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ISABEL I DE CASTILLA, SU VIDA ESPIRITUAL[editar]

Comienzos[editar]

Isabel creció con su madre y su hermano Alfonso de Castilla, ya que su padre había muerto a los 3 años de edad y su hermano Enrique IV lo había sucedido en el trono. Su madre Isabel de Portugal fue la responsable de su educación inculcando costumbres santas, sólida piedad y temor de Dios. De ella aprendió a orar, a oír misa todos los días y a vestirse con modestia

Luego de la muerte de su hermano Alfonso de Castilla el 5 de julio de 1468. Con 17 años, Isabel se retira una temporada al convento de Religiosas Bernardas en Santa Ana de Ávila.

Fernando de Aragón y Isabel de Castilla

Isabel y sus pretendientes[editar]

Isabel ofreció esto a la voluntad de Dios, la querían comprometer con el Rey de Portugal, ella resistió y con su corte encontraron al mejor pretendiente: Fernando de Aragón.

Se casó el 18 de octubre de 1469 con una Bula del papa Pío II de la cual quedaba dispensando el parentesco para contraer legítimamente matrimonio.

La Reconquista (1482 - 1492)[editar]

El objetivo de la reconquista era  dejar unida y cristiana toda España y recobrar las tierras de sus mayores. La guerra contra Granada estalla por las escaramuzas de los moros y por el incumplimiento de los tratados. La  ambición para la reconquista del reino de Granada, era dado a que cuenta con recursos naturales para vivir y defenderse.

Los Reyes Catolicos en la rendicion de Granada

Durante estas guerras Isabel atiende las necesidades del ejército. Establece hospitales, organiza el aprovisionamiento de las tropas. Además va a los campos de batalla, quedándose en oración hasta altas horas de las noches. Una noche una chispa de una vela originó un incendio y luego de esto se decidió construir una ciudad en el sitio del campamento “Santa Fe” para hacer frente al enemigo y acobardarse. Así, no fue necesario asaltar Granada, en lo que se hubiesen perdido muchas vidas y pudieron esperar a que se rindiese. Ella quiere que esta cruzada sea santa: Prohíbe los jueves de azar en los campamentos, impide que acompañen a los soldados mujeres y prohíbe la blasfemia severamente. Muchos sacerdotes y religiosos viven en el campamento y ella y don Fernando oyen misa a diario con los soldados[2]

Iban cayendo poco a poco las ciudades moras del Reino de Granada. Isabel cumplía lo del eclesiástico: “si puedes haz a Dios dignas ofrendas”.[2]​ Va a Alhama (primera ciudad conquistada)  y mandó que las tres principales mezquitas se convirtieran en iglesias cristianas.

Conversando con ella Cidi-Yahia, defensor de la ciudad (Alhambra, capital de granada), se convierte al cristianismo por “la nobleza y la condición de su virtud” de la reina

Entran triunfando en Granada, la cruzada de 8 siglos termina.  La reina recibe la victoria con humildad repitiendo “ No a nosotros, señor, no a nosotros, sino a tu Santo nombre, la gloria”[2]​. cada vez que le besaban la mano.

Ella piensa que es cuando más ayuda necesita del señor pues urge conquistar las almas que no se rinden tan fácil como las ciudades; pedirá más oraciones, más sacrificios y dejará a su confesor de arzobispo de Granada confiándole la evangelización.[2]

Abastece la ciudad Alhambra con treinta mil cargas de harina y termina la reconquista como la comenzó: orando, oyendo misa y cuidando a sus súbditos con cariño.

La reina pasa las pascuas  en ayuno como ofrecimiento a Dios por las guerras de la reconquista.

América[editar]

1492[editar]

Colón ofreció sus proyectos para llegar a las indias en muchas cortes europeas , pero en estas se lo trató de visionario. En una carta de colón dice: “En todos hubo incertidumbre y a la reina mi señora, dio dello espíritu de inteligencia y esfuerzo grande” y “ que sólo el esfuerzo de nuestro Señor y de Su Alteza hizo que yo continuase” y «Todos aquellos que supieron de  mi empresa (el descubrimiento de América), con risa le negaron, burlando: todas las ciencias de que dije arriba, non me aprovecharon, ni las autoridades dellas: en solo Vuestra Alteza quedó la fe y constancia; ¿Quién dubda que esta lumbre non fue del Espíritu Santo?»[2]

El 31 de marzo de 1492 se promulga el decreto de expulsión de los judíos ya que son la tentación constante contra la fe. Los pueblos no los quieren por la usura, se amotinan contra ellos y hacen matanzas difícilmente evitables

1493[editar]

El 15 de noviembre llegaron los Reyes a Barcelona para intentar que devolvieran a Aragón el Rosellón y la Cerdeña, que ocupaba hacía algunos años Francia. Llevaban a todos sus hijos, como hacían muy frecuentemente, y empezaron en Barcelona a oír a todos los que se querellan y a administrar justicia, con gran satisfacción del pueblo.[2]

El día 7 de diciembre, el Rey fue gravemente herido. Isabel ruega a Dios por su estado. el rey se salva y puede seguir las negociaciones con Francia .Plega a Dios que le sirva de aquí en adelante como debo, y vuestras oraciones y consejos ayuden para esto.». «Hizo voto de nunca más en su casa, ni sus hijas y damas se arreglarían con colores, ni traerían verdugadas de seda...».[2]

Colón Volvía con la buena noticia del Mundo descubierto y, apenas puso el pie en España, supo que Doña Isabel estaba en Barcelona y, con ella, toda la Corte y allá fue para presentarle los dones que traía.

Presentación del Mundo descubierto a los Reyes Católicos y la corte.

Llega en abril y le reciben los Reyes. El expuso brillantemente, aquel mundo descubierto, lleno de colorido y grandeza; traía muestras de sus tesoros y de sus habitantes, hombres y mujeres con sus trajes, sus plumas y sus desnudeces; pájaros, oro, piedras preciosas... Realmente era un mundo mágico.

La Reina, en compañía del Rey, del Infante y de sus hijas, oyó la narración deslumbrada, con lágrimas en los ojos, y cayó de rodillas alabando a Dios. Mandó entonar con toda la solemnidad un Te Deum, y todos los Grandes que la acompañaban, invencibles en las guerras, estaban como la Reina, rendidos por la emoción y por las lágrimas.

Allí bautizaron a los seis indios que traían y fueron padrinos los Reyes y el Infante Don Juan, procurando que en seguida se les instruyese bien en la doctrina cristiana.

Se ve muy pronto que las Américas no dan bienes materiales para España; pero la Reina contestará cuando la traten de disuadir de la empresa: «Que aunque sólo hubiera piedras, seguiría en América mientras hubiera almas que salvar».[2]

Ordena que se trate bien a los indios; que se les enseñe a trabajar, pero que se les pague su jornal, porque trabajando se acomoden mejor a recibir la civilización y la doctrina. Al saber que Colón había hecho algunos esclavos dijo: «¿Quién le ha mandado para disponer de mis vasallos?». No quiere que se les fuerce a ser cristianos, pero exige que se les instruya en la religión, pues gustosos la abrazarán si se la enseñan bien. «Porque Nos deseamos que los indios se conviertan a nuestra santa fe católica y sus almas se salven».

Reforma de las órdenes religiosas[editar]

La Reina, que en todas sus aflicciones acude a los conventos y vive en ellos varios días, los conoce muy bien. Trataba de modo especial a los jerónimos, a los dominicos y a los franciscanos. Pasaba temporadas en La Mejorada, en El Abrojo y en Guadalupe. También la hemos visto en conventos de religiosas y sabía que era necesaria una reforma y de ella trató con Cisneros.

Los Moriscos[editar]

1499-1503[editar]

Cuando se conquistó Granada pensaron los Reyes y sus consejeros eclesiásticos y seglares que sería obra de breve tiempo el que todos sus habitantes fuesen cristianos; pero pasaron los años y no se habían convertido. Ciudad y reino pertenecían, sí, a España, pero ese no era el único deseo de Isabel, sino salvar las almas.

Tenía toda la confianza en las extraordinarias dotes de Cisneros y le llamó para que ayudase a Hernando de Talavera. Allí se juntaron los dos confesores de Isabel, los dos, almas grandes y muy de Dios, a cuyo celo y oraciones encomendó la Reina la tarea evangelizadora.

Los Reyes, que estaban en Sevilla, no sabían con certeza lo ocurrido en Granada; Don Fernando juzgaba que se debía el levantamiento a una imprudencia de Cisneros y en mayo de 1501 salió con un ejército fuerte para castigar aquella raza que en dos años llevaba cuatro sublevaciones.

La Reina consultaba lo que debía hacerse con los moriscos, oraba por ellos y al fin creyó que era necesaria la expulsión de los que no se habían convertido. El decreto fue dado en febrero de 1502, pues en sus reinos sólo Jesucristo tenia que reinar y todos sus vasallos habían de ser cristianos.[2]

Muerte de Isabel[editar]

1504[editar]

En Julio de 1504 ambos reyes caen enfermos estando en el palacio de Medina del campo. El rey Fernando mejora y la reina Isabel logra levantarse trabajosamente, sus hijos eran la causa de sus grandes penas. La reina apenas podía respirar, su andar era dificultoso pero no quería verse privada de la vista del Santísimo. Le abrieron en su cuarto una ventana con vista directa al oratorio

El 18 de Agosto cae en cama sin poder levantarse nunca mas. «Gobernando al mundo desde la cama». Isabel pide que no se rece por la salud de su cuerpo sino la de su alma. Pide perdón a Dios y a sus pueblos de las faltas que haya podido cometer contra ellos, y pide que se la entierre con el habito pobre de San Francisco y en sepultura pobre y baja.

Ordena en su testamento que no hagan gastos en sus exequias, sino llanamente, y que lo que habían que gastar lo den en limosna a los pobre, y lo que habían de lucir lo den al Santísimo.

Que se paguen todas sus deudas a los criados. Que no opriman con tributo a los súbditos, sino que los traten bien y hagan justicia a favor de los pobres. Que se digan veintemil misas por los que han muerto a su servicio. «Que se atienda a los indios de las tierras recientemente descubiertas y se les trate bien, no quitándoles sus bienes ni haciéndoles agravio alguno y se procure traerlos a la Fe instruyéndoles personas doctas en la doctrina y buenas costumbres».

Pide que le traigan los últimos sacramentos, con una cruz en la mano, muere el 26 de noviembre de 1504 con 53 años.

  1. Un Carmelita Descalzo, Un Carmelita Descalzo. Isabel la Catolica, su vida en santidad. 
  2. a b c d e f g h i Un Carmelita Descalzo (2021). Isabel la Catolica. Su vida de santidad. Cordoba, Galeon: Sjolè.