Diferencia entre revisiones de «Cacho Fontana»

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Cacho Fontana ha sido distinguido con la mencion de VISITANTE ILUSTRE DE LA CIUDAD DE MAR DEL PLATA,EL DIA LUNES 1 DE FEBRERO DE 2010.LA OTORGO EL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE LA CIUDAD DE GRAL.PUEYRREDON.

CACHO FONTANA EN RADIO BRISAS DE MAR DEL PLATA:SABADOS Y DOMINGOS,DE 18 A 20 HORAS.


CON EL MEJOR EQUIPO QUE LO ACOMPAÑA...

Alejandro Villareal
Vanesa Pardo
Gabriel Galar
Alberto Martinez
Y la presencia especial de...
Beba Vignola

El 6 de julio se publicó en La Nacion una entrevista realizada por Alicia Petti en la que repasaba su carrera:

¿Qué marcó su vocación?

-Veo a un chico de pantalón corto, en compañía de sus padres, en los auditorios de las tres grandes cadenas radiofónicas: Splendid, Mundo y Belgrano. Ese chico no prestaba atención a la orquesta ni al director, pero sí a un hombre que en un costado del salón hablaba frente a un micrófono de una manera que él reconocía porque la había escuchado en la radio de su casa. Allí comenzó a interesarme esa labor. Ese fue el germen de mi vocación. Pasado un tiempo, yo trabajaba en las oficinas de una empresa comercial y un compañero mayor hacía presentaciones de orquestas en el Salón La Argentina. Lo acompañé varias veces, y un día que debió ausentarse le pedí reemplazarlo. Al dueño le gustó y a mí ni qué decir. En verdad me gustó ese ambiente de muchas mujeres, mucho percal, mucho satén, zapatitos de raso... (lo dice en tono entre nostálgico y pícaro) . Entonces don Pascual Pangatti me pagaba, por estar de 19 a 1 de la madrugada, diez pesos. °Qué más podía pedir! Presentaba a esos músicos que interpretaban la música de mi ciudad y eran tan creativos... Recuerdo que en esos días, en la oficina, una compañera me preguntó: "¿Con qué nombre vas a hacer esas presentaciones?" "Con el mío: Norberto Palese", le contesté. A los pocos días se apareció con un paquetito de cien tarjetas que decían Jorge Fontana y a partir de ese momento ése pasó a ser mi nombre artístico.

-¿ Y lo de Cacho cómo surge?

-Bueno, así me llamaba toda mi familia desde chico, pero tomó estado público cuando en "El relámpago", en un reportaje que Coronato Paz le hacía a mi madre, en el final ella le dijo: "Gracias por todo lo que hace por Cacho", y el público también le dio su aprobación a ese sobrenombre.

La era del "Fontana Show"

-Ese estilo y esa dicción que hicieron escuela, ¿cómo nacen?

-Creo que yo, como muchos otros, se los debemos a Antonio Carrizo, que le dio un valor determinado a la palabra que a mí me gustó, porque resultó transgresor para la historia y el tono mesurado que tenía por esos años Radio El Mundo. El libreto era sagrado: para dar el tono justo, el pie exacto y el énfasis adecuado, pero el secreto era "estar diciendo una palabra y leer la otra". Y en ese sentido el mejor tiempista y maestro fue y será Hugo Guerrero Marthineitz.

-¿Se pueden elegir los mejores recuerdos de cinco décadas de radio?

-No es tarea sencilla porque esos años abarcan mi tarea de locutor, conductor, productor y musicalizador. Siempre me cautivaron todas las labores relacionadas con la puesta en el aire. Constantemente afirmo que amo el trabajo y quiero a las mujeres, lo que implica una gran diferencia (tono enfático, bien Fontana, acompañado de risa franca) . Podría consignar mi trabajo de locutor con la imbatible dupla José María Muñoz-Enzo Ardigó, en Rivadavia. Recuerdo que en 1966 realizamos la trasmisión del Mundial en Londres. Yo le llevaba el bolso a Muñoz, con la tetera y otros elementos domésticos. Eran increíbles las mediciones de esa época porque indicaban que teníamos el 85 por ciento de la audiencia. Pero creo que el "Fontana Show" fue un programa diferente. Introdujimos dos fuertes presencias femeninas, Rina Morán y Beba Vignola, en una radio tan machista como Rivadavia, el humor como ingrediente esencial y columnistas como Domingo Di Núbila, Roberto De Marco, Faustino García y Magdalena Ruiz Guiñazú, recorriendo la ciudad en busca de las noticias. Me parece que el programa sorprendió por el equilibrio que tenía esa propuesta: humor, información, reportajes y entrevistas nacionales e internacionales y la generación de la noticia en el lugar de los hechos. Hasta ese momento el móvil estaba quieto. Era un camión o coche que se trasladaba hasta un estadio y permanecía estático. Hicimos un gran cambio con los módulos que referían la información desde distintos puntos de la ciudad. Logramos, a veinticuatro horas del atentado a "La Piedad", de Miguel Angel , en Roma, una cobertura fantástica.

Fontana fue un auténtico innovador: se instaló en la mañana con un formato nuevo en esa época (dejando de lado la noche, el viejo "prime-time" radial que se perdería con la TV); les dio protagonismo a las mujeres, impuso el humor (entre los libretistas que por allí desfilaron figuran Coronato Paz, Santa Cruz, Hugo Moser, Alberto Migré y, más adelante, Guinzburg, Abrevaya, Castelo y Cacho Vilar), y finalmente le dio el sentido que hoy tiene a la labor del movilero. Nunca trabajaron en ese ciclo menos de 40 personas y en los años 70 ascendieron a 73). Un visionario.

-¿Se pueden hacer comparaciones de esa época de oro con la actual?

-No me interesa puntualizarla. Si recibí un reconocimiento por lo que me corresponde en la historia de la radio, es de mis colegas y mis compañeros. La del público es otra historia. El público estuvo siempre, sé que formo parte de sus vidas. La radio de hoy expresa el vértigo, con personalidades y estilos acordes con estos días, y es más competitiva. Internet es el más grande invento de los últimos tiempos. Hoy conectás Dakar con Avellaneda en segundos. Hace años nos regocijábamos por el descubrimiento de la vacuna de Albert Sabin, y hoy, ¿qué hacemos con Bill Gates? Esa es la gran revolución de la radio. Me gustan Ari Paluch, Néstor Ibarra, Alejandro Dolina, Víctor Hugo Morales, y me parece impresionante el humor de Rolo Villar. Ahora, en lo personal, me gustaría este año conducir el homenaje a Rina Morán y a Beba Vignola, porque se cumplen 30 años de la finalización del "Fontana Show".

-¿Es ponerlo en un aprieto elegir entre la radio y la TV?

-La radio es el medio que mejor permite ejercitar la imaginación. Tiene una instantaneidad contundente y una vigencia cada vez mayor. A mí me brindó amigos entrañables -uno incondicional, como Tito Lecture-, la posibilidad de recorrer el mundo, de estar presente en una creación de Troilo... No sé, todo fue una constante lección de vida. Y yo a la vida no la dejé pasar, la apreté con los dientes. Si me preguntaran la fórmula con la que encaré la profesión, diría que con intuición, constancia y responsabilidad, teniendo en cuenta que el leitmotiv de este trabajo es estar bien informado. Y la magia... es de la radio.
Un largo y angosto pasillo al que dan tres patios con dos habitaciones cada uno. En uno de ellos se agranda la familia: llega el único hijo varón de Nieves Filgueiras, hija de españoles nacida en Avellaneda, y de Antonio Palese, integrante de una familia italiana de Parque de los Patricios. Antonio, ferroviario; Nieves, obrera en Saint Hnos. (la legendaria Águila Saint)

Norberto Palese nació en la tarde del sábado 23 de abril de 1932.

Ese largo y angosto pasillo todavía existe en Vieytes 926, entre Olavarría y Lamadrid, pleno barrio de Barracas al sur.

El Colegio primario, hasta segundo grado, fue el Francisco P. Moreno, mixto y a dos cuadras y media del hogar. Luego fue el de varones Bernardo de Irigoyen, en Montes de Oca frente a plaza Colombia.

Con 14 años, Norberto comenzó a trabajar como auxiliar de archivo en una Empresa de Transportes. La oficina estaba dentro del Galpón 8 del Ferrocarril General Belgrano, en Vélez Sársfield y Suárez.
Papá Antonio era capataz de ese enorme espacio, atestado de mercaderías que se embarcaban en los vagones durante el día, partiendo cada noche hacia su destino.

Un año después pasó del Galpón 8 a la central de Venezuela y Chacabuco.
Mientras esto sucedía, la radio se iba convirtiendo en la atracción central para Norberto. La música, el humor... las “voces”. Esas voces que identificaban a cada emisora. Las grandes cadenas –El Mundo, Belgrano, Splendid– invitaban a los oyentes a presenciar los programas tanto del mediodía como de la noche.

Amplios estudios con atracciones en vivo eran la diversión del pibe aquel con presupuesto más que limitado. Y ver y escuchar a los locutores y animadores... las “voces”, era su mayor placer.

Para entonces la cita era en La Banderita, reducto clásico de Montes de Oca y Suárez. Llegan los bailes del primer Carnaval, donde el antifaz disimulaba al aprendiz que ajustaba tibiamente, por primera vez, la cintura de la piba aquella.

Una gran casualidad pone al futuro en una inesperada invitación. José Loguarro, que era el “artista” entre los compañeros de trabajo, presentaba orquestas en el Salón La Argentina, en Rodríguez Peña y Corrientes; era el que anunciaba desde el palco, micrófono en mano, a la orquesta que se presentaba y los temas que se escuchaban y bailaban. Y José lo invitó.

Los bailes de ese “Salón” no eran como aquellos del Carnaval. Eran otro tipo de mujeres y de hombres. El ambiente parecía salido de la letra de algún tango. La cita era solamente los domingos.

Al compañero, la empresa lo envía al Interior en una comisión especial. ¿A quién dejar para que lo reemplace los domingos en el Salón?, se pregunta José.

Y, entonces, el diálogo; audaz y atrevido, pero con lógica:

–José ¿a quién vas a dejar? –pregunta Norberto.

–No sé– dice José.

–¡¡Dejame a mí!! –pide el pibe.

–¿Y vos qué sabés?– pregunta José.

–¿Y vos qué sabías antes de comenzar? –se atreve a contestar el pibe.

Y así fue como subieron al palco, el pibe y su compañero-amigo. Se pararon frente al micrófono y “el nuevo” se animó.

Lo supieron en la empresa que hacía las contrataciones y, unas semanas después, una morocha llamada Zulema, cuyo papá tenía una imprenta, le entregó 50 tarjetas impresas que decían JORGE FONTANA.

Llegaron otros domingos y otras orquestas. Apareció Alfredo Gobbni y con él González Rivero, el “Riverito” de hoy.

Se estableció una relación. Riverito tenía una audición de tangos en Radio del Pueblo, y lo invitó para debutar como locutor comercial.

Con 15 años, acompañado por su padre Antonio, Norberto se entrevistó con el Director de la emisora, y completó una solicitud con una invitación: ser afiliado al partido peronista. Antonio, que seguía siendo capataz del galpón 8, en sus comienzos obreros había sido delegado gremial.

Y así, la ilusión de ser “la voz” fue tomando forma. La voz como trampolín hacia el futuro.

Ya vinculado al medio, le llega la noticia: el maestro Domingo Federico –autor de Yuyo Verde, Percal y tantos otros temas– actúa en el Tango Bar (uno de los grandes baluartes del tango) y su presentador, Jorge Hidalgo, se va a alejar. Fontana da una prueba y le asignan una suplencia de un par de semanas. Hidalgo lo apoya porque era actor y se le había presentado una oportunidad importante para él, de manera que dejaba los anuncios y seguía su otro camino. Jorge Hidalgo era el seudónimo del inolvidable Carlos Carella.

Tras el maestro Federico, siguieron Pedro Laurenz y Osmar Maderna, hasta que llega Héctor Varela, quien, desvinculado de Juan D’Arienzo, forma su orquesta con Laborde y Lezica.

Fontana debuta, entonces, en el Chantecler, donde está de domingos a viernes. Se trata de un espacio nocturno de baile y espectáculo que, junto al Tibidabo y al Marabú eran la cita obligada de la noche grande de Buenos Aires. Eran los “cabaret” por excelencia, donde la mujer era la protagonista y la atracción principal. Alternaban en las mesas acompañando a los señores. Charla; copas; baile. Y también eran posibles compañeras de la noche después de las cuatro de la mañana, hora de cierre de cada velada.

Fontana conoce en esas noches a Teresa. Y ella es conocida de Julio César Barton, quien era relator de las novelas de Radio El Mundo. Un maestro. Un tono de voz único. Una gran personalidad.

Teresa le acerca a Julio el deseo: tomarle tal vez una prueba... como locutor...

Barton lo cita en la Mesa de Entradas de la Radio, en Maipú 555. Fontana llega, da una prueba con el Jefe de Locutores, y le asignan un lugar en el plantel de suplentes, que ya tenía cuatro integrantes. Además de sus datos, le piden el teléfono, cosa lógica para cubrir urgencias o ausencias de locutores. Pero en el hogar de los Palese no había teléfono. El único teléfono era el de Teresa. Así es como esa noche deja su hogar y su nuevo domicilio pasa a ser en Pozos e Independencia. Corría el año 1950.

En 1952 llega la convocatoria al Servicio Militar, y la preocupación del Jefe de Radio El Mundo era si podría cumplir con su tarea dados los horarios que imponía el ejército. Entonces aparece el Sargento Ayudante Roberto Martínez, responsable de la Compañía de Abastecimiento del Regimiento de Patricios, con quien Fontana se afianza y le pide espacios dentro del orden.

Lo ubican en la Usina como encargado de la limpieza, tarea que cumplía durante las primeras horas de cada día.

Noche en el Chantecler, la mañana en el cuartel, la tarde en la Radio... y un mediodía, en el clásico programa “El Relámpago”, le tocó cubrir la ausencia de su animador, Jaime Font Saravia. El locutor de aquel programa era Carlos D’Agostino. Y ambos asumieron otras responsabilidades, por lo que la oportunidad para Fontana era total.

Ese espacio fue para el soldado, con uniforme y todo, con el pelo al ras como indicaba el reglamento, y con público en el Estudio.

Luego de un par de semanas a prueba, quedó ya como titular con esa primera y enorme posibilidad.

El autor de “El Relámpago” era Miguel Coronatto Paz. Mamá Nieves, invitada por el soldado, llegó a la radio y le agradeció al autor diciendo “gracias por la oportunidad para CACHO”. Y Coronatto lo incorporó al Fontana. Así nació “CACHO FONTANA”.

Era el inicio de la historia grande...

Aquel Sargento del Regimiento de Patricios que lo había ayudado con los horarios, acompañaba a Cacho en las noches con Sandrini; con Tita Merello; con Juan D’Arienzo; con Aníbal Troilo. Y todos le recomendaban que apoyara al pibe.

Tras cinco años de suplencias, en noviembre de 1955, a sus 23 años, lo nombraron en el plantel estable de Radio El Mundo, cubriendo como locutor la mañana, que era un horario casi marginal porque la audiencia buscaba atracciones, y todas aparecían a partir del mediodía.

Aun así, Fontana imaginaba un espectáculo de 10 a 11 de la mañana, de lunes a viernes.

Decidió entonces que, además de locutor, sería productor. Negoció con el Departamento Comercial de Radio El Mundo la compra de aquel horario que imaginaba, y asumió la responsabilidad artística y comercial del espacio. La propuesta era hacer un “show”: música, información, deportes, actualidad, humor, reportajes, horóscopos...

Dos locutoras-animadoras, hoy históricas, aceptaron compartir el proyecto: María Esther Vignola y Rina Morán. Los tres le imprimieron el ritmo y el tono que identificó a la nueva propuesta, además de la incorporación como guionistas de Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz, Carlos Arturo Orfeo, Hugo Moser y Alberto Migré, quienes brindaron su colaboración sin cargo alguno, sólo para poyar la idea y el esfuerzo de la producción. Estos autores tenían en la emisora programas de enorme repercusión, de lunes a viernes, y Cacho colaboraba también con ellos. Todo fue un apoyo mutuo más que solidario.

Así nacía el “Fontana Show”, y fue una verdadera aventura.
Ese nuevo esquema, ese “armado”, esa apertura de las mañanas, despertó el interés de los oyentes y tuvo respuesta también en otras emisoras, de franca competencia.

La oferta alcanzó niveles de audiencia inauditos y constituyó un formato que, aún con el paso de los años y a pesar de los giros de las épocas, quedó establecido como la fórmula de las mañanas.

El nombre de Cacho Fontana siguió afianzándose en los medios.

Mientras la radio se “adueñaba” de las mañanas, la televisión comenzaba a desplazar a la radio en el horario central de la noche.
En ese contexto, en 1956, a pocos meses de iniciado su programa radial, apareció una inesperada propuesta:

La Agencia Pueyrredón Propaganda, a través de su productor Jorge González, lo invitó a integrarse como locutor comercial en un ciclo de preguntas y respuestas que, a partir de abril de ese año, todos los lunes a las 21,30 horas, se emitiría por Canal 7 y por Radio Belgrano hacia todo el país. Sería en vivo, transmitido desde el Teatro Smart (hoy Multiteatro)

Esto provocaba un quiebre en la titularidad de Radio El Mundo, que exigía exclusividad.

Decidió renunciar y, con el primer smoking, debutó en la televisión argentina de reciente aparición, con el mítico programa “Odol Pregunta”.
Más tarde condujo en Canal 13 “La Campana de Cristal”, programa de gran impacto, que marcó otro hito en la televisión.

En 1961 realizó su primer viaje a Europa, invitado por Air France. Junto con Alfredo Capalbo, hicieron notas en París, Roma y Madrid.

En la capital de España se reunió con Carlos Acuña, un cantante argentino de enorme suceso en toda la península, quien había establecido una relación personal y afectiva en el ámbito de la intimidad de Juan Domingo Perón.

Carlos los acercó al tercer piso de la calle Arce 13, en la Plaza República Argentina, domicilio de Perón por aquellos años.
Fueron tiempos de vivir la historia más allá de matices políticos.

La manera de decir, el tono y la convicción que imprimía, hizo que el nombre de Cacho siguiera creciendo, al tiempo que era cada vez más solicitado por grandes Empresas para confiarle la locución de sus mensajes: Odol, Terrabussi, Piccardo, Peñaflor, Pirelli, Grafa, Tres Plumas, Yelmo, La Serenísima, son tan solo algunas de ellas.

En 1967 dejó Radio El Mundo (donde se había mantenido como locutor independiente y productor tras su renuncia como titular en 1956) y pasó a Radio Rivadavia, en la que ya había debutado en 1966, invitado por José María Muñoz para formar parte de un trío junto a Enzo Ardigó, en la transmisión del mundial de Londres de aquel año.

Cacho colaboró con Muñoz, durante ocho años, en todo lo relacionado con el Deporte de esa emisora líder: en sus transmisiones de fútbol nacional e internacional y las campañas de Racing y Estudiantes en Inglaterra por los títulos del mundo. En 1968, participó como locutor comercial, desde Tokio, en la inolvidable conquista del título mundial de Nicolino Locche. Y también en las peleas por el título de Carlos Monzón. Y en la pelea de Bonavena y Cassius Clay. Y en los sábados tradicionales del Luna Park.

En octubre de 1970 produjo, junto con Canal 13 y Radio Rivadavia, la transmisión en vivo y en directo de la entrega del Premio Nóbel al doctor Luis Federico Leloir. La ceremonia desde Estocolmo convocó a Emilio Stevanovich como conductor, con el apoyo de Horacio Solá y las presentaciones del mismo productor.
También se transmitieron los Festivales de San Remo y Eurovisión.

El “Fontana Show” en Rivadavia se convirtió en un programa de cuatro horas, de lunes a sábado, en vivo. Cada noticia; cada hecho de la actualidad; cada llegada de visitantes de cualquier disciplina (artistas, deportistas, políticos), se cubría en vivo.

Se incorporaron lo que se llamó “módulos”, que eran unidades de comunicación en automóviles para transmitir en vivo, en pleno recorrido por la ciudad. Este moderno equipamiento, que se conectaba al encendedor de los autos, reemplazó a los móviles anteriores y permitió que tanto taxis como autos particulares se convirtieran en módulos de transmisión, con una antena de techo y una “manopla” que actuaba como micrófono, con el clásico “adelante, cambio”.
El ingeniero Julio Cottini fue el responsable de esta avanzada tecnología para aquel momento. Y Enrique San Pedro era el responsable de la coordinación de esa flota de “movileros” tan singular .

En los Estudios estaban Oscar Márquez y Orlando Ferreiro, junto con Beba y Rina, y la participación en producción y espectáculos de Domingo D’inubila.
Y todo se desarrolló con el apoyo de un equipo técnico que respondía al Director de Deportes, José María Muñoz. Y en los deportes, la voz de Juan José Lujambio.

Dentro de la dinámica de la propuesta, el humor fue un condimento fundamental para ese formato, que la mañana todavía muestra a través de los años.

Fernando Salas formó el equipo de humoristas que nutrían los programas con un material de memorable repercusión.
Los nombres de quienes fueron responsables de ese segmento son Jorge Guinsburg, Carlos Abrevaya, Adolfo Castelo, Cacho Vilar, Jorge Marchetti y Jorge Garayoa. Todos prácticamente en el inicio de sus trayectorias.

En los comienzos de 1971, Fontana tuvo la idea de celebrar, por primera vez, el nacimiento de Carlos Gardel. Formó un equipo de producción encabezado por la viuda de Defino, que fuera su representante y amigo, y el periodista Luis Ángel Formento.

El proyecto fue tomando importancia y comenzó a manejarse en conjunto con Teleonce (actual Telefé). Fontana se reunió en París con un equipo de filmación y viajaron con destino a Toulouse. Esta sociedad permitió mostrar en imágenes toda la autenticidad que guarda la ciudad donde nació Charles Romuald Gardés: el hospital y su maternidad; su casa materna; la iglesia y su sacristía; la alcaldía... Y en sus libros históricos se pudo ver el registro del nacimiento como ciudadano francés.

Todo ese inédito material fue anticipado oralmente desde Radio Rivadavia, y el 10 de diciembre de 1971 fue puesto en el aire por la pantalla de Teleonce, en una edición extraordinaria que condujo Fontana desde la esquina de Corrientes y Esmeralda, instalado en el techo de un camión de exteriores del canal.

Años después, ese día, 10 de diciembre, fue declarado “El día del Tango”.

Así, sin distancias para la noticia, con la creatividad en un despliegue inédito, con el humor como condimento, el “Fontana Show” alcanzó un ritmo y un estilo que marcó un antes y un después en la radiofonía argentina, además de registrar los más altos niveles de audiencia.

En diciembre de 1973 comenzó un tiempo de cambios. Dejó Radio Rivadavia y también el programa de preguntas y respuestas. Viajó a España, contratado por la Cadena Ser, para poner en el aire un ciclo similar en las mañanas, desde Madrid a todo el país.

En los casi tres años de permanencia allí, asumió también dos proyectos más: una trasnoche orientada a los taxistas, y otro programa acompañando el regreso del fin de semana, los domingos a partir de las 17 horas.

Ya en 1977, un llamado desde Buenos Aires despertó su interés. Fue el de Jorge De Lorenzo, aquel Presidente del Jurado de Odol Pregunta, ahora devenido en productor, junto a Fernando Marín. Le propuso un programa de dos horas de lunes a viernes, de 23 a 1 de la madrugada, para Canal 13.

Fontana tuvo siempre cercanía con el equipo de Goar Mestre y, conversando sobre la idea periodística para ese programa, Jorge Vaillant, recordado integrante de aquel grupo, le mencionó la aparición de un equipo de video-casette con una pequeña cámara portátil, que era utilizado como apoyo de noticieros en los Estados Unidos. Se generó, así, la idea de importar ese equipamiento, convirtiendo a esa cámara, que pesaba menos de tres kilos y grababa simultáneamente imagen y sonido, en la atracción de un nuevo espacio semanal.

Con la producción de Fontana, que concretó la idea, y un plantel integrado por Magdalena Ruiz Guiñazú, Carlos Burone, Pepe Peña, Enrique Llamas de Madariaga, Liliana López Foressi, y otros destacados periodistas, nació “Video Show”. Comenzaba una aventura que cubrió Argentina, América y el mundo; y esa camarita fue “la máquina de mirar”, de la que se incorporaron cinco equipos en la cobertura total.

“Video Show” cambió las costumbres, pues logró niveles de audiencia históricos en ese horario, e inauguró un nuevo lenguaje en la Televisión Argentina.
En 1978 se incorpora la televisión color. Llega con el Mundial de Fútbol a Canal 7, el canal estatal, que por entonces pasó a ser ATC-Argentina Televisora Color.

Una empresa privada –Gran TV Color– tenía los derechos para transmitir todos los partidos por pantalla gigante de nueva generación, en el Luna Park y cinco salas cinematográficas del centro de Buenos Aires. Fontana fue productor y responsable de la comercialización de esos eventos durante el mes de junio de 1978.

En agosto de ese año hubo otro impacto en la nueva televisión color. El día 17, en homenaje al General San Martín, Fontana produjo la primera comunicación en vivo con todo el país simultáneamente, con un canal en cada provincia transmitiendo con sus propios medios, y sus conductores en diálogo con Cacho en Buenos Aires.

El país se vio y se escuchó en directo por primera vez en la televisión. Entre otros, Julio Lagos en Ushuaia y Magdalena Ruiz Guiñazú en las Cataratas del Iguazú; además de Antonio Carrizo al pie del monumento al General San Martín en Lima, capital del Perú.

En 1979 le llegó a la trayectoria de Fontana otra responsabilidad: la producción artística y comercial del Canal 11.
Se incorporaron Guillermo Vilas, Carlos Reutemann y César Luis Menotti, como colaboradores en sus respectivos deportes. Llegó al país por primera vez, para actuar en vivo, Liza Minelli. Y Ray Conniff. Y Atahualpa Yupanqui en concierto inolvidable. Y “Los Aventureros” Starsky & Hutch.

En 1982, frente al episodio Malvinas, Fontana interesó a Canal 7-ATC en la emisión de un programa de 24 horas para recaudar fondos. Se realizó el 8 de mayo y lo condujo junto con Pinky.

En 1983 Radio Argentina le propuso otro desafío. Una nueva licencia de explotación adjudicada por el Estado le otorgó al grupo Radio Familia la responsabilidad de la nueva emisora. Y Fontana asumió la conducción artística de la propuesta.

Convocó a un plantel para la mañana, con Ariel Delgado en la primera hora, y luego, de 8 a 12, un magazine con Raúl Portal, Macaya Márquez, Claudio María Domínguez, Liliana López Foressi, Carlos Molar, y el debut del “Chapucai” con su humor. Por aquel entonces, el “Chapucai” era el nombre artístico de Nito Artaza.

Al mediodía Fernando Bravo, a la tarde Hugo Guerrero Martineitz, y “un regreso con noticias” con el debut de Mariano Grondona en radio.

En marzo de 1984 se incorporó al plantel de Radio Nacional, asumiendo la conducción y producción del ciclo “Fontana Nacional”.

Un “colaborador espontáneo” de aquel ciclo fue Don Atahualpa Yupanqui, que, por ser vecino de la Emisora, se cruzaba a charlar desde el hotel donde vivía en la calle Maipú al 500. Y compartió sus vivencias, sus historias, su música, su humor... Generó, así, momentos absolutamente inolvidables para el conductor y para los oyentes.

En 1986, Fontana regresó a Radio Rivadavia con “Sexta Edición”, en el horario de 16,30 a 19,30, completando una cartelera con Héctor Larrea, Antonio Carrizo y José María Muñoz.

El horario se impuso. Cubría las expectativas de información –el eje principal era el Rotativo de Rivadavia, con diez puestos fijos­– unido al humor de Juan Verdaguer en vivo. Y también Horangel. El planeta entero por satélite y la conducción periodística de Daniel Mendoza, Roberto Maidana y Llamas de Madariaga.

A través de tantos años de labor, Fontana fue distinguido con numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan 14 Martín Fierro (más 1 a la trayectoria) otorgados por APTRA, y el primer premio Ondas de España.

Hasta aquí la síntesis de la biografía profesional de Cacho Fontana. Son nada más que trazos de una historia con ilusión, con ideas, y mucho trabajo.


Hoy, la familia de Cacho se compone de su hija Estela Nieves, nacida en 1955, y las gemelas Antonella Fontana y Lumila Fontana, nacidas en 1978. Por el momento su descendencia se completa con cuatro nietos: Georgina, Michela, Lucas y Joaquín.





Revisión del 14:22 1 feb 2010

Cacho Fontana

Cacho Fontana en 1982
Información personal
Nombre de nacimiento Norberto Palese
Apodo Cacho Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 23 de abril de 1932 (92 años)
Barrio de Barracas, Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
Fallecimiento 5 de julio de 2022 Ver y modificar los datos en Wikidata (90 años)
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Familia
Cónyuge Liliana Caldini (1970-1982) Ver y modificar los datos en Wikidata
Pareja Beba Bidart Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Presentador Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activo 1949-2022
Seudónimo Cacho Fontana Ver y modificar los datos en Wikidata
Sitio web
Distinciones

Norberto Palese (Jorge Cacho Fontana) (* 23 de abril de 1932) es un muy popular locutor de radio y de televisión y animador argentino.

Tiene tres hijas: Estela, Ludmila y Antonella. Estuvo casado durante doce años con la actriz Beba Bidart.

Participó de dos filmes, como intérprete:

  1. Pobre mariposa (1986)
  2. Expertos en pinchazos (1979)
Archivo:Genteylaactualidad7mayo1981.jpg
Cacho Fontana, junto a Pinky y Mirtha Legrand.















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