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La Redota o el Éxodo del Pueblo Oriental
[editar]"Redota" fue el nombre que dieron los paisanos a aquella desgraciada situación en que decidieron abandonar el sitio. "Éxodo" fue la denominación propuesta por el historiador Clemente Fregeiro a finales del siglo XIX, por analogía con la peregrinación bíblica a través del desierto.
COMPILADO DE TEXTOS ESCOLARES Y LICEALES.
"Unidos en masa marchan"
[editar]Así se refiere Artigas al grupo de orientales que acompañaron su retirada. Más de 850 familias fueron censadas en el padrón realizado en el campamento del Ayuí. A esto hay que sumarle gauchos, indios, esclavos y la inconmensurable parafernalia de carretas y carruajes, caballadas y boyadas... Detrás quedaban las posesiones abandonadas al saqueo portugués.
Para muchos historiadores, esa caravana que dificultaba la retirada de las milicias constituía, a la vez, el germen de un pueblo con conciencia de sí. Los triunfos y las derrotas pasadas habrían forjado un sentimiento de identidad colectiva y una voluntad común hacia el futuro: el embrión de una nación. Para otros, se trataba de una migración más de las tantas ocurridas en el complejo escenario de la revolución. Habiendo cruzado el Uruguay a principios de diciembre, acampó en el margen occidental del río, en el llamado "Salto Chico", hasta radicarse definitivamente en el Ayuí, en abril del año siguiente. Allí permanecieron hasta setiembre de 1812, en medio de todo tipo de penurias.
"Los Orientales eligen a su jefe"
[editar]La tregua firmada entre Elío y el gobierno de Buenos Aires, obligó a los patriotas a levantar el sitio. El tratado de paz se firmó el 20 de octubre, los orientales se enteraron de la noticia tres días después. estando acampados a orillas del río San José.
Allí, el pueblo reunido decidió continuar la guerra y eligió a Artigas como jefe. Los meses de lucha habían reforzado los lazos de unión entre ellos y el objetivo de llevar adelante la revolución, cualquiera fuera la decisión de Buenos Aires. De esta manera, los orientales llevaban a la práctica la idea de que el poder volvía a los pueblos. Haciendo uso de este poder, tomaban decisiones y elegían sus autoridades.
Su situación era delicada. A pesar de que Elío había prometido no tomar venganza contra los sublevados, temían las represalias del virrey. También se sentían amenazados por los soldados portugueses, que aunque debían retirarse tras la firma de paz, permanecían en la campaña.
Rondeau y sus hombres abandonaron el sitio. El Triunvirato porteño indicó a Artigas que se dirigiera a Yapeú con sus milicias. Cuando el ejército oriental inició la retirada, los habitantes de la campaña acompañaron la emigración.
Un hecho con muchos nombres
[editar]Un episodio tan importante como el desplazamiento de los orientales al Ayuí ha recibido diversos nombres por parte de sus protagonistas y de los historiadores. Los contemporáneos lo llamaron "la redota", Artigas, en sus cartas, se refiere a "la emigración". El historiador Clemente Fregeiro lo denominó "el éxodo". Este nombre es muy aceptado a nivel popular. Otros historiadores hablan de "la patria peregrina". También hay diferencias de opiniones en cuanto a la excepcionalidad e importancia del acontecimiento. Para algunos investigadores, estos desplazamientos de gente eran bastante comunes en una época en que la inseguridad era la regla.
"Juntos para estar a salvo"
[editar]Pobres y ricos, libres y esclavos, viejos y niños... toda la campaña acompañó la caravana que la historia conoce como "el éxodo del pueblo oriental".
La gente abandonaba todo lo que tenía, quemaba sus casas y emprendía la marcha: algunos en carreta, otros a caballo y muchos a pie. Los hacendados y las familias de buena posición iban en carruajes, llevando a sus esclavos. Gauchos e indios cuidaban la caravana, que a lo largo de dos meses atravesó el territorio hasta cruzar al otro lado del Uruguay, el 10 de diciembre de 1811. A partir de allí, su suerte era incierta.
"Yo no seré capaz de dar a V.S. una idea del cuadro que presenta al mundo la Banda Oriental... Cada día miro, con admiración, sus rasgos singulares de heroicidad y constancia: unos quemando sus casas y los muebles que no podían conducir; otros caminando leguas a pie por falta de auxilios o por haber consumido sus cabalgaduras en el servicio; mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes acompañan esta marcha, manifestando todos la mayor energía y resignación en medio de todas las privaciones... Desde los primeros momentos en que una consecuencia del tratado de pacificación marchó el ejército oriental en retirada, hice uso de cuantos medios estaban a mi alcance para evitar la emigración asombrosa de las familias y vecinos que me seguían. Considerando los embarazos que presentarían para la actividad de mis marchas, las dificultades y tropiezos que ellos mismos debían experimentar, y los pocos auxilios que yo podía ofrecerles... no perdoné la diligencia alguna para persuadir a todos de los beneficios que resultarían al Estado y a ellos mismos de la permanencia en sus hogares... Nada ha sido bastante para impedir la emigración o casi puede decirse despoblación de esta campaña".