Aristotelismo

Aristotelismo, peripatetismo y neoaristotelismo son denominaciones utilizadas en la historia de la filosofía^[1] para designar a distintos movimientos filosóficos donde los autores tienen como fundamento el pensamiento de Aristóteles, tanto en la Antigüedad (mientras continuó la escuela peripatética fundada por Aristóteles: el Liceo —opuesta a la Academia de Platón—) como durante la época medieval (averroísmo, tomismo, escolástica) y en las edades moderna y contemporánea (escuela de Salamanca, neotomismo o neoescolástica). La filosofía aristotélica se caracteriza generalmente por el énfasis en la lógica deductiva y un método inductivo analítico en el estudio de la filosofía natural y la metafísica. Abarca el tratamiento de las ciencias sociales bajo un sistema de derecho natural. Responde a las preguntas del porqué mediante un esquema de cuatro causas, incluyendo la teleología, y enfatizan la ética de las virtudes. Aristóteles y su escuela escribieron tratados sobre física, biología, metafísica, lógica, ética, estética, poesía, teatro, música, retórica, psicología, lingüística, economía, política y gobierno. Cualquier escuela de pensamiento que tome como punto de partida una de las posturas distintivas de Aristóteles puede considerarse «aristotélica» en el sentido más amplio. Esto significa que distintas teorías aristotélicas (por ejemplo, en ética o en ontología) pueden no tener mucho en común en cuanto a su contenido, más allá de su referencia compartida a Aristóteles.

En la época de Aristóteles, la filosofía incluía la filosofía natural, que precedió al advenimiento de la ciencia moderna durante la Revolución Científica. Las obras de Aristóteles fueron defendidas inicialmente por los miembros de la escuela peripatética y posteriormente por los neoplatónicos, quienes elaboraron numerosos comentarios sobre sus escritos. Durante la Alta Edad Media la civilización islámica conservó las obras de Aristóteles, mientras que la cristiandad latina desconocía buena parte de ellas, no así, la cristiandad griega. Durante la Edad de Oro del islam, Avicena y Averroes tradujeron las obras de Aristóteles al árabe y, bajo su influencia, junto con filósofos como Al-Kindi y Al-Farabi, el aristotelismo se convirtió en una parte fundamental de la filosofía islámica temprana.

Moisés Maimónides adoptó el aristotelismo de los eruditos islámicos y basó en él su Guía de los perplejos, que se convirtió en la base de la filosofía escolástica judía. En los siglos XI y XII, la coexistencia entre las tres religiones del libro (el papel de los judíos fue también significativo) que caracterizó a la España medieval, permitió el desarrollo de la Escuela de Traductores de Toledo, desde donde, entre otras, se tradujeron las obras de Aristóteles desde el árabe al latín. Aunque algunas obras lógicas de Aristóteles eran conocidas en Europa occidental, no fue sino hasta estas traducciones al latín y al auge de la escolástica que las obras de Aristóteles y sus comentaristas árabes se difundieron ampliamente. La recepción del pensamiento de Aristóteles fue convirtiéndolo en el centro del mundo filosófico de la Baja Edad Media. Gracias a la adaptación al pensamiento cristiano que realizaron San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, la nueva visión de Aristóteles se convirtió en parte integrante de la doctrina oficial de la Iglesia católica, como en buena medida lo sigue siendo en la actualidad.

Tras ser rechazada por críticas de manos de filósofos naturales modernos, la idea distintivamente aristotélica de la teleología se transmitió a través de Christian Wolff e Immanuel Kant a Hegel, quien la aplicó a la historia como totalidad. Sin embargo, este proyecto fue criticado por aristotelistas modernos alemanes, específicamente Friedrich Adolf Trendelenburg y Franz Brentano, por no ser aristotélico. No obstante, hoy en día se suele afirmar que la influencia de Hegel fue responsable de una importante influencia aristotélica en Marx.

Filosofía ética y «práctica» aristotélica reciente, como la de Hans-Georg Gadamer o John McDowell, a menudo se basa en el rechazo de la filosofía metafísica o teórica tradicional del aristotelismo. Desde esta perspectiva, la tradición republicana política de la época moderna temprana, que concibe la res publica, la esfera pública o el Estado como constituidos por la actividad virtuosa de sus ciudadanos, puede parecer completamente aristotélica.

Alasdair MacIntyre fue un destacado filósofo aristotélico moderno que contribuyó al resurgimiento de la ética de las virtudes en su obra Tras la virtud. MacIntyre revisa el aristotelismo argumentando que los bienes temporales supremos, inherentes al ser humano, se actualizan mediante la participación en prácticas sociales.

Averroes

Averroes (Ibn Rushd; 1126-1198) es uno de los filósofos aristotélicos islámicos más importantes.Para Averroes, Aristóteles era «la medida y el modelo ofrecidos por la naturaleza para mostrar la perfección suprema del hombre». Sostenía que la filosofía, específicamente la aristotélica, era y enseñaba la verdad, mientras que la revelación o religión revelada era una filosofía degradada para los simples. Averroes diseccionó las obras de Aristóteles, analizándolas y reconstruyéndolas con un agudo sentido académico y filosófico, y una increíble riqueza de información proveniente de filósofos griegos y árabes anteriores. Las doctrinas de Averroes sobre la mortalidad del alma individual, la eternidad del mundo y la existencia de una sola Mente para toda la raza humana, excluyendo las mentes individuales, fueron doctrinas centrales basadas en cierto sentido en el pensamiento de Aristóteles.^[2]

Santo Tomás de Aquino

Tomás de Aquino (1224-1275) es el auténtico introductor del pensamiento aristotélico en el seno de la Iglesia católica, junto a su maestro San Alberto Magno. Corregirá a Aristóteles su identificación entre esencia y existencia, y tras rechazar el argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury intentará demostrar la existencia de Dios con cinco argumentos conocidos como las cinco vías.