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Calle de San Frutos

Calle de San Frutos
Tipo calle
Localización Segovia (España)
Coordenadas 40°57′00″N 4°07′29″O / 40.949874124776, -4.1247900132938
Nombrado por Frutos de Segovia

La calle de San Frutos[a]​ es una vía pública de la ciudad española de Segovia.[2]

Descripción

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La vía discurre desde la Plaza Mayor hasta la calle de Barrionuevo, donde conecta con la de Santa Ana.[3]​ Se conoció en otros tiempos como «calle del Toril», pero con el título actual honra a Frutos de Segovia, eremita y santo patrón de la ciudad.[1]​ Aparece descrita en Las calles de Segovia (1918) de Mariano Sáez y Romero con las siguientes palabras:[2]

San Frutos.—Se dirige esta vía desde la Plaza Mayor a la calle de Barrionuevo. Está dedicada al glorioso Patrón de Segovia. Fueron hermanos San Frutos, San Valentín y Santa Engracia, hijos de Lucio Decio Fructo, de principal familia toledana. Nació Frutos, como sus hermanos, en Segovia, el año 642, y ya de edad madura, renunció a los peligros y tentaciones del mundo, repartió sus riquezas entre los pobres y se retiró a un abrupto desierto en tierra de Sepúlveda, a la orilla derecha del Duratón, media legua más abajo del monasterio que entonces existía de Benitos de Nuestra Señora de la Hoz. Frutos y sus hermanos edificaron cada uno una ermita para vivir aisladamente y en santa contemplación. [...] Esta calle de San Frutos se llamó antes del Toril, por ser por donde entraban en la Plaza los toros que desde el Matadero se llevaban enmaronados a las capeas que se celebraban hace muchos años en la Plaza Mayor, en solemnidades y regocijos públicos. Se llama el sitio de esta calle, antes de entrar en la angostura de los ábsides de la Catedral y hermosa construcción de los ábsides y contrafuertes que no se admira debidamente, las bolas, por los remates de las balaustradas que cierran esta parte del templo. Era típico este sitio o ensanchamiento de la calle, en tiempos que ya sólo recuerdan los viejos segovianos, por la fábrica y puesto de buñuelos del popular «Cabecita», espacioso tenderete de calderas, hornillo, mesas y pronunciado olor a aceite frito que atraía a la buñolada, tropel animado de compradores, de muchachos y curiosos.
(Sáez y Romero, 1918, pp. 159-161)

Véase también

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Notas

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  1. Otrora conocida como «calle del Toril».[1]

Referencias

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  1. a b Sáez y Romero, 1918, p. 160.
  2. a b Sáez y Romero, 1918, pp. 159-161.
  3. Sáez y Romero, 1918, p. 159.

Bibliografía

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