Diferencia entre revisiones de «Relación sexual»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Heguer (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de Heguer (disc) a la última edición de Rjgalindo
Línea 41: Línea 41:


La [[mucosa]] anal carece de lubricación y es todavía más fácil de irritar que la vagina, por lo cual, desde la detección del [[VIH]], el virus que causa el [[sida]], se ha promovido el uso del [[profiláctico|preservativo]] entre las personas que practican sexo anal, para evitar un posible contagio.
La [[mucosa]] anal carece de lubricación y es todavía más fácil de irritar que la vagina, por lo cual, desde la detección del [[VIH]], el virus que causa el [[sida]], se ha promovido el uso del [[profiláctico|preservativo]] entre las personas que practican sexo anal, para evitar un posible contagio.

== Coito en la literatura ==
Además del [[Marqués de Sade]], muchos autores como [[Chaucer]], [[Bocaccio]], [[Petronio]] o [[Rabelais]] han descrito este tipo de prácticas en sus obras.

Una ejemplo extraído de literatura acerca del sexo vaginal está en el cuento "El diablo y el infierno" del libro [[El Decamerón]], de [[Giovanni Boccaccio]]; este cuento es el más erótico de los 100 cuentos que conforman el libro:

{{cita|Rústico se dio cuenta con ciertas preguntas que la niña Alibech no había nunca conocido a hombre alguno y que era tan inocente como parecía, por lo que pensó cómo, bajo especie de servir a Dios, debía traerla a su voluntad.

Con muchas palabras le mostró cuán enemigo de Nuestro Señor era el diablo, y luego le dio a entender que el servicio que más grato podía ser a Dios era meter al diablo en el infierno, adonde Nuestro Señor lo había condenado. La jovencita le preguntó cómo se hacía aquello; Rústico le dijo:

-Pronto lo sabrás, y para ello harás lo que a mí me veas hacer.

Rústico empezó a despojarse de los pocos vestidos que tenía, hasta quedar completamente desnudo, y lo mismo hizo la muchacha Alibech; y se puso de rodillas a guisa de quien rezar quisiese y contra él la hizo ponerse a ella.

Estando en esa postura, Rústico se sintió excitado y su deseo se fue acrecentando al verla tan hermosa. En seguida sucedió la resurrección de la carne; y mirándola Alibech, y maravillándose, dijo:

-Rústico, ¿qué cosa es eso que te veo que se te sale muchísimo hacia afuera y yo no la tengo?

-Ah, hijita mía -dijo Rústico-, esto es el diablo de que te he hablado; ya ves, me causa grandísima molestia, tanto que apenas puedo soportarlo.

Entonces dijo la joven:

-Veo que yo soy mejor que tú, pues yo no tengo ese diablo.

-Es verdad -dijo Rústico-; pero tú tienes otra cosa que yo no tengo, y la tienes en sustitución de esto.

-¿Qué es? -preguntó Alibech.

Rústico le dijo:

-Tienes el infierno. Y te digo que creo que Dios te haya mandado aquí para la salvación de mi alma; porque si ese diablo me va a dar este tormento, si tú quieres tener de mí tanta piedad y sufrir que lo meta en el infierno, me darás a mí grandísimo consuelo y darás a Dios gran placer y servicio, si para ello has venido a estos lugares, como dices.

La joven, de buena fe, repuso:

-¡Oh, padre mío! Puesto que yo tengo el infierno, sea como queréis.

Dijo entonces Rústico:

-Bendita seas, hija mía. Vamos y metámoslo, que luego me deje estar tranquilo.

Y dicho esto, llevó a la joven a acostarse con él en su lecho y le enseñó cómo debía ponerse para poder aprisionar a aquel maldito.

La joven, que nunca había puesto en el infierno a ningún diablo, sintió cierta molestia aquella primera vez, por lo que dijo a Rústico:

-Padre mío, mala cosa debe ser este diablo, y verdaderamente enemigo de Dios, pues hasta al infierno le duele cuando se le mete dentro.

Dijo Rústico:

-No siempre te sucederá así, hija mía.

Y para hacer que aquello no sucediese, seis veces antes de que se moviesen del lecho se lo metió allí, tanto que por aquella vez le arrancó tan bien la soberbia de la cabeza que de buena gana se quedó tranquilo.

Volvióle luego muchas veces la soberbia en los días que siguieron y Alibech siempre estuvo dispuesta a quitársela. Pero comenzó a agradarle a la niña el juego, y dijo a Rústico:

-Bien veo que la verdad decían aquellos sabios hombres de Cafsa, que el servir a Dios era cosa tan dulce; y en verdad no recuerdo que nunca cosa alguna hiciera yo que tanto placer me diese como es el meter al diablo en el infierno; por ello considero necia a cualquier persona que se ocupe de otra cosa que no sea en servir a Dios.

Por la cual cosa, muchas veces iba a Rústico y le decía:

-Padre mío, yo he venido aquí para servir a Dios, y no para estar ociosa; vamos a meter el diablo en el infierno.

Haciendo lo cual, decía alguna vez:

-Rústico, no sé por qué el diablo se escapa del infierno; que si estuviera allí de tan buena gana como el infierno lo recibe y lo tiene, no se saldría nunca.

Así, tan frecuentemente invitando la joven a Rústico y consolándolo al servicio de Dios, tanto le había quitado la lana del jubón o el jugo al limón que en tales ocasiones Rústico sentía frío en el clima en que normalmente hubiera sudado a mares. Por ello dijo a la joven que al diablo no había que castigarlo y meterlo en el infierno más que cuando él, por soberbia, levantase la cabeza:

-Y nosotros, por la gracia de Dios, tanto lo hemos exprimido y desganado, que ruega a Dios quedarse en paz.

Y así impuso algún silencio a la joven, la cual, después de que vio que Rústico no le pedía más meter el diablo en el infierno, le dijo un día:

-Rústico, si tu diablo está castigado y ya no te molesta, a mí mi infierno no me deja tranquila; por lo que bien harás si con tu diablo me ayudas a calmar la rabia de mi infierno, como yo con mi infierno te he ayudado a quitarle la soberbia a tu diablo.

Rústico, que de raíces de hierbas y agua vivía, mal podía responder a los envites; y le dijo que se necesitarían muchos diablos para poder tranquilizar a ese infierno suyo, pero que él haría lo que pudiese; y así alguna vez la satisfacía, de tarde en tarde, pero era tan raramente que no era sino como arrojar un guisante en la boca de un león hambriento; de lo que la niña, no pareciéndole servir a Dios cuanto quería, protestaba mucho, diciéndole que aquella no era manera de comportarse.}}


== Véase también ==
== Véase también ==

Revisión del 04:38 3 ene 2010

Cópula entre leones

El coito (del latín: co-iter, ‘marcha en común’ o ‘ir en común’) es la cópula o unión sexual entre dos individuos. En los seres humanos el coito es una parte de la relación sexual, e implica la participación de los órganos genitales externos o internos

En términos de zoología, es parte del ritual de apareamiento, siendo el momento en el cual, el macho y la hembra de una especie se acoplan, es decir, cuando el falo del macho se introduce en la vagina de la hembra y deposita allí los gametos masculinos, con el fin de que el gameto femenino pueda ser fecundado. Es frecuente en mamíferos, reptiles e insectos.

El coito en humanos

Coito vaginal

Dibujo de pareja hemiseccionada durante el coito; Leonardo da Vinci

El coito vaginal consiste en la penetración del pene estando erecto en la vagina.

Aunque se tiende a pensar que la forma primigenia del coito vaginal en humanos es el llamado a tergo o ventro-dorsal -ya que ésta existe en los otros mamíferos de modo casi excluyente-, existen estudios que ponen en duda esta teoría y encuentran relación entre las coacciones de tipo morfológico y la preferencia por el coito ventro-ventral en el hombre y en el chimpancé bonobo.[1]

La posición sexual a tergo —esto es, la penetración del pene en la vagina se realiza estando la hembra de espaldas al macho— suele ser llamada levrette, si la mujer está apoyándose sobre sus piernas y brazos, aunque también se realiza cuando la mujer penetrada vaginalmente lo es de espaldas (por ejemplo acostada apoyando su espalda en el varón).

La forma más común de coito en humanos es la ventro-ventral o frontal, vulgarmente llamada posición del misionero, ya que popularmente se atribuye la introducción de esta forma de coitar en Oceanía a los misioneros.

Otro ejemplo de coito frecuente en humanos es la posición de Andrómaca, con la mujer sentada sobre el hombre acostado. Esta pose da más posibilidad de movimientos tanto a la mujer como al varón, ya que ambos pueden usar sus manos para acariciar otras partes del cuerpo.

Coitus interruptus

Se llama coitus interruptus o coito interrumpido cuando al final del coito la eyaculación ocurre fuera de la vagina.

Esta práctica de sacar el pene de la vagina justo antes de la eyaculación se consideró como un método anticonceptivo natural durante mucho tiempo, pero no es una manera segura de evitar el embarazo, ya que el líquido preseminal —la secreción previa a la eyaculación— también contiene espermatozoides. No protege a los integrantes de la pareja de las ETS (como sida o sífilis).

Sexo anal

En el sexo anal la penetración se realiza en el ano de la pareja (ya sea ésta hombre o mujer). El término «coito anal» no se utiliza en el lenguaje usual. En lenguaje académico se llama a veces «pedicación» (del latín pœdicatio o pœdicationis).

La persona que es penetrada puede ejercer fuerza con los músculos del esfínter anal, apretando el pene y aumentando la sensación placentera. El semen eyaculado queda depositado en el recto hasta que los excrementos sigan su curso natural al exterior.

La mucosa anal carece de lubricación y es todavía más fácil de irritar que la vagina, por lo cual, desde la detección del VIH, el virus que causa el sida, se ha promovido el uso del preservativo entre las personas que practican sexo anal, para evitar un posible contagio.

Véase también

Referencias

  1. «Estudio comportamiento de reproducción: sexuación, pubertad, genital, erección, coito y copulación». Consultado el 2009. 

Enlaces externos