Capitulación de Ayacucho
La Capitulación de Ayacucho es el tratado firmado por el jefe de estado mayor José de Canterac y el general Antonio José de Sucre después de la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.
Las condiciones establecidas por el documento, tan cuestionadas luego por muchos patriotas fueron:
-La capitulación únicamente del ejército bajo su mando, la permanencia realista en el Callao y el nacimiento de Perú a la vida independiente, con una deuda económica a los países que contribuyeron militarmente a su independencia.
-La entrega de las plazas realistas a las autoridades peruanas.
-El reconocimiento peruano de la deuda que las guerras independentistas generaron en España.
-El estado peruano cubriría los gastos del retorno de los españoles.
A pesar del carácter definitivo de este documento, algunos oficiales españoles se negaron a reconocer su validez argumentando que no fue firmado por el virrey La Serna. El primero de ellos fue Olañeta, quien resistió en el Alto Perú hasta abril de 1825. El segundo fue el brigadier Rodil, acantonado en el Real Felipe, en el Callao, quien tardó en aceptar la imposibilidad de recibir ayuda exterior española y rehusó entregar la fortaleza, que debió ser sometida por Simon Bolívar en un sangriento sitio que acabó con la rendición realista el 23 de enero de 1826. A Rodil sólo lo acompañaban 400 de los más de 2.000 soldados que iniciaron con él la ocupación. El Perú había quedado libre de la dominación española.