Bergadís

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Bergadís (en griego moderno Μπεργαδής) es un poeta cretense griego del siglo XVI. Su poema Arókoros, publicado en 1509 (Venecia), es la primera obra impresa de la literatura griega moderna.[1]

En esta obra, de 558 versos rimados, describe la catábasis o descenso al Hades en sueños del autor, donde aprovecha para realizar una feroz sátira misógina y anticlerical. Al ser tragado por un dragón, descubre que su boca es la puerta de entrada al Hades. Allí se encuentra con los muertos, que siguen viviendo recordando su vida. La concepción de la muerte que aparece en este poema es similar a la que encontramos en Homero, pero perpetuada por la tradición popular (ya que probablemente Bergadis no había leído al antiguo poeta).

Vienes del mundo terrestre, de la tierra de los vivos: / dinos si el cielo permanece, si el universo sigue en pie. / Si el relámpago rasga la nube, si truena, si el cielo está nublado y si llueve.

Las sombras le preguntan si los mortales lloran a sus muertos. Este tema se desarrolla en un extenso diálogo. Hay viudas infieles a la memoria de sus difuntos, y también sacerdotes y frailes que sacan provecho de la situación de indefensión de aquellas. Se distingue entre dos clases de viudas: las malas,[2]​ que no respetan el voto de fidelidad que hicieron a sus maridos ni el tiempo de luto porque ya eran malas mujeres e infieles en vida de sus esposos, y las virtuosas, que guardan escrupulosamente la memoria de sus difuntos retirándose del mundo y dedicándose a la oración y a las labores humanitarias.[3]​ Se ataca la codicia de los monjes (captación de las herencias y fortunas de las jóvenes viudas aristócratas), y su apetito sexual por las mismas.

El poema muestra características tanto de la poesía griega antigua como de la moderna y cierta afinidad con la literatura italiana, en especial Boccaccio y el Inferno de Dante Alighieri.[4]

Este poema tuvo cierto éxito y alcanzó varias ediciones más hasta el siglo XVII. También fue objeto de una imitación por parte de Juan Pikatoros, en un poema titulado Lamento rimado sobre el amargo e insaciable Hades, donde relata su estancia en el Inframundo después de que él también fuera tragado por un dragón. Los infiernos que describe, aterradores, son, sin embargo, muy diferentes a los del Arókoros, y la calidad poética del poema es muy inferior.

Hay ediciones críticas de Alexíu (1963-64) y Vejleskov (2005), y el texto comentado de la edición de 1509 realizada por Panayiotakis (1991). El Arókoros fue puesto en música por el compositor contemporáneo Giorgos Kyriakakis. Manuel González Rincón tradujo la obra al español (1992) fundándose en la edición de Alexíu.

Referencias[editar]

  1. González Rincón, Manuel (2010). «La crítica sexual anticlerical en el Apókopos de Bergadís: la Sollicitatio durante la confesión1». Byzantion Nea Hellás, 29. Consultado el 14 de marzo de 2023. 
  2. Cf. M. González Rincón, op. cit., pp. 114-115 “En verdad, algunas de ellas mostraban haber enviudado / sentándose en la oscuridad, sin buscar varón; / y al poco tiempo salieron para vagar / y correr a las iglesias, a donar vuestros bienes. / Llevan velas y rosarios, y visten amplios abrigos / y se atreven a hacer responsos como sacerdotes. / Y desde las seis o las siete cada fiesta y festejo, / cuando cierran las iglesias y se marchan todos, / pasan por encima de vuestras tumbas y caminan sobre vosotros / para hablar en secreto y en voz baja con los sacerdotes, / para preguntar por los evangelios, a menudo para arrodillarse, / para sonreír con un ojo y guiñar con el otro. / Así, huyendo del mundo, odiando la compañía, / incluso viviendo en monasterios, son pilladas en la trampa. / Unas con el devocionario, otras con algo de comida, / otras con nocturna compañía son sorprendidas en sus camas”.
  3. Cf. M. González Rincón, op. cit., pp. 114-115: “Pero las que se duelen de corazón y en verdad enviudaron, / se sientan en la oscuridad y no buscan varón. / Rehúyen las iglesias, odian los conventos / y se encierran con cerrojo y sellan las ventanas. / Por sacerdote tienen su pensamiento, por confesor su mente, / y rehúyen las calumnias del mundo y su fardo. / ¿Sabéis cómo las aves de rapiña se arremolinan sobre su comida / y tras ellas su bandada, como una familia en la casa? / Así se arremolinan allí los sacerdotes sobre ellas / y, como por necesidad, convierten sus noches en días. / Luchan por conmoverlas, se esfuerzan en pervertirlas, / y escucha qué es lo que les dicen y lo que les enseñan: / «Señora, ¿de qué te sirve estar sentada en casa / y en la oscuridad, como una gallina en su nido? / ¡Señora, baja de las alturas, baja de tu pedestal / y ve a la iglesia, a oír la palabra de Dios! / Los bienes que posees, las riquezas que conservas, / deposítalas en las iglesias, para santificarte pronto. / ¡Que no te confunda ningún pariente, que no te engañe ningún amigo! / ¡Gloria a aquel que dona a la iglesia y puede dar al pobre! / Pero fallan como el pájaro al que llaman milano tonto, / que, cuando apunta a un ave, atrapa un ovillo de estopa. / En estos cansinos intentos malgastan sus fuerzas, / y los frailes, desceñidos y con zapatos de madera, las persiguen”.
  4. Cf. Elena Cappellaro, “Influences of Boccaccio on Apokopos de Bergadis (1370-1519)”, Synkrissi, 15, 2004.