Ir al contenido

Parque Arrieta

Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 01:04 11 mar 2014 por 186.104.188.44 (discusión). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.

El Parque Arrieta, declarado Monumento Histórico Nacional, se encuentra en los faldeos cordilleranos de la comuna de Peñalolén, al final de la Avda. José Arrieta. Desde 1991 funciona en él la Universidad Internacional SEK Chile.

El parque fue parte de la Hacienda de Peñalolén y posee una vista privilegiada del valle de Santiago de Chile, una arquitectura única y jardines de abundante vegetación. Desde 1813, ha sido habitado y visitado por personajes renombrados de la historia nacional y escenario de acontecimientos culturales, sociales y políticos.

Mariano Egaña, uno de sus dueños, redactó la Constitución de 1833 en la casa del Parque y, algunos textos de historia, dicen que también firmó el documento en Peñalolén.

La Avda. José Arrieta finaliza en un portón de hierro y un muro de ladrillo decorado con cuatro musas de las artes. Una vez traspasado el portón, una escalinata de piedra custodiada por dos esculturas que representan a la Justicia y la República, da paso a una pileta de agua.

El Parque de gran vegetación está diseñado siguiendo el estilo de los parques ingleses del siglo XVI, con caminos curvos y lomajes arbolados que van revelando la serie de esculturas centenarias, traídas de Europa por los sucesivos dueños.

En el centro de sus bellos jardines se encuentra la gran casona de dos pisos, desde ésta y hacia la cordillera se encuentra otro jardín, que aprovecha la topografía del terreno, con una serie de terrazas donde corre el agua de las vertientes cordilleranas que terminan en una gran fuente. La construcción es resguardada por la figura de los dioses hermanos Apolo y Diana. En la parte superior de la estructura, dos figuras de león hacen de marco a la espectacular vista que se tiene del patio posterior de la casona.

Desde 1813 a 1870, la familia Egaña fue propietaria del Parque,la casona y la hacienda de Peñalolén; en 1870, toda la propiedad fue adquirida por el Cónsul General del Uruguay, José Arrieta. Durante un poco más de 100 años este fue unos de los centros culturales de Santiago. Durante el tiempo de los Egaña allí existía una de las bibliotecas más completas del país que luego fue donada a la Biblioteca Nacional. En tiempo de los Arrieta fueron famosas las tertulias culturales y musicales y los primeros conciertos de cámara de Chile se escucharon en la casona del Parque.

Enlaces externos

Articulo Emol Luz María de la Vega Paisajismo: Parque patrimonial

Una ruta botánica, en la que es posible distinguir, a través de carteles identificatorios, un centenar de especies, se inauguró en el Parque Arrieta, en Peñalolén. Este terreno privado, perteneciente a la Universidad Sek, abre sus puertas al público, previo permiso. Texto, Luz María de la Vega Prat / Fotografías, Homero Monsalves

Al final de la calle Arrieta, un grueso portón labrado en fierro invita a visitar, de lunes a domingo, el parque, declarado Monumento Nacional en 1991 y que hoy quiere convertirse en una especie de jardín botánico.

El lugar, actualmente sede principal de la Universidad Internacional SEK, fue casa de veraneo de Juan Egaña y su hijo Mariano, quienes la llamaron Quinta de las Delicias.

Con ellos empezó a forjarse el parque. Mariano fue diplomático chileno en Londres y su estada obviamente influyó en la realización del programa de este recinto, que tiene recorridos claramente basados en el romanticismo, el renacimiento y en las villas italianas. Entre 1824 y 1830 éste se concretó incluso con numerosas semillas que Mariano Egaña mandaba de sus viajes. Quizás por eso es tan rica y variada la vegetación del lugar. Hay una mezcla de especies exóticas y nativas poco frecuentes para la época, y el diseño llama poderosamente la atención, sobre todo porque en su trazado no hubo participación de paisajistas. En los recorridos había una serie de esculturas que desaparecieron, y que hoy profesores y alumnos del Master de Restauración Arquitectónica de la universidad, con fotografías en mano, están haciendo para armar la red que el tiempo borró.

En 1875 la propiedad fue comprada por el diplomático uruguayo José Arrieta, y en 1910 fue heredada por su hijo Luis Arrieta. Casa y jardines sufrieron modificaciones y mejoras. Los cambios siguieron con sus sucesivos dueños y ocupantes, desde el grupo Los Jaivas y Cáritas Chile, que ocuparon todo el lugar, hasta las monjas de Santa Clara, que sólo usaron un sector.

El Decreto 330, del año 1991, nombró tanto a "las Casas como al Parque de Peñalolén" Monumento Histórico Nacional. La declaratoria considera cinco hectáreas que se mantienen como un verdadero santuario y a las cuales, según Eva Flandes, directora de Extensión y Comunicaciones de la universidad, se pretende "devolverles su esplendor a corto plazo".

Para ello han contado con la asesoría de la botánica Virginia Mardones quien hizo la propuesta de manejo de las especies. Está basada en la poda y limpieza de 1.450 ejemplares, de cien especies distintas. De ellas ya están clasificados 880, tanto autóctonas como foráneas.

Un recorrido por el lugar permite apreciar códigos de trabajo para los jardineros, identificación de especies, determinación de cuáles impiden el crecimiento de otras, etc.

Las zonas del parque están claramente diferenciadas. La entrada, con escaleras y esculturas, es muy arquitecturizada, tal como lo fueron los parques del renacimiento italiano. Luego viene un sector más francés, que antes tuvo una laguna artificial y hoy tiene un estanque vacío, frente al emblema de la universidad. Se aprecian los boj introducidos por Egaña, que aquí no se podan, a diferencia de como él seguramente los admiró en Europa formando laberintos, gracias al arte topiario. El sector más inglés es sinuoso, con caminos rodeados de olmos, que en otoño mueven sus pequeñas hojas amarillas al ritmo del viento. Más allá existe un conjunto de peumos alemanes, cargados de frutitos rojos comestibles. Hay bosquetes de alcornoques mezclados con alisos y patas de vaca. En medio del césped una araucaria australiana, cerezos, manzanos y magnolios, y frente a la fachada de la casona principal ­que fuera de un piso en tiempos de los Egaña y luego de dos con los Arrieta­ se aprecia la belleza siempre presente de los jacarandás.

Cada paso por el jardín es casi una clase de botánica. Y también una de historia del paisajismo.