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Crisis cíclicas

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El concepto de crisis cíclicas es una interpretación, proveniente de las teorías de Karl Marx, de la sucesión de ciclos económicos en el capitalismo, sistema económico que, en la práctica, se caracteriza por sucesivas etapas de crecimiento o desarrollo económico y de crisis económica.

En promedio, cada ocho años y medio, la "economía del mercado" o capitalismo registra una crisis. La economía capitalista se desenvulve necesariamente en oscilaciones cíclicas que alternan la prosperidad, crisis, recesión y reactivación. Esto ocurre en todos los países en donde esta economía se ha desarrollado, pero no siempre ni necesariamente la crisis y las diferentes fases del ciclo económico ocurren simultáneamente en todos los país ni en todas las ramas de la economía.

Causas

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Según la teoría marxista de la crisis, a medida que crece la competencia entre los capitales, crece también el porcentaje de inversión en Capital Constante (parte de capital inicial destinada a la compra de medios de producción), lo que reduce el porcentaje de inversión en capital variable (parte del capital inicial destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo).

De esta manera, aumenta la composición orgánica del capital, aumento de la proporción del capital constante con respecto al Capital Variable, o la fuerza de trabajo, única mercancía productora de valor. Este fenómeno ocasiona la caída tendencial de la tasa de ganancia del capital en su conjunto. La tasa de ganancia es definida como la proporción entre la plusvalía y la suma del capital constante y el capital variable, lo que equivale a la rentabilidad de la inversión total. La caída de la tasa de ganancia ocurre por la superproducción de capital. Ante la baja de la rentabilidad se reducen las inversiones y por esta vía el empleo y el consumo de maquinarias, materias primas y artículos de subsistencia, multiplicándose el efecto depresivo y expandiéndose a otras ramas de la industria.[1]

La baja de la tasa de ganancia se contrarresta mediante la destrucción de capitales, bien sea física, por la guerra, o meramente económica, por la competencia. Las empresas se arruinan, aumenta el desempleo y la precarización del trabajo, desvalorizándose la fuerza de trabajo. La acumulación de capital resurge sólo para los competidores victoriosos (que han absorbido a las empresas quebradas o a su porción del mercado, fortaleciéndose la tendencia a la concentración y centralización del capital). El aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la inversión. La paralización de la economía prepara su reactivación posterior, de la misma forma que el crecimiento prepara la crisis, así se completa el ciclo

En este proceso básico de la recuperación se imponen simultáneamente el aumento de horas de trabajo de los obreros y la rebaja de salarios reales y prestaciones sociales, aprovechando el desempleo; la apropiación del aumento de la eficiencia del trabajo; el saqueo colonial de otros pueblos o de los campesinos, indígenas y artesanos; la guerra, las maniobras políticas, las conquistas y la inversión en países o zonas "atrasadas", donde la tasa de ganancia es más alta; el cobro de intereses a las empresas del Estado o a otros Estados, etc.[2]

Marx consideraba que también se contrarrestaba la tasa de ganancias abaratando el capital mediante el avance tecnológico. La tecnología es muy importante en el proceso de reactivación, pues la innovación permite la reducción del valor del capital y una mayor productividad, pero este método a la larga también termina en descenso de la cantidad proporcional de trabajo agregado y de la parte de capital invertida en salarios, restableciendo al cabo del tiempo la causa de la crisis, al utilizar menos trabajo vivo por peso invertido y volver a incorporar menos valor nuevo y obtener menos plusvalía con relación a los valores viejos, al capital constante o trabajo muerto, de manera que baja la tasa de ganancia y numerosos inventos y descubrimientos no se aplican a la industria por falta de rentabilidad, hasta cuando la crisis y la destrucción de capital, convierten en rentables las innovaciones.[3]

Marx llegó a la conclusión de que el enorme poder inherente al factory system y su dependencia de los mercados, necesariamente lleva a un incremento de la producción que los satura, disminuyendo los precios y produciendo la paralización de la producción; en una repetición de periodos de actividad moderada, prosperidad, superproducción, crisis y estancamiento. La última causa de las crisis, para Marx, siempre es la pobreza y el consumo restringido (subconsumo) de las masas.[4]

Las diferentes teorías sobre las causas, desarrollo, duración y repetición de tales crisis son numerosas, tanto dentro del pensamiento económico marxista como fuera de él (las distintas escuelas del liberalismo económico): ondas largas debatidas por León Trotski y Alexander Parvus, ciclos cortos de cinco a diez años propuestos por Clement Juglar y Joseph Kitchin, ciclos A y B de cuarenta a cincuenta años propuestos por Nikolái Kondrátiev y desarrollados por Ernest Mandel, fases ligadas a la evolución tecnológica según Joseph Alois Schumpeter, etc.[5]​ Mandel consideró la ley de la tendencia decreciente de la tasa media de ganancia no tanto "una explicación directa de las crisis de sobreproducción" sino "una revelación del mecanismo básico del ciclo industrial como tal".[6]

Tipos de crisis

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Karl Marx no dejó una teoría de las crisis cíclicas completada y plenamente elaborada.[7]Ernest Mandel diferencia tres tipos de crisis cíclicas elaboradas posteriormente a partir de los análisis de Marx:

Para Mandel ninguna de estas teorías son verdaderas por sí solas, sino más bien son interdependientes. Lenin afirmó:

El "poder de consumo de la sociedad" y la "relación proporcional de las diversas ramas de la producción" no son condiciones aisladas, independientes y desconectadas entre sí. Por el contrario, un cierto grado de consumo es uno de los elementos de proporcionalidad.[8]

Michael Heinrich cuestiona la identificación de las teorías de la crisis de Marx con la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.[15][16]​ En cambio, Heinrich sugiere que deberíamos seguir la dirección de los comentarios de Marx sobre el papel de la crisis en la mediación de las rupturas de las relaciones entre producción y consumo, y ampliar estos argumentos prestando una atención más cuidadosa a una teoría del dinero y el crédito. Además, Heinrich se muestra escéptico ante la sugerencia de que para Marx la crisis engendra necesariamente el colapso, argumentando que la teoría del colapso "históricamente siempre ha tenido una función excusatoria: independientemente de cuán malas fueran las derrotas contemporáneas, el fin del oponente era una certeza". Heinrich sostiene que tal teoría no se encuentra en Marx más allá de un posible rastro de una en los Grundrisse, una teoría que no se retoma en la obra posterior de Marx.[17]: 176–178 

Duración de los ciclos

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El ciclo aproximadamente de 8 a 22 se conoce como ciclo de Juglar, por el médico francés Clement Juglar que lo propuso. Posteriormente se ha comprobado que estos ciclos "medios" son fracciones de ciclos más largos, de 40 a 50 años, también conocidos como "ondas largas", que tienen una fase de expansión en que los auges son más fuertes y prolongados y una de descenso con crisis fuertes y depresiones prolongadas. Estos ciclos largos se denominan ciclos de Kondratieff, en memoria del economista ruso que los estudió.

Además pueden detectarse oscilaciones de cuarenta meses o ciclos cortos, a las que se denomian ciclo de Kitchin, por su descubridor. Joseph Schumpeter fue el expositor del modelo tricíclico y vio el motor de las oscilaciones económicas, en la innovación.

Algunas ramas de la economía registran oscilaciones por fuera de este modelo. En el caso de la industria de la construcción con ciclos de 15 a 20 años o el caso de la agricultura con ciclos de 9 a 11 años.

¿Crisis o ciclos? Teorías marxistas alternativas de las crisis

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En 1929, la Academia Comunista de Moscú publicó "El ciclo capitalista: un ensayo sobre la teoría marxista del ciclo", un informe de 1927 del teórico bolchevique Pavel Maksakovsky al seminario sobre la teoría de la reproducción en el Instituto de Profesores Rojos de la Academia Comunista. Este trabajo explica la conexión entre crisis y ciclos económicos regulares basados ​​en el desequilibrio dinámico cíclico de los esquemas de reproducción en el volumen 2 de El capital.. Este trabajo rechaza las diversas teorías elaboradas por académicos "marxistas". En particular, explica que el colapso de las ganancias después de un auge y una crisis no es el resultado de ninguna tendencia a largo plazo sino más bien un fenómeno cíclico. La recuperación después de una depresión se basa en la sustitución de técnicas que requieren mucha mano de obra y que se han vuelto antieconómicas debido a los bajos precios y márgenes de beneficio que siguieron a la crisis. Esta nueva inversión en tecnología menos intensiva en mano de obra quita participación de mercado a los competidores al producir a menor costo y al mismo tiempo reducir la tasa promedio de ganancia y, por lo tanto, explica el mecanismo real tanto para el crecimiento económico con tecnología mejorada como para una tendencia a largo plazo de la tasa de ganancia a caer.[18]

Hay una larga historia de interpretación de la teoría de las crisis, más como una teoría de los ciclos que de las crisis. Un ejemplo de 2013 de Peter D. Thomas y Geert Reuten, "La crisis y la tasa de beneficio en el laboratorio de Marx" sugiere de manera controvertida que incluso se puede afirmar que incluso el propio análisis crítico de Marx ha pasado de lo primero a lo segundo.[19]

Similitudes (y diferencias) en la obra de Mill & Marx

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Hay varios elementos en la presentación de Karl Marx que atestiguan su familiaridad con las formulaciones de John Stuart Mill, en particular el tratamiento que hace Mill de lo que Marx posteriormente llamaría tendencias contrarrestantes: destrucción del capital a través de revulsiones comerciales §5, mejoras en la producción §6, importación de artículos de primera necesidad e instrumentos baratos §7, y emigración de capitales §8.[20][21][22]

«En el sistema de Marx, como en el de Mill, la caída de la tasa de ganancia es una tendencia de largo plazo precisamente debido a las influencias contrarias que frustran y anulan los efectos de esta ley general, dejándole simplemente el carácter de una tendencia". Estas fuerzas contrarias son las siguientes:[23]

  1. Un aumento en la intensidad de la explotación (mediante la intensificación del trabajo o la extensión de la jornada laboral);
  2. Depresión de los salarios por debajo de su valor...;
  3. Abaratamiento de los elementos del capital constante (a través de una mayor productividad);
  4. Sobreproducción relativa (que mantiene a muchos trabajadores empleados en industrias relativamente atrasadas, como las de artículos de lujo, donde la composición orgánica del capital es baja);
  5. Comercio exterior (que ofrece productos más baratos y canales de inversión más rentables);
  6. El aumento del "capital social" (capital que devenga intereses, cuya baja tasa de rendimiento no se promedia con la de otros).

Nuevamente, al igual que Mill, Marx indica el despilfarro de capital posterior a la crisis que restablece la rentabilidad, pero esto no se menciona específicamente como una contratendencia hasta que se demuestre la naturaleza cíclica del sistema. Por otra parte, Mill no se refiere a la depresión de los salarios por debajo de su valor, a la sobrepoblación relativa o al aumento del "capital social". Pero en las contratendencias más importantes, es decir, los efectos del aumento de la productividad interna al abaratar las mercancías y del comercio exterior al proporcionar bienes más baratos y mayores ganancias, Marx y Mill están de acuerdo».[24]

Véase también

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Notas

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  1. Karl Marx, Capital, III, sección tercera, capítulo XIII.
  2. Karl Marx, Capital, III, sección tercera, capítulo XIV.
  3. Karl Marx, Capital, III, p.p. 235-236.
  4. La enorme capacidad de expansión del régimen fabril y su supeditación al mercado mundial imprimen forzosamente a la producción un ritmo fabril seguido de un abarrotamiento de los mercados que, al contraerse, producen un estado de paralización. La vida de la industria se convierte en una serie de períodos de animación media, de prosperidad, de superproducción, de crisis y de estancamiento. La inseguridad y la inconsistencia a que las máquinas someten al trabajo, y por tanto a la situación y la vida del obrero, adquieren un carácter de normalidad con estas alternativas periódicas del ciclo industrial. Descontadas las épocas de prosperidad, se desata entre los capitalistas una lucha encarnizada por el reparto individual del botín de los mercados. La parte correspondiente a cada capitalista se halla en razón directa a la baratura de sus productos. Y, aparte de la rivalidad que esto determina en cuanto al empleo de máquinas mejores que suplan la fuerza de trabajo y de nuevos métodos de producción, llega siempre un punto en que los fabricantes aspiran a abaratar las mercancías disminuyendo violentamente los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo.

    Como se ve, el aumento del censo de obreros fabriles está condicionado por el incremento proporcionalmente mucho más rápido del capital global invertido en las fábricas, y este proceso sólo se opera dentro de los períodos de calma y de flujo del ciclo industrial. Además, se ve siempre interrumpido por los progresos técnicos, que suplen virtualmente a los obreros o los eliminan de un modo efectivo. Estos cambios cualitativos que se producen en la industria mecanizada desalojan constantemente :de la fábrica a una parte de los obreros o cierran sus puertas a los nuevos reclutas, mientras que la simple expansión cualitativa de las fábricas absorbe, con los despedidos, a nuevos contingentes. De este modo, los obreros se ven constantemente repelidos y atraídos de nuevo a la fábrica, lanzados dentro y fuera de ella, con una serie constante de cambios en cuanto al sexo, edad y pericia de los obreros adquiridos.

    El Capital, vol. I, cp. XV.
    La razón última de toda verdadera crisis es siempre la pobreza y la capacidad restringida de consumo de las masas, con las que contrasta la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviesen más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad.
    El Capital, v. III, cp. XXX
  5. Marino Santacruz Medina Territorio y desarrollo: ¿amores renovados? (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., en Revista de economía & administración, marzo de 2006, pgs 119-121:
    La dinámica del capitalismo, sus fases de auge y sus crisis de acumulación han determinado los procesos de estructuración-reestructuración del territorio en cualquiera de sus escalas: local, regional, nacional o global. La globalización es un proceso relativamente nuevo, con aproximadamente cinco siglos de existencia, desde que el orden capitalista dominó al mercantilismo en la esfera económica y sobre el absolutismo guillotinado encontró su expresión política en la filosofía liberal y en el Estado nacional su expresión territorial.

    Diversas son las fases que el capitalismo, entendido como un orden social y económico, y su instrumento –el capital–, ha adoptado. Su fase mercantil preindustrial llega hasta el siglo XVIII y da paso a la época del capitalismo industrial determinado por las técnicas pero sobre todo por los procesos de trabajo de la primera revolución industrial. La ley marxista de la centralización y concentración del capital ayuda a entender su paso a la fase del capitalismo monopolista –segunda revolución industrial– hasta la fase del capitalismo global. El imperativo de la ganancia y de la acumulación –su leitmotiv– exige cada vez más mercados, tanto de materias primas como de productos manufacturados. Es así como se ha ido tejiendo este planeta, integrando los continentes, rotando sus coordenadas, estructurando los territorios y jerarquizando sus espacios.

    Marx, al desnudar el edificio capitalista visibilizando su lógica y sus contradicciones internas puso de presente que el capitalismo funcionaba en períodos de auge y receso. Paralelo a las discusiones entre Trotsky y Parvus sobre las ondas largas del capitalismo, a las tesis de los ciclos cortos, cinco a diez años de Jutglar [sic, error frecuente, por Clement Juglar] y Kitchin, fue un antiguo viceministro de alimentación de la época de Kerensky, Nicolás Kondratieff, quien acuñó el concepto de los ciclos que llevan su nombre, cuya duración oscila entre cuarenta y cincuenta años.

    Posteriormente el economista Ernest Mandel –dirigente del marxismo revolucionario– fue el continuador de este tipo de análisis donde por supuesto el comportamiento de la tasa de ganancia determina las fases de auge o de receso, que en términos de Kondratieff se denominan las fases A y B. En las primeras los niveles de inversión, empleo y la tasa de ganancia son altos, mientras que en la fase B o de receso se presenta el caso contrario.

    Desde la perspectiva de la ortodoxia económica, las tesis neoclásicas explican este proceso con base en la movilidad de los factores de producción a través del comercio internacional y la hipótesis de convergencia. En las primeras épocas, tanto la fuerza de trabajo –grandes migraciones a los Estados Unidos– como el capital en forma de mercancías circulaban libremente. Ahora existen restricciones para la movilidad de la fuerza de trabajo de la periferia mas no para las mercancías o los capitales.

    Por otra parte, por fuera del pensamiento marxista, fue Schumpeter quien hizo uno de los mayores aportes a la comprensión de los ciclos económicos al vincular las innovaciones tecnológicas y la capacidad empresarial como determinantes de las fases de auge y receso. A través de sus investigaciones puso de presente cómo estas fases duraban cerca de cincuenta años en los cuales las oleadas de innovaciones tecnológicas marcaban la fase de auge y su declive la fase contraria.

  6. Marx, 1992, p. 51.
  7. Marx, 1992, p. 38.
  8. a b Collected Works of V. I. Lenin. (1977) Vol. 4 - "A NOTE ON THE QUESTION OF THE MARKET THEORY" p. 58.
  9. a b c Marx, 1992, p. 44.
  10. Sweezy, Paul M. (1962). Principles Of Marxian Political Economy. p. 196. 
  11. David Harvey (2018). «Marx's Refusal of the Labor Theory of Value» (en inglés). 
  12. «Marx’s law of value: a debate between David Harvey and Michael Roberts». Michael Roberts Blog (en inglés). 2 de abril de 2018. Consultado el 23 de octubre de 2024. 
  13. a b Marx, 1992, pp. 42-43.
  14. Ver: El capital financiero
  15. Heinrich, Michael (1 de abril de 2013). «Crisis Theory, the Law of the Tendency of the Profit Rate to Fall, and Marx's Studies in the 1870s». Monthly Review 64 (11): 15. doi:10.14452/MR-064-11-2013-04_2. Consultado el 6 de marzo de 2023. 
  16. «Heinrich Answers Critics | MR Online». mronline.org (en inglés estadounidense). 1 de diciembre de 2013. Consultado el 12 de noviembre de 2024. 
  17. Heinrich, Michael (2012). An introduction to the three volumes of Karl Marx's Capital. Alexander Locascio. New York: Monthly Review Press. ISBN 978-1-58367-291-4. OCLC 812923956. 
  18. Maksakovsky, Pavel [2009] The Capitalist Cycle Haymarket
  19. Peter D. Thomas and Geert Reuten, "Crisis and the Rate of Profit in Marx's Laboratory" p311-328 in 'In Marx’s Laboratory. Critical Interpretations of the Grundrisse' Riccardo Bellofiore, Guido Starosta and Peter D. Thomas eds [2013]Brill, ([2014] Haymarket).
  20. John Stuart Mill [1965] Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Philosophy, University of Toronto Press
  21. Shoul, Bernice (1965) 'Similarities in the work of John Stuart Mill and Karl Marx', Science & Society, 29 (3), Summer, pp. 270-295.
  22. Joseph A. Schumpeter History of Economic Analysis Allen & Unwin 1954 p.652fn18
  23. Karl Marx, Capital, III p.272-82
  24. Wood, John Cunningham (1991). «Bernice Shoul [1965] 'Similarities in the Work of John Stuart Mill and Karl Marx'». John Stuart Mill: Critical Assessments (en inglés). Taylor & Francis. pp. 238-239. ISBN 978-0-415-06945-8. Consultado el 27 de septiembre de 2023. 

Bibliografía

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Enlaces externos

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