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POR CHRISTIAN KRALJEV La feria de La Salada ==

A metros de la Puente La Noria y la General Paz cualquier persona podría equivocarse creyendo que está en un mercado de Estambul, o bien de Saigón y por qué no en Hoo chi min, pero no, se trata de la feria de La Salada, a la vera del riachuelo y a solo minutos del Obelisco. Propio de una versión porteña de Indiana Jones, caminar por este predio ocupado por aproximadamente 5000 puestos de ropa y con un transito de casi 50 mil personas cada vez que abre, no es otra cosa que una experiencia única y aventurera. Entrando desde el norte, por General Paz y antes de llegar a La Noria, hay un caminito que sale a la derecha, con pastizales en la banquina que miden aproximadamente 3 metros. Ese trecho según los entendidos es el más peligroso, debido a los robos. Es fácil ver a lo lejos como se cruzan personas de lado a lado del pavimento y luego se esconden tras los pastos. Si uno va en auto hay que acelerar y agachar la cabeza ante el peligro de un cascotazo. Por suerte son solo 500 metros, para llegar a la civilización, lugar donde se puede estacionar y dejar el auto a cuidado de un hombre que se ofrece y aconseja prestar atención las pertenencias. Una vez allí para llegar a la feria hay que cruzar el Riachuelo por un puentecito muy angosto paralelo al que pasa el ferrocarril. Los que optan por el del tren tienen que ir saltando los durmientes apurados para que el convoy no los atropelle. El puentecito peatonal tiene como piso una malla metálica que deja ver las espesas aguas del río muerto. Al otro lado están los puestos. Los puestos más marginales se presentan como un gran laberinto a orillas del río. Ofrecen imitaciones de ropa, zapatillas y accesorios de las primeras marcas a precios sorprendentes. En la calle que bordea los puestos se estacionan desvencijados colectivos que hacen los tour de compras. Un perro raquítico y con sarna, saborea un pedazo de pan en el medio de la calle y no se inmuta por los bocinazos. Como si fuera un Love Parade en pleno riachuelo, Djays improvisados desatan una batalla de cumbias y ofrecen la copia de Coldplay, Dmode ,la Bersuit o cualquier tipo de cd recién lanzado comercialmente a solo 3 pesos. 10 pesos por los 4. Tentador conociendo que el valor de cada original está en casi 30 pesos. Los últimos estrenos en Dvd se consiguen a 4 pesos.

Dentro de los galpones conocidos como Ocean, Urkupiña y Punta Mogotes está todo más limpio y organizado. Las diversas notas periodísticas realizadas aquí sugieren que la feria mueve 1300 millones de pesos al año y que un grupo mafioso se encarga de silenciar con efectivo a policías, municipales, agentes de la Afip. Los precios por alquilar un puesto dentro del predio oscilan entre 50 y 100 pesos por día según la ubicación. “Pregunte amigo” y todo tipo de invitación terminada con el apelativo “amigo” por los puesteros sedientos de venta, supone que el calendario se clavó el 20 julio pero no, en la feria el llamar amigo al visitante es tan normal como el tio en España. Recorriendo los senderos el aire se pone denso debido los olores mezcla de fritanga, choripan, sahumerios, fragancias varias y riachuelo. El trajín se convierte en carrera de obstáculos a medida que avanzo. Por momentos hay que ir agachados por la cantidad de prendas colgadas. También hay que esquivar a los que vienen con sus enormes bolsos a hacer la compra mayorista y la gente que camina comiendo hamburguesas chorreantes. En una esquina una mujer vende naranjas peladas ante mis incrédulos ojos. Me pregunté si metros más adelante vería colgadas boca abajo las típicas gallinas vivas, como en las películas, pero gracias a Dios nada de esto ví. Es muy difícil aguantar un par de horas así. Los olores, la mezcla de música y caminar apretado como un sándwich humano delante de una mujer gorda con un top y la panza al aire, quizás parezca parte de un film Tim Burton pero la realidad me dice que no estoy en Hollywood, ni soy actor de una película, estoy en La Salada. Al final me hice eco de los consejos Carmén Yazalde en su micro llamado “ cómo vestirse con 100 pesos”; pude renovar mi vestuario de pies a cabeza con perfectas imitaciones de Nike, Adidas, Nike, Puma, Wrangler, Levís y Kosiuko. Un mito dice que muchas empresas textiles como las citadas dejan aquí parte de la mercadería para evadir impuestos. Lo cierto es que La Salada se presenta como “otro país” a pocos minutos de capital. Hay que ver para creer lo que pasa allí y vivir para contarlo. christian kraljev