Diferencia entre revisiones de «Milicia nacional»

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La '''milicia nacional''' es una organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército o los cuerpos de policía, y similar a las que con los nombres de guardia nacional, [[milicia urbana]] o [[guardia cívica]] tuvieron protagonismo en las grandes revoluciones liberales europeas y americanas eso no es asi pero bueno...
La '''milicia nacional''' es una organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército o los cuerpos de policía, y similar a las que con los nombres de guardia nacional, [[milicia urbana]] o [[guardia cívica]] tuvieron protagonismo en las grandes revoluciones liberales europeas y americanas.


Para el proyecto político [[liberal]], este tipo de milicias encarnaba la base organizativa de un [[Estado]] participativo de ciudadanos armados, con capacidad para fiscalizar a las autoridades y resistirse a sus mandatos si los consideraban inadecuados. Junto a la Milicia Nacional, ese proyecto contemplaba el carácter electivo de todos los cargos públicos, la descentralización territorial y el juicio por [[jurado]]. En la medida que era la [[nación]] la que estaba en armas, la milicia encarnaba la [[virtud cívica]] y por ello era incorruptible e invencible. Para [[Thomas Jefferson]], portavoz típico de este tipo de concepciones, un ejército profesional en manos del gobierno era un instrumento seguro de tiranía, mientras que si los ciudadanos estaban armados y se rebelaban de vez en cuando, recordarían a los gobernantes que tenían que tener en cuenta la voluntad popular.
Para el proyecto político [[liberal]], este tipo de milicias encarnaba la base organizativa de un [[Estado]] participativo de ciudadanos armados, con capacidad para fiscalizar a las autoridades y resistirse a sus mandatos si los consideraban inadecuados. Junto a la Milicia Nacional, ese proyecto contemplaba el carácter electivo de todos los cargos públicos, la descentralización territorial y el juicio por [[jurado]]. En la medida que era la [[nación]] la que estaba en armas, la milicia encarnaba la [[virtud cívica]] y por ello era incorruptible e invencible. Para [[Thomas Jefferson]], portavoz típico de este tipo de concepciones, un ejército profesional en manos del gobierno era un instrumento seguro de tiranía, mientras que si los ciudadanos estaban armados y se rebelaban de vez en cuando, recordarían a los gobernantes que tenían que tener en cuenta la voluntad popular.

Revisión del 15:11 30 nov 2009

Luis Felipe de Orleans entrega las banderas a la Guardia Nacional de París tras la Revolución de 1830 (óleo, Joseph-Désiré COURT, 1834).

La milicia nacional es una organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército o los cuerpos de policía, y similar a las que con los nombres de guardia nacional, milicia urbana o guardia cívica tuvieron protagonismo en las grandes revoluciones liberales europeas y americanas.

Para el proyecto político liberal, este tipo de milicias encarnaba la base organizativa de un Estado participativo de ciudadanos armados, con capacidad para fiscalizar a las autoridades y resistirse a sus mandatos si los consideraban inadecuados. Junto a la Milicia Nacional, ese proyecto contemplaba el carácter electivo de todos los cargos públicos, la descentralización territorial y el juicio por jurado. En la medida que era la nación la que estaba en armas, la milicia encarnaba la virtud cívica y por ello era incorruptible e invencible. Para Thomas Jefferson, portavoz típico de este tipo de concepciones, un ejército profesional en manos del gobierno era un instrumento seguro de tiranía, mientras que si los ciudadanos estaban armados y se rebelaban de vez en cuando, recordarían a los gobernantes que tenían que tener en cuenta la voluntad popular.

Tras la revoluciones liberales (1768, 1789, 1812, 1820, 1830, 1848, 1854, 1868 y 1871) en muchos países se establecieron este tipo de milicias. En general se organizaban en unidades de barrio o población, y en ellas estaban obligados a participar todos los ciudadanos con derechos plenos que estuviesen en condición física para hacerlo. Quedaban excluidos de participar las mujeres y los hombres sin derechos políticos.

Eso significaba que se armaba a la parte de la población que pagaba suficientes impuestos como para ser considerada ciudadano y se excluía a gran parte de la población rural, que en casi todos los países era la mayoritaria, y a los asalariados urbanos. Por ello, en muchas ocasiones también se ha llamado a estas fuerzas milicias burguesas. El servicio armado de estas milicias solía ser local. Lo típico es que se usase el domingo por la mañana como día de instrucción y que cada ciudadano tuviese que servir de manera ordinaria dos o tres veces por mes, realizando rondas de policía o custodiando edificios públicos. En caso de que ocurriesen motines populares, o se estuviese en estado de guerra, la movilización podía ser más continua y la milicia podía quedar subordinada a las autoridades militares.

Mientras que a las tropas del ejército y de la policía se les presupone la obediencia ciega a los mandos, en las milicias cívicas los participantes se consideraban ciudadanos-soldado, votaban para escoger a sus oficiales y los barracones se convertían a menudo en lugares de discusión política. En muchos episodios revolucionarios, motines u otras protestas populares, algunas unidades de las milicias podían participar armadas en contra de las autoridades. Ese tipo de situaciones llevó a que los gobiernos desconfiasen de la milicia y tendieran a disolverla. En España la milicia estuvo en vigor mientras gobernaban los progresistas, los moderados la disolvían y preferían confiar en el ejército y la Guardia Civil. En Portugal fue desarmada en 1838, en Francia fue restablecida tras la revolución de 1830, tuvo un protagonismo especial en la revolución de 1848 y después languideció hasta la Comuna de París de 1871, tras la que fue suprimida.

En algunos países las milicias pervivieron en el siglo XX, evolucionando de distintas maneras. A veces se convirtieron en una suerte de segunda línea subordinada al ejército. En Estados Unidos las milicias del siglo XIX evolucionaron hacia la actual Guardia Nacional. En Brasil, en cambio, el oficialato de las milicias se convirtió en un lugar privilegiado para los caciques y les permitió afianzar su poder local una vez que éstas perdieron cualquier carácter democrático interno. En Suiza, el propio ejército se organiza basándose en un modelo miliciano, sin oficiales profesionales.

La tradición de las milicias nacionales ha revivido, adaptándose a las circunstancias, en una multitud de formaciones armadas. En la tradición se pueden incluir el simple derecho a portar armas protegido constitucionalmente en Estados Unidos, las milicias obreras de la revoluciones socialistas, las milicias de partido o sindicato -típicas de la Europa de la década de 1930-, algunos grupos paramilitares de América Latina, los Comités de Defensa de la Revolución cubana o las patrullas vecinales contra la delincuencia que durante las décadas de 1980 y 2000 se organizan intermitentemente en barrios de Europa y América.

La milicia nacional en España

En España tiene su origen en antiguas formas de defensa cívico-militar constituidas en el siglo XVIII durante la Guerra de Sucesión española. Pero no fue hasta la Guerra de la Independencia, cuando la destrucción del Ejército por la invasión napoleónica favoreció la creación de Juntas Locales y Provinciales que armaron a los ciudadanos en la sublevación contra el francés, además de combatir los restos del régimen feudal que todavía se mantenían en muchas poblaciones.

La primera regulación legal fue temprana. Con la Constitución de Cádiz de 1812, los legisladores reconocieron como fuerzas combatientes e integrantes del ejército a las que denominaban «milicias nacionales», junto a las tropas regulares. El reconocimiento legal supuso la desaparición, al menos formal, de las organizaciones de voluntarios armados por las distintas Juntas, quedando todos ellos integrados en un solo cuerpo. En 1814 se estableció el Reglamento que regulaba las prestaciones obligatorias a las que estaba obligado todo ciudadano, así como la organización de la Milicia.

En síntesis, ésta estaba separada del ejército regular y compuesta por dos armas: infantería y caballería. Los oficiales eran elegidos por la propia tropa. El número de ciudadanos obligados a servir en la Milicia se fijó en 30 por cada 1.300 habitantes mayores de 30 años y menores de 50. Cumplían tareas de seguridad, orden y paz en el interior del país.

La Milicia amparaba el movimiento patriótico, pero también liberal, que había desatado la guerra. Por esta razón, la restauración absolutista de Fernando VII que se concretó en la derogación de la Constitución gaditana en 1814, llevó aparejada la disolución de la Milicia. Muy a pesar del Rey, con la instauración del Trienio Liberal de 1820 a 1823 se restituyó la Milicia que actuó contra todos los movimientos de sublevación absolutista en el interior de la península. El fin del Trienio fue, de nuevo, el final de la Milicia, sustituyéndola por un remedo de Milicia llamada Voluntarios Realistas.

Con la la Regencia de María Cristina, el Estatuto Real de 1834 fijó una fuerza denominada Milicia Urbana. Tras el motín de la Granja de San Ildefonso de 1836, que obligó a la Regente a restablecer la Constitución de 1812, la Milicia Nacional fue de nuevo legalizada.

Los nuevos oficiales del Ejército cristino, en especial Leopoldo O'Donnell y Baldomero Espartero, que habían sostenido la causa de la reina Isabel II frente a las pretensiones de Carlos María Isidro de Borbón, tuvieron una fuerte ascendencia sobre la Milicia Nacional, de tal suerte que con su colaboración, la Milicia combatió en la Primera Guerra Carlista dentro del bando de Isabel II y obtuvo sus primeros estandartes como reconocimiento a las actuaciones llevadas a cabo durante el conflicto. Pero el reinado de Isabel II estuvo plagado de conflictos entre el Partido Moderado y la propia Corona, por un lado, y la Milicia Nacional, proclive al liberalismo y al Partido Progresista, por otro. Así, la Milicia siempre actuó en defensa de sus más destacados líderes. Participó en los sucesos de la Granja de 1836, en la caída de la Regente María Cristina en beneficio de Espartero, contra las sublevaciones moderadas, en especial contra la revuelta de 1841 y contra el establecimiento de la Década moderada en 1843. Ramón María Narváez la disolvió, encomendando más tarde sus tareas a la recién creada Guardia Civil. Durante el Bienio Progresista fue brevemente restablecida al amparo del Duque de la Victoria. Sin embargo, cuando O'Donnell consiguió ultimar el proyecto de Unión Liberal y deshacerse de Espartero, disolvió la Milicia.

La Milicia Nacional como tal se restableció formalmente cuando Emilio Castelar lo estableció por Decreto de la Presidencia de la Primera República hasta que fue formalmente disuelta definitivamente por el gobierno de Cánovas del Castillo en 1876, si bien ciertos comités de voluntarios en el Sexenio Democrático se atribuyeran la herencia de la institución, así como organizaciones de apoyo a la restauración borbónica en España con la llegada de Alfonso XII.

Bibliografía

  • Carrot, Georges (2001). La Garde Nationale (1789-1871). Une force publique ambiguë. Paris, L'Harmattan. 
  • Chorley, Katharine (1943). Armies and the Art of Revolution. Londres. 
  • Hill, Jim Dan (1964). The Minute Man in Peace and War. A History of the National Guard. Pesilvania, The Stackpole Company. 
  • Pata, Arnaldo da Silva Marques (2004). Revolução e Cidadania. Organização, funcionamento e ideología da Guarda Nacional. Lisboa, Colibrí. 
  • Pérez Garzón, Sisinio (1978). Milicia Nacional y Revolución Burguesa. Madrid.