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Usuario:Starlightmariscal

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HILDA MARISCAL GUERRA[editar]

¤ 2/10/1937 Cotagaita, Potosí , República de Bolivia † 12/04/2014 - Ciudad de La Paz, Estado Plurinacional de Bolivia

HMG

ORIGEN ETIMOLÓGICO Y HERÁLDICO DEL NOMBRE Y APELLIDOS[editar]

Hilda: Germánico, significa "la heroína en la lucha", el nombre de la principal entre las valquirias, "Hildr". Es posible que este nombre sea una forma hipocorística de uno de los muchos nombres femeninos (más de 300) en cuya composición entra la voz hild, “combate, batalla”. [1]

Mariscal: El francés Oudinot en un «Apercu historique sur la dignité de Maréchal de Francia» dice que esta voz proviene de dos tudescas o teutónicas march, caballo, y scalch, señor, es decir "Señor de los Caballos". Apellido relativamente frecuente y repartido por España, con sus principales asientos en las provincias de Cádiz, Madrid, Sevilla y Barcelona. Más tarde pasó a usarse como título de suprema autoridad militar. Hubo, por tanto, distintas casas del apellido, no emparentadas entre sí. El antiguo tratadista Juan A. de Guerra dejó escrito que tuvieron los Mariscal una antigua casa solar en la provincia de Álava, que fue cabeza de bando, disfrutando de todas las regalías de nobleza, autoridad jurisdiccional y voto en las Juntas alavesas. Amado Mariscal fue Alcaide de Cazorla (Jaén), saliendo en 1334, como caudillo de la gente de Álava, en favor del Rey de Castilla. En su escudo de armas se ve un campo de oro, tres roeles de azur, cargado cada uno con una estrella de oro. [2]

Escudo Apellido Mariscal

Guerra: el apellido Guerra tiene un significado evidente y es uno de los muchos apellidos que se refieren a nombres de oficio, dignidad o profesión. En épocas muy antiguas, cuando aún no existían los apellidos, se nombraba a las personas por un mote, por el lugar de procedencia o por la profesión o cargo que ocupaban en el lugar. Al cabo del tiempo esta denominación se convirtió en apellido. En el caso de Guerra, se refiere a la "persona valiente, dispuesto para la batalla". Apellido castellano, que tuvo su origen en el lugar de Ibio, en las montañas de Burgos. En su escudo de armas se ve un campo de oro, una torre de piedra, saliendo llamas por sus ventanas y troneras y al costado las palabras "Ave María", una a cada lado. [3]

Escudo armas guerra

SÍNTESIS BIOGRÁFICA[editar]

Hilda Mariscal Guerra, nació el 2 de octubre de 1937 en la población de Cotagaita, Departamento de Potosí de la República de Bolivia. Hija de Fortino Mariscal y Natividad Guerra, oriundos de la región vinícola de Camargo y Cotagaita (Lintaca), del mismo departamento. Aunque desconocida en el ámbito público, Hilda Mariscal Guerra fue madre ejemplar de cuatro hijos, una mujer trabajadora y un ser humano de una gran nobleza y espiritualidad. Su vida plagada de anécdotas e historias inspiradoras es un ejemplo importante para todas las personas que tal como ella, sencillas y anónimas, encontrarán en ella una fuente de inspiración. Falleció a los 76 años en la ciudad de la Paz, Estado Plurinacional de Bolivia, el 12 de abril del 2014, a causa de una cardiopatía mixta que le ocasionó una insuficiencia cardiaca.

SUS PADRES[editar]

Hilda Mariscal Guerra, fue la hija de Fortino Mariscal y Natividad Guerra, matrimonio oriundo de la región vinícola boliviana de Camargo y Cotagaita, llegó al mundo como la segunda hija de un total de cinco hermanos, tres de los cuales fallecieron a los pocos meses de la muerte de su madre, quedando únicamente Franz e Hilda Mariscal como los únicos hijos sobrevivientes. Su padre, Fortino Mariscal, estudió medicina de la Universidad San Francisco Javier de la ciudad de Sucre - República de Bolivia, trasladándose a la población de Camargo, donde conoció a Natividad Guerra con quien contrajo nupcias; instalándose en la propiedad rural denominada "La kollpita" que se encontraba cerca de la Población vinícola de Camargo (Departamento de Potosí). Se conoce que fue un hombre de carácter estricto, muy apegado a su familia, de buenas maneras y de un gran espíritu servicial. Como el único médico de la región se dedicó a curar a la población del lugar, con los escasos recursos médicos con los que se contaba en esa época; según varios testimonios cabalgaba de "hogar en hogar en el lomo de su yegua sacando chispa a las piedras" para atender todas las especialidades médicas imaginables. Se sabe que en la mayor parte de sus casos lograba aliviar a sus pacientes, muchas veces usando singani (un tipo de aguardiente de Bolivia) en lugar de anestésicos y analgésicos, teniendo como paga por sus honorarios: gallinas, cerdos, cabritos y algunos licores que sus pacientes le entregaban como el único tipo de reconocimiento posible por sus sacrificados esfuerzos. En relación a su carácter, se sabe que era un hombre estricto y de modales duros con sus hijos, lo que abría producido que su hijo mayor Franz Mariscal Guerra, se traslade a la ciudad de Rio Cuarto de la Provincia de Córdoba - República de la Argentina a sus trece años de edad. No obstante, se sabe que como propietario de su finca era un hombre justo que no abusaba de sus trabajadores y que siempre buscaba educarlos de maneras muy curiosas. Según testimonio de sus parientes cercanos, en cierta ocasión retornó a su hogar que normalmente dejaba con la puerta abierta (como se hace aún en el área rural de Bolivia), dándose cuenta que varios de sus peltres más valiosos habían desaparecido. Se sabe que luego de analizar quien podría haberlos tomado sin su autorización, montó su yegua, tomó una rama del árbol de molle y cabalgó hacia la propiedad de uno de sus trabajadores, que en aquella época eran conocidos como "peones". Al llegar al lugar y para sorpresa de las personas que allí se encontraban, ingreso cortésmente a la vivienda y se percató que la bandeja de plata que le había sido hurtada se hallaba en un rincón de aquel domicilio. De repente y para sorpresa de los presentes, sacó bruscamente la rama del árbol y comenzó a "castigar drásticamente" a la bandeja de plata, señalando a gritos: "porque te fuiste de casa!" y "vuelva a la casa de inmediato!", ante lo cual el trabajador responsable quedó atónito, en silencio y totalmente avergonzado; de inmediato Fortino Mariscal tomó la bandeja, se despidió cordialmente y volvió a su hogar ante el asombro de los presentes. Por otra parte, se sabe que fue un hombre de modales muy duros y de una educación muy ortodoxa, por lo que no descartó aplicar castigos físicos a sus hijos. Por esta razón, su hija Hilda Mariscal, tomó la determinación de abandonar su hogar y mudarse a la casa de sus familiares en la población de Tupiza, habiendo sido acogida por varios tíos entre ellos su Tía-abuela materna Isabel (Chavela), hermana de su madre. Fortino Mariscal falleció en la ciudad de Villazón, frontera con la República Argentina, debido a una embolia cerebral que se produjo mientras dormía; por testimonio de su nieta Janeth, antes de fallecer Fortino visitó a todos sus parientes durante la mañana, en la tarde pidió un café tinto y luego tomó una siesta... descanso del cual no despertaría jamás. Natividad Guerra, fue la madre de Hilda Mariscal, se conoce que nació el 25 de diciembre, razón por que recibió su nombre del calendario católico. Sobre su vida se conoce únicamente que era una mujer criada bajo las usanzas de la época, es decir bajo una disciplina cristiana escolástica y en un entorno sumamente machista. Desafortunadamente, Natividad falleció cuando Hilda tenía aproximadamente cinco o seis años, dejando en orfandad a cinco hijos de los cuales sólo sobrevivieron dos, es decir Hilda y Franz, ya que los otros tres, mucho menores (incluyendo una recién nacida todavía lactante), fallecieron en los siguientes meses. Por relatos familiares se conoce que en el lecho de su agonía Natividad señaló a Fortino "por favor cuida a Hilda y Franz, que de los tres pequeños me ocupo yo". Esta premonición se cumplió tragicamente, quedando Fortino totalmente devastado y sumido en una depresión que lo llevó a beber en exceso y someter a Hilda y Franz a pesares muy duros.

SU NIÑEZ[editar]

Hilda siempre señaló que los momentos más bellos de su infancia fueron los vividos al lado de sus primas hermanas Gladys y Ruth Mariscal, con quienes jugó hasta el cansancio en una finca campestre familiar. Sus travesuras incluyeron robar inyecciones de su padre y junto a sus queridas primas "vacunar" a las cabritas del corral inyectándoles agua; así también, ella amaba nadar con sus primas en el rio de la zona, especialmente en los pozos de agua. Según el testimonio de Hilda, en cierta ocasión su prima Gladys estuvo a punto de ahogarse, ante lo cual ella sin dudarlo, nadó al fondo de un pozo para "sacarla por los cabellos". Por otra parte, como niña provinciana y criada en un finca, Hilda siempre recordaba que sus caramelos eran los duraznos ulincates, higos y uvas del lugar y que su "coca-cola" era la leche de cabra. Esta alimentación, la convirtió en una mujer fuerte y sana, ya que exceptuando sus futuros problemas de corazón, ella nunca padeció otro tipo de dolencias físicas. Todos estos recuerdos fueron su mejor tesoro, debido a que cada vez que ella los rememoraba, brillaban en sus ojos una luz de alegría. Al abandonar la casa de su padre por miedo a sus frecuentes borracheras y carácter violento, Hilda fue cobijada por diversos familiares. En estos hogares temporales, ella vivió momentos alegres y tristes que marcaron su vida, lo que años más tarde la llevaron a buscar en su propia familia el ideal de sus propias carencias emocionales. En relación a su educación, Hilda nunca pudo completar sus estudios de secundaria, ya que nadie se ocupó completamente de ella. Esto la llevó a decidir que un día daría a sus hijos todas las oportunidades que ella no pudo tener; especialmente el amor incondicional que sólo una madre puede ofrecer.

SU JUVENTUD[editar]

En la plenitud de su juventud, fue empujada por muchos familiares a casarse. Al comienzo, ella resistió esta idea, pero pronto se dio cuenta que una jovencita solitaria no podría sola con el mundo; para aquel entonces Hilda trabajaba atendiendo un almacén de abarrotes ubicado en la ciudad fronteriza de La Quiaca - República Argentina, que era de propiedad de un vendedor de medio oriente apodado "El Turco". De esta manera, Hilda llegó a conocer a Eulogio, un joven argentino-boliviano, quien encantado con Hilda, logró obtener la bendición de sus tíos que la tenían bajo su custodia, casándose al poco tiempo. De esta unión nació Janeth y unos años después Mirna, quienes llenaron su hogar con una dicha inimaginable, en palabras de Hilda ellas eran "sus muñecas", la primera su "traviesa" y la segunda su "pequeña". Hilda demostró desde muy joven un espíritu de lucha y trabajo, por ello se dedicó desde muy joven al comercio minorista, viajando entre las ciudades de La Paz y Buenos Aires, para abastecer diferentes comercios con productos de todo tipo. Esto la llevo gradualmente a adquirir mayor prosperidad, lo que le permitió criar a sus hijas sobre todas las comodidades posibles, pero al costo de dejar a su esposo permanentemente sólo, quien por las prácticas de la época relajó su moral familiar y traicionó a Hilda. Esta situación fue la causa de la terminación de su matrimonio, quedando Hilda a cargo de sus hijas, quienes años más tarde, serían sus dos pilares para enfrentar una vida que aún le deparaba muchos otros sacrificios.

SU MADUREZ[editar]

Hilda Mariscal Guerra, sacrificó los mejores años de su juventud trabajando para cuidar a sus hijas, dejando de lado incluso su propia vida sentimental. Esto la llevó a realizar viajes cada vez más largos e invertir más para ganar más... lamentablemente, una prueba muy dura se avecinaba. En uno de sus viajes de la Ciudad de La Paz a la población de Villazón (frontera argentina-boliviana), Hilda sufrió un accidente casi fatal, cayendo del ferrocarril en el que viajaba. Según su propio testimonio, por fortuna ella no fue a dar a las rieles del tren sino que fue lanzada a un costado del tren al intentar cruzar de un vagón al otro. Las circunstancias en las que ocurrió este accidente son un misterio, según Hilda, al cruzar de vagón, un hombre alto y de sombrero negro le cedió el paso amablemente abriéndole la puerta del coche comedor; al pasar ella sólo sintió que era empujada y lanzada al vacio. Con más de cinco costillas fracturadas y una conmoción total, Hilda logró arrastrarse del lugar donde cayó para buscar las rieles del tren, desafortunadamente en su búsqueda cayó en una quebrada partiéndose completamente el brazo izquierdo, lo que la dejó inmovilizada y a su suerte en medio de "cactus y una oscuridad total". Afortunadamente, algunos pasajeros escucharon los gritos de Hilda al caer y el tren paró en la ciudad de Tupiza, enviando un coche pequeño denominado "acoplado" para ir a buscarla por el trayecto de las rieles, hallándola herida pero con vida. Inmediatamente, fue trasladada a la población de Villazón, donde y por la falta de servicios hospitalarios especializados, fue trasladada a la ciudad de Salta en la República de la Argentina. El proceso de curación fue largo y oneroso, Hilda pasó casi un año postrada en el hospital, al final de lo cual recuperó su salud pero debió recomenzar nuevamente, ya que como secuela de este terrible accidente, Hilda perdió toda la mercadería que llevaba consigo en aquel viaje. Por otra parte, los gastos de su curación consumieron todos sus recursos...la fortuna siempre fue caprichosa con Hilda, pero nunca pudo vencerla. Años más tarde, Hilda recomenzó su vida mudándose a la Ciudad de La Paz, donde su joven hija Janeth dio a luz a su primer nieto: Enzo, a quien Hilda amó con todo su ser, considerándolo siempre su primer hijo varón y el "niño de su corazón". Dos años más tarde, Hilda se reencontró con Freddy, un amigo de Villazón que era 10 años menor que ella, con quien inició una relación sentimental esperanzada en encontrar un compañero de vida que podría reparar un corazón siempre abatido por la traición. De esta relación nació Franz, una nueva razón de lucha para Hilda. No obstante sus esperanzas de felicidad, este amor intenso terminó pronto por la traición de Freddy, quien de carácter débil, inmaduro y siempre sobreprotegido por su familia, nunca supo asumir su rol de esposo, ni menos de padre. Con el corazón nuevamente roto pero con la fuerza sobrenatural de una leona que protege a sus cachorros, Hilda luchó junto a sus jóvenes hijas Janeth y Mirna y los pequeños Ever y Franz, quienes le dieron un nuevo impulso a su vida. Levantarse luego de tantas embestidas de la vida, fue una obra de voluntad y valentía, en la cual sus hijas fueron esenciales. Sin dudarlo, se dedicó a cuanto negocio era imaginable, entre ellos preparar "churros" artesanales (masitas azucaradas), que eran distribuidos en los colegios de la ciudad de La Paz. Para este negocio, Hilda contó con el "extraordinario capital" de algunos kilos de harina, azúcar, maicena, unos cuantos palitos de freir, sus manos y las manos de sus hijas, quienes debían madrugar a las 5 de la mañana para ensamblar la entrega diaria. El resultado final fue un capital con el que volvió a emprender sus viajes de comerciante. Poco a poco la vida comenzó a mostrar una sonrisa a Hilda, logrando con el apoyo de Janeth y Mirna criar a los pequeños Ever y Franz, quienes en esa época desde una cajita de cartón llena de cueros de conejo blanco, veían silenciosos del sacrificio de la familia. Años más tarde llegaron a su vida sus nuevos nietos Wilson y Cynthia, que según sus palabras fueron sus "nuevos amores", y a quienes Hilda cuido con especial amor por un corto tiempo antes de que se trasladaran a la República Argentina con su madre Janeth, quien años más tarde al lado de su esposo Grover concibió a Alejandra y Ariel; nietos a los que Hilda siempre pedía que la llamasen "abuelita queridita". Por otra parte, su hija Mirna construyó su familia al lado de Muller trasladándose a la ciudad de Sucre - Bolivia, hogar en el cual nacieron sus hijos Angelina y Andy, que según Hilda eran sus "nietos del alma". Su hijo, Enzo contrajo nupcias con Carolina concibiendo a Julieta, noticia que la "desmayó de alegría" , debido a que Hilda esperó dulcemente la llegada de esta pequeña estrella que lamentablemente no pudo ver nacer. Finalmente, Franz se casó con Emili, quienes al presente aún no tienen hijos.

SU VEJEZ Y PARTIDA[editar]

Al llegar el otoño a su vida, Hilda bajo su escudo y espada y se entregó a Dios, su misión estaba concluida. A sus 70 años se unió a la Congregación Carismática de la Iglesia de Cristo Rey (Sopocachi-La Paz), donde descubrió un re-enamoramiento de Dios y su Fe Católica. En los últimos años de su vida, se transformó en una creyente activa, evangelizadora convencida y sanadora mística, estudió intensamente la palabra de Dios y a pesar de que nunca terminó el colegio, adquirió un tardía e impronta hambre por leer la Biblia y comprenderla... en lo venidero no hubo noche en la cual ella no elevara sus plegarias a Dios y recitara los versículos sagrados. Al llegar sus 76 años, Hilda contempló una obra de vida: todos sus hijos de carne y corazón eran personas de bien, amantes de sus propias familias siempre dispuestos a dar todo para la felicidad del otro y sobre todo, seres humanos sencillos que recibieron un legado de humildad y sacrificio. Desde el año 2010 hasta el 2014, los problemas cardiacos de Hilda se fue agravando poco a poco, por lo cual fue internada cuatro veces en el Hospital de Clínicas. Desafortunadamente, el 31 de marzo de manera intempestiva sufrió una arritmia cardiaca que en los siguientes 12 días consumió definitivamente su ser físico. Con un diagnóstico reservado, fue dada de alta el 11 de abril, y trasladada a la casa de su hijo Franz, donde en las siguientes horas, falleció de una insuficiencia cardiaca en los brazos de su hija Janeth y rodeada de su familia. Se conoce con certidumbre, que en sus últimas horas de vida, Hilda Mariscal Guerra aunque sin fuerzas pero consciente de si misma, siguió dando consejo, oración y amor a su familia, recomendando disponer sus pocos bienes para sí misma y dando señales de consuelo antes de su partida. Por ejemplo , la noche antes de su deceso señaló a su hijo las siguientes palabras "buenas noches hijo, mañana voy a estar mejor". Aunque abatida por su enfermedad, Hilda partió con gran dignidad, con la cabeza erguida, esforzándose por seguir siendo independiente y sin lanzar un grito o lamento, dejó este mundo el 12 de abril de 2014 a las 04:00 am (día del niño en Bolivia), siendo sus restos mortales colocados en el cementerio Jardín (sector Girasoles E-37) de la Ciudad de La Paz- Bolivia el 13 de abril (Domingo de ramos en la Semana Santa). En su lápida yace la siguiente frase el poeta boliviano Gregorio Reynolds: "Vivir sin hacer daño y morir de repente, son la envidiable vida y la envidiable muerte", frase que sin duda sintetiza la vida de esta guerrera anónima.

SU LEGADO[editar]

Quien lea esta corta biografía, hallará en la vida de Hilda Mariscal Guerra la historia compartida de cientos de miles de madres en todo el mundo. Madres que aunque no se encuentran en los altares patrios, ni en los panteones de los héroes nacionales, ni en los diccionarios biográficos de los próceres de las naciones; son el modelo definitivo de todos sus hijos e hijas, quienes hoy en día son los responsables de forjar las próximas generaciones. El legado definitivo de Hilda Mariscal Guerra, es sin duda, su renuncia a si misma por la felicidad de otros, la indomable voluntad de levantarse luego de cada caída, su fortaleza espiritual inquebrantable y su ejemplo de vida que demuestra que la grandeza del ser no reside en el pompa y la opulencia, sino más bien en la humildad y el sacrificio silencioso.