Manifiesto de Verona

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El Manifiesto de Verona fue la declaración del fascismo italiano que establecía los requisitos reglamentarios para la implementación de la socialización de la economía en la República Social Italiana. Su idea era profundizar el anticapitalismo y el autarquismo nacional del fascismo para "ir al pueblo" y construir una revolución social dentro del orden legal. Del 14 al 16 de noviembre de 1943, en Castelvecchio (Verona), se reúne la primera Asamblea Nacional del Partido Fascista Republicano que aprueba un “Manifiesto programático” desarrollado a lo largo de 18 puntos referentes a política exterior, interior y social.

El manifiesto fue preparado y dispuesto por Benito Mussolini para que figurara en el programa del Partido Fascista Republicano. Se redactó en gran medida por uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano (PCI) Nicola Bombacci, que extrajo ideas de las teorías del anarcocomunista Néstor Majno, de la Sociedad Fabiana, y del distributismo. Estrecho amigo del Duce, Nicola Bombacci colaboró en este proyecto de la política económica de la República Social Italiana, pero sin negar su ideal comunista.

Sobre la relación entre el programa revolucionario de Mussolini - plasmado de forma cumbre en Verona - y los programas revolucionarios de la extrema izquierda y el socialismo, él mismo declara:

Nuestros programas son definitivamente iguales a nuestras ideas revolucionarias y ellas pertenecen a lo que en régimen democrático se llama "izquierda"; nuestras instituciones son un resultado directo de nuestros programas y nuestro ideal es el Estado de Trabajo. En este caso no puede haber duda: nosotros somos la clase trabajadora en lucha por la vida y la muerte, contra el capitalismo. Somos los revolucionarios en busca de un nuevo orden. Si esto es así, invocar ayuda de la burguesía agitando el peligro rojo es un absurdo. El espantapájaros auténtico, el verdadero peligro, la amenaza contra la que se lucha sin parar, viene de la derecha. No nos interesa en nada tener a la burguesía capitalista como aliada contra la amenaza del peligro rojo, incluso en el mejor de los casos ésta sería una aliada infiel, que está tratando de hacer que nosotros sirvamos a sus fines, como lo ha hecho más de una vez con cierto éxito. Ahorraré palabras ya que es totalmente superfluo. De hecho, es perjudicial, porque nos hace confundir los tipos de auténticos revolucionarios de cualquier tonalidad, con el hombre de reacción que a veces utiliza nuestro mismo idioma.
Benito Mussolini, Milán, 22 de abril de 1945

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