Micromachismo

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El micromachismo, terrorismo íntimo o violencia suave es una práctica de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana. Comprenden un amplio abanico de maniobras interpersonales y se señalan como la base y caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género o violencia machista: maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico.[1]

Origen del término

El término micromachismo fue acuñado en 1991 por el psicoterapeuta Luis Bonino Méndez, para dar nombre a prácticas que otras y otros especialistas llaman "pequeñas tiranías", "terrorismo íntimo" o "violencia blanda", menos populares que el primero.[2]

En el término, unió "micro", en referencia a lo capilar, lo casi imperceptible, lo que está en los limites de la evidencia; con el término "machismo", que designa la ideología de la dominación masculina y alude a los comportamientos de inferiorización hacia la mujer.[3]

El sociólogo francés Pierre Bourdieu habló de la violencia suave para referirse a los estereotipos surgidos tras las conquistas en derechos de las mujeres del siglo XX. Para él se trata de un "neomachismo", una redefinición de antiguos comportamientos androcéntricos, que en ciertos contextos del siglo XX en Occidente se consideran socialmente inaceptables, pero que los varones desean seguir practicando para afianzar o recuperar poder. Se trataría de una nueva forma de machismo más sutil, en una sociedad que lo tolera menos.[4]

La necesidad de términos como estos viene argumentada porque, aunque la violencia doméstica suele conceptualizarse desde una perspectiva de poder y control, se sigue prestando más atención a sus manifestaciones físicas que a las psicológicas, a pesar de que las segundas son las más características en estas relaciones. Esto responde en gran medida a las dificultades para operacionalizar estos comportamientos.[5]

Además, las reflexiones sobre violencia simbólica y abusos cotidianos buscan poner en debate aquellos elementos de la cultura que forman la base de la violencia contra las mujeres.[6]

Objetivos del micromachismo

En la pareja, se manifiestan como formas de presión de baja intensidad, con las que los varones intenta detentar el poder y conseguir beneficios, en todos o en algunos ámbitos de la relación:

  • Imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer
  • Reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se rebela
  • Resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer
  • Aprovecharse de dichos poderes
  • Aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer[7]

Tipología

Micromachismos coercitivos o directos

Son aquellos en los que el hombre usa la fuerza moral, psíquica, económica o de su carácter, para intentar doblegar a las mujeres y convencerlas de que no tienen razón.

Dentro de este tipo podemos mencionar:

  • Intimidación: Comportamiento atemorizante por el cual se perciben indicios de que si no se obedece, sucederá algún suceso perjudicial.
  • Toma o abandono repentino del mando: Consiste en anular o no tener en cuenta las opiniones de la otra persona, incluyendo tomar decisiones sin consultar.
  • Insistencia abusiva: Obtener lo que se desea por agotamiento de la otra persona, que finalmente acepta a cambio de paz.
  • Control del dinero: Maniobras para monopolizar el uso o decisiones sobre el dinero, limitando el acceso de la otra persona o argumentando un derecho superior al suyo sobre éste.
  • Uso expansivo y/o abusivo del espacio físico: Ocupar los espacios comunes impidiendo o dificultando que la otra persona los emplee.
  • No participación en lo doméstico. Se impone a la mujer la carga del cuidado de lo común: la vivienda y las personas dependientes. Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se puede cargar más de lo que soporta en su trabajo.[8]

Micromachismos encubiertos

Incluyen aquellos en los que se oculta el objetivo de dominio. Pueden resultar a la vez más sutiles y más efectivos que los anteriores.

Este tipo de actuaciones impiden el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola en la dirección elegida por el hombre y aprovechan su dependencia afectiva y confianza, provocando en ella sentimientos de desvalimiento, confusión, culpa y dudas que favorecen el descenso de la autoestima.

Dentro de este tipo podemos mencionar entre otros:

  • Maniobras de explotación emocional: Generar en la otra persona dudas sobre sí misma, sentimientos negativos y dependencia usando dobles mensajes, insinuaciones, acusaciones veladas, chantaje emocional, etc.
  • Terrorismo: Comentarios de descalificación (de sospecha, agresivos) repentinos, sorpresivos que dejan indefensa a la otra persona por su carácter abrupto.
  • Paternalismo: Hacer sentir a la mujer como si fuera una niña que necesita cuidados.
  • Creación de falta de intimidad: No reconocer las necesidades de afecto de la pareja, la resistencia a hablar de sí mismo, invadir los espacios de intimidad de la otra persona, etc.
  • Colusión con terceros. El varón intenta establecer alianzas con las personas con los que la mujer tiene vínculos afectivos (parientes, amistades) a través del relato de historias sesgadas, secretos, etc., con el objetivo de desautorizarla y dejarla sola y a su merced.[9]
  • Maternalización de la mujer: Inducir a la mujer a dar prioridad al cuidado de otras personas (hijos/as, familiares) promoviendo que ella no tenga en cuenta su propio desarrollo personal o laboral.
  • Autoalabanzas y autoadjudicaciones. En estas maniobras, se desautoriza a la mujer a través de la hipervaloración que hace el varón de sus propias cualidades o aportes, así como autoadjudicándose espacios, objetos o tiempos que se niegan al mujer.
  • Autoindulgencia y autojustificación. El varón elude responsabilizarse por sus actitudes injustas, su desinterés en el cambio o el no tener en cuenta a la mujer apelando a diversas razones que, según él, son inmodificables: la inconsciencia ("No me di cuenta"), las dificultades de los varones ("Quiero cambiar, pero me cuesta, los hombres somos así"), la torpeza, la parálisis de la voluntad u otros defectos personales ("No pude controlarme", "es imposible para mí"), o el propio bienestar ("¿para qué quieres que cambie si así me siento bien?").[10]

Micromachismos de crisis

Suelen utilizarse para restablecer el reparto previo y mantener la desigualdad de poder en momentos tales como el aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida o por la pérdida de poder del hombre por razones físicas o laborales.

  • Pseudoapoyo en las tareas de la casa: Se anuncia el apoyo pero sin hacerlo efectivo. Se evita así mostrar una oposición frontal pero no se colabora en el reparto de la carga doméstica.
  • Desconexión y distanciamiento: Se utilizan formas de resistencia pasiva, incluyendo falta de apoyo o colaboración, no tomar la iniciativa y luego criticar, amenazar con abandonar o abandonar realmente la relación.
  • Hacer méritos: Maniobras consistentes en hacer regalos, prometer comportarse bien o hacer cambios superficiales, sobre todo frente a amenazas de separación, sin cuestionarse la situación de base o sus causas.
  • Dar lástima: Comportamientos autolesivos como accidentes, aumento de adicciones, enfermedades, amenazas de suicidio, que inducen a la otra persona a pensar que sin ella él podría terminar muy mal.

Referencias

  1. Luis Bonino Méndez (1998). «Micromachismos: la violencia invisible en la pareja». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  2. Sonia Herrera (10 de junio de 2013). «Micromachismos nuestros de cada día». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  3. Luis Bonino Méndez (1998). «Micromachismos: la violencia invisible en la pareja». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  4. Miguel Ángel Núñez. «Una suave violencia». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  5. Luciana Ramos Lira y María Teresa Saltijeral Méndez (2008). «¿Violencia episódica o terrorismo íntimo? Una propuesta exploratoria para clasificar la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  6. María Palma Manríquez (2010). «Violencia simbólica. Un acercamiento desde los micromachismos». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  7. Luis Bonino Méndez (1998). «Micromachismos: la violencia invisible en la pareja». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  8. María Carballal Sanchez (2009). «Los micromachismos cotidianos y sus efectos negativos». Consultado el 27 de noviembre de 2013. 
  9. Bograd, M (1991). Feminist approaches for men in family therapy. NY: Harrington Park Press. 
  10. Luis Bonino Méndez (1998). «Micromachismos: la violencia invisible en la pareja». Consultado el 27 de noviembre de 2013.