Incidente de la bandera

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Se le conoce como el Incidente de la bandera al hecho que protagonizó el zapatista Antonio Díaz Soto y Gama, dado el carácter polémico de sus argumentos el cual casi le cuesta la vida al desafiar a las demás fuerzas revolucionarias durante su arribo a la Soberana Convención de Aguascalientes de 1914, ya que se opuso a firmar la bandera nacional como símbolo del pacto de todas la fuerzas y condenando a «ese trapo» aduciendo que esa era «la bandera de Iturbide».

Contexto

Los trabajos de la convención iniciaron a principios de octubre de 1914, sin embargo los zapatistas no habían asistido dada la lejanía del lugar de reuniones (ellos se encontraban combatiendo en el centro-sur del país y la convención se llevaba en el norte) por lo tanto los villistas y demás fuerzas menores del movimiento consideraron vital una invitación formal para que estuvieran presentes de las decisiones del país, así los trabajos se suspendieron hasta la llegada de la delegación zapatista a finales del mismo mes.

Contrario a lo que se cree Emiliano Zapata no asistió personalmente, en su lugar envió a una delegación de 26 personas entre las que se encontraban Paulino Martínez como presidente de la delegación y Antonio Díaz Soto y Gama como vicepresidente, Soto y Gama era ideólogo y uno de los principales pensadores del Ejército Libertador del Sur conocido por sus ideas radicales ampliamente ligado al magonismo, por lo que Zapata vio en él inteligencia y astucia para el debate, que la necesitaría a la hora de exponer e incorporar los puntos del Plan de Ayala en la Convención de Aguascalientes. Mientras que de actitud más mesurada, Martínez era un periodista de línea crítica, que golpeó severamente a Francisco I. Madero durante el mandato de éste, por lo que incluso algunos historiadores llegaron a afirmar que Francisco Villa, enojado por el hecho, mandó asesinar a Martínez en la Ciudad de México; sin embargo su asesinato nunca quedó del todo claro y se especuló que solo era para poner rencillas entre los dos líderes Zapata y Villa.

El incidente

El 27 de octubre de 1914 se dio la tan esperada llegada de la Delegación Zapatista, por tal motivo el teatro de la ciudad que servía de punto de reuniones los acogió con una ceremonia de bienvenida. Días antes Obregón y Carranza habían firmado sobre la bandera nacional al inicio de la convención como prueba para demostrar que ante todas las diferencias que pudieran existir estaba la patria, por ello se exigía a cada representante que quisiera participar que hiciese lo mismo.

Cuando le cedieron la palabra a Antonio Díaz Soto y Gama, tomó la tribuna, y tocó una de las fibras más sensibles de los mexicanos, su respeto a la bandera nacional: “Aquí venimos honradamente, pero creo que la palabra de honor vale más que la firma estampada en ese estandarte, ese estandarte que al fin de cuentas no es más que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide... Señores, jamás firmaré sobre esta bandera. Estamos aquí haciendo una gran revolución que va expresamente contra la mentira histórica, y hay que exponer la mentira histórica que está en esta bandera”.

En la crónica sobre la convención escrita por Vito Alessio Robles y titulada "La soberana Convención de Aguascalientes", éste narra que "Enardecido, Soto y Gama tomó la enseña tricolor y se dispuso a romperla frente a todos. El teatro Morelos, abarrotado, retumbaba. La respuesta fue unánime. Los revolucionarios desenfundaron sus armas y cortaron cartucho. La muerte parecía dispuesta a izar la enseña patria sobre el cadáver del zapatista".

Aquí es donde las versiones difieren alguna comentan que:

"Frente a cientos de pistolas y carabinas que le apuntaban, Soto y Gama apenas tuvo tiempo de reaccionar, y sus palabras, que habían comenzado en el rojo más profundo, pasaron al verde y terminaron en el blanco" y entonces recapacitó “Si bien es una bandera de la reacción, el pabellón se santificó con los triunfos de la República contra la intervención francesa”. Y ya sin dudas sobre la legitimidad de la bandera --y con su vida a salvo--, Soto y Gama también se inclinó, como el resto de los revolucionarios, ante sus tres colores para estampar su firma.

Mientras que otros historiadores afirman que Soto y Gama al mirar las armas que desenfudadas apuntaban directo a su persona se cruzó de brazos y simplemente comentó "Cuando ustedes terminen entonces continuaré".

Años después declararía sobre el incidente "Mi obsesión era destruir la oscura maniobra de los carrancistas. La idea básica era demostrar que en lugar de ser un honor a la bandera el firmarla con un compromiso que destruía la libertad de acción de los elementos villistas, era un ultraje visible, era un desacato el valerse de ella como de un vulgar trapo manchado de tinta para que sirviera de base a los carrancistas a fin de atar a su carro triunfal a los villistas y quizás a los zapatistas, si nosotros fuéramos tan inocentes como para caer en la misma trampa. Atormentado por esta idea, aparté de mí la bandera y dije "Yo no firmaré sobre ella".