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Don Quijote (personaje)

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Alonso Quijano (sentado) junto a su escudero Sancho

Alonso Quijano era el auténtico nombre del hidalgo don Quijote, personaje ficticio principal en la novela Don Quijote de la Mancha. Su procedencia se desconoce. Familiarmente, en su aldea natal se le conocía por el nombre de Alonso Quijano, el Bueno.

El porqué del nombre

Miguel de Cervantes, el autor de la obra, lo presenta al comienzo del primer capítulo con la popular frase: «En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor».

Alonso Quijano «quiso ponerse nombre a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote. [...] Quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de su patria y llamarse "don Quijote de la Mancha", con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba».

Si en la cap. 49 de la primera parte, Don Quijote dice que desciende de "Gutierre Quijada", por línea recta de varón, cabe pensar que su nombre sería Alonso Quijada.

Gutierre Quijada, era señor de Villagarcía de Campos, (descendiente de una familia de caballeros) y bisabuelo de Luis Quijada, mayordomo del emperador Carlos V, el cual tuvo en su castillo a Jeromín, (Don Juán de Austria) hasta que el emperador le reconoció oficialmente y paso a la corte con su hermano Felipe II.

Descripción física

«[F]risaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro» (primera parte, capítulo i).

En el capítulo xv, segunda parte, será el bachiller Sansón Carrasco quien lo describa como «hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos. Campea debajo del nombre del Caballero de la Triste Figura y trae por escudero a un labrador llamado Sancho Panza; oprime el lomo y rige el freno de un famoso caballo llamado Rocinante, y, finalmente, tiene por señora de su voluntad a una tal Dulcinea del Toboso, llamada un tiempo Aldonza Lorenzo».

El apodo de Caballero de la Triste Figura se lo puso Sancho después de «mirarlo un rato a la luz de aquella hacha que lleva aquel malandante, y verdaderamente tiene vuestra merced la más mala figura, de poco acá, que jamás he visto; y débelo de haber causado, o ya el cansancio de este combate, o ya la falta de las muelas y dientes» (primera parte, capítulo xix).

Sobrenombres

Ya se ha indicado en el apartado anterior que, primeramente, Sancho Panza le puso el apodo de Caballero de la Triste Figura. Posteriormente, el propio don Quijote se hará llamar El Caballero de los Leones, tras su valerosa apariencia en la hazaña con los leones (segunda parte, capítulo xvii).

También llamado Alonso Quijano, el Bueno, por sus aventuras con gigantes y cuentos de doncellas.

Personalidad

Don Quijote ha sido objeto de distintas interpretaciones desde su creación. Parte de la genialidad de este personaje radica en su capacidad de suscitar distintas visiones, para autodescribirse.

Su perfil psíquico, más que el de un loco, es el de un visionario que, pese a sus alucinaciones, tiene momentos de lucidez mental en los que dice cosas muy sensatas. En el fondo, su relativa locura no es mucho mayor que la del resto de personajes que pasan por personas normales. Además, posee una gran imaginación, con la cual modificará la realidad a su antojo para poder realizar su sueño de ser un gran caballero andante.

Los personajes de la obra conllevan la unión de los contrarios, lo que los hace vacilar al fluctuar entre una característica de su personalidad y su opuesta. Esta oposición provoca una tensión dramática en sus conciencias. Dicho rasgo se manifiesta principalmente en el héroe, que es loco —en cuando a su falta de adecuación entre la realidad y la ficción caballeresca— y cuerdo, cuando no se trata de caballerías. Por otra parte, su misma locura lo lleva a desarrollar una grandeza idealista. Es, además, necio y, al mismo tiempo, sabio.

Alonso Quijano murió, pero don Quijote continúa vivo; ahora mismo está en algún lugar, disfrazado de hombre de nuestro siglo, confundiendo tal vez el reflejo de un tubo de neón con el plateado resplandor de un prodigioso cometa... Si le encontráis, por favor, no os burléis de él...
Cervantes en Yucatán[1]

Véase también

Referencias

  1. Ruz Menéndez, Rodolfo, Urzaiz Jiménez, Carlos; Bojórquez Urzaiz, Carlos (1992): Cervantes en Yucatán, Mérida, Yuc., Méx., ed. Universidad Autónoma de Yucatán. ISBN 968-6160-90-6

Bibliografía

Enlaces externos