Subjetividad

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En la teoría del conocimiento, la subjetividad es la propiedad de las percepciones, argumentos y lenguaje basados en el punto de vista del sujeto, y por tanto influidos por los intereses y deseos particulares del mismo. Su contrapunto es la objetividad, que los basa en un punto de vista intersubjetivo, no prejuiciado, verificable por diferentes sujetos.

Desde el punto de vista de la sociología la subjetividad se refiere al campo de acción y representación de los sujetos siempre condicionados a circunstancias históricas, políticas, culturales, etcetéra.

Subjetividad y filosofía

Subjetividad y experiencia

En filosofía, la subjetividad se refiere a las interpretaciones y a los valores[1]​ específicos que marcan cualquier aspecto de la experiencia. La experiencia de cada persona tiene aspectos cualitativos específicos, qualia, que sólo son accesibles a la conciencia de esa persona. Aunque ciertas partes de la experiencia son objetivas y accesibles a cualquiera, como la longitud de onda de una luz concreta, otras son sólo accesibles a la persona que las experimenta, como la cualidad misma del color.

La respuesta a esta cuestión define la especificidad del trabajo a realizar. La subjetividad se concibe como la capacidad de interacción, intencionalidad, negociación, pero también como capacidad para pensar. El Ser Humano elabora opiniones personales basándose en experiencias que en lo común expresan verdades subjetivas.

Desde otro punto de vista, también filosóficamente hablando, subjetividad es la transparencia del ser de los objetos, quedando solo un sujeto, el ser, uno mismo. Entiendo la experiencia como el cúmulo de hechos vividos que nos constituyen y acompañan durante toda la vida. Pueden ser placenteras o displacenteras. Hablamos de experiencias familiares, experiencias laborales, experiencias tempranas, experiencias sexuales,, experiencias espirituales, experiencias traumáticas, experiencias enriquecedoras, etc., hemos escuchado y vivido cada una de ellas, en ocasiones sin percatarnos del valor afectivo que tienen, y el significado trascendental que poseen a posteriori.

En cualquier caso el registro de la experiencia se realiza desde lo subjetivo, lo individual, lo propio, lo diferente del otro. Una misma experiencia vivida por personas diferentes adquiere valores únicos en cada uno. La carga emocional adjudicada es dada por quien lo vive y sólo comprendida por él.

Subjetividad institucional

En la modernidad el Estado producía una subjetividad unificada en la figura del ciudadano. Las instituciones disciplinarias generaban dispositivos que obligaban a los sujetos a ejecutar operaciones para permanecer en ellas. Es por eso que la subjetividad se instituye, deja marca, moldea, reproduciéndose, al mismo tiempo que se reproduce el dispositivo que instituye la subjetividad. Por ejemplo, el dispositivo escolar reproduce subjetividad pedagógica, el dispositivo familiar reproduce subjetividad parento-filial, etc.

Subjetividad situacional

En circunstancia de destitución de las instituciones, no hay dispositivos que marquen o moldeen la subjetividad. Entonces toda operación actual de constitución de la subjetividad no es institucional sino situacional. La subjetividad se construye plenamente en situación, puesto que son prácticas armadas en territorio y no en las instituciones disciplinarias, las que marcan fuertemente a los sujetos. Los referentes identificatorios y las reglas que rigen sus comportamientos están elaboradas a partir de las demandas en cada situación, las valoraciones o modalidades se configuran en relación con los otros.

Subjetividad, poder y ciencias en los sistemas de gobierno

Según Foucault, la entrada de los fenómenos propios de la vida de la especie humana en el orden del saber y del poder ha convertido la vida en algo visible y en posible campo de intervención para las técnicas políticas. “La vida emerge por primera vez como conjunto de fuerzas más o menos controlables y optimizables, para convertirse en un campo de posible intervención y control la visualización de la vida crea y hace posible el ejercicio de un poder sobre sí misma, que no sólo la controla, sino que se apropia enteramente de ella para producirla desde sus mecanismos” (Marina Garcés, 2005).

El entramado de poder, conocimiento y subjetividad toma formas y mecanismos diferentes en las sociedades disciplinarias y en las de control.

Sociedades disciplinarias

Se caracterizan por una lógica del poder basada en prácticas disciplinarias que se dirigen a la creación de subjetividades. En las sociedades disciplinarias el individuo pasa sucesivamente de un círculo cerrado a otro, de institución en institución (la escuela, el cuartel, la fábrica, el hospital, la cárcel, etc.), en estas instituciones se llevan a cabo acciones de moldeamiento y ductilización del cuerpo. Se inscriben en el sujeto una serie de hábitos y normas que perduran más allá de los muros de la institución.

La tecnología disciplinaria se dirige a “encauzar conductas”, corregir, reducir las desviaciones, es decir pretenden normalizar a todos los sujetos creando subjetividades funcionales para el sistema. Las prácticas disciplinarias funcionan por medio de una detallada estructuración del espacio y del tiempo de las relaciones entre los individuos, con ayuda de procedimientos de observación jerárquica y de juicio normalizador.

Se despliegan las siguientes operaciones:

  1. Distribuye individuos en el espacio a partir de la clausura. Localiza a cada individuo en un lugar. Se generan emplazamientos funcionales, cada espacio de la institución tiene su significado en un plan racional más general y exige conductas diferenciadas.
  2. Crea series. Los locos se agrupan por patologías, los convictos por delitos..., cada individuo se define por el grupo al que pertenece. El efecto de esta distribución consiste en ordenar multitudes. Para ello se usaran métodos como el examen, los test o la entrevista.
  3. Gestiona la actividad de los individuos pautando estrictamente el empleo del tiempo.
  4. Organiza globalmente la temporalidad. un tiempo común para todos.
  5. Cada individuo ha de ser consciente de que es una pieza de un engranaje mayor. El cuerpo del individuo es un elemento que se puede mover, colocar, articular, intercambiar, sacrificar si el proyecto general lo exige, etc. Se vuelve un átomo: observable y manejable.

“La disciplina supone una inspección jerárquica e implica el establecimiento de sanciones normalizadoras, se castiga lo que no se ajusta a regla, se busca corregir la desviación” (Domenech, M.; Tirado, F.J.; Traveset, S. y Vitores, A., 1999).

Sociedades de control

En la sociedades de control se instaura una nueva lógica basada en prácticas de control abierto y continuo, este no requiere visibilidad y trasciende las barreras físicas.

En estas sociedades, el poder toma formas más sutiles e internalizadas, que se valen de las aspiraciones y deseos, las identificaciones o la búsqueda de autorrealización. Los sujetos se perciben como participantes activos de sus vidas, persuadidos para entrar en una alianza entre objetivos y ambiciones personales y objetivos o actividades socialmente valorizados: consumo, rentabilidad, eficiencia y orden social. Es decir, promueve en las personas inquietudes, motivaciones y estilos de vida acordes con los de la sociedad.

Estas tecnologías de gobierno se despliegan no a través de la coerción sino a través de la persuasión inherente a sus verdades, de las ansiedades estimuladas por sus normas y de las atracciones ejercidas por las imágenes de vida y del yo que ofrecen. Las podemos llamar “Tácticas soft”: seducción frente a represión, creación de necesidades en lugar de inculcación de prescripciones, relaciones públicas frente a fuerza pública, publicidad frente a autoridad (Varela y Álvarez-Uría, 1989).

Las redes de poder se instalan en el terreno de lo privado y sobre él ejercen un control sutil mediante tácticas que no rompen el convencimiento de actuar libremente. De este modo, en estos sistemas de control la relación entre subjetividad y poder es más insidiosa, compleja y difícil de evidenciar ya que apelan precisamente a la autonomía y libertad de los sujetos.

Subjetividad Femenina

Los sujetos desde su nacimiento van construyendo su subjetividad por medio de la interacción con el exterior, así ellos aprenden a comportarse, a relacionarse, a pensar, a desarrollarse, todo esto atravesado por las premisas culturales. Las premisas culturales por ser parte de la reproducción social, van cambiando y transformándose en el proceso de interacción de una generación a otra. Estas premisas determinan el comportamiento de un individuo de una sociedad ya que son el resultado de las formas de pensar y percepción de la realidad.

En el trabajo de Marta Rivas sobre la subjetividad femenina, aborda la subjetividad desde el autor Michel Foucault donde nos habla acerca de dos supuestas formas de subjetividades:

“El sentido de la noción de subjetividad en este trabajo proviene de los desarrollos de Michel Foucault sobre la constitución de los sujetos (1978, 1986, 1988). Este autor supone dos formas de subjetividad: una que obliga al individuo a depender y ser controlado por discursos, prácticas, códigos y normas y otra que se refiere a los “procedimientos y técnicas” que uno se aplica a sí mismo para conocerse e identificarse y que le “permiten transformar su propio modo de ser” (1986:29-31). Cabe mencionar que Foucault refiere el conocimiento de sí como el proceso práctico de fijarse a una forma de ser a la que se debe responder.” (Marta G. Rivas, p.563,) De acuerdo con Marta Rivas, la subjetividad no es vista como el resultado fijo de procesos culturales y sociales en la persona individual, sino la relación existente entre un campo producente (Zemelman, 1997) de normas, códigos, modelos, prescripciones y prohibiciones sociales en las que se encuentran inscritas las personas y las modalidades como se ajustan, resisten o recrean individual o colectivamente frente a las atribuciones de significado ya sea para identificarse o deslindarse. Por otro lado Hugo Zemelman (1997) menciona que la subjetividad es un proceso producente en el que se ponen en relación recíproca las prácticas culturales y sociales de un momento histórico con las colectividades y las individualidades en su singularidad. Por lo que toca a este trabajo, la subjetividad pasa de ser un resultado propiamente individual a un proceso en el cual intervienen una serie de “prácticas discursivas concretas” (Weeks, 1993:283) que organizan la forma de hacerse y percibirse, en este caso, como mujeres de una sexualidad específica.” Ahora bien en palabras de Mabel Burin e Irene Meler la subjetividad de las mujeres se centraba únicamente en la reproducción, así poder auto confirmarse como sujetos, así pues con la maternidad creaban las bases de su posición como sujetos sociales y psíquicos. (Burin Mabel, 1998). En la “mujer de la Ilusión”, la autora Ana María Fernández habla sobre el papel de la mujer, ella explica que la subjetividad femenina se ve atravesada por 3 mitos los cuales son:

  • Mujer = a Madre.
  • Mito del amor romántico
  • Pasividad femenina
Sobre el primer punto, es necesario mencionar que la subjetividad femenina se fundamenta bajo la creencia de que tiene que ser madre para ser una mujer completa y con valor en la sociedad. La autora explica como la significación del cuerpo justifica la creencia de madre es equivalente a mujer completa:

“…Los cuerpos de ambos géneros no sólo sostienen la constitución de la diferencia sexual sino que también soportan-sostienen los mitos sociales de lo femenino y lo masculino; estos configuran desde la imaginarización de sus perspectivas anatómicas hasta las imágenes y prácticas de si desde donde juegan su “identidad” sexual. En lo que respecta a las mujeres, la jerarquización de su lugar maternal ha privilegiado su aspecto reproductor en detrimento de su erotismo…” (Fernández, 1993:249). Sobre el segundo punto es importante mencionar que es mediante el mito del amor romántico las mujeres se constituyen bajo la idea de ser tuteladas y protegidas por un hombre: “Esta subjetividad en clave sentimental... crea condiciones para un tipo particular de dependencia por la cual ella espera tal vez demasiadas cosas del amor de un hombre” (Fernández, 1993: 258).

Fernández explica que de la conyugalidad se deriva la pasividad femenina como una forma de control sobre la mujer y todo lo relacionado a ella: “La conyugalidad… ha sido secularmente la forma instituida del control de la sexualidad de las mujeres. No sólo como señalo Engels, para controlar su descendencia legitima, sino para producir su propia percepción de inferioridad (Fernández, 1993: 256)." Provocando la fragilizacion de la mujer que se vuelve posible debido a la introyección en las mujeres de la pasividad femenina y el mito del amor romántico, pues esta combinación articula la relación entre hombres y mujeres. Ideas como: “la mujer tiene que ser dependiente del hombre”, “la mujer solo sirve para ser ama de casa”, “pobrecita ya no pudo tener hijos”, “debes ser una buena madre”, entre muchas más forman parte de la vida cotidiana, pues estos mitos operan y estructuran nuestra subjetividad. Estos tres mitos se refieren a una mujer fragilizada que se priva de su propia sexualidad, ocultando sus deseos sexuales en la maternidad, y cubriendo esa dependencia al sexo masculino con el amor romántico.

Subjetividad y policontextualidad

Subjetividad entendida como policontextualidad, es un término que se debe a Gotthard Günther y su escuela de cibernética de segundo orden, fundamento de la lógica policontextual.

Véase también

Referencias

Bibliografía

  • Foucault, M. (1975): Vigilar y Castigar, Madrid, Siglo XXI, 1977.

Foucault, M. (2002) La hermenéutica del Sujeto. Buenos Aires, FCE, 2002.

Enlaces externos