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La batalla de Alarcos, acontecimiento también conocido como el desastre de Alarcos, fue una batalla librada junto al castillo de Alarcos (en árabe Al-arak الأرك), situado en un cerro a cuyos pies corre el río Guadiana, cerca de Ciudad Real (España), el día 19 de julio de 1195, entre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla y las almohades de Abū Yūsuf Ya'qūb al-Mansūr (Yusuf II) saldándose con la derrota para las tropas cristianas que desestabilizó por completo al Reino de Castilla y frenó todo intento de reconquista hasta la batalla de las Navas de Tolosa.

Antecedentes

En 1190 el Califa Abū Yūsuf Ya'qūb al-Mansūr pactó un periodo de paz para frenar el avance castellano sobre Al-Andalus. Cuando expiraba el trato, recibió noticias de que surgieron revueltas en sus posesiones del Norte de África. Alfonso VIII había empezado a levantar la ciudad de Alarcos, que no tenía terminada su muralla, ni aún asentados todos sus nuevos pobladores, cuando una expedición, dirigida por el belicoso arzobispo de Toledo, Don Martín López de Pisuerga, penetró en la taifa de Jaén y Córdoba, y saqueó las cercanías de la capital almohade (Sevilla) en la Península. Este desafío de la fuerza castellana enfureció sobremanera a Ya'qub, quien decidió mandar todas sus fuerzas disponibles para contener al monarca castellano.

El 1 de junio de 1195, desembarcó sus tropas en la linea de costa entre Alcazarsegur y Tarifa con su ejército Almohade.[1]​ El emir almohade llegó hasta Sevilla, donde logró reunir un impresionante ejército de 300.000 hombres, entre caballería y peones, formado por todo tipo de mercenarios, tropas regulares, etc. Alcanzó Córdoba el 30 de junio donde reforzó su ejército con tropas cristianas de Pedro Fernández de Castro, que quiso vengar el feudo fronterizo con Castilla que fue arrebatado a su padre, Fernán Rodriguez de Castro, siendo conquistado a manos de Alfonso VIII que fundaría Plasencia en el centro de ese feudo en el año 1185 y desde entonces estaba en contra del rey castellano.[2]​ El 4 de julio Abu Yusuf partió de Córdoba cruzando Despeñaperros y avanzando sobre la explanada de Salvatierra. Un destacamento de la Orden de Calatrava, junto algunos caballeros de fortalezas cercanas que intentaron dar con las fuerzas almohades, dieron con ellas pero tuvieron la mala fortuna de ser un ejército muy superior al destacamento y fueron casi exterminados por completo. Alfonso VIII se alarmó tras lo acontecido y se apresuró a reunir todas las tropas posibles en Toledo y a marchar hacia Alarcos. El monarca castellano consiguió atraerse la ayuda de los reyes de León,Navarra y Aragón puesto que el poderío almohade amenazaba a todos por igual. Esta ciudad fortaleza estaba aún en construcción y era el final de las posesiones de Castilla formando frontera con Al-Andalus. Era determinante impedir el acceso al fértil valle del Tajo, y por darse prisa en presentar batalla no esperó los refuerzos de Alfonso IX de León ni los de Sancho VII de Navarra que estaban de camino. El 16 de julio el gran ejército Almohade fue detectado y era tan numeroso que no llegaron a saber cuantos hombres formaban. Aún así e imprudentemente, Alfonso VIII decidió presentar batalla al día siguiente, tal vez por confiar en la fuerza de la caballería pesada castellana, en vez de retirarse a Talavera donde habían llegado las tropas leonesas y que les separaban tan solo unos pocos días de distancia. Abu Yusuf no aceptó dar batalla ese día (el día 18 de julio), prefiriendo esperar el resto de sus fuerzas. Al día siguiente, la madrugada del 19 de julio el ejército Almohade formó alrededor de la colina "La cabeza" y a dos tiros de flecha de Alarcos (como citan las fuentes árabes).

Desarrollo de la batalla

...Obscurecióse el día con la polvareda y vapor de los que peleaban que parecía noche: Las Cabilas de voluntarios Alárabes, Algazaces y ballesteros acudieron con admirable constancia, y rodearon con su muchedumbre a los Cristianos y los envolvieron por todas partes. Senanid con sus Andaluces, Zanetes, Musamudes, Gomares y otros se adelantó al collado donde estaba Alfonso, y allí venció, rompió y deshizo sus tropas infinitas, que eran más de trescientos mil entre caballería y peones.

Allí fue muy sangrienta la pelea para los Cristianos, y en ellos hicieron horrible matanza. Había entre ellos diez mil caballeros de los armados de hierro como los primeros que habían acometido, que la flor de la caballería de Alfonso, y habían hecho su azala Cristianesca y jurado por sus cruces que no huiría de la pelea hasta que no quedase hombre a vida, y Dios quiso cumplir y verificar su promesa en favor de los suyos. Cuando la batalla andaba muy recia y trabada contra los infieles [Cristianos], viéndose ya perdido comenzaron a huir y acogerse al collado en que estaba Alfonso para valerse de su amparo, y encontraron allí a los Muslimes que entraban rompiendo y destrozando, y daban cabo de ellos. Entonces volvieron brida y tornaron sobre sus pasos, y huyeron desordenadamente hacia sus tierras y donde podían.

Entraron por fuerza en la fortaleza los vencedores quemando sus puertas y matando á los que las defendían; apoderándose de cuanto allí había, y en campo de armas, riquezas, mantenimientos, provisiones, caballos y ganado, cautivaron muchas mujeres y niños, y mataron muchos enemigos que no se pudieron contar, pues su número cabal sólo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarca veinte mil cautivos, á los cuales dio libertad Amir Amuminin después de tenerlos en su poder, cosa que desagradó a los Almohades y a los otros Muslimes, y lo tuvieron todos por una de las extravagancias caballerescas de los Reyes.[3]

El combate se dispuso de manera regular: Los cristianos disponían de dos regimientos de caballería, en primera linea estaba la caballería pesada al mando de Don Diego López de Haro y sus tropas, seguida después de la segunda línea donde se encontraba el propio Alfonso VIII con sus caballeros.

Por parte de las tropas almohades, en vanguardia se encontraban la milicia de voluntarios, Alárabes, Algazaces y ballesteros, que eran unidades básicas y muy maniobrables. Inmediatamente tras ellos se hallaba Abu Yahya ibn Abi Hafs (Abu Yahya) y los Henteta, la tropa de élite almohade. En los flancos, su caballería ligera equipada con arco y en la retaguardia el propio Al-Mansur con su guardia personal.

Ya'qub siguió los consejos del qā'id andalusí Abū 'abd Allāh b. Sanadí y desdobló su numeroso ejército, dejando que el ğund andaluz y los cuerpos de volutarios del ğihād sufrieran el embiste del ejército cristiano y que más adelante, aprovechando la superioridad aplastante del ejército almohade, el agotamiento y bochorno (debido al calor que dificultaba aún más la lucha bajo las armaduras) del ejército cristiano, atacaría con las tropas de refresco que mantenía en reserva, la guardia negra y los almohades.[4]

La carga cristiana no se hizo esperar, pero ésta fue rechazada, retrocedieron y volvieron a cargar para volver a ser rechazados, a la tercera carga lograron romper la formación del centro de la vanguardia almohade y causaron numerosas bajas entre los voluntarios, zenetas y la élite Henteta donde estaba Abu Yahya que cayó en combate, aunque Abu Yahya muere, el ejército almohade no vacila y prosigue con el ataque. Aún tras recibir numerosas bajas, no tardaron los musulmanes en reagruparse cerrando la salida a la caballería cristiana. Haciendo uso de su caballería ligera, rebasó a las tropas cristianas por los flancos y las atacó por la retaguardia haciendo uso de arcos y con maniobras de desgaste, con lo que el cerco se había cerrado. Sin embargo los caballeros castellanos no estaban preparados para aquella nueva táctica, no les quedó otra opción que huir y resultaron estrepitosamente derrotados. Diego López de Haro es cercado en las murallas con 5000 hombres, que acaban por rendirse. Será liberado a cambio de algunos rehenes, no así el resto de la guarnición del castillo que serían saqueados y casi todos exterminados.

Consecuencias de la batalla

Como consecuencia, los almohades se adueñaron de las tierras entonces controladas por la Orden de Calatrava y llegaron hasta las proximidades de Toledo, donde se refugiaron los combatientes cristianos que habían sobrevivido a la batalla. Desestabilizó al Reino de Castilla durante años. Todas las fortalezas cercanas fueron abandonadas: Malagón, Benavente, Calatrava, Caracuel y Torre de Guadalferza y el camino hacia Toledo quedó despejado. Afortunadamente para Castilla Abu Yusuf volvió hacia Sevilla para restablecer sus numerosas bajas y tomó el título de al-Mansur Billah (el victorioso por Alá).

En los dos años siguientes a la batalla las tropas de al-Mansur devastaron Extremadura, el valle del Tajo, La Mancha y toda el área cercana a Toledo, marcharon contra Montánchez, Trujillo, Plasencia, Talavera, Escalona y Maqueda, pero fueron rechazadas por el renegado Pedro Fernández de Castro. Estas expediciones no aportaron más terreno para el Califato. Aunque su diplomacia obtuvo una alianza con el rey Alfonso IX de León (que estaba enfurecido con el rey castellano por no haberle esperado antes de la batalla de Alarcos) y la neutralidad de Navarra, ambos pactos temporales. Abu Yusuf abondonó sus asuntos en Al-Andalus volviendo enfermo al norte de África, donde acabaría muriendo.

Sin embargo, las consecuencias de la batalla demostraron ser poco duraderas cuando el nuevo Califa Muhammed al-Nasir intentó frenar el nuevo avance hispánico sobre Al-Andalus, se decidió todo en la batalla de las Navas de Tolosa que marcó un punto de inflexión en la Reconquista y el Imperio Almohade se derrumbó pocos años después.

El campo de batalla en la actualidad

En la actualidad se ha desenterrado el castillo y se está reconstruyendo la antigua población de Alarcos, de orígenes ibéricos, para construir un parque arqueológico.

Curiosidades

Según cuenta la leyenda y según se ha confirmado, los cristianos declararon la guerra a los musulmanes sin terminar de construir la muralla defensiva. Los musulmanes, conociendo este hecho, aprovecharon para derrotar a los cristianos.

Referencias

Notas

  1. Historia de España. Edad Media. Dir. Luis Suárez Fernández. Ed. Gredos. ISBN 84-249-3134-3
  2. Nueva Historia de España. La Historia en su lugar Vol.III Al-Ándalus y los reinos cristianos. s.VIII- XIII. Dir. Fernando García de Cortázar. Ed. Planeta. ISBN 84-08-46578-3
  3. De Historia de la Dominación de los Árabes en España, sacada de varios manuscritos y memorias Arábigas. Jesús García Villodre Libro Festero (2003)
  4. Historia de España, Vol. III. Al-Andalus: musulmanes y cristianos. (s.VIII - XIII) ISBN 84-320-8373-9

Bibliografía

  • Juan García, A., Caballero Klink, A., Y Fernández Rodriguez, M.: Alarcos medieval. La Batalla de Alarcos, Catálogo de la Exposición Alarcos 1195. J.C.C.M., Toledo, 1995, Págs. 41-60.

Véase también

Enlaces externos