Abuso sexual

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Dibujo de Martin Van Maële que sugiere la violación y asesinato de una mujer a manos de un indigente.

Abuso sexual es una expresión utilizada con diversos alcances, según los países, para referirse genéricamente al acto en perjuicio de la libertad sexual de otra persona. En sentido genérico el "abuso sexual" abarca desde el lenguaje abusivo cotidiano con contenido sexual y otras formas de trato y acoso ofensivas,[1]​ que en muchas ocasiones no son consideradas delitos, pero que pueden ser consideradas como faltas laborales o de convivencia, hasta los casos más graves tipificados como delitos sexuales. Se relaciona con la violencia de género, la violencia doméstica y el maltrato infantil. Una modalidad específica de abuso sexual, es el abuso sexual infantil, que tiene peculiaridades psicológicas debido a la extrema vulnerabilidad, impacto traumático y dificultades para la comunicación de los niños.

Actualmente existe la tendencia a eliminar las clasificaciones y denominaciones tradicionales de los delitos sexuales (violación, estupro, corrupción de menores), debido a sus implicancias morales, para utilizar un nuevo esquema clasificatorio, con nuevas denominaciones, como "abuso sexual", "ataque sexual", "agresión sexual", u otros equivalentes, que están siendo tipificadas con importantes variaciones según el país.[2][3]

Por regiones y países

Argentina

En Argentina el término se utiliza para denominar el delito de "abuso sexual", que abarca todos los actos de naturaleza sexual cometidos contra personas menores de trece años y contra las mayores de esa edad, cuando hubiera violencia, amenaza, intimidación debido a una relación de subordinación, o cuando se hubiera aprovechado de que la víctima no haya podido consentir libremente la acción (arts. 119-124 CP), contemplando diversas agravantes, entre ellas la penetración sexual no consentida (violación).

El abuso sexual es una agresión sexual violenta que atenta contra la libertad sexual de la persona y su derecho a elegir la actividad sexual que quiere realizar. Si es cometido contra un menor fecta además su desarrollo personal en su sexualidad. Para que se considere abuso sexual es necesario: 1) una conducta abusiva de contenido sexual; 2) contacto corporal directo entre el agresor y la víctima; 3) que este contacto físico afecte las  partes sexuales del cuerpo de la víctima; y 4) ausencia de consentimiento en  la  víctima respecto  del acto sexual en que se ve involucrada. La actividad sexual con un menor de 13 años es un abuso sexual, aunque el menor haya prestado su consentimiento.[1]

Existen casos de abuso sexual agravado, donde se aplica una pena mayor: cuando el sometimiento sexual fue gravemente ultrajante para la víctima, hubo acceso carnal, hay parentesco con la víctima, por el número de autores, por el medio empleado o por la edad y situación de la víctima, entre otros.

España

En España el término "abuso sexual" se usa para denominar los delitos sexuales en los que no hubo violencia, ni penetración no consentida (arts. 181-182 CP).[4]

México

En México, la reforma del Código Penal de 1991, introdujo el delito de "abuso sexual", sin subsumir en el mismo otros delitos sexuales, como la violación y el estupro. El delito de abuso sexual está tipificado en el artículo 260 y se configura al ejecutar un acto sexual sin el propósito de llegar a la cópula, sin consentimiento de la víctima.[5][6]

Artículo 260.- Al que sin el consentimiento de una persona y sin el propósito de llegar a la cópula, ejecute en ella un acto sexual o la obligue a ejecutarlo, se le impondrá pena de seis meses a cuatro años de prisión. Si se hiciere uso de la violencia física o moral, el mínimo y el máximo de la pena se aumentarán hasta en una mitad.[5]

Victimarios

La mayoría de los abusos sexuales son cometidos por hombres en perjuicio de mujeres, niñas y niños y personas LGBT. Sin perjuicio de ello cotidianamente, también existen casos de mujeres victimarias y hombres heterosexuales víctimas de los mismos.[7][8]

Signos de posible abuso sexual

Debido a las características privadas del abuso sexual y al fenómeno de la naturalización de este, la existencia presente o pasada de una situación de abuso sexual no siempre es evidente, incluso para la propia víctima, sobre todo cuando se trata de niños y niñas. Estadísticas oficiales de Uruguay dan cuenta de que el 62% de los niños abusados no se dieron cuenta de que estaban siendo víctimas de maltrato.[9]​ En muchos casos el abuso sexual es un componente de una situación de abuso más amplia, en el contexto de relaciones familiares o laborales, que puede incluir maltrato sistemático, violencia física y abuso emocional.[10][9]

Los signos de un posible abuso sexual no siguen un patrón uniforme y su análisis requiere de técnicas y procedimientos puntuales y la intervención de profesionales especializados. Las personas que sufren o han sufrido abuso sexual muestran una serie de signos que difieren según se trate de niñas, adolescentes o adultas, aunque en algunos casos coinciden.[11]

Algunos de los síntomas de un posible abuso sexual son los siguientes:[11]

  • Niños y niñas[11]
    • Pesadillas y problemas para dormir.
    • Distracciones frecuentes.
    • Cambio súbito de alimentación.
    • Dificultades al tragar.
    • Cambios de ánimo.
    • Interés en temas sexuales.
    • Miedos inusuales.
    • Dibujos, juegos o sueños atemorizantes o sexuales.
    • Mención de un amigo mayor.
    • Tiene dinero o regalos sin explicación.
    • Piensa que es desagradable.
    • Muestra un lenguaje o comportamientos sexuales de adulto.
  • Adolescentes[11]
    • Autolesiones
    • Mala higiene personal
    • Abuso de drogas y alcohol
    • Promiscuidad sexual
    • Huida del hogar
    • Depresión
    • Intentos de suicidio
    • Rechazo a la intimidad
    • Alimentación compulsiva
  • Adultos y adultas[11]
    • Episodios de miedo.
    • Sensación constante de inseguridad.
    • Recuerdos de significación desagradable.
    • Falta de concentración.
    • Sentimiento de culpa
    • Baja autoestima
    • Enojo
    • Depresión
    • Dificultades para mantener relaciones íntimas
    • Falta de interés en el sexo.

Efectos psicológicos

Sobre los efectos psicológicos y la evaluación del abuso sexual, los investigadores David Finkelhor, Lucy Berliner, y Daniel Schechter tienen trabajos relevantes.

Una revisión sistemática de 13 estudios clínicos, concluyó que el apoyo intensivo puede mejorar la vida cotidiana de las mujeres en refugios, para situaciones de abuso sexual y violencia doméstica a corto plazo, y pueden reducir el abuso físico uno o dos años después de la intervención.[12]

Abuso sexual infantil

[El abuso sexual infantil] se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales. [...] Supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo.[13]

En la mayoría de los casos constituye una experiencia traumática. La niña o niño lo vive como un atentado contra su integridad física y psicológica. Puede afectar a su desarrollo psicoemocional, así como su respuesta sexual en la vida adulta, por lo que se considera un tipo de maltrato infantil. Las respuestas psicoemocionales y secuelas en niñas y niños pueden ser similares a las que se observan en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc.[14]​ La mayoría de las víctimas requieren apoyo psicológico para evitar sufrir secuelas del abuso en su vida adulta.

La legislación internacional y la de la mayoría de los países modernos considera que es un delito, aunque los conceptos psicológico y jurídico del abuso no siempre coinciden, y no existe consenso sobre los procesamientos jurídicos de los agresores.

Los estudios sobre el tema muestran que la mayoría de los agresores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan como estrategia la confianza, los lazos familiares, el chantaje y la manipulación para consumar el abuso. La media de edad de las víctima está entre los 8 y los 16 años. En estas edades se produce un tercio de todas las agresiones sexuales. El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.[15]​ Suele ser un fenómeno cíclico y repetitivo.

Los abusos a menores de edad ocurren en todas las clases sociales, ambientes culturales y razas. El abuso sexual infantil incestuoso es el que comete un miembro de la familia del niño. Existe una alta incidencia en niñas pequeñas que son sometidas a tocamientos, exhibicionismo, estimulación sexual inadecuada y penetración genital.

Entre el 65 y el 85% de los agresores pertenecen al círculo social o familiar de la víctima.[16]​ Los agresores desconocidos constituyen la cuarta parte de los casos y, normalmente, ejercen actos de exhibicionismo y son dirigidos a niñas y niños con la misma frecuencia. Entre el 20 y el 30% de los agresores son menores.

Los testimonios de las personas que han sido objeto de abusos sexuales suelen ser ciertos. El síndrome de la «memoria falsa» o falsos recuerdos es poco frecuente en adultos supervivientes de abuso sexual debido a que se trata de sucesos que dejan una impronta muy relevante en la memoria. La APA (American Psychological Association: Asociación Psicológica Estadounidense) cuestiona la existencia del síndrome de memoria implantada (no reconocido por el DSM IV). En su informe oficial sobre el tema[17]​ declara que no se debe considerar que los recuerdos de abuso sexual infantil de los adultos sean falsas memorias implantadas (aun cuando no haya pruebas que permitan interpretarlos literalmente como verdades históricas), ya que existen pruebas de que los abusos sexuales padecidos durante la infancia pueden ser tan traumáticos que algunas veces se olvidan y reaparecen en la adultez. En algunos casos se observa disociación y amnesia selectiva: La víctima elimina recuerdos dolorosos o traumatizantes ocurridos durante el período en el que ocurrió el abuso.

Véase también

Referencias

  1. «No es un piropo, es acoso.». Presidencia de la Nación Argentina. 30 de octubre de 2017. 
  2. Rodríguez, Ángela (27 de abril de 2018). «La violación no es un delito». Huffington Post. 
  3. Cook, Sarah L.; Cortina, Lilia M.; Koss, Mary P. (7 de febrero de 2018). «What’s the difference between sexual abuse, sexual assault, sexual harassment and rape?». The Conversation (en inglés). 
  4. «Marco Esteban (2019): Requisitos del Delito de Abuso Sexual». 
  5. a b «Código Penal de México». Organización de Estados Américanos. 
  6. Bunster, Álvaro (Mayo-Agosto 2018). «La reformas al Código Penal en materia de delitos sexuales». Boletín Mexicano de Derecho Comparado (UNAM) (152): 151-161. 
  7. «Europa registra 215.000 crímenes sexuales al año, un tercio de ellos violaciones». El Diario. España. 23 de noviembre de 2017. 
  8. «Myths About Sex Offenders». ABC News (en inglés). 23 de octubre de 2018. 
  9. a b «Síntomas que revelan el abuso en los niños». El Observador. 26 de abril de 2017. 
  10. «Cinco señales de que eres víctima de abuso emocional». BBC. 21 de mayo de 2016. 
  11. a b c d e «Reconocimiento del abuso sexual». National Sex Offender Public Website. Ministerio de Justicia de Estados Unidos. 
  12. Campbell Collaboration (2017). «Evidencia e incidencia limitada de las actividades de apoyo para reducir la violencia de pareja». Oslo: Campbell Collaboration. Consultado el 4 de diciembre de 2019. 
  13. ECHEBÚRUA, Enrique; y GUERRICAECHEVARRÍA, Cristina (2005): Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico (pág. 1). Barcelona: Ariel, 2.ª edición. ISBN 978-84-344-7477-2.
  14. Véase Echebúrua y Guerricaechevarría (2005), pág. 3.
  15. Véase LAMEIRAS FERNÁNDEZ, María: «Aproximación psicológica...», pág. 72.
  16. ECHEBÚRUA, Enrique; y GUERRICAECHEVARRÍA, Cristina: Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico (pág. 12). Barcelona: Ariel (2.ª ed.), 2005. ISBN 978-84-344-7477-2.
  17. «Report of the American Psychological Association» (en inglés). Archivado desde el original el 3 de marzo de 2005. Consultado el 12 de agosto de 2011. «Some professionals assert that delayed memories of abuse are essentially inaccurate and constitute false memories. [...] Some also charge that delayed memories recovered while an adult is in therapy may have been suggested or implanted by the therapist. [...] Delayed recall should not automatically be assumed to be a false or implanted memory. [...] it is possible for memories of abuse that have been forgotten for a long time to be remembered». 

Enlaces externos