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Teoría de la mente[editar]

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda La teoría de la mente es una expresión usada en filosofía, psicología y ciencias cognoscitivas y otras ciencias humanas para designar la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas (y a veces entidades). Aquí la palabra teoría tiene principalmente la acepción de 'conjetura', o mejor aún, facultad de advertir.

Así cuando un sujeto inteligente está dotado de teoría de la mente se entiende que tiene la capacidad de comprender y reflexionar respecto al estado mental de sí mismo y del prójimo que puede tener un sujeto; también incluye la teoría de la mente la capacidad de percibir y así poder llegar a reflexionar y comprender en relación a las sensaciones propias y del prójimo (en este caso principalmente por signos corporales que el otro da) logrando así el sujeto prever el propio y ajeno comportamiento. Tal capacidad de percepción comprende un conjunto de sensaciones, creencias, emociones, etc.

Uno de los principales estudiosos pioneros de la llamada teoría de la mente fue el antropólogo y psicólogo Gregory Bateson. Bateson observó primeramente un precedente de teoría de la mente en animales no humanos; por ejemplo, observó a perros jóvenes que "jugaban" a pelear y le llamó la atención cómo y mediante qué indicios o señales, estos animales detectaban si se trataba de la simulación lúdica de una lucha o de una lucha real. Bateson estableció una serie de criterios que los sistemas han de cumplir para que pueda existir la mente, y generar las propiedades emergentes de procesos que se relacionan con la mente: aprendizaje, memoria y toma de decisiones.

Desarrollo progresivo por edad[editar]

Alrededor de los 18 meses utilizan gestos proto- declarativos (acto comunicativo indirecto), a los tres y cuatro años distinguen entre las propias creencias

y la de los demás (creencia falsa de primer orden) y presentan un juego simbólico. A partir de los seis y siete años se aprende a comprender progresivamente representaciones de orden superior como la ironía y la metáfora.

Como se menciono anteriormente, en el ser humano, la capacidad de cognición se adquiere normalmente entre los 3-4 años; aunque más que una adquisición se trata de la activación de una capacidad congénita, capacidad que se activa a partir de una estimulación eficaz procedente del otro, es decir, en los humanos la cognición deriva de la naturaleza y del ambiente, de los factores culturales que inciden en la naturaleza humana. Después de la infancia, el sujeto hace uso constantemente de "su" teoría de la mente (muchas veces cargada de prejuicios impuestos por el entorno), tal uso constante de la teoría de la mente es casi siempre efectuado sin tener plena consciencia de la misma, esto es: "intuitivamente".

Division[editar]

La teoría de la mente tiene una dimensión cognitiva, que abarca la capacidad de identificar los pensamientos de otras personas y de comprender que las creencias de estas pueden diferir de las propias. Se refiere particularmente al conocimiento que tenemos acerca de los pensamientos de los demás. También está compuesta por una dimensión afectiva que corresponde a la capacidad de comprender lo que el otro está sintiendo o cómo se sentiría frente a determinada situación. Es decir, podemos reconocer los estados emocionales de los demás.

Bases neurales[editar]

Diversos estudios científicos han demostrado la relación entre la teoría de la mente y los lóbulos frontales. En investigaciones con adolescentes se ha visto que al realizar tareas que implican esta función presentan una actividad cerebral más intensa en las regiones frontales en comparación a los adultos. Estas diferencias pueden deberse a que llevan adelante un mayor esfuerzo y son menos eficientes en acciones que implican inferir lo que el otro siente piensa o utilizan estrategias cognitivas diferentes a las utilizadas por los adolescentes.

En adición, la teoría de la mente es un componente central del funcionamiento social y la capacidad empática. Las áreas involucradas en tareas sociales tienden a repetirse incluyendo regiones orbitofrontales, medio frontales, medio parietales y partes del lóbulo temporal; así también de las estructuras subcorticales se destaca la amígdala.

En conclusión las áreas especialmente implicadas en lo que concierne a la teoría de la mente son especialmente la amígdala, la corteza cingular anterior, el surco temporal anterior, los polos temporales bilaterales y la corteza prefrontal ventromedial.

Patologías asociadas a daño en Teoría de la mente[editar]

Si la cognición no logra desarrollarse pueden producirse patologías, por ejemplo algunos hipotetizan que el autismo tiene un origen por falla de la cognición en el afectado. Cabe mencionar que la activación neuronal es normal en pacientes con autismo, a pesar del déficit que estos pacientes demuestran en tareas de falsa creencia.

También se ha observado que fallas en la teoría de la mente llevan a la Psicopatía, especialmente lesiones frontopolares ,dorsolaterales ,la corteza temporopolar derecha y la región que bordea el surco temporal superior.Lesiones del área preóptica del hipotálamo y del cerebro basal anterior pueden llevar a violaciones morales como por ejemplo ataques físicos y motivamos, inversión de la orientación sexual con hipersexualidad y pedofilia.

Tests[editar]

En este test se deja en evidencia que los pacientes presentan dificultades en no medir lo que dicen ofendiendo así a otra persona. Esto se debe a la dificultad de procesar contenido emocional. Pacientes con demencia fronto temporal también tienen problemas en esta tarea.

Patrones y relaciones[editar]

Humberto Maturana y Francisco Varela desarrollaron una teoría sistémica de cognición a partir del concepto de autopoiesis, como el patrón de organización común a todas las criaturas vivientes. El lenguaje de la naturaleza es un lenguaje de relaciones.[1]

Metacognición  [editar]

Artículo principal: Metacognición

La metacognición se presenta como el pensamiento estratégico para utilizar y regular la propia actividad de aprendizaje y habituarse a reflexionar sobre el propio conocimiento.[2]​ Es uno de los planteamientos de las teorías constructivistas del aprendizaje significativo, que responde a la necesidad de una transición desde un aprendiz pasivo dispuesto a aprender de forma adaptativa y reproductiva lo que se le pida hacia un aprendiz generador y constructivo, orientado a la búsqueda del significado de lo que hace.[3]​ El término metacognición se asocia más con John Flavell. Según Flavell, la metacognición consiste tanto en el conocimiento metacognitivo y experiencias metacognitivas o regulamiento. El conocimiento metacognitivo se refiere al conocimiento adquirido sobre los procesos cognitivos, el conocimiento que se puede utilizar para controlar los procesos cognitivos. Flavell divide aún más el conocimiento metacognitivo en tres categorías: el conocimiento de las variables de persona, las variables de la tarea y las variables de la estrategia.

El proceso de aprender a aprender, entendido como el uso flexible y autorregulado del conocimiento en la solución de problemas, potencia en los estudiantes la toma de decisiones en situaciones cambiantes y de incertidumbre, y re dimensiona el perfil de la enseñanza encaminada al logro de esta competencia.[4]​ La mediación didáctica implica en este sentido: a) plantear situaciones que generan en el estudiante contradicciones o afinidades entre sus conocimientos previos y la nueva información, es decir, un conflicto cognoscitivo; b) transformar este desequilibrio mental interno en una tensión fecunda de sinergias opuestas que motivan al estudiante a plantearse explicaciones más plausibles con libertad y autonomía; c) abrir espacios movilizadores en espiral de preguntas y redes de conceptos aplicables a la interpretación y evaluación de situaciones nuevas que consolidan en los estudiantes múltiples bifurcaciones cognoscitivas, afectivas, procedimentales y actitudinales.[5]

Metacognición en la era digital  [editar]

Los sistema escolares enfrentan las exigencias del mundo laboral que van más allá de las habilidades técnicas; las habilidades del siglo XXI son cognitivas de orden superior y exigen gestión del conocimiento, análisis, interacción e intercambio (OCDE, 2010) del pensamiento creativo, crítico, reflexivo y de colaboración (Levi & Murnane, 20333; Sunkel, Trucco y Espejo, 2014), retos que demandan una mirada más amplia y compleja del uso de las nuevas tecnologías en la educación.

Las habilidades cognitivas y metacognitivas merecen una atención especial en este proceso vertiginoso de integración de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Esta premisa no es nueva, ya que desde hace algunos años se ha advertido sobre la existencia de todo un campo de investigación acerca del impacto del uso de las TIC en los procesos cognitivos (Díaz-Barriga, 2006; Edel y Navarro, 2015).

Con el deslumbre del determinismo tecnológico que le otorga un poder en sí mismo al uso de la tecnología en el aula, se obvia el trabajo colaborativo de todo un equipo de profesionales que promueve y fundamenta el uso mediado de las TIC en los procesos de enseñanza, y que alcanza a potenciar un cambio en las prácticas de aprendizaje como espacios sincrónicos y asincrónicos de deconstrucción, construcción y difusión de conocimientos. esta premisa implica alentar una conciencia sobre lo que se aprende y cómo se aprende, no por estar al frente de un video o cualquier recurso multimedia, sino por asumir el papel de aprendiz como una persona pensante, interesado en regular lo aprendido como una forma de comprender, construir, aplicar y transformar.

Según Perez (2012) estimular la metacognición en la era digital supone un medio para promover la autonomía y la autoregulación de aprendizaje, además de una clara orientación hacia el aprendizaje personalizado, "pues el aprendizaje progresa cuando el aprendiz comprende el proceso de aprender y conoce lo que conoce, como lo conoce y lo que necesita conocer (...) en definitiva la metacognición supone un eje crítico de una enseñanza personalizada, que promueve el desarrollo singular de cada individuo (p. 2011).[6]

En su libro “Metacognición y lectura”, Juana Pinzás G. dice: “El tema de “aprender a aprender” es un ejemplo pertinente(…) Se puede decir que el interés por este tópico, surgido desde hace veinte años, responde a la creencia de que al preparar al alumno es necesario dotarlo de estrategias cognitivas para que, llegado el caso (como ciudadano independiente inserto en el mundo laboral y social), pueda enseñarse a sí mismo lo que no sabe o no aprendió o requiere saber y logre así mismo desarrollar los recursos (información, habilidades, estrategias, técnicas, etc.) que le permitan desempeñarse o reaccionar adecuadamente ante situaciones y problemas laborales u ocupacionales inesperados que quizás ahora nos parezcan posibilidades inverosímiles.”[7]

Referencias[editar]

Cerebro Adolscente de Teresa Torralva

Tratado de neuropsicologia

Paper mentalizacion y teoria de la mente

http://www.scielo.org.pe/pdf/rnp/v80n3/a06v80n3.pdfhttp://www.scielo.org.pe/pdf/rnp/v80n3/a06v80n3.pdf