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Diferencia entre revisiones de «Autorretrato de Durero (Prado)»

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[[Imagen:Wenceslaus Hollar after Albrecht Dürer - Albrecht Durer.jpg|thumb|left|250px|Grabado del cuadro, realizado por [[Wenzel Hollar]]. Como es habitual, muestra la imagen invertida.]]
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Se representa como un [[gentilhombre]] de la nobleza, vigoroso y joven, con una altivez casi arrogante. Está vestido elegantemente, muy escotado, con el cabello y la [[barba]] muy cuidados, como en un retrato de [[Bartolommeo Veneto]]. El atuendo no es sólo reflejo de una personalidad refinada, sino que también patentiza el bienestar económico del artista; la cenefa del escote parece bordada con hilo de oro y los guantes de piel eran un artículo de lujo en aquella época. Ningún artista [[Edad media|medieval]] se representó a sí mismo con tal elegancia.
Se representa como unpolla eeequis de de la nobleza, vigoroso y joven, con una altivez casi arrogante. Está vestido elegantemente, muy escotado, con el cabello y la [[barba]] muy cuidados, como en un retrato de [[Bartolommeo Veneto]]. El atuendo no es sólo reflejo de una personalidad refinada, sino que también patentiza el bienestar económico del artista; la cenefa del escote parece bordada con hilo de oro y los guantes de piel eran un artículo de lujo en aquella época. Ningún artista [[Edad media|medieval]] se representó a sí mismo con tal elegancia.


De esta forma se expresa la idea de Durero de enaltecerse, pretendiendo ser algo más que un mero [[artesano]], dado que en aquel tiempo, los artistas tenían una imagen poco estimada al ser tenidos por simples artesanos. Durero quería hacer ver al mundo que el artista era un oficio con contenido intelectual y nada despreciable, que merecía destacar entre otras profesiones a las que se comparaba, como las de ebanista, zapatero, sastre, etc.
De esta forma se expresa la idea de Durero de enaltecerse, pretendiendo ser algo más que un mero [[artesano]], dado que en aquel tiempo, los artistas tenían una imagen poco estimada al ser tenidos por simples artesanos. Durero quería hacer ver al mundo que el artista era un oficio con contenido intelectual y nada despreciable, que merecía destacar entre otras profesiones a las que se comparaba, como las de ebanista, zapatero, sastre, etc.

Revisión del 14:42 18 abr 2017

Autorretrato
(Selbstportait)
Año 1498
Autor Alberto Durero
Técnica Óleo sobre tabla
Estilo Renacimiento
Tamaño 52 cm × 41 cm
Localización Museo del Prado, Madrid, EspañaBandera de España España
País de origen Alemania

Este Autorretrato (en alemán, Selbstbildnis) es una de las obras más conocidas del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Es un óleo sobre tabla, pintado en 1498. Mide 52 cm de alto y 41 cm de ancho, siendo así el más pequeño de sus autorretratos. Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.

Historia

Alberto Durero, hijo de un orfebre húngaro que se estableció en Núremberg, es el máximo representante del Renacimiento en Alemania. Este Autorretrato lo pintó en 1498, un año trascendente para su carrera: es el mismo año en el que publicó su famosa serie de grabados del Apocalipsis, entallada en xilografía sobre planchas de boj. Había vuelto de su primer viaje a Italia, lo que se nota en el estilo de este cuadro: se observa influencia de la escuela veneciana y lombarda, en particular, de Giovanni Bellini.

En 1636 este cuadro fue regalado por el ayuntamiento de Núremberg a Carlos I de Inglaterra, junto con un retrato del padre del artista a los 70 años de edad, que generalmente se le atribuye (National Gallery de Londres). Hacia 1648 el grabador Wenzel Hollar reprodujo el Autorretrato al aguafuerte; esta copia muestra la efigie en posición invertida.

Cuando Carlos I fue juzgado y decapitado en 1649, sus bienes se vendieron en almoneda y el autorretrato de Durero fue adquirido (mediante intermediarios) por Felipe IV de España. Permaneció en la colección real española hasta la apertura del Museo del Prado.

Análisis del cuadro

Grabado del cuadro, realizado por Wenzel Hollar. Como es habitual, muestra la imagen invertida.

Se representa como unpolla eeequis de de la nobleza, vigoroso y joven, con una altivez casi arrogante. Está vestido elegantemente, muy escotado, con el cabello y la barba muy cuidados, como en un retrato de Bartolommeo Veneto. El atuendo no es sólo reflejo de una personalidad refinada, sino que también patentiza el bienestar económico del artista; la cenefa del escote parece bordada con hilo de oro y los guantes de piel eran un artículo de lujo en aquella época. Ningún artista medieval se representó a sí mismo con tal elegancia.

De esta forma se expresa la idea de Durero de enaltecerse, pretendiendo ser algo más que un mero artesano, dado que en aquel tiempo, los artistas tenían una imagen poco estimada al ser tenidos por simples artesanos. Durero quería hacer ver al mundo que el artista era un oficio con contenido intelectual y nada despreciable, que merecía destacar entre otras profesiones a las que se comparaba, como las de ebanista, zapatero, sastre, etc.

Aun cuando Durero pinta toda su ropa fina y muy detallada, su rostro no está idealizado: tiene los párpados ligeramente caídos y prominente nariz. Durero se pintó tal cual era. Aun así, su cabello parece dorado y brilla; un acercamiento a éste nos revela que está pintado con extremo detallismo y maestría, como si hubiera sido pintado cabello por cabello. La ventana al fondo es un elemento que estaba de moda en los retratos venecianos de aquellos tiempos.

Al fondo, debajo del marco de la ventana se muestra una inscripción que dice: "1498. Lo pinté a mi propia imagen. Tengo 26 años."

Debajo de esto se muestra su firma y el monograma que caracteriza varias de sus obras: una A y una D debajo de esta.

A través de la ventana, se vislumbra un paisaje. Esta integración del retrato en un espacio que le sirve de marco es de clara influencia italiana.

Los autorretratos de Durero

Durero fue el primer pintor occidental que se representó a sí mismo en varios autorretratos, a lo largo de su vida. Gracias a ellos, se puede ver la evolución humana del artista. Precisamente la obra suya más antigua que se conserva es un Autorretrato realizado a punta de plata, que es un tipo de grabado en el que no cabe rectificación. Lo hizo en el año 1484, cuando tenía 13 años. Se conserva en el museo Albertina, que se encuentra en Viena, junto a otras obras del autor como La liebre.

En 1493 pintó el Autorretrato que se conserva en el Museo del Louvre, realizado sobre papel después pegado al lienzo, con las siguientes dimensiones: 57 × 45 cm. Aparece imberbe, adolescente, con una ramita de cardo en las manos, símbolo del sufrimiento de Cristo. El autorretrato de 1493 muestra a un Durero mucho más joven, de 22 años. A juzgar por su peinado y apariencia, parece que el momento que transcurría era de una pobreza relativa. Es una

Obra maestra de introspección aguda, análisis lúcido y sin pasión por su propio genio: “Mi destino progresará según el Orden Supremo”, inscribe él mismo sobre su cabeza. (B. Zumthor)

En 1500, dos años después del Autorretrato del Prado, pinta el Autorretrato que se conserva en la Alte Pinakothek de Múnich, de 67 × 49 cm. En este se le ve frontalmente, vestido de pelliza, con largos cabellos y una expresión seria y serena, recordando un “Ecce homo”. Si alguien que lo viese no supiera que lo hizo Durero, pensaría que es Cristo, con los cabellos dorados enmarcando un rostro alargado y sereno, recordando la iconografía de Jesucristo. Este autorretrato

Es más inquietante y su misterio no se aclarará probablemente jamás. Durero se representa frontalmente como una especie de Cristo surgido de las tinieblas, en un despojamiento monumental, con largas tranzas doradas que provocaban el sarcasmo de los venecianos. ¿Identificación del genio del artista con el genio creador divino, profesión de fe en el clasicismo del Renacimiento, monumento idealizado de su propia gloria? El problema sigue sin ser resuelto. (B. Zumthor)

Referencias

  • Monreal, L., Grandes Museos, Vol. 1, Planeta, 1975. ISBN 84-320-0460-X (obra completa)
  • Olivar, M., Cien obras maestras de la pintura, Biblioteca Básica Salvat, 1971. ISBN 84-345-7215-X
  • Wundram, M., "El Renacimiento y el Manierismo", en Los maestros de la pintura occidental, Taschen, 2005. ISBN 3-8228-4744-5
  • Zumthor, B., “Durero”, en el Diccionario Larousse de la Pintura, Planeta-Agostini, 1987. ISBN 84-395-0649-X

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