Diferencia entre revisiones de «Sincronía»

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A su vez, derivado de la lingüística, en el [[estructuralismo]] francés aparece con [[Claude Lévi-Strauss]], quien había conocido la obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, creador de la díada teórica diacronía-sincronía. De ahí la retomó aproximadamente con el mismo sentido que se usa en lingüística.
A su vez, derivado de la lingüística, en el [[estructuralismo]] francés aparece con [[Claude Lévi-Strauss]], quien había conocido la obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, creador de la díada teórica diacronía-sincronía. De ahí la retomó aproximadamente con el mismo sentido que se usa en lingüística.

SINCRONÍA INTERACCIONAL U ORIENTACIÓN DEL CUERPO.
Tomado del Capítulo 6 del siguiente libro: Fernando Antonio Ruano Faxas (2009). El lenguaje corporal humano. Un enfoque imagológico en base a criterios verbales y no verbales. U.S.A, Carolina del Norte, Ediciones ЯR, 796 páginas, disponible en: http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El-lenguaje-corporal-humano.-Un-enfoque-imagológico-en-base-a-criterios-verbales-y-no-verbales

[...] La sincronía interaccional u orientación del cuerpo se estudia en todas aquellas ciencias y ramas del conocimiento relacionadas con la comunicación humana, con la comunicación animal [...] de ahí que sea objeto de estudio en comunicología, lingüística, semiótica, pragmática, filología, imagología, filosofía del lenguaje, interpretología o traducción oral [...] La sincronía interaccional u orientación del cuerpo está relacionada tanto con el emisor como con el receptor de la comunicación verbal y la comunicación no verbal de carácter corporal:

[La sincronía interaccional] siempre se encontró presente, ya se tratara de norteamericanos de clase media, de esquimales o de bosquimanos del África. Se produce continuamente cuando se conversa. Aunque puede parecer que el que escucha está sentado perfectamente quieto, el microanálisis revela que el parpadeo de los ojos o las aspiraciones del humo de la pipa están sincronizados con las palabras del que habla. Cuando dos personas conversan, están unidas no sólo por las palabras que intercambian, sino por este mismo ritmo compartido. Es como si fueran llevadas por una misma corriente. Algunas veces, aun durante intervalos de silencio, dos personas se mueven simultáneamente, porque en apariencia reaccionan ante claves visuales en ausencia de otras verbales.

“El solo hecho de ver que alguien exprese una emoción puede provocar ese estado de ánimo [intercambio emocional], tanto si uno se da cuenta o no de que imita la expresión facial. Esto nos ocurre constantemente, hay una danza, una sincronía, una transmisión de emociones. Esta sincronía del estado de ánimo determina que uno sienta que una interacción salió bien o no”. [ ] [...] El grado de compenetración emocional que las personas sienten en un encuentro queda reflejado por la exactitud con que se combinan sus movimientos físicos mientras hablan, un indicador de cercanía del que típicamente no se tiene conciencia. Una persona asiente con la cabeza cuando otra hace una observación, o ambas se mueven en su silla al mismo tiempo, o una se echa hacia delante mientras la otra se mueve hacia atrás. La combinación puede ser sutil hasta el punto de que ambas personas se balanceen en sus sillas giratorias al mismo ritmo. Como descubrió Daniel Stern al observar la sincronía entre madres con sintonía y sus hijos, la misma reciprocidad une los movimientos de las personas que experimentan compenetración emocional.

Esta sincronía parece facilitar el envío y recepción de estados de ánimo, incluso si estos son negativos [...] En resumen, tanto si la persona se siente abatida como optimista, cuanto más físicamente sintonizado es un encuentro, más similares terminarán siendo sus estados de ánimo [...] En resumen, la coordinación de los estados de ánimo es la esencia de la compenetración, la versión adulta de la sintonía que una madre experimenta con su hijo.

[En cuanto al lenguaje corporal de la intimidad] la persona que tiene la mayor fuerza expresiva –o el mayor poder– es típicamente aquella persona cuyas emociones influyen en la otra. Los miembros dominantes de la pareja hablan más, mientras el subordinado observa más el rostro del otro, lo cual supone una disposición para la transmisión del afecto.

[Esto también se cumple para los discursos especializados:] De la misma forma, la fuerza de un buen orador –un político o un evangelista, digamos– actúa para influir en la emoción del público. A eso nos referimos cuando decimos: “Se lo metió en el bolsillo”. La influencia emocional es el núcleo de la influencia (Goleman, 2001:144-146).

Algunos autores relacionan la sincronía interaccional con el rapport –armonía o concordancia– y el pacing –eco postural:

Todo el mundo puede reconocer a dos enamorados que se sientan muy juntos en un restaurante, y advertir que se miran al fondo de los ojos, con las cabezas inclinadas hacia el mismo lado. Cuando uno levanta el vaso, el otro hace lo mismo, con el mismo tipo de movimiento. Se están reflejando el uno en el otro, y no sólo con el lenguaje corporal. Hablan de la misma forma, con el mismo tono suave, a igual velocidad, con igual vocabulario y las mismas frases. Incluso respiran al mismo ritmo. Viven en una dinámica de “Pacing” y están en una misma situación de “Rapport”.

El “Rapport” está presente cuando dos personas comparten un sentimiento mutuo de afinidad, bienestar y seguridad [...] Este “Rapport” (resonancia) [armonía, afinidad, concordancia] se produce entre las personas cuando trabajan y viven en una relación abierta, confiada y satisfecha.

La situación de “Rapport” se basa en el agradecimiento y el respeto mutuos. Se da una situación de “Rapport” cuando uno es capaz de manifestar su propia unicidad a otra persona con lo que dice y con su lenguaje corporal [...]

Es evidente que si pone el acento en las diferencias, será materialmente imposible establecer una situación de “Rapport”. Concentrarse en las semejanzas le ayudará a superar las resistencias, la rivalidad, la desconfianza, la indecisión, el miedo, la ira, etc. [...]

Las personas inmersas en una situación de “Rapport” establecen inconscientemente una dinámica de Pacing entre ellas.

La técnica de Pacing es el mejor instrumento para llegar a una situación de “Rapport”.

En la práctica, el Pacing consiste en poner un espejo delante, de forma que la otra persona vea en sus actos y en sus palabras un reflejo de sus propios actos y palabras, es decir, que la otra persona vea en usted lo que su conocimiento y experiencia le presentan como justo, real y auténtico.

Con el Pacing se trata, pues, de penetrar en la idea del mundo que se hacen los demás; conocerlos en su propio terreno reproduciendo su lenguaje corporal, su voz, su vocabulario y su estado de ánimo, de tal manera que se sientan cómodos y a gusto con usted.

Pacing, por supuesto, significa mostrar a los demás los aspectos de uno mismo que más se parecen a los de ellos [...]

La dinámica del Pacing se establece de un modo bastante inconsciente entre los amigos, y también cuando la gente simpatiza, es decir, cuando hay una situación de “Rapport” [...]

Puede establecerse Pacing con otras personas de varias maneras:

1. Lenguaje corporal [...]
2. Manera de hablar [...]
3. Sentimientos o estados de ánimo [...] (Møller y Hegedahl, 1983: 77-80).

La sincronía interaccional se da en el encuentro entre personas, es decir, una reunión de dos o más personas que entran en “interacción comunicativa” en un determinado campo deíctico y en donde se supone que habrá una relación interaccional y, posiblemente, una sincronía interaccional. Todos los encuentros sociales presentan sus dificultades, sus requisitos o exigencias (López, 1998: 152-169), partiendo de que la comunicación verbo-corporal humana, en cualquier cultura, se fundamenta en la actuación discursiva y en la sobreactuación discursiva. El concepto de actuación en cuestiones de comunicación y discurso queda más claro, es decir la actuación discursiva se refiere a la comunicación “normal”, “habitual”, “fluida”, “relajada”, “según las reglas comunicativas entre emisores y receptores en contexto”, “según los criterios de pertinencia y buen gusto de los grupos sociolingüísticos”, sin “sobreactuación” –salvo los “exclusivos” matices verbo-corporales “circunstanciales” que exige el discurso por muy variadas causas y motivos; algo así como que, utilizando los dichos populares mexicanos, en un discurso verbo-corporal tiene que haber palabras y gestos de todo tipo: “de chile, de mole y de dulce...”; pero, cuidado aquí, “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”–, que se produce según los contextos discursivos, que, de manera muy general, se refieren a la esfera pública, a la esfera especializada o laboral y a la esfera íntima o familiar (Ruano, 1986), incluyendo aquí las grandes y complejas clasificaciones geolectales, sociolectales, idiolectales, estilísticas, etc. Así como el actor, o actriz, actúa en sus “variadas escenas teatrales”, según el tipo de “intervención”, según las exigencias de las diferentes plásticas performativas, y tratando por todos los medios de quedar lo mejor posible ante su público, según los diferentes contextos teatrales, también el usuario habitual del lenguaje verbo-corporal, en la cultura que sea, tiene que hacer sus reajustes discursivos según los contextos, según los papeles o roles que tiene que desempeñar ante su “público particular” y las relaciones que se establecen, a fuerza, en las interacciones discursivas, en donde también el usuario común de los lenguajes verbo-corporales tiene que emplear sus recursos plástico-performativos para intentar quedar airoso, quedar lo mejor posible, en sus actuaciones discursivas. Y quedar bien, y caer bien, por supuesto que no es fácil, como publicitariamente argumentan algunos autores (Bootham, 2001). Para quedar bien y caer bien en cuestiones de comunicación humana en los discursos nuestros de cada día en la vida pública, en la vida laboral o especializada y en la vida íntima o familiar hay que tener conocimientos de muchas más cosas que el lenguaje verbal, hay que saber hacer muchas más cosas que mover el cuerpo, hay que dominar el arte de los protocolos y las etiquetas, y en situaciones de globalización discursiva esto va todavía más allá: aquí, en este tipo de comunicación verbo-corporal globalizada, es decir en este tipo de comunicación verbal y de comunicación no verbal tan disímil y polifacética, hay que conocer –o por lo menos saber que existen– toda una serie de “vericuetos culturales” y “toques de variabilidad carismática”, llamados generalmente realias, culturemas, “puntos ricos o rich points”, etc. (Ruano, 2002b), que nos brindan todo un arsenal multisensorial de estrategias emisoras-receptoras de comunicación que nos ubican en la posición de los verdaderos y reales controladores de los discursos, precisamente por el conocimiento que llegamos a tener de las más versátiles situaciones discursivas de la cultura que sea, en el idioma que sea, en el dialecto que sea, en la clase social que sea... Recordemos que los signos, los signos que sean, verbales o no verbales, están ahí, en el ambiente discursivo, en la interacción discursiva, pero que sólo “se actúan”, “toman vida”, “se prenden”, “saltan comunicativamente”..., cuando los usuarios que intervienen en el discurso manejan “el mismo código” discursivo para esa secuencia oracional verbo-corporal o verbal-no verbal y para ese contexto discursivo en concreto, que está rodeado de toda una serie de “situaciones contextuales”, o lo que es lo mismo que dos o más personas entren en interacción discursiva verbo-corporal, o verbal, o corporal, o verbal-no verbal, o no verbal, etc., durante un tiempo determinado en un lugar concreto con entorno especificable, etc. (Dittmar, 1971). Justamente en el conocimiento y la práctica de los variados protocolos y etiquetas según los contextos discursivos verbo-corporales está el quid del triunfo social, justamente ahí radica el arte de quedar bien y de caer bien. En este sentido, recordemos: ¿qué hace una persona común todos los días? Se levanta e interactúa con su familia, con sus hijos, los prepara para desayunar e ir a la escuela, ahí habla y gesticula “familiarmente” con los componentes del núcleo familiar; luego sale a la calle, lleva a sus hijos a la escuela, ahí habla con los profesores de la escuela, sigue camino a su trabajo, va por la calle, toma el bus, el metro, el tren, el coche, el taxi, y ahí emplea un lenguaje verbo-corporal “público”, con palabras y gestos de saludo, con frases que contienen mensajes de “buenas”, “hola”, “permiso”, “disculpas”, “por favor”, “permítame”, etc., y luego llega a su trabajo, en donde también saludará según los protocolos de salutación de las diferentes áreas, países y esferas socioculturales, pero aquí interactuará con personas “profesionales”, “técnicos”, con subordinados y superiores, y todos ellos emplean lo que se llama “lenguaje profesional”, “lenguaje especializado”, “lenguaje técnico”, que se caracteriza por ciertos comportamiento “profesionales” tanto en el aspecto del lenguaje corporal como en el aspecto del lenguaje verbal. En este caso del lenguaje verbal en el plano especializado o profesional o técnico, las “palabras comunes” son sustituidas con mucha frecuencia por los “términos”, e inclusive la palabra común puede adoptar aquí una significación no común, no habitual, sino una significación especializada (Ruano, 1989; Chernávina y Ruano, 1987a; Chernávina y Ruano, 1987b).

Creemos conveniente abundar un poco en torno a la sobreactuación discursiva. La sobreactuación discursiva se presenta en contextos sociolingüísticos en donde aparecen, de entrada, “protocolos en conflicto”, en donde existen “limitaciones” en el uso de los lenguajes, limitaciones con, por ejemplo, el lenguaje verbal fonéticamente articulado, el fondo léxico pertinente, las destrezas sintácticas y estilísticas, las variantes de analfabetismo, etc. –recuérdese aquí, por sólo poner un ejemplo, el rostro de un niño que desea comunicar algo pero que no lo puede hacer con palabras: ¿cómo son sus gestos?, ¿cómo es su expresión facial?, ¿qué caras pone?, ¿cómo mueve sus hombros, brazos y manos?–, y también cuando aparece cualquiera de los cuatro tipos de manipulación (Ruano, 2003a), y por ello el cuerpo, los gestos, las muecas, el lenguaje corporal, la expresión facial, junto a ruidos y sonidos, desempeñan un papel primordial en la comunicación, como sucede, verbi gratia, en el cine mudo o cine silente, en el teatro, en las comedias, en el circo, en las carpas, en el lenguaje de signos o lenguaje de sordo-mudos, etc. Pero inclusive en los inicios del cine mudo muchos directores de películas recriminaban la sobreactuación de los actores que provenían del teatro, la sobreactuación que se producía en el teatro para que los espectadores, que estaban alejados de los actores, pudieran ver y entender los diferentes actos que se producían ahí, la sobreactuación que estaba bien para el teatro, pero que ya para el cine no era conveniente por verse artificial y desajustada. Imaginemos entonces en la actualidad, en el cine sonoro y en la comunicación que se produce en la vida “normal” y “civilizada”. Si los usuarios de los lenguajes, cualquiera que sean éstos lenguajes, tuvieran una idea, aunque sólo fuera somera, del significado social y del significado psicológico de la sobreactuación en la comunicación habitual humana, de las cargas negativas, degradantes e involucionantes que tiene la sobreactuación en la comunicación humana actual entre adultos normales, de lo evidente que es con la sobreactuación la falsificación del buen gusto discursivo y el atentado a la espontaneidad expresiva, y concretamente al nivel de las lenguas civilizadas, al nivel de los grupos sociales civilizados e instruidos “de verdad”, por supuesto que no la emplearían (Ruano, 1994):

Desde hace relativamente poco tiempo viene utilizándose en los medios el término «sobreactuación» para designar la conducta de aquellos personajes públicos a quienes se les nota en sus comparecencias una cierta intención de subrayar «el divino papel que representan» [...] El término sobreactuación no es un neologismo. Sobreactuar es un concepto crítico, utilizado en el teatro, con el significado, dicho de un actor, de «exagerar» las líneas de su papel. Aunque el DRAE no lo diga, habría también que considerar como sobreactuación (negativa) a la conducta «demasiado natural» que muchos actores practican en nombre del realismo [...] Al atribuir sobreactuación a algún personaje ya no nos referiremos solamente a supuestas intenciones suyas, sino a alguna afectación o envaramiento, casi automático, que es objetivamente constatable [...] Existen distintos tipos de sobreactuación, que podríamos denominar, en una taxonomía, mediante letras: A, B, C... X, Y, Z. Por ejemplo, las sobreactuaciones del tipo X podrían designar las sobreactuaciones negativas. El tipo de sobreactuación Z podría ser propio del político que, a fin de dar la impresión de tranquilidad y optimismo, mantiene permanentemente su sonrisa, y no ya necesariamente de modo intencionado, sino acaso como un tic [...] La sonrisa de sobreactuación Z pudiera alinearse con la sonrisa de sobreactuación de Ignacio, del que nos habla Catulo en su conocido epigrama:

«Ignacio, como tiene los dientes blancos, ríe a todas horas. Si está junto al banquillo de los acusados mientras el abogado excita el llanto, él ríe. Si la gente gime junto a la pira fúnebre de un buen hijo, mientras la madre desamparada llora a su hijo único, él ríe. Pase lo que pase, donde quiera que esté, cualquier cosa que haga, ríe... No quisiera que estuvieras riéndote continuamente, pues nada hay más necio que una necia risa... Pero en tierra celtíbera, con lo que cada uno meó, suele fregarse por la mañana los dientes y las encías hasta enrojecerlas. De modo que cuanto más brillante está esa dentadura tuya más meados proclama que has bebido.» (según: http://www.nodulo.org/ec/2007/n070p02.htm ).

En la sincronía interaccional la percepción desempeña un papel relevante. Cuando vamos a trabajar científicamente a la percepción y a los procesos perceptuales, enseguida recordamos el dicho popular de “son muchos los caminos que conducen a Roma”, tomando en cuenta las múltiples y variadas investigaciones que al respecto se han realizado y se siguen realizando y los criterios de cada una de las instituciones, escuelas y autores (Tudela y Luna, 2006; Goldstein, 2006). ¿Qué es percepción y cómo se producen los procesos perceptuales?:

[Percepción es] los instrumentos para medir y registrar las creencias colectivas [...] Desde la antigüedad se vincula a la percepción con el registro sensible que hacemos del mundo que nos rodea [recordemos aquí que hay países que tienen “muchos mundos”, mundos visibles y perceptuales y mundos “secretos”, “tabuizados”, invisibles, y por lo tanto imperceptuales, para la inmensa mayoría de los componentes del grupo social contextual, en todos los sentidos, y sobre todo allí en donde reina la incultura, el atraso, el tercermundismo y el cuartomundismo, allí en donde reina la ignorancia, el analfabetismo, el fanatismo, los sistemas represores y dictatoriales. Dentro de estos países grandes, complejos, con muchos “mundos secretos”, podemos mencionar a China, Rusia, México, Brasil, Estados Unidos, España, India y a comunidades como “la Comunidad Europea”, “los musulmanes”, “los judíos”, “los cristianos”, “los francmasones”, “los cruzados”, “los vuduistas”, “los santeros”, “los brujos y brujas”, “los ñáñigos”, “los hinduistas”, “los budistas”..., y aquí todo aparece, todo se mezcla: razas, idiomas, dialectos, políticas, economías, religiones, culturas, folclores, clases sociales, tradiciones, protocolos, etiquetas, tabúes, secretos, mitos, mitoides, gastronomías, anhelos, frustraciones, temores... (Ruano, 2003e)]. Es nuestro olfato, nuestro tacto, la vista, el oído, el gusto, el conjunto de la información que nos trasmiten nuestros sentidos lo que nos lleva a percibir el mundo de tal o cual forma. Pero el asunto se complica, pues si la percepción fuera la simple adición o suma de la información externa que llega a los seres humanos y todos tuviéramos el mismo rango de registro, sería una cuestión bastante aburrida [tipo robots]. No es así. Por fortuna para el arte, para la creación y para la libertad humana, nuestros sentidos trabajan con enormes diferencias [consúltese aquí la función de los 9 tipos de inteligencia en la comunicación humana, en el comportamiento verbo-corporal, en la sincronía interaccional]. ¿Cómo escucharían el mundo los genios–monstruos de Mozart o Beethoven? ¿Cómo se miraría desde los ojos de Picasso [y de Frida Kahlo...]? ¿Con qué parte del cuerpo pensaría Víctor Hugo [o Nezahualcóyotl, “El Rey Poeta”; o el rey Alfonso X, “El Sabio”; o Hitler, o Mussolini, o Franco, o Pinochet...]? [¿Cómo se produce y se concibe el movimiento corporal, los actos corporales, y se trata, se percibe y se interpreta el espacio discursivo en artistas de la talla de Isadora Duncan, Josephine Baker, Alicia Alonso, Maya Plisétskaya, Rudolf Nureyev, Mijaíl Baríshnikov..., en deportistas, en atletas, en nadadores, etc., como el corredor Alberto Juantorena Danger y el nadador Michael Phelps?] Nunca lo sabremos bien a bien, pero podemos imaginar por sus expresiones creativas [tanto en el buen sentido como en el mal sentido de la palabra “creativo”]. Allí está un primer detalle. Hay otra cuestión que complica aún más la historia.

La fábrica interna en la que cada quien procesa la información es muy diferente, porque hemos sido troquelados en nuestro mundo emocional también en diferentes talleres [como se dice en México: “según te haya ido en la feria”, y aquí me refiero tanto al aspecto genético-biológico como al aspecto social, al aspecto económico y al aspecto alimenticio-nutritivo que ha afectado positiva o negativamente la formación del cerebro]. Nuestros padres, hermanos, amigos, el entorno [las sociedades, las áreas urbanas o desarrolladas y las áreas rurales o atrasadas, los gobiernos, el aparato jurídico-administrativo, el aparato represivo, la censura, la libertad de expresión, las guerras, la violación a los derechos humanos, el racismo o apartheid, la misoginia, la homofobia; las instituciones educativas y las empresas y sus directivos, programas y leyes; los protocolos, la tradición, el folclor, los tabúes; la programación docente-educativa e informativo-noticiosa que aparece en los centros educativos, en las bibliotecas y los centros de información, en los medios masivos de comunicación, el cine, la televisión, la radio, Internet; la belleza o la fealdad; el físico atractivo y el físico repulsivo; los defectos físicos, el ser sano o enfermizo, ¿apto o inepto?, ¿capacitado o incapacitado?, ¿califica o no califica?; el carisma, el glamour, ser aceptado o ser rechazado o no ser tomado en cuenta; ser agradable o no ser agradable; la dicotomía o dualidad vida-muerte y sus muy variados conceptos, según las particularidades sociales y culturales del grupo en el que estamos insertados; el tener “status” o el no tenerlo, el desempeñar roles importantes o el no desempeñarlos; el o los noviazgos y el o los matrimonios; las particularidades de los órganos genitales: pene y vulva, y su estado y apariencia, los hábitos y las estrategias afectivo-sexuales, la capacidad y habilidad para reaccionar orgásmicamente ante el estímulo del Punto G –recordemos que hay Punto G Femenino y Punto G Masculino –etc.], dejan huellas en el laberinto de nuestras emociones [en algunos casos huellas terribles que marcan para toda la vida nuestra conducta social y nuestra conducta sicológica, “nuestras percepciones” del mundo o los mundos que nos rodean y el “cómo somos percibidos” por el mundo o los mundos que nos rodean]. Pero con todo y las diferencias en los registros y la forma de procesar la información, a pesar de las diferencias, la necia idea de la percepción sobrevive. Hoy, gracias a la estadística, podemos indagar un poco más en los interiores de millones de personas, lo cual puede ayudar a la comprensión y entendimiento de la humanidad. El frío porcentaje, el anonimato, ayudan a ampliar el conocimiento que tenemos de los humanos. Será al revés de nuestra vida cotidiana, no tendremos el nombre y el apellido, pero sí la irrefutable cifra [...]

La educación, la instrucción, la civilización, la libertad de expresión verbo-corporal y el adecuado funcionamiento de las 9 inteligencias humanas desempeñan un papel trascendental en los enfoques perceptuales, en los cambios perceptuales, en la evolución perceptual (Ruano, 2004c). Cada grupo humano, cada sociedad, cada esfera sociocultural, cada estrato y cada individuo en particular filtra “una realidad”, “las realidades del mundo globalizado”, “las realidades de la postmodernidad”, “las realidades de la hipermodernidad”, procesa “una realidad”, “las realidades de ‘su’ mundo globalizado”, en dependencia de muchos factores; pero principalmente en dependencia de su ubicación, de su relación, en el contexto de esas realidades y a partir de factores culturales, fisiológicos, psíquicos y económicos concretos. Todo es perceptible, y por ende todo se percibe. Se perciben los objetos animados y los objetos inanimados; se perciben las personas, las instituciones, las organizaciones, los procesos, los fenómenos, los medios masivos de comunicación, los portales y las páginas de Internet, los centros de educación y de instrucción, los protocolos y las etiquetas, los ejércitos, las guerras, las invasiones...; se perciben los espacios grandes y los espacios pequeños, los continentes, los países, las etnias, los grupos humanos...; se percibe la fealdad y la belleza; se percibe a los recogedores de la basura, a los limpiabotas o boleros, a los marginados, a los niños de la calle, a los pobres; pero también se percibe a los ejecutivos, a los directivos, a los empresarios, a los jefes de estado y de gobierno, a los curas, a los papas, a los líderes religiosos del mundo, a los reyes, a los emperadores, a los ricos; se percibe a los buenos y a los malos, a las víctimas y a los criminales, a las cosas buenas y a las cosas malas, a los actos buenos y a los actos malos; se percibe la violencia, la censura, la dictadura, la hegemonía..., ¡y hasta se percibe a los dioses y a las diosas! Recordemos que todas las conductas comunicativas de los seres humanos están representadas y condicionadas por las actitudes, es decir las “posturas del cuerpo humano, especialmente cuando son determinadas por los movimientos del ánimo, o expresan algo con eficacia”, y que todo esto es un sólido e importantísimo fundamento del complejo proceso de la percepción. Por eso, también se tienen que percibir cuidadosamente los momentos adecuados y oportunos, las circunstancias, los contextos, para realizar una intervención comunicativa verbo-corporal, considerando siempre “el lenguaje verbal y el lenguaje corporal apropiados”, “el idioma adecuado”, sobre todo en situaciones de conflictos lingüísticos, de culturas en contacto y de lenguas en contacto, “las formas”, “los contenidos”, los “estilos” (Ruano, 1980; Ruano, 1987; Ruano, 1992a; Ruano, 1992b; Ruano, 2000; Ruano, 2002a; Ruano, 2003c; Ruano, 2003d; Ruano, 2003e; Ruano, 2005b; Ruano, 2006b; Ruano, 2007b) [...]

La conciencia de grupo, de clase, de rango, la jerarquía, es decir, el deseo de suprimir los desacuerdos por todos los medios y adaptarse al punto de vista del líder, siempre está presente en la sincronía interaccional. Ya la Bruyère hablaba al respecto en la Francia del 1688:

[...] los grandes gustan de los excesos y los pequeños de la moderación; aquéllos tienen el gusto de dominar y de mandar, y éstos el placer y aun la vanidad de servir y obedecer [de adular ]; los grandes son rodeados, saludados, respetados; los pequeños rodean, saludan, se posternan [...]

Hay hombres por naturaleza inaccesibles, y que por lo común son precisamente de quienes dependen y a quienes necesitan los demás. Semejantes al azogue y siempre en movimiento, brincan, gesticulan y se agitan; truenan y despiden llamas como las figurillas de cartón que se presentan en las fiestas populares, y apagándose en fin, vienen a caer y a hacerse por su caída tratables, pero inútiles [...]

[Y en todos los lugares] las mismas pasiones, las mismas flaquezas, las mismas pequeñeces, las mismas turbaciones de espíritu, las mismas diferencias en las familias y entre los prójimos, las mismas envidias, las mismas antipatías; por todas partes nueras y suegras, maridos y mujeres, divorcios, rompimientos y fingidas reconciliaciones; por todas partes malos humores, cóleras, parcialidades, chismes y lo que se llama malos discursos [...] (la Bruyère, 1998: 72, 179 y 186).

A la hora de tratar la sincronía interaccional u orientación del cuerpo tenemos que recordar que en los actos comunicativos existen ciertas particularidades relevantes. Unas están relacionadas con ciertas condiciones físicas y, otras, con ciertas condiciones sociolingüísticas.

Las condiciones físicas que afectan la sincronía interaccional u orientación del cuerpo son:

• Temperatura.
• Ventilación.
• Humedad.
• Grado probable de atención de diferentes auditorios.

Las condiciones sociolingüísticas que se relacionan con la sincronía interaccional son múltiples, por lo que las expondremos por partes.

Una de esas particularidades está relacionada con la pertenencia o no del hablante a un grupo sociolingüístico determinado, es decir, si el emisor porta o no signos verbales y no verbales que no lo identifican o lo identifican parcial o totalmente con el receptor o los receptores de la comunicación (Hudson, 1981: 180-193). Otra particularidad se concatena con la categoría o subcategoría de los participantes en la interacción:

• Personas de la misma categoría: hermanos, hermanas, amigos, colegas, presos, discapacitados, compañeros de viaje, enfermos con un mismo mal, etc.
• Superiores: padres, jefes, docentes, profesores, jueces, autoridades ejecutivas, empleados, etc.
• Inferiores: niños, subalternos, asistentes, inculpados, detenidos, pacientes, internados en residencias, alumnos, etc.
• Dadores: profesores, camareros, vendedores, etc.
• Receptores: clientes, pacientes, solicitantes, etc., (Dijk, 1989: 253-254).

Además, los roles en la interacción también están condicionados por la naturaleza de la comunicación. En la comunicación verbal, el discurso se puede clasificar en conversaciones cotidianas, dadas en contextos informales, por iguales, como es el caso del acto comunicativo entre los pasajeros de un medio de transporte. Pero existen comunicaciones más específicas, que adquieren otros matices, y que son planeadas, que se producen en un lugar y un tiempo determinados, en donde generalmente se explicitan el tema y la función de la conversación, y en donde hay participantes que por su función/rol/cualidades profesionales tienen el derecho o el deber de establecer el objeto de la conversación, ponerle término, estimular determinados actos del habla, inducir a ciertos gestos, etc. Algunas de estas comunicaciones “especiales” son las siguientes:

• Conversación de solicitud de empleo.
• Conversación de ventas.
• Conversación de enseñanza.
• Conversación de examen.
• Conversación radiofónica o televisiva.
• Conversación por Internet: verbal escrita, verbal escrita-icónica, verbal escrita-visual, verbal oral, verbal oral-visual.
• Conversación institucional: con funcionarios de empresas, gobierno, iglesias.
• Conversación médica.
• Conversación terapéutica, con un sicólogo o un sociólogo (Dijk, 1989: 258).

Existen, además, conversaciones públicas y privadas; abiertas –puede haber testigos– y cerradas –sin testigos [...]

El estar familiarizado o no con el tema que se aborda en la comunicación es también muy importante, porque esto permitirá que se produzca un contacto ocular más sostenido y gestos más frecuentes y pronunciados.

Las conversaciones, cualesquiera que sean éstas, tienen sus particularidades grupales y también sus particularidades individuales:

Cuando la conversación no es un mero canje de mecanismos verbales en que los hombres se comportan casi como gramófonos, sino que los interlocutores hablan de verdad sobre un asunto, se produce un curioso fenómeno. Conforme avanza la conversación, la personalidad de cada uno se va disociando progresivamente: una parte de ella atiende a lo que se dice y colabora al decir, mientras la otra, atraída por el tema mismo, como el pájaro por la serpiente, se retrae cada vez más hacia su íntimo fondo y se dedica a pensar en el asunto. Al conversar vivimos en sociedad: al pensar nos quedamos solos. Pero el caso es que en ese género de conversaciones hacemos ambas cosas a la vez, y a medida que la charla progresa las vamos haciendo con intensidad creciente: atendemos con emoción casi dramática a lo que se va diciendo y al propio tiempo nos vamos sumiendo más y más en la soledad abismal de nuestra meditación. Esta creciente disociación no se puede sostener en permanente equilibrio. De aquí que sea característico de tales conversaciones la arribada a un instante en que sufren un síncopa y reina denso silencio. Cada interlocutor queda absorto en sí mismo. De puro estar pensando no puede hablar. El diálogo ha engendrado el silencio y la sociedad inicial precipita en soledades (Ortega y Gasset, 1983: 437).

Queda claro, en resumidas cuentas, que las características sociolingüísticas generales y básicas de los usuarios de los discursos son elementales para que se pueda producir una adecuada sincronía interaccional. Nos referimos aquí a cuestiones como: 1. capacidad verbal, 2. buena dicción –según sea el dialecto o norma lingüística–, 3. vocabulario adecuado, 4. educación corporal, etc.

La capacidad de escuchar y las diferentes técnicas de escucha también deciden la sincronía interaccional. Escuchar no es oír. Oír es una actividad pasiva y escuchar es algo activo. Cuando ejercemos control sobre lo que oímos, no estamos simplemente oyendo, sino escuchando activamente (Ellis y McClintock, 1993: 77-96).

Cuando hablamos de sincronía interaccional tenemos que tomar en cuenta todos los problemas que se relacionan con la disonancia cognitiva (Festinger, 1957; Festinger, 1975), es decir aquellos procesos comunicativos “cuando nos vemos enfrentados con una situación en la cual alguien no se comporta de forma acorde con nuestros estereotipos y prejuicios” (Ellis y McClintock, 1993: 48).

Otro concepto, el de entropía, también está relacionado con la sincronía interaccional. Tomado de la física, se refiere al desorden que puede existir en cualquier sistema. Podríamos decir que la entropía, aplicada a la comunicación, se refiere a la información impredecible o inesperada para el contexto en la que se produce; es como si uno “se sacara de honda”, como se dice en México, debido a que escucha una unidad léxica, una palabra, una frase o una onomatopeya que no esperaba oír o ve un gesto que no es el que esperaba ver, porque no conviene en un determinado contexto situacional. Es la impredecibilidad en el contenido o la forma de un mensaje [...]

La sincronía interaccional es tan importante en la comunicación que habitualmente al hablar por teléfono seguimos empleando gestos y movimientos corporales aun sabiendo que la persona no nos puede ver.

Durante las conversaciones se producen ciertas pausas en las que se rompe la sincronía interaccional, y esto se debe a que uno de los interlocutores ha dicho algo provocativo o fuera de lugar: “Las pausas embarazosas suelen ir acompañadas de una mirada de perplejidad: ese individuo se queda paralizado y el pánico o la ansiedad se reflejan en su cara. No pestañea. Es como si su cerebro se hubiera bloqueado y pensara: «Dios mío, ¿qué hago ahora?». En esos casos solemos pensar que le hemos pillado en una mentira, pero dicha reacción también puede indicar que está sorprendido u ofendido por lo que acabas de decir” (Dimitrius y Mazzarella, 1999: 210).

En lo tocante a los hablantes bilingües, plurilingües, diglotas, etc., hay que destacar que éstos presentan también ciertas predisposiciones a determinadas conductas en la sincronía interaccional. De hecho, el bilingüismo y la diglosia –hablar dos idiomas o más en donde siempre un idioma tiene un estatus privilegiado en comparación con los otros idiomas; hablar dos dialectos o más de un mismo idioma– tienen sus efectos cognitivos y en el mismo desarrollo de la personalidad (Appel y Muysken, 1996: 151-172). De aquí que quede claro que la sincronía interaccional puede verse afectada por la entropía, los malentendidos y los ruidos comunicacionales que con frecuencia aparecen en la interacción comunicativa entre hablantes nativos de una lengua y los no nativos, entre hablantes nativos de un dialecto –geolectos; etnolectos; sociolectos; dialectos profesionales y cienciolectos y tecnolectos; ecolectos o variedades de idioma empleadas por grupos pequeños de hablantes o familia; sexolectos o variedades idiomáticos según los sexos: hombres, mujeres y tercer sexo referido a hombres y referido a mujeres; etc.– y los no nativos, algo que afecta mucho, por ejemplo, a los usuarios de idiomas en áreas idiomáticas con “conflicto lingüístico”, a los usuarios migrantes de los idiomas y de los dialectos y a los usuarios de los idiomas en situación de globalización marcada o globalización activa [...]


De la misma manera se utiliza en [[historiografía]], donde la '''perspectiva sincrónica''' presenta los hechos o procesos históricos no en su evolución temporal sino comparando distintos espacios o ámbitos (véase [[Historiografía#Sesgos temporales]]).
De la misma manera se utiliza en [[historiografía]], donde la '''perspectiva sincrónica''' presenta los hechos o procesos históricos no en su evolución temporal sino comparando distintos espacios o ámbitos (véase [[Historiografía#Sesgos temporales]]).

Revisión del 19:37 9 jun 2009

La voz sincronía proviene de la etimología griega syn, "con, juntamente, a la vez", y de la mitología griega, Chronos o Khronos (en griego Χρόνος), "tiempo". En latín Chronus. Se entiende como un término que se refiere a coincidencia en el tiempo o simultaneidad de hechos o fenómenos. Ej. La sincronía entre dos nacimientos. Por lo tanto, tiene los siguientes relativos:

  • Sinónimos: concordancia, coincidencia, simultaneidad, coexistencia.
  • Antónimos: asincronía o asincronismo, discordancia,
  • Relativos: sincronizaciones, sincronismo, sincrónico y diacronía (que no es lo opuesto). Síncrono, isócrono, tantócrono.

Las acepciones se remiten a las consideraciones derivadas de la filosofía y de la física. De la filosofía se encuentra en teorías originadas en la lingüística, derivando a la antropología y también en la psicología.

En Lingüística

La "sincronía" en la lingüística fue un termino incorporado por Ferdinand de Saussure para facilitar el estudio de la lengua. Lo que propone el análisis sincrónico es el estudio de la lengua en un determinado momento de la historia. El estudio diacrónico analiza su evolución pero a lo largo del tiempo. En la Metodología de la Investigación se compara también con la forma de estudio Transversal.

En Antropología y otras ciencias sociales

A su vez, derivado de la lingüística, en el estructuralismo francés aparece con Claude Lévi-Strauss, quien había conocido la obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, creador de la díada teórica diacronía-sincronía. De ahí la retomó aproximadamente con el mismo sentido que se usa en lingüística.

De la misma manera se utiliza en historiografía, donde la perspectiva sincrónica presenta los hechos o procesos históricos no en su evolución temporal sino comparando distintos espacios o ámbitos (véase Historiografía#Sesgos temporales).

En Psicología

El psicólogo suizo Carl Gustav Jung denominó sincronizaciones a las coincidencias aparentemente inconexas pero muy significativas, y sugirió que "se debería estar deseoso de leer esos patrones ocultos".

John Briggs y F. David Peat en las Siete leyes del caos afirman: "las sincronizaciones suceden a veces cuando nos enfrentamos a una decisión importante o estamos en una situación tan desesperada que deseamos arriesgarlo todo a la última tirada de dados" (véase el Principio de sincronicidad de Carl Jung).

En la Física

Es, sobre todo, una manifestación de orden en el Universo conocido (realidad) y se refiere especialmente al tiempo. Un orden considerado como la excepción más que como la regla en un universo caótico, observado por la astronomía.

Se encuentra también en la mecánica y las máquinas como sincronismo, disposición especial por medio de la cual todos los movimientos de una máquina cualquiera se transmiten con completa exactitud y se verifican en el mismo momento en otras máquinas semejantes a la primera; el sincronismo puede establecerse por medios mecánicos. El ejemplo de uso y explicación más evidente es el mecanismo de los relojes (mecánicos sobre todo).

Más recientemente en la física

Más recientemente, en un nuevo libro, Sync: The Emerging Science of Spontaneous Order, que se puede traducir como "Sincronía: La Ciencia Emergente del Orden Espontáneo", el profesor de Mecánica Aplicada y Teórica en la Universidad Cornell, Steven Strogatz, describe esta nueva teoría del orden.

La sincronía, dice Strogatz, aparece en los lugares más inverosímiles: de las órbitas de los satélites a los electrones, del zumbido de los grillos a la tendencia en mujeres que viven cerca o que pasan mucho tiempo juntas a menstruar aproximadamente al mismo tiempo. El orden está por todas partes y los científicos de diversas disciplinas están descubriendo constantemente nuevos ejemplos de ello. Pero Strogatz y sus colegas afirman algo mucho más extraordinario: “El orden no es sólo posible, es inevitable”

En 1989 Strogatz, junto con el matemático Rennie Mirollo de la Universidad de Boston, probó matemáticamente que cualquier sistema de osciladores acoplados (es decir, entidades capaces de responder cada una a las señales de las demás, sean grillos, electrones o cuerpos celestes) se auto-organizarán espontáneamente.

Esto hace aparecer la Sincronía como teoría opuesta a la teoría del Caos, tanto general como matemática (véase Henri Poincaré, precursor en el desarrollo de estos conceptos).

En la neurobiología

Nuevos aportes científicos por Francisco Varela, Ph.D del Hospital La Salpétrière, París, al tema de la Conciencia desde el punto de la Neurobiología y la psico-lingüística incluyen el concepto de Sincronía.

Hipótesis: todo acto cognitivo implica la coordinación de numerosas regiones neuronales. La coordinación se basa en la formación transitoria de grupos de neuronas que son sincronizados en sus fases (sus ondas suben y bajan juntas). Esta sincronía de fases crea la coherencia y la unidad. Lazos de resonancia: Las regiones oscilan como si fueran un instrumento musical, y se sincronizan. Crean lazos dinámicos. Distintas zonas de cerebro entran en oscilación.

Sincronía: Se mide con el E.E.G. y se relacionan magnitud de onda Hertz- frecuencia o emisión de frecuencia.

Se busca otra parte de cerebro para ver si emiten juntas a onda y que estén en sincronía (suben y bajan juntas).

En algunas tareas hay sincronía como por ejemplo reconocer una imagen, para dar lugar a una nueva sincronía (respuesta motora).

Las oscilaciones del sistema nervioso van entre 30 y 80 hertz y en sincronía alrededor de 40. Las oscilaciones cercanas a 80 se dan por ejemplo en la convulsión epiléptica. En estados de anestesia, desaparece la sincronía.

Los campos magnéticos de cerebro se miden con un aparato, el “magneto-encefalograma”, que tiene receptores cuánticos que captan el magnetismo cerebral.

En las zonas de Broca y de Wernicke hay mucha sincronía.

Áreas del Cerebro:

  1. Área de Broca, centro del habla, producción del habla y articulación
  2. Área de Wernicke, comprensión de la palabra hablada.

La integración cerebral aparece fundada en un balance entre sincronía y desincronía. El proceso ocurre a distintas frecuencias. No existe una correspondencia simple entre superficie y generadores cerebrales. Sin embargo, la conciencia sigue siendo un problema muy difícil. Los grupos neuronales no tienen conciencia sino es el sujeto entero el que la tiene. La conciencia aparece en el vivir encarnado: en la regulación con el cuerpo entero; en relaciones sensorio-motoras con el mundo y en una red ínter subjetiva de acciones y de lenguaje. La conciencia no está en la cabeza, es ilusorio el correlato neuronal-conciencia.

La operación dinámica de las neuronas cerebrales es una condición de posibilidad de la conciencia que emerge en los acoples del organismo, (la conciencia está en la emergencia de los ciclos, en la interfase).

Otros usos del término

Como cualquier palabra, en la actualidad, Sincronía sirve de término identitario para diversas personas, asociaciones o grupos, apoyados en su significación profunda y general, para casi cualquier actividad, especialmente cultural. La encontramos en revistas como en la Universidad de Guadalajara, empresas de telecomunicaciones, despachos de profesionistas, blogs culturales, títulos de libros, novelas y poemas.

Referencias

Enlaces externos

Bibliografía complementaria

  • Francisco Varela, Ph.D, “Perception’s shadow: long-distance synchronization of human brain activity”, Nature, Vol 397,4 February 1999/www.nature.com
  • Apuntes de Clases del Curso Doctorado Psicología Evolutiva y de la Educación: Dr. Víctor Santiuste, Ph.D, Universidad Complutense de Madrid, Mayo de 2001.