Resiliencia (psicología)

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La resiliencia es la capacidad de los seres vivos sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos. Actualmente, la resiliencia se aborda desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología tradicional.

El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el término «entereza».[1]

Definiciones de resiliencia

La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos (Instituto Español de Resiliencia).

La resiliencia, es el convencimiento que tiene un individuo o equipo en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a pesar de que los resultados estén en contra, al final surge un comportamiento ejemplar a destacar en situaciones de incertidumbre con resultados altamente positivos.(E. Machacon 2011, «Aspectos vividos», nov.-dic. 2010)

Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés, como por ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.

Se habla de niños con una enorme capacidad de resiliencia al maltrato, en contraposición con aquellos que posteriormente presentan enormes problemas de adaptación a diversas actividades de su vida (escuela, establecimiento de relaciones sociales consistentes, entorno familiar, etc.), pudiendo manifestar retraimiento excesivo o una gran agresividad, que en cualquier caso les lleva a ser muy vulnerables ante los demás y a proyectar sus sentimientos de rabia contra objetos o personas.

Podría decirse que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia. Es la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso. El ser resiliente no es ser extraordinario: esta capacidad está en toda persona. La tarea es desarrollar esta capacidad con actitud y firmeza.

La resiliencia es un proceso dinámico, constructivo, de origen interactivo, sociocultural que conduce a la optimización de los recursos humanos y permite sobreponerse a las situaciones adversas. Se manifiesta en distintos niveles del desarrollo, biológico, neurofisiológico y endocrino en respuesta a los estímulos ambientales.
Kotliarenco, María Angélica y Cáceres, Irma. (2011)
La resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas.
E. Chávez y E. Yturralde (2006)
La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad.
Luthar (2000)
La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.
Vanistendael (1994)
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener una vida «sana» en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente social y cultural.
Rutter (1992)
Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva.
ICCB, Institute on Child Resilience and Family (1994)
Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y su relación con los resultados de la competencia. Puede ser producto de una conjunción entre los factores ambientales y el temperamento, y un tipo de habilidad cognitiva que tienen algunos niños aun cuando sean muy pequeños.
Osborn (1996)
Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformados por ellas.
Grotberg (1995)
La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, y construir sobre ellos.
Suárez Ojeda (1995)
La resiliencia es una respuesta global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por estos no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad, en cada situación específica y respetando las características personales.
Infante (1997)
La resiliencia es la capacidad que tiene un individuo de generar factores biológicos, psicológicos y sociales para resistir, adaptarse y fortalecerse, ante un medio de riesgo, generando éxito individual, social y moral.
Oscar Chapital C. (2011)
Resiliencia Social o grupal: es cuando un grupo, estructura social, institución o nación, forma estructuras de cohesión, de pertenencia, de identidad y de supervivencia como estructuras sociales complejas ilimitadas o no. Desarrolla formas de afrontamiento de eventos y situaciones, que pongan en riesgo al grupo y su identidad, formando lineamientos integradores que permiten la supervivencia, expansión e influencia del grupo.
Oscar Chapital C. (2013)

Las siete resiliencias

Wolin y Wolin (1992, en Puerta de Klinker, 2002) consideran que no existe la resiliencia como algo singular, sino resiliencias, en plural, hablan de 7 resiliencias las cuales evolucionan progresivamente a través de cada una de las etapas de desarrollo. Para explicar su teoría se apoyan de una figura que llaman “mandala de las resiliencias”. La imagen consiste en una sucesión de círculos que rodean un núcleo correspondiente al ser que se quiere asimilar. Contiene triángulos que tienen su vértice en el núcleo de los círculos ensanchándose hacia la parte externa con lo cual se quiere representar que la mente humana siempre actúa basándose en datos previamente almacenados y los relaciona entre si, de tal manera que, cuando actúa con su mente activada puede percibir información, detalles, sensaciones y sentimientos que de otra manera le serían imposible de conocer («Holística», 1999, citado en Puerta de Klinkert, 2002).

En el núcleo del mandala se encuentra el yo de cada persona, en el cual se concentra todo aquello que debe asimilar, sobre la cual debe tomar conciencia y aprovechar en beneficio de si misma y de los demás. Los círculos que rodean el núcleo son las etapas a través de las que evoluciona no solo la persona sino también su resiliencia. Los círculos concéntricos están divididos en triángulos que representan cada una de las manifestaciones de la resiliencia o resiliencias, cuyos vértices confluyen en el núcleo donde reside el yo dando a entender que es ahí donde tienen su origen. Los triángulos se ensanchan al exterior donde se encuentran las etapas de mayor evolución del ser humano, como expresando que la resiliencia se hace mucho más fuerte, estructurada y consistente a medida que avanza el pre.

Síntomas depresivos y resiliencia en adolescentes embarazadas

El embarazo en la adolescencia se considera como una complicación en el proceso de maduración orgánico y emocional de la joven, puesto que altera o interrumpe su educación formal, repercute negativamente en su salud (presente y futura), favorece la pobreza, crea problemas para el hijo y para futuros embarazos, entre otros resultados negativos. Un estudio conjunto de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (Ecuador) y la Universidad de Zaragoza (España) ha investigado las diferencias entre adolescentes y jóvenes adultas embarazadas.[2]​ Un 56 % de las embarazadas estudiadas tuvieron resultados sugestivos de depresión usando el instrumento CESD-10, aunque los resultados no fueron diferentes para los dos grupos etarios estudiados. Las embarazadas adolescentes tuvieron menor resiliencia y mayor tasa de valores por debajo de la mediana (P< 0.05). En el análisis de regresión logístico no se pudieron establecer factores de riesgo diferentes para el estado depresivo. Sin embargo, los niveles de resiliencia se asociaron con tener una pareja adolescente y tener un parto pretérmino.

Categorización

De este modo se categorizan los sujetos en no-resilientes y pro-resilientes, existiendo una graduación intermedia. Se observa que a mayor actividad cognitiva y a mayor capacidad intelectual aumenta la resiliencia, no sólo emocional, sino de las neuronas de los sujetos. Ciertamente que no es absoluta la relación «mayor nivel intelectual = mayor resiliencia», pero estadísticamente es muy frecuente. El sujeto con mayores conocimientos y mayor capacidad intelectual puede procesar y elaborar más eficazmente los traumas y los factores distresantes.

Ante situaciones de catástrofe (natural o provocada por el ser humano) se debe considerar la formación de las llamadas «comunidades resilientes» y para éstas un tratamiento específico. Teniendo en consideración que la resiliencia psíquica es el resultado de múltiples procesos que contrarrestan las situaciones nocivas, se trata de una dinámica en la cual se podrían señalar las siguientes etapas:

  • El equilibrio que enfrenta a la tensión
  • El compromiso y el desafío
  • La superación
  • La significación y valoración
  • La positividad de sí mismo
  • La responsabilización
  • La creatividad

Clínicamente se hace una diferenciación neurobiológica entre las personalidades no-resilientes y las pro-resilientes en situaciones de estrés postraumático. En los sujetos no-resilientes o poco resilientes se observan fenómenos llamados de alta call memory; tal call memory se define por la frecuencia e intensidad en que se reactiva en la memoria consciente el momento traumático o altamente distresor. Desde la perspectiva clínica, tales reminiscencias traumáticas se pueden presentar como flash-backs o como pensamientos intrusivos, siempre de modo compulsivo.

La investigación neurológica ha demostrado que tales evocaciones del trauma se generan con activaciones autónomas de diversas partes del cerebro, en especial las de la memoria y las de vigilancia, es decir, regiones del cerebro tales como los núcleos de la amígdala, el lugar azul o locus cerúleo, el hipocampo, y luego el neocórtex.

Las personas resilientes ha sido definidas con las siguientes características:[3]

  • Sentido de la autoestima fuerte y flexible
  • Independencia de pensamiento y de acción
  • Habilidad para dar y recibir en las relaciones con los demás
  • Alto grado de disciplina y de sentido de la responsabilidad
  • Reconocimiento y desarrollo de sus propias capacidades
  • Una mente abierta y receptiva a nuevas ideas
  • Una disposición para soñar
  • Gran variedad de intereses
  • Un refinado sentido del humor
  • La percepción de sus propios sentimientos y de los sentimientos de los demás
  • Capacidad para comunicar estos sentimientos y de manera adecuada
  • Una gran tolerancia al sufrimiento
  • Capacidad de concentración
  • Las experiencias personales son interpretadas con un sentido de esperanza
  • Capacidad de afrontamiento
  • Apoyo social
  • La existencia de un propósito significativo en la vida
  • La creencia de que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor
  • La creencia de que uno puede aprender con sus experiencias, sean éstas positivas o negativas

Neuroquímica

El distrés (sufrimiento psicológico) provoca en el sujeto modificaciones bioquímicas que son perceptibles en los análisis.

El cortisol está vinculado con un incremento de la vigilancia o el estado de alerta, así como de la atención focal. Por otra parte, el exceso de cortisol implica: déficits en el desarrollo, la reproducción y en respuestas inmunes adecuadas. En síntesis: el cortisol atenta contra la resiliencia.

En sujetos (cualquiera que sea su sexo) con distrés, la tasa de testosterona disminuye; tal disminución de la testosterona implica un menor grado de autoconfianza, disminución de la proactividad, reducción de la capacidad de atención, incremento de la depresión anímica, menor capacidad para efectuar pensamientos asertivos o creativos, o dificultad para buscar y encontrar soluciones o para ejercer el llamado pensamiento lateral.

Las observaciones indican que la tasa de cortisol aumenta en la medida en que se incrementa el estrés negativo (distrés), si bien tiende recuperar su nivel normal cuando cesa el distrés, pero tal homeostasis no ocurre con la testosterona. El distrés crónico produce un descenso de la tasa de testosterona y, una vez cesado el distrés, se mantiene baja la tasa sin una readaptación compensatoria. Esto explicaría (al menos parcialmente) lo observado en gente sometida a distrés intenso o crónico: poco pensamiento asertivo, poca creatividad, poca proactividad, frecuencia de ideas estereotipadas (repetición de esquemas), así como disfunciones sexuales.

La DHEA (dehidroepiandrosterona), sintetizada en el circuito suprarrenales-gónadas-cerebro, disminuye la actividad del colesterol previniendo infartos cardiacos y cerebrales. Es así que se la considera prosiliente al inhibir sobreexpresiones de glutamato y glucocorticoides que directa e indirectamente afectan negativamente la actividad cerebral.

La galanina, originada en los intestinos, se distribuye luego por las arterias y vasos sanguíneos y llega así al sistema nervioso central, disminuyendo el riesgo de isquemias, principalmente de aquellas que pueden afectar la región prefrontal del cerebro, así como el hipocampo, hipotálamo, amígdala y locus cerúleus. Por tal motivo, al proteger los tejidos cerebrales, se observa que la galanina favorece la resiliencia.

Véase también

Referencias

  1. Según el diccionario de la RAE, acepción 3.ª, «entereza» es ‘fortaleza, constancia y firmeza de ánimo’.
  2. Salazar-Pousada, D.; Arroyo, D.; Hidalgo, L.; Pérez-López, FR.; Chedraui, P. Depressive Symptoms and Resilience among Pregnant Adolescents: A Case-Control Study. Obstet Gynecol Int. 2010;2010:952493.
  3. Fernández-Abascal, Enrique G. (Coord.) (2009): «Emociones positivas». Pirámide, Madrid.

Bibliografía

  • Forés, Anna; y Grané, Jordi (2008): «La resiliencia. Crecer desde la adversidad». Barcelona: Plataforma Editorial.
  • Puerta de Klinkert, María Piedad (2002): «Resiliencia. La estimulación del niño para enfrentar desafíos». Buenos Aires-México: Lumen.
  • Vera Poseck, Beatriz (2004): «Resistir y rehacerse: Una reconceptualización de la experiencia traumática desde la psicología positiva», en Revista de Psicología Positiva, vol. 1.
  • Vera Poseck, Beatriz; Carbelo Baquero, Begoña; y Vecina Jiménez, María Luisa (2006): «La experiencia traumática desde la psicología positiva: resiliencia y crecimiento postraumático», en Papeles del Psicólogo, vol. 27, n.º 1, págs. 40-49.
  • Bernal, John D. (1994): «La ciencia en la historia». México: UNAM.
  • Díaz Ruiz, Ignacio (1982): «Cien personajes del mundo de las ciencias exactas». México: Promexa.
  • Chávez, E.; e Yturralde, E. (2006).
  • García Fount, J. (1980): «Historia de la ciencia, vol. II». España: Danae.
  • García Torres, R. (1988): «Michael Faraday». México: Limusa.
  • Greene, Jay (1981): «100 grandes científicos». México: Diana.
  • Jeans, James (1953): «Historia de la física». México: Fondo de Cultura Económica.
  • Jerez, Bruno (2009): «Celebración del 88.º aniversario de Edgar Morin». Homenaje Virtual —Comunidad de Pensamiento Complejo.
  • Oystein, Ore (1974): «Niels Henrik Abel: Mathematician Extraordinary». Estados Unidos: Chelsea Publishing Company.
  • Raymond, Pierre (1976): «La historia de la ciencia». España: Anagrama.
  • Vera, Francisco (1964): «Veinte matemáticos celebres». Argentina: Libros mirasol.

Enlaces externos

Videos ilustrativos del concepto de resiliencia