survey|publicación=Journal of Interpersonal Violence |issn=0886-2605|año=2011|mes=julio|volumen=26|número=11|páginas=2228-2243|doi=10.1177/0886260510383023|idioma=inglés}}</ref>
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== Síndrome del esposo golpeado ==
== Síndrome del esposo golpeado ==
El concepto de violencia contra el hombre tendría su origen en el concepto de ''«Síndrome del esposo golpeado»'', que aparece por primera vez en la revista ''«Victimology»'' , en un artículo escrito en 1977 por Suzanne K Steinmetz: ''«The Battered Husband Syndrome»''. Esta investigadora afirmaba que el número de amenazas de violencia de las esposas contra los esposos excede en un 20% el de los esposos y llegaba a la conclusión de que las mujeres tienen más intencionalidad de violencia que los varones pero no pueden llevarla a cabo. Realizó este estudio sobre 57 familias residentes en New Castle County, Delaware, Estados Unidos. El resultado fue que un 93% de las personas utilizaban agresiones verbales y un 60% agresiones físicas, como arrojar objetos o empujar al otro, para resolver conflictos maritales. Mientras el 39% de los maridos arrojaban objetos, el 37% de las mujeres lo hacían. Los esposos en un 31% empujaban o tomaban por la fuerza a su esposa contra un 22% de las esposas. Steinmetz llega a la conclusión de que la violencia es recíproca entre esposos y esposas, que la intencionalidad es la misma en varones que en mujeres y que las mujeres son más proclives a iniciar la pelea.<ref>{{cita libro |autor= Steinmetz, Suzanne | capítulo=Wife beating, husband beating, a comparison of the use of physical violence to resolve marital fights | título =Battered women: A psychosociological study of domestic violence | año =1977-1980 | editorial =New York, Van Nostrand Reinhold | id = }}</ref>
El concepto de violencia contra el hombre tendría su origen en el concepto de ''«Síndrome del esposo golpeado»'',{{cita requerida}} que aparece por primera vez en la revista ''«Victimology»'' , en un artículo escrito en 1977 por Suzanne K Steinmetz: ''«The Battered Husband Syndrome»''. Esta investigadora afirmaba que el número de amenazas de violencia de las esposas contra los esposos excede en un 20% el de los esposos y llegaba a la conclusión de que las mujeres tienen más intencionalidad de violencia que los varones pero no pueden llevarla a cabo. Realizó este estudio sobre 57 familias residentes en New Castle County, Delaware, Estados Unidos. El resultado fue que un 93% de las personas utilizaban agresiones verbales y un 60% agresiones físicas, como arrojar objetos o empujar al otro, para resolver conflictos maritales. Mientras el 39% de los maridos arrojaban objetos, el 37% de las mujeres lo hacían. Los esposos en un 31% empujaban o tomaban por la fuerza a su esposa contra un 22% de las esposas. Steinmetz llega a la conclusión de que la violencia es recíproca entre esposos y esposas, que la intencionalidad es la misma en varones que en mujeres y que las mujeres son más proclives a iniciar la pelea.<ref>{{cita libro |autor= Steinmetz, Suzanne | capítulo=Wife beating, husband beating, a comparison of the use of physical violence to resolve marital fights | título =Battered women: A psychosociological study of domestic violence | año =1977-1980 | editorial =New York, Van Nostrand Reinhold | id = }}</ref>


En otro estudio con estudiantes universitarios Suzanne Steinmetz les pidió que rellenen un cuestionario sobre las modalidades de resolución de conflictos en su familia. El resultado fue que el 95% de las personas, sean varones o mujeres indistintamente, utilizaban los insultos y las agresiones verbales, mientras que el 30% practicaba agresiones físicas como arrojar objetos o empujar al otro o tratar de golpearlo.
En otro estudio con estudiantes universitarios Suzanne Steinmetz les pidió que rellenen un cuestionario sobre las modalidades de resolución de conflictos en su familia. El resultado fue que el 95% de las personas, sean varones o mujeres indistintamente, utilizaban los insultos y las agresiones verbales, mientras que el 30% practicaba agresiones físicas como arrojar objetos o empujar al otro o tratar de golpearlo.

Revisión del 13:04 12 nov 2012

La violencia contra el hombre es un concepto que se enmarca el contexto de la violencia doméstica y particularmente se refiere a la violencia de pareja, donde el rol de agresor es tomado por la mujer en las parejas heterosexuales o bien, por el varón en aquellas parejas de carácter homosexual.[cita requerida] La violencia contra el hombre no se considera violencia de género[cita requerida] tal como ocurre con la violencia de pareja perpetrada contra las mujeres, puesto que no se atribuye a las desigualdades entre los sexos, como en el caso femenino.[1]

A pesar de numerosos estudios que informan sobre la preponderancia de la violencia doméstica es perpetrada por los varones contra las mujeres, otros estudios empíricos sugieren que las tasas de violencia doméstica de las mujeres y los hombres son equivalentes.[cita requerida] Eso ha generado muchas controversias y discusiones entre los investigadores.

El concepto de violencia contra el hombre se apoya[cita requerida] en la idea de ciertos autores que indican que tanto en la violencia contra las mujeres como en la que es realizada contra los hombres se pueden encontrar motivos similares,[2]​ mientras que la idea de que el hombre pueda ser víctima de la mujer genera resistencias y no está exenta de controversias, en las que se trata, por ejemplo, el sesgo al entender la idea de violencia física como la única forma de violencia realmente importante.[3]

Concepto

Desde esta perspectiva y, en el marco de parejas heterosexuales, la violencia femenina sería socialmente menos reconocida que la masculina,[cita requerida] por lo generalmente utilizarían formas indirectas para expresarla y se sugiere que muchas veces cuando la mujer ha sido violenta, lo es con justificación por haber sido previamente víctima;[4]​ de esta idea nace el concepto de «agresor primario», que relaciona la actitud violenta de la mujer con la existencia ex ante de antecedentes como víctima.[5][6][7]​ Sin embargo, también podrían encontrarse aquellas causales explicativas clásicas de la violencia, tales como el haber experimentado este problema durante la niñez y adolescencia,[8]​ la edad,[9]​ bajo nivel educacional[10]​ y consumo de sustancias ilícitas.[11]

Para el caso de parejas homosexuales, se observaría una actitud similar al del concepto de «agresor primario», aunque dentro de una lógica errada de «combate mutuo» ante situaciones de violencia de una de las partes hacia la otra.[12]​ Además, este grupo poblacional tendría mayor probabilidad de experimentar violencia de pareja verbal, física y sexual, mientras que aquellos que se catalogan como bisexuales experimentarían mayores tasas de victimización y mayor probabilidad de ser violentado por una pareja de sexo opuesto.[13]

Dentro del contexto sociocultural del estereotipo de masculinidad, es frecuente que algunas de las víctimas encubran o disimulen el estar sufriendo este problema por temor a ser juzgados negativamente por el resto de la sociedad.[14][15]​ En algunos hombres, este comportamiento evasivo podría estar justificado por el temor a sentirse ridiculizados por sus amistades o compañeros de trabajo, o simplemente por retraimiento ante sus semejantes.[15]​ Debido a la reticencia por parte de los varones a hacer pública su situación o participar en estudios de campo, el alcance de esta problemática se torna difícil de evaluar,[16]​ aunque diversas investigaciones indican que dentro de los distintos actos de violencia perpetrados contra éstos se pueden encontrar: violencia sexual indirecta, como la ridiculización, acusaciones sin fundamento o ataques cuando no está en condiciones de responder sexualmente,[17]​ violencia verbal, violencia física, violencia psicológica,[18]​ entre otras.[19][20]

A pesar de que algunos periodistas españoles lo definen como violencia de género[21][22]​ no se observa la inclusión de este fenómeno como violencia de género dentro de los ordenamientos jurídicos de España, América Latina o ningún país. Adicionalmente, en la bibliografía académica existe consenso en no considerarlo como violencia de género,[23]​ aunque los casos registrados podrían reflejar como un problema social de dimensión cuantificable.[24][25][26][27]

En la legislación uruguaya la ley sobre violencia doméstica está expresada de tal forma que incluye a ambos géneros, sin embargo relega al "Instituto Nacional de la Familia y la Mujer" la tarea de seleccionar peritos para evaluar qué está incluido dentro de este tipo de violencia.[28]

Síndrome del esposo golpeado

El concepto de violencia contra el hombre tendría su origen en el concepto de «Síndrome del esposo golpeado»,[cita requerida] que aparece por primera vez en la revista «Victimology» , en un artículo escrito en 1977 por Suzanne K Steinmetz: «The Battered Husband Syndrome». Esta investigadora afirmaba que el número de amenazas de violencia de las esposas contra los esposos excede en un 20% el de los esposos y llegaba a la conclusión de que las mujeres tienen más intencionalidad de violencia que los varones pero no pueden llevarla a cabo. Realizó este estudio sobre 57 familias residentes en New Castle County, Delaware, Estados Unidos. El resultado fue que un 93% de las personas utilizaban agresiones verbales y un 60% agresiones físicas, como arrojar objetos o empujar al otro, para resolver conflictos maritales. Mientras el 39% de los maridos arrojaban objetos, el 37% de las mujeres lo hacían. Los esposos en un 31% empujaban o tomaban por la fuerza a su esposa contra un 22% de las esposas. Steinmetz llega a la conclusión de que la violencia es recíproca entre esposos y esposas, que la intencionalidad es la misma en varones que en mujeres y que las mujeres son más proclives a iniciar la pelea.[29]

En otro estudio con estudiantes universitarios Suzanne Steinmetz les pidió que rellenen un cuestionario sobre las modalidades de resolución de conflictos en su familia. El resultado fue que el 95% de las personas, sean varones o mujeres indistintamente, utilizaban los insultos y las agresiones verbales, mientras que el 30% practicaba agresiones físicas como arrojar objetos o empujar al otro o tratar de golpearlo.

Los argumentos de Suzanne Steinmetz han sido apoyados y criticados total o parcialmente por numerosos investigadores;[30][31][32]​ ello no sólo ha llevado a que algunos utilicen el apelativo de «mito del síndrome del esposo golpeado»,[33]​ sino que ha incitado el debate sobre la simetría de género.[34][35][36][37]

Argumentos en contra

Entre otras cosas, a Steinmetz se le criticó que no diferenció agresión verbal de agresión física o amenazas de agresión real. Otra crítica que se le hizo fue que no discriminó intencionalidad de acción: era lo mismo el deseo de golpear a alguien que el hecho de hacerlo.

La crítica que realizó el doctor David Finkelhor fue que en sus estudios, Suzanne Steinmetz realizaba analogías no aceptadas por el método científico. Los estudios que homologan violencia masculina a violencia femenina, o violencia contra un niño con violencia contra una esposa, no diferencian un chirlo en la mano dado por la madre al niño que una paliza en la cual el padre le rompe las costillas a la madre, poniendo al mismo nivel distintos tipos de violencia. Estas analogías son consideradas inapropiadas por David Finkelhor porque dejan fuera el contexto de las situaciones de violencia familiar y no distinguen la naturaleza del abuso y el maltrato. Disciplinar a un niño rebelde no es lo mismo que golpear a una esposa.[38]

En 1986, Martin D. Schwartz ya había cuestionado el estudio de Suzanne Steinmetz al presentar los resultados preliminares de una investigación en la Academy of Criminal Justice Sciences. En éste, y sobre 59 000 casos que incluían tanto a esposos, esposas como ex esposos y ex esposas, Schwartz encontró que el 95% de las víctimas de violencia doméstica, entre 1973 y 1982, eran mujeres y el 5% varones. Además descubrió que los varones llamaban inmediatamente a la policía si eran atacados por sus esposas mientras que las mujeres golpeadas rara vez lo hacían, y si lo hacían era cuando ya su vida o la de sus hijos corría riesgo.[39]

En un estudio realizado en 2003 por David Gadd y Stephen Farrall del Departamento de Criminología de la Universidad de Keele y Damian Dallimore de la Universidad de Sheffield, sobre la violencia doméstica contra los varones en Escocia, investigó el porqué existe un mayor número de víctimas masculinas en los datos aportados por la Scottish Crime Survey versus los casos realmente registrados en las bases de datos criminológicas, y concluyen que ello puede explicarse por las diferencias de género en las experiencias de los patrones de victimización y presentación de informes. Luego de estudiar una muestra de varones contados originalmente como «víctimas de sexo masculino», los autores sostienen que éstos exagerarían sus experiencias cuando se les aplica el Scottish Crime Survey.[40]

En los estudios lo que aparece es que son los varones quienes se definen a sí mismos como víctimas de violencia, son los esposos los que se identifican como blancos de violencia por parte de sus mujeres. Juan Carlos Ramírez Rodríguez cree que, dado que el modelo aceptado socialmente de la feminidad es la sumisión, la pasividad y la abnegación, cualquier conducta que escape al estereotipo será percibido de forma exagerada como anormal o violento. Se percibirá a la mujer como desproporcionadamente agresiva incluso si se está defendiendo.[41]

En 1977, Murray Straus, quien en 1980 publica con Suzanne Steinmetz, presentó un estudio realizado en 1975 sobre una muestra de 2.143 parejas casadas y no casadas, en el cual sostenía que las mujeres cometen 3.0 ataques al año en promedio comparado con los 2.5 ataques de varones. Murray Straus usó una escala del 1 al 8 en cuanto a gravedad del ataque.[42]

La crítica principal que se le hizo a Murray Straus es que entrevistó a un solo miembro de la pareja. Se trató de autoevaluaciones en las cuales las percepciones cambiaban según si el entrevistado era el esposo o la esposa. Se le cuestionó que utilizó un conjunto de preguntas que no pueden discriminar entre la intención y el efecto. En la «Escala de Tácticas de Conflicto o CTS» se equiparaba a una mujer empujando un varón en defensa propia con un varón que empuja a una mujer por las escaleras, y se calificaba a una madre tan violenta si ella defiende a su hija de abuso sexual del padre como si inicia la pelea. Esta escala combinaba categorías tales como «golpear», «tratar de golpear» e «intención de golpear» a pesar de la diferencia que existe entre ellas.

Emerson, Russell y Dobash son algunos de los investigadores que cuestionaron la metodología del trabajo de Murray Straus y, por lo tanto, la confiabilidad de sus resultados.[43]

Ellos consideraron que los que sostienen que existe simetría en la violencia de ambos géneros estaban exagerando sus hallazgos y que no es posible comparar la violencia femenina en la pareja con la violencia masculina, pues difieren tanto en la calidad como en la cantidad. Los autores cuestionaron la metodología, la data y el marco teórico utilizado por los investigadores que sostienen lo que ellos llaman el «mito de la simetría». Las agresiones perpretadas por los varones son de mayor gravedad, son múltiples en un solo episodio y tienen efectos más devastadores por las lesiones provocadas.[44]

Jack C. Straton, profesor de la Universidad de Portland que sostiene que Suzanne Steinmetz ha creado el «mito del síndrome del esposo golpeado»,[45][46][47]​ critica el estudio de Steinmetz por carecer —en su opinión— de metodológicas serias, como por ejemplo, que en la muestra de 1977 con 57 parejas, cuatro mujeres habían sido golpeadas en serio, mientras que los esposos no habían padecido golpes, sólo amenazas.[45]

Incidencia

Algunos investigadores consideran que la violencia contra el hombre es un problema social serio, porque aunque se habría prestado mayor atención a la violencia que se ejerce contra las mujeres, sería posible argumentar que la violencia contra los hombres en el contexto de la pareja es un problema social sustancial digno de atención.[24][25][26][27]​ Además, a pesar que algunos sugieren que las estadísticas de violencia contra los hombres son poco concluyentes o contradictorias[48]​ y que se producen ataques femeninos contra el hombre en igual medida que contra las mujeres,[49]​ los registros policiales y judiciales indican que el porcentaje de violencia masculina contra la mujer es significativamente superior, aunque puede deberse a la mencionada ausencia de denuncias y casos observables.[50]

En este contexto, varios estudios realizados principalmente en Estados Unidos muestran una prevalencia que oscila entre de 0,2 a 1,4 por mil hombres,[51]​ o que en 2005 aproximadamente un 19,1% de los varones casados son víctimas —donde se incluyen 8,3 puntos porcentuales correspondientes a violencia doméstica cruzada— y 16,9% de los varones en relaciones no maritales son víctimas —donde se incluyen 8,1 puntos porcentuales correspondientes a violencia cruzada—;[52]​ en 2010, de acuerdo a la National Crime Victimization Survey del total de víctimas de violencia de pareja un 19,9% fueron varones;[53]​ comparado con los datos de la National Crime Victimization Survey en 1977, donde sólo 3% de los actos de violencia dentro de la pareja implicaban actos perpetrados por mujeres y 97% a los varones,[54]​ se observaría un crecimiento significativo en los reportes de prevalencia. Respecto a los asesinatos perpetrados por mujeres entre 1976 y 1987 en dicho país, se estima que un 31,4% fueron realizados contra su pareja o ex-pareja.[55]

Para el caso de parejas homosexuales, en una encuesta realizada en Inglaterra se observó que al menos el 35,2% de los sujetos sondeados indicaba haber experimentado violencia por parte de su pareja.[56]

De acuerdo a los resultados de un estudio en Australia en 2005, el 0,9% de los encuestados varones habría recibido violencia de su pareja actual —versus 2,1% de las mujeres encuestadas—, mientras que un 4,9% adujo haberla recibido de sus ex parejas —versus 15% de las encuestadas—.[57]​ Otro estudio del mismo país que se realizó en 1999 estimó que 12,1% de los hombres reportó abuso físico o emocional por parte de su actual o ex pareja.[58][59]

Respecto a las cifras disponibles en América Latina, se tiene que por ejemplo para el caso de Chile, y según cifras del año 2005 de Carabineros de Chile, un 8,6% del total de denuncias por violencia intrafamiliar las realizaron hombres;[60]​ en México, según antecedentes de la DIF Nacional, al 2004 un 2% de las denuncias son realizadas por varones,[61]​ mientras que de acuerdo a los casos de agresiones de la Secretaría de Salud en 2010, un 40% de las denuncias tienen como víctimas a los hombres, cifra similar las de INEGI respecto a la violencia percibida por jóvenes durante el noviazgo.[62]

El varón no denuncia a su pareja cuando es agredido porque la ideología patriarcal influye en el sentido de que sienten «orgullo de hombre» y tienen «temor al ridículo[63]​ El 10 de febrero de 2009 se inauguraron en Holanda cuarenta centros de acogida para hombres víctimas de violencia familiar.[64][65]

En España la diputada Rosa Díez ha pedido la apertura de centros similares pero en España la ley solo reconoce como «Violencia de Género» la que el hombre ejerce sobre la mujer.[66]

Véase también

Referencias

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Bibliografía no citada

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Enlaces externos