El baluarte o bastión es un reducto fortificado que se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, situado generalmente en las esquinas de los muros de cortina, como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas.
Puede tener la forma pentagonal y, en este caso, se compone de dos caras, dos flancos y la línea de gola por la cual se entra a la obra. El diseño del bastión y el hecho de que sobresalga del cuerpo de la fortaleza permite cubrir los otros bastiones y los muros de cortina con fuego cruzado.
El bastión era utilizado como plataforma de artillería, lo que obligaba al asaltante a situar sus baterías de artillería más lejos de los muros, disminuyendo de esta manera su efectividad.
El bastión fue desarrollado a finales del siglo XV en Italia como parte de la llamada traza italiana y se expandió por toda Europa a principios del siglo XVI. Su adopción es consecuencia de la ineficiencia de las fortificaciones tradicionales (altas y delgadas murallas) ante el cañón.[1]
El que se construye en las extremidades de los polígonos de ochenta a cien toesas porque, además de ser susceptible de muchos retrincheramientos y alojar un crecido número de tropas, puede resistir por su solidez a los esfuerzos de las minas y los ataques más vigorosos.
El que se construye en anfiteatro, combinado con otros cuando el terreno lo permite.
Baluarte medio
El que tiene una cara y un flanco.
Baluarte romo
El construido en ángulo entrante.
Baluarte simple
Aquel cuyo terraplén con las mismas dimensiones que el de la cortina sigue rodeado por las caras y flancos, dejando por consecuencia un espacio vacío que se utiliza para construir algún edificio como un polvorín, por ejemplo.