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Usuario:Simon Spungen/Taller

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Persian Series (1-3)[editar]

A partir de la segunda mitad del siglo XX, apareció un gran número de artistas que estuvieron dispuestos a desafiar los esquemas ya establecidos en el mundo del arte. Entre ellos, estaba el ingenioso y arriesgado pintor del celuloide, Stan Brakhage. Este artista, con casi 50 años de trayectoria, se caracterizó por sus obras cinematográficas que experimentaban con el uso del fotograma, asemejándose a un lienzo donde podía pintar, rasgar o pegarle imágenes u objetos diversos. De este modo, Brakhage dotó a sus obras con un nivel de abstracción similar a artistas como Jackson Pollock o Mark Rothko[1]​, por citar algunos ejemplos. Entre sus obras más representativas, se debe destacar el conjunto de cintas realizadas entre 1999 al 2001, tituladas “Persian Series”. Esta obra, filmada en el formato de 16 milímetros, se constituye de 18 cintas que muestran una colección de pinturas abstractas hechas por el mismo Brakhage, siendo estas pintadas sobre cada uno de los fotogramas que fueron implementados para la realización de esta serie de películas. Aunque, para este escrito, sólo se realizará una descripción minuciosa y una reflexión de los primeros tres cortometrajes elaborados por el director estadounidense bajo esta denominación.

Persian #1.[editar]

El primer cortometraje, nombrado como “Persian #1”, tiene una duración de 1 minuto y 43 segundos. Al iniciar la cinta, se muestra una frenética exposición de fotogramas salpicados por una gran gama de colores primarios, colocados de tal manera que se puede observar tonalidades nacidas a partir de las combinaciones de estos últimos, como son el morado, el verde y, aunque muy poco, el naranja. De este modo, esta cinta brinda, por el momento, una experiencia visual sobrecargada, provocando dificultades a la hora de distinguir, con claridad, los distintos colores que constituyen a la cinta. En el segundo 22, los fotogramas se van oscureciendo lentamente. Las diferentes pinceladas que habían dominado con anterioridad la cinta, acaban semi fusionándose con la negrura repentina de esta, mostrando pequeñas manchas de pintura en cada sección de la misma. Después, se genera una pausa de un segundo, donde la cinta queda totalmente en negro. Desde el segundo 31, comienzan a aparecer leves pinceladas que logran iluminar el celuloide por breves instantes. Por lo cual, aparecen momentos donde ciertos fotogramas quedan estáticos, recordando la imagen y el movimiento de los relámpagos. Ya en el primer minuto con 19 segundos, el cortometraje vuelve a proyectar la serie de pigmentos que aparecieron al inicio, pero, en comparación, con un ritmo más acelerado. En el minuto uno con 33 segundos, la cinta empieza a ralentizarse para, en los dos próximos segundos, volver a los fotogramas oscuros presentados hace 14 segundos. En los ultimos segundo, el film termina con una pantalla en negro.

Este film sirve como introducción a la serie de obras que Brakhage elaboraría entre el periodo de 1999 a 2001. Por lo cual, esta película establece elementos básicos como son las pinceladas robustas del autor y los cambios de ritmos constantes. Aspectos que harían parte en el resto de cintas pertenecientes a la saga Persian Series. Tomando todo lo anteriormente dicho de forma analítica, se podría afirmar que el film está planteado como una pintura abstracta en movimiento. Es decir, esta obra, al igual que los trabajos cuidadosamente calculados de Pollock, tiene como objetivo, por lo menos en su primera parte, mostrar al espectador la visión más abstracta que tiene Brakhage con respecto a lo que lo rodeaba. Esto último, se convertiría en una característica que compartiría gran parte del trabajo artístico de este director[2]​. Pero, desde el segundo 22, momento en el cual inicia la segunda parte de este film, el autor comienza a diluir la obvia  presencia del artistas de la doctrina Zen, con el fin de darle mayor profundidad a su cortometraje. De esta forma, por medio de la aparente oscuridad que aparece en esta sección de la película, se va creando, lentamente, interrupciones a la experiencia visual. Por lo tanto, este fragmento del film puede servir como metáfora a la interrupción a las reflexiones que hace Brakhage sobre su entorno, siendo estas denominadas por el autor como visiones hipnagógicas. En este sentido, cuando se proyectan los destellantes fotogramas pincelados, se hace alusión a los leves momentos en los cuales el autor vuelve a refleccionar sobre su entorno y, posiblemente, sobre sí mismo. Pero, a partir del minuto uno con 19, el cortometraje entra en bucle, donde los dos primeros segmentos se repiten simultáneamente, como si se hiciera una referencia al cambio a los diferentes estados reflexivos que pasan por la mente de Brakhage. Terminando con un despertar al en el último fotograma del film.

Persian #2.         [editar]

El segundo film, denominado como “Persian # 2”, da inicio desde el minuto uno con 55 segundos, teniendo un minuto de duración. A comparación con la anterior cinta, este cortometraje posee un ritmo más frenético. Esta cinta muestra, desde un principio, una serie de fotogramas con mayores capas de pintura, haciendo que la luz proyectada en el celuloide sea poco distinguible. Es desde el minuto dos con seis segundos, cuando la cinta comienza a presentar una serie de fotogramas más homogéneos con respecto a las capas de pintura. Por consiguiente, estos adquieren una sucesión tonal más pausada y armoniosa. En el minuto dos con trece segundos, algunos fotogramas vuelven a quedar estáticos brevemente, mientras que el resto siguen en movimiento. Es en el minuto dos con quince segundos, cuando, en un lapso corto, aparece una serie de fotogramas estáticos cubiertos por altas capas de pintura que llegan a oscurecer un poco la imagen, sin afectar la proyección armoniosa que se llevaba hace unos instantes. Todo lo anteriormente dicho, dura un periodo de 8 segundos. Después del minuto dos con 24 segundos, la cinta regresa a la sucesión de fotogramas que llevaba desde el principio. Pero, desde los dos minutos y 33 segundos, se notarán continuos aleteos de mariposas sobre el rollo de celuloide, combinándolos con las distintas pigmentaciones expuestas a lo largo de la obra. Terminada esta secuencia, siendo esto en el minuto dos con 48 segundos, la cinta vuelve a reiterar con la sucesión de fotogramas que llevaba hace unos 24 segundos. Aunque, en comparación, con una mayor gama de colores cálidos. En el minuto dos con 55 minutos, el ritmo de la proyección vuelve a retroceder, volviendo a mostrar fotogramas estáticos por breves lapsos de tiempo. Además, regresan las mariposas que habían estado hace 22 segundos, pero de manera mucho más sutil. Después de dos segundos, comienza a ser más notorio el movimiento de dichas mariposas, mezclados con los distintos colores y luces presentes en la película. De este modo, se crea la ilusión de estar acercándose, alejándose, revoloteando, cubriendo y desvaneciéndose de la cinta proyectada. El film culmina con la fugaz imagen de las alas que corresponden con aquellas mariposas. Por lo tanto, esto crea la impresión de ver a dichas alas pegadas en el fotograma.

Este segundo film, a diferencia de su antecesor, posee una ejecución mucho más orgánica, por lo cual no hubo cambios bruscos durante gran parte de la cinta. De hecho, desde el inicio de esta hasta el minuto dos con 33 segundos, el cortometraje adquiere, como se mencionó con anterioridad, un tono demasiado armónico, rozando lo hipnótico. De esta forma, se crea una conexión muy profunda entre la obra del cineasta norteamericano y el espectador. Por lo cual, este último sentirá a la cinta como un viaje psicodélico hacia lo más profundo del director. Sin embargo, a diferencia con su antecesor, Persian #2, por medio de su carácter más pasivo, logra no solo expresar la visión interna del propio Brakhage, también captura la atención del espectador, transportándose a un mundo regido por la percepción sensorial que posee este director.

Por otra parte, desde el minuto dos con 33 segundos, este cortometraje, con la aparición de las alas de mariposa, generó un cambio considerable a la dinámica que llevaban esta serie de cintas. Dicho en otras palabras, las pinceladas de Brakhage pasaron a segundo plano, dándole el protagonismo a la ilusión de movimiento que se iba formando con la proyección acelerada  de las alas pegadas a los fotogramas. Por ende, el espectador comenzará a admirar la danza entre las alas de este insecto volador y las pinceladas sueltas del autor de esta cinta. Por ende, este segmento de la cinta crea la ilusión que dichas alas forman parte de una mariposa viva en el contexto de el film, por lo cual se sentirá revoloteando en la pantalla del proyector, en la mente del público que observe esta obra de la cinematografía, y en la imaginación del hombre que osó crear dicha obra. Para concluir con esta reflexión, Persian #2 se diferencia sutilmente de su antecesora, añadiendo elementos nuevos que serán tomados por sus sucesoras, como es el ingenioso recurso de las alas de mariposa y la utilización de fotogramas más pausados con el objetivo de crear una sensación de trance al espectador, lo cual hace que esta cinta se sienta más próxima con el espectador, pese a su carente falta de narrativa y su nula sonoridad. Aspectos que no perjudica a la obra. Todo lo contrario, la enriquecen más, convirtiéndola en un gran referente del estilo denominado como poesía visual[3]​.      

Persian #3.[editar]

La tercera cinta, titulada como “Persian #3”, comienza desde el minuto 3 con 56 segundos, teniendo una duración de dos minutos con cuatro segundos. Al empezar este film, vuelve a hacer uso de las mariposas, iniciando estas con movimientos lentos y envueltas en mantos de pintura que cubren los primeros fotogramas del cortometraje. A partir del minuto cuatro con un segundo, la cinta empieza a proyectar distintas imágenes de dichas mariposas, colocándolas en el centro de los fotogramas y cubriéndose con diversas capas de pintura, dando una apariencia similar al test de Rorschach. Esto sigue hasta llegar al minuto catorce, trasladando a las mariposas de izquierda en diferentes direcciones, rompiendo esa cercanía que llegaban a tener con el mencionado test. La cinta vuelve a cambiar de ritmo desde el minuto cuatro con 24 segundos, donde los fotogramas se muestran más pausadamente, llegando a tomar un carácter psicodélico, similar al de Persian #2. Es a partir de esta parte del cortometraje donde se comienza a ralentizar el movimiento de las mariposas, definiéndose mejor en algunos fotogramas, sin perder el sentido abstracto del film. Trece segundos después, la cinta retoma el ritmo rápido que llevaba con anterioridad. Y, también, las mariposas que estuvieron presentes durante toda la película, se van diluyendo con las pinturas salpicadas en el fotograma. De esta forma, se dará un efecto de quemadura en el rollo de celuloide. Poco a poco, los fotogramas van ganando más capas de pintura sin ningún orden aparente, recordando a “Persian #1”. Ya a partir del minuto cinco con dos segundos, vuelve a aparecer, lentamente, la serie de mariposas. En esta parte, el ritmo de la cinta vuelve a ser frenético, dándole mayor protagonismo al movimiento de las alas de dichas mariposas, apoderándose estas de las pinceladas de Brakhage. Por lo cual, en algunos fotogramas, el efecto de estar flotando en la oscuridad. La cinta termina con una imagen en negro, en el minuto quinto con 19 segundos.

Esta cinta, al igual que su antecesora, vuelve a utilizar las alas de las mariposas. Sin embargo, y a diferencia de esta última, Persian #3 llega a utilizar este recurso con mayor frecuencia, siendo ésta la pieza clave para entender este film. O por lo menos en su primera parte. De esta forma, la cinta, desde principio a fin, comienza a experimentar con las diferentes posibilidades que podría llegar a tener las alas de mariposa dentro del contexto de la obra. También, se trabaja con otros elementos que conforman la cinta, como son las pinceladas del mismo Brakhage. De esta forma, estos dos elementos llegan a fundirse para crear efectos muy llamativos, siendo destacados los guiños que hace la cinta al mencionado test de Rorschach. Posiblemente, esto sucedió con la intención de evaluar la propia inconsciencia del mismo espectador, creando nuevamente un diálogo entre este y el propio Brakhage. Sin embargo, a partir de la segunda parte del film, la cual comienza en el minuto cuatro con 37 segundos; donde la utilización de las alas de mariposa van perdiendo relevancia, en cambio, las pinceladas frenéticas, pero premeditadas, del director de este cortometraje alcanzan mayor protagonismo con cada fotograma proyectado en la pantalla que observa el espectador. Es a partir de este punto donde el film comienza a dar protagonismo a las tonalidades calidades, tales como el amarillo, el rojo y sus derivados. Esto con el fin de crear el efecto de quemadura en el rollo de celuloide que fue utilizado para la creación de esta película. Tomando todo lo anteriormente dicho, se puede notar la forma por la cual Stan Brakhage transformó el significado de este recurso, pasándolo de la metáfora de los estados de la conciencia del autor, a una lucha entre las diferentes reflexiones que haya llegado a tener este autor a lo largo de su vida. Siendo vencedoras las ya mencionadas tonalidades cálidas. Por ende, el efecto de quemadura que se causa con la utilización de estos colores, crea la impresión de estar viviendo un momento cálido, y posiblemente acogedor, de la vida tan hogareña de Brakhage. Pero, poco a poco, dicho momento se va diluyendo, terminado la cinta con una pantalla casi en blanco, dando otra metáfora sobre el estado mental del mismo autor. Esta vez, quizás, un estado de casi completa lucidez por parte de este.

Conclusión.[editar]

Esta serie de cintas, a diferencia de los demás trabajos que hizo Stan Brakhage, es la más cercana al arte bidimensional de los artistas abstractos. Dicho en otras palabras, estos filmes, se alejan de los principios básicos de la cinematografía (como son la utilización del sonido y la construcción de una narrativa por medio de los fotogramas), acercándose, más bien, a una experiencia sensorial que se comunica con el espectador por medio de lo visual. O, en palabras del autor, una poesía visual.  Para concluir, estas tres primeras citas de la serie “Persian Series”, dan mayor protagonismo a la experiencia visual, haciendo a las distintas pinceladas de su director, Stan Brakhage, los actores estelares, y a las alas de mariposa pegadas en los fotogramas en los dos últimos cortometrajes como los secundarios. Entregando una serie de imágenes desconcertantes y, en la mayoría de los casos, muy sobrecargadas. Pero, con el transcurso del tiempo, dichas imágenes pueden llegar a atrapar e intrigar. En resumen, una obra experimental para mentes dispuestas a experimentar.

Referencias.[editar]

  1. Persian Series. Dirigido por Stan Brakhage. Interpretado por Stan Brakhage. 1999.
  2. Sichel, Berta. Stan Brakhage. (Madrid: MNCARS, 2004). 17,19,22.
  3. Sichel, Berta. Stan Brakhage. (Madrid: MNCARS, 2004). 18-19.