Usuario:Santiago ramonero/Medicalización

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Medicalización es el proceso por el que eventos y características de la vida cotidiana se convierten en problemas médicos, y por lo tanto son estudiados y tratados por médicos y otros profesionales de la salud. El proceso de medicalización normalmente conlleva cambios en las actitudes sociales y terminología, y suele estar acompañado o conducido por la disponibilidad de nuevos tratamientos.[1][2]

Precaución con el consumo de medicamentos.

Causas[editar]

El proceso que lo origina ha sido criticado como promoción de enfermedades:[3]

  1. Redefinir las percepciones de profesionales y legos sobre algunos procesos no patológicos de la vida cotidiana, caracterizándolos como enfermedades e incorporándolos como entidades patológicas abiertas a la intervención médica.
  2. Reclamar la eficacia incontestada de la medicina científica, y la bondad de todas sus aportaciones, desatendiendo las consideraciones sobre el necesario equilibrio entre sus beneficios y los riesgos o pérdidas que implican.
  3. La marginación de cualquier modo alternativo de lidiar con las dolencias, incluyendo tanto terapias de eficacia probada empíricamente, como las formas desprofesionalizadas de manejo de todo tipo de procesos, que van desde el parto hasta la muerte.

Los límites de la definición de enfermedades se expanden para incluir los problemas personales como problemas de salud, o los riesgos de las enfermedades se destacan para ampliar el mercado de los medicamentos. La medicalización inadecuada conlleva los peligros de diagnósticos innecesarios, las malas decisiones terapéuticas, la enfermedad iatrogénica, y el despilfarro económico, así como los costos de oportunidad que se producen cuando los recursos son desviados lejos de tratar o prevenir una enfermedad más grave. En un nivel más profundo, la medicalización puede ayudar a alimentar obsesiones no beneficiosas para la salud, a crear explicaciones sociológicas o políticas oscuras o confusas sobre los problemas de salud, y centrar excesivamente la atención en las soluciones farmacológicas.[4][5]

Aristas de la medicalización[editar]

El fenómeno de medicalización de la sociedad es particularmente compléjo y analíticamente pueden observarse diferentes líneas de procesos económicos, sociales, culturales e históricos, que lo componen al modo de diferentes aristas.. A todas ellas remite parcialmente el uso del concepto de medicalización en un sentido ámplio. Las mismas son:

  • Proceso de construcción de una episteme médica que reconceptualice fenómenos sociales
  • Procesos prácticos y administrativos de producción y acumulación de poder en la figura del médico y la medicina, y
  • Proceso de industrialización y mercantilización de la salud en el marco de las economías capitalistas.

Construcción de la episteme médica en Uruguay[editar]

El historiador José Pedro Barrán ha estudiado con detalle y profundidad el largo y lento proceso de desarrollo de medicalización de la sociedad para el territorio del actual territorio del Uruguay desde la colonia hasta la modernidad pasando por el proceso de emancipación criolla. Sus estudios marcan elementos fuertes de análisis histórico del fenómeno que pueden ofrecer conclusiones generales mas allá del caso particular analizado. Así el autor observa que desde el siglo XVIII con la instalación del promédiate en el virreinato de Buenos Aires solo tenían derecho a curar cirujanos y médicos [6]​; sin embargo para aliviar “a los habitantes de la campaña”, el promédicato autorizo a los curanderos a ejercer bajo ciertas mínimas condiciones el poder curar. Los farmacéuticos en el los pueblos alejados y los dueños de los “Botiquines abiertos al público”, eran prácticas sociales de curación. En las pulperías o zonas alejadas se aconsejaban tratamientos, recetaban medicamentos y realizaban pequeñas intervenciones quirúrgicas.

Ya en el siglo XIX aparecieron rivales a la medicina, surgiendo las medicinas alternativas homeopáticas e hidropáticas de importante difusión, portadores de 'una nueva verdad' y denunciando a los médicos por recetar dosis de enormes “venenos” con el nombre de medicamentos. La clase médica del siglo XIX no tenía si quiera el monopolio del saber científico Europeo ya que otras escuelas se los disputaban palmo a palmo. El saber científico Europeo tampoco era el único que pretendía curar y a su lado estaban los viejos saberes populares, de origen indígena, español, portugués, italiano, fuentes estas de las que se nutría el curanderismo. En el interior los curanderos superaban sin problemas a la medicina académica, entre otras cosas por la escases de facultativos que se aventuraban “por las campañas Esparzas” [6]​. Dentro de la clase médica Barrán observa jerarquías internas y especialidades médicas que hoy suponen una sofisticación tecnológica importante no siempre tuvieron requerimientos de alta experticia. En términos generales los cirujanos de los siglos XVIII y XIX pertenecían a las bajas esferas sociales, siendo los primeros conocidos en Montevideo simples soldados del ejército español. En 1861 en la lista anual de “profesores habilitados en todas las ramas de la medicina” el consejo de higiene pública los puso en las mismas categorías aquellos que realizaron sus estudios tanto en barberías como aquellos que realizaron sus doctorados para fastidios de estos. A partir de 1833 los inmigrantes Españoles, Italianos y Franceses crearon las sociedades de socorros mutuos, los cuales eran espacios de cuidar y fueron los últimos conocidos en el Uruguay del siglo XIX; los mismos anunciaban ya el triunfo de la medicalización del 1900. Según José Pedro Barran los espacios medicalizados del siglo XX nacieron de estos espacios con finalidades caritativas y de asociación donde el curar era simplemente una más de estas, por lo tanto el medico tuvo un pequeño lugar en la misma. En 1775 se funda el hospital de caridad el cual desde su fundación hasta finales del siglo XIX fue un lugar donde se combinaban formas diferentes de cuidados tanto religiosos como de ciencia médica. El lugar del médico en el hospital lejos de la imágen acutal era el de un espacio funcionalmente reducido y subordinado donde la jerarquía máxima se encontraban los religiosos. La historia de las asociaciones médicas según Barran revela una lenta formación de la clase médica. Las primeras apariciones en el siglo XIX, fueron “La sociedad de Amigos Médicos” (1831) y su finalidad era ilustrar luces científicas mutuamente concernientes al arte de curar. En el transcurso de los años esta asociación estuvo interrumpida por varios acontecimientos políticos, uno de ellos fue la Guerra médica (1831-1836) y otro las revoluciones internas durante el gobierno de Fructuoso Rivera (1836-1837). Luego de terminada la guerra grande se instala la sociedad de medicina montevideana, entre sus objetivos figuraba, “Establecer discusiones científicas sobre las enfermedades y fundar un periódico para publicar los trabajos de sus socios, su existencia al igual que la anterior fue breve. Se funda en 1887 el circulo médico Uruguayo; en su primera sesión se sostuvo el interés de que esta institución debía encargase de defender los intereses de la clase médica (1888). Esta institución fue la primera en proponer estas ideas y en su breve vida demostró ya la fuerza que podía llegar a tener el poder medico. Tal como observa Barrán el Círculo demostró en su corta existencia su temprano poder. El 14 de setiembre de 1893 un grupo de médicos,la mayoría profesores y egresados jóvenes de la facultad, sé reunió en su local y fundo la sociedad de medicina de Montevideo, y en 1898 apareció su órgano periódico, “La revista Médica del Uruguay”, fue la primer publicación científica que perduro más de cuatro décadas. Este es el momento en donde la conciencia de “clase” comenzaba a fructificar en asociaciones, que propagaban las ciencias y la unión como grupo. En 1902 se desarrolla el primer congreso médico interdepartamental el cual tuvo sitio en el departamento de San José. En 1916 se realiza el primer congreso médico nacional en Montevideo, tuvo lugar “Bajo el patronato del presidente Feliciano Viera”. El trabajo realizado a nivel científico fueron la publicación de tomos, la misma se diferenciaría con la poca producción del siglo XIX denotando el crecimiento no solo del poder y sino también del saber médico específico. En el mismo año apareció, el primer volumen de los “anales de la facultad de medicina”, por lo que el Uruguay por primera vez tenía dos publicaciones científicas médicas de gran importancia. En 1920 se convocó una asamblea para elegir las autoridades del “Sindicato de médicos”. En el primer congreso nacional médico, en el discurso de su presidente Gerardo Arrizalabaga, se percibía la consolidación de la clase médica. El espíritu de “la clase” se convirtió en poder corporativo, soló un médico podría juzgar a otro médico. Los médicos del novecientos construyeron un sentido de conciencia y solidaridad de “la clase”. De alguna manera y tal como observa Barrán “La clase médica primero logró el control de las autoridades estatales que regían la salud, luego lo obtuvo en los centros que la cuidaban, asilos, hospitales y sanatorios"[6]​.


Concentración del poder de curar en la figura del médico[editar]

Herbert Spencer fue unos de los primeros en establecer una antropología histórica del proceso de automatizaciones en las fuentes de poder en las sociedades, afirmando que dicho proceso parte del macroproceso de incremento de la diferenciación y especialización funcional y estructural que desarrollan las sociedades en su trayectoria histórica como manera de aumentar la eficacia y eficiencia de su adaptación al entorno externo y desenvolvimiento y cambio de necesidades[cita requerida]. Desde la perspectiva Spenceriana podemos describir la consolidación del poder médico como un proceso de automatización de fuentes de poder.

Para Spencer la primera fuente histórica automatizada de poder y prestigio fue el poder militar, a partir de la necesidad que tenían los grupos de proteger la vida y entrenamiento de aquellos para la supervivencia. Los físicamente mas poderosos, vigorosos o valientes adquirían mayor poder, prestigio y privilegios por su funcionalidad y escases. La segunda fuente de poder en automatizarse fue el poder religioso, por su capacidad de dar sentido y significación a la vida cotidiana, su carisma y preparación para manipular lo desconocido y trascendente para fines cotidianos y su habilidad para aliviar el dolor, el sufrimiento y la enfermedad (brujos, hechiceros, curanderos). En este sentido Rafael Bayce apunta que la cotidianeidad enmarcada en el proceso de desarrollo social no puede ser ordenada solo desde estos poderes, surgiendo el poder y prestigio médico como un tercer proceso de automatización de poder. Si bien el poder médico no nace en la modernidad sin embargo y existen médicos en la época del universo mágico premoderno, éstos estaban subordianados en poder y prestigio respecto de los brujos, hechiceros y curanderos en la medida que la ciencia estaba subsumida en la magia y la tradición. El médico fortalece su poder y prestigio después que la religión comienza a sustituir el fenómeno de la magia, el mago es sustituido por el sacerdote y el profeta por el médico, primordialmente vinculado con elementos de supervivencia y bienestar material. En el Uruguay el médico deberá compartir la jerarquía del poder y del estatus con el político en la ciudad y el caudillo y comisario en los pueblos.En la modernidad, el político, el sacerdote, el médico virtuoso y el protector serán las figuras que la gente siente que llenan las necesidades de supervivencias, sentido de bienestar, autoestima y distinción.

Recién con la aparición del escepticismo y con la imposición ideologíca de la ciencia y la técnica sobre la religión y la magia es que esa diferencia adquiere una jerarquía social. Ni el ritual, ni la oración ni la ética pueden tanto como la curación y el remedio, supuestos productos de un diagnostico y terapias científicas. El médico adquiere entonces un máximo estatus entre los científicos, que elevan colectivamente su estatus como satisfactores meritorios y legitimados por su escepticismo y su eficacia reconocida. En definitiva él es el científico que asiste y certifica en situaciones limites como nacimiento, enfermedad, dolor y muerte. Contribuye a la supervivencia y al bienestar de la salud, la longevidad y reducción de sufrimiento. El médico deviene la encarnación de la modernidad, iluminado, ilustrado y necesario en las situaciones complejas cotidianas. Fue adquiriendo una autoridad superior equivocadamente emanada de su poder y prestigio como satisfactores de la necesidad de supervivencia y bienestar físico [cita requerida].

El médico fue creando un mecanismo psicosocial como personaje de máximo poder y prestigio, por atender las necesidades básicas para la supervivencia significativas del cuerpo social, extendiendo la autoridad emanada de las esferas legítimamente ganadas por su autoridad sustentadas por su estatus social y prestigio derivados por ser especial y único. El Poder medico posee una posición social, esta ligado a esa aureola de sabiduría y su cualidad para hacer sanar que le brinda privilegios. La medicina se ocupo del cuerpo, sus cuidados y su conducta para promover control acorde al progreso, en donde lo inmoral, lo sucio, lo insano, conducía a el dolor y discriminación.

Según el historiador José Pedro Barrán,el poder médico es denominado como uno de los primeros poderes en existir en la época del 1900 como ciencia y saber puro y exclusivo del ser humano, es la verdad científica que gobierna y controla ejerciendo su saber en todas las esferas, como única forma de evolución hacia el futuro productivo económico y social [6]​. El medico y su poder divino, poder sobrenatural, endiosado en el imaginario colectivo por sus reconocidos avances en el bienestar popular, para conservar la vida y privar de la aparición del dolor, mortificando la idea de la muerte como miedo natural del no trascender del no existir, se fueron consolidando en el común social del 1900 comenzando por tres niveles: el nivel de atención, el nivel de transformación suprema y el nivel de aceptación social del cuerpo conformando a posteriori el inicio y evolución de la medicalización por la clase médica. Dicha clase se fue convirtiendo en corporación, partiendo del pasado pero condicionando el futuro, preservando su autoridad, controlando centros de cuidados entre ellos asilos, hospitales y sanatorios, primero en instituciones públicas, para luego ganar terreno en instituciones privadas. Así siguieron conquistando el imaginario social del cual partieron como hombres de la ciencia de la verdad, con una virtud que solo ellos poseían, cumplidores de un rol vital, eran considerados sacerdotes de la verdad, o héroes. Su saber científico como instrumento de la verdad los hacia únicos, con respecto al resto de los profesionales, ya que en ellos estaba la voluntad de proteger al sujeto. La medicina y su poder afectará entonces normativamente las accinoes del sujeto y la determinación de lo bueno y lo malo en esferas tan diversas como la estética, la sexualidad, la forma de vivenciar la muerte, la gestión del padecimiento y el sufrimeinto, la natalidad, la fertilización, la reproducción y la alimentación, repercutiendo en las políticas de Estado, tanto sociales, económicas como educacionales diagramando un sistema de control privado y publico protegido por leyes estatales. Estas leyes inciden en las economías y recursos, ya que su comercialización es tomada como valor de servicios de compra y venta de oferta y demanda. Sus protagonistas, los pacientes, como mercado potencial en donde los medios de comunicación promueven sus productos corporativos, farmacéuticos o en el mutualismo para captar la atención. Ciencia y medios de comunicación se fusionan para manejar el consumo en donde no accede el que necesita sino el que puede costear el precio, provocando la desigualdad social. En el primer momento de la modernidad la prevención del mal y la enfermedad comienzan a ganar espacio en el quehacer y rol médico. La generalidad de los derechos individuales y del cuidado encarados en derechos económicos y sociales, contribuyo a que los derechos a la atención de la salud, tanto a la curación como a la prevención del que hacer médico, ello aporto también el crecimiento de las funciones del estado moderno ya sea en su modalidad política e ideológica de estado de bienestar y protección dentro de los presupuestos posibles.

A este proceso también contribuyen algunos factores mas a saber como el incremento de la oferta de médicos, atraídos por el aumento de la clientela protegida y el nuevo énfasis en la prevención, unidos al atractivo del poder y prestigio crecientes en las perspectivas económicas. Conocer y saber es existir en estas sociedades. El hombre de saber puede vender sus servicios con el derecho de restringir los mismos, para serle exclusivo y obtener mejor oferta en el medio. Nuevos especialistas en supervivencia y bienestar social disputaran al medico su hegemonía y su arma sagrada en el ocaso de la modernidad y hoy en la posmodernidad insipiente pero influyente. Psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas, asistentes sociales, terapeutas especializados, paramédicos, medicinas alternativas, medicinas populares y naturales, carismáticos y religiosos de sectas disputaran crecientemente la clientela y el aura sagrada del prestigio y poder social.

Proceso de industrialización y mercantilización de la salud en el marco de las economías capitalistas[editar]

En las economías capitalistas, las necesidades humanas adoptan la forma mercantil y se expresan bajo la forma precio. Es decir, quedan subordinadas a la lógica del mercado. No se produce lo que necesita la población para vivir sino lo que genera beneficio a las empresas. Las necesidades humanas básicas, deben generar beneficios (producir plusvalor). Esta dinámica desconsidera todos los límites humanos, sociales, ecológicos, territoriales y culturales: fuerza a la población rural a abandonar el campo, impulsa la concentración creciente de la población en las ciudades y la expansión del modo de vida urbano y obliga a la gente a contratarse como asalariada en las ciudades y depender del mercado tanto para producir como para consumir.

Mercantilización e industrialización de la ciencia[editar]

La medicina es una ciencia, por lo tanto para comprender el proceso de Mercantilización e industrialización de la misma, es pertinente en primera instancia abordar los efectos de la mercantilización e industrialización de la ciencia en general. En las teorías de la mercantilización y la industrialización de la ciencia se destacan dos transformaciones derivadas de la integración creciente entra la producción científica y la actividad productiva. La primera transformación es la mercantilización de los conocimientos científicos y técnicos mediante la conversión de los datos de la investigación científica en mercancías. Esa mercantilización de los resultados de la ciencia forma parte de un movimiento mas general de mercantilización de “bienes” no materiales cuya característica es la de contener información y conocimientos relativos a facetas diversas de la vida económica y social. En el ámbito de la producción la importancia de la “concepción”, de la “organización”, de la “gestión”, de la “comercialización”, y de todo lo que se denominan “intangibles”, no paro de crecer. Incluso la producción y gestión de información llegó a constituirse en una rama de producción diferenciada (asesorías y servicios a empresas, oficinas de estudios, ingenierías ,etc.). En particular, la producción de conocimientos y de tecnología constituye una actividad diferenciada no solo en el interior de las empresas sino que existen empresas cuya actividad principal es la producción y comercialización de conocimientos y tecnología. El protagonismo adquirido por la ciencia dentro de la vida económica de las empresas –en la valorización – y sumisión real del proceso de producción científica al capital, hacen que los ritmos, las cadencias y los resultados se aceleren al compás de la lucha competitiva en el mercado. La aceleración de la competencia introduce un ritmo de investigación y de obsolescencia rápida de los conocimientos científicos. A su vez esto introduce una dinámica de competencia entre los equipos y entre los investigadores, cuya <<eficacia y productividad>> será medida con criterios de evaluación y gestión gemelos de los aplicados en la esfera industrial. Este tipo de análisis pone de manifiesto aspectos de enorme importancia para la comprensión del papel de la ciencia y de su orientación, así como de las grandes tendencias de su vinculación con la producción capitalista. El modelo de acumulación capitalista centrado en el patrón de conocimiento moderno sostuvo que el desarrollo solo era posible a partir la idea de dominio y manipulación de la naturaleza y el control de la vida humana. La ciencia es el instrumento que permite el dominio: prever- transformar- controlar. A partir de la segunda guerra mundial, se da un salto cualitativo en materia tecnológica y en las ciencias de la vida (biología, química, ecología, etc.) impactando de manera acelerada en las transformaciones de la naturaleza y de los modos de vivir. Este proceso -y su exacerbación- ha sido ligado y promovido por la creciente y avasalladora mercantilización de todas las dimensiones de la vida cotidiana (alimentación, salud, vivienda, recreación, educación). Ciencia y tecnología unidas por el mercado aseguran una mayor capacidad de acción e intervención en el mundo; y, a la vez, se desvinculan de los “efectos no deseados” amparadas en la “racionalidad” y “objetividad” científica, logrando con ello eludir la responsabilidad ética. La articulación entre ciencia, tecnología y mercado en la geopolítica mundial implicó la transnacionalización de productos, intereses y sentidos en relación a la alimentación y el cuerpo.

Mercantilización e industrialización de la medicina[editar]

Michael Foucault en “Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina dirá:

…la medicina se impone al individuo, enfermo o no, como acto de autoridad… Hoy la medicina está dotada de un poder autoritario con funciones normalizadoras que van más allá de la existencia de las enfermedades y la demanda del enfermo… En el siglo XX los médicos están inventando una sociedad, ya no de la ley, sino de la norma. Lo que rige a la sociedad no son los códigos sino la perpetua distinción entre lo normal y lo anormal, la perpetua empresa de restituir el sistema de normalidad [7]​.

Influyen dramáticamente en la enfermedad los cambios socioculturales por la injerencia de los medios de comunicación masiva: ahora hay una epidemia de enfermedades fabricadas mediáticamente para aumentar el consumo: ya sea de medicamentos o de otros productos que incrementan los riesgos de enfermedad (alcohol, tabaco y alimentos grasos). La industria farmacéutica los propios médicos, y diversas empresas son por lo tanto también una fuente de enfermedades, en tanto necesitan pacientes para sobrevivir [cita requerida] . A la medicina moderna se le exige la solución, tanto más cuanto es un servicio pago, que brindan los hombres bajo las reglas de oferta y demanda [cita requerida]. La medicina facilita la conciencia de las molestias para que el negocio sea lucrativo: varices, arrugas, cansancio, falta de libido, falta de desarrollo muscular, dolores de espalda, menopausia, todo es lucro para el comercio en salud [cita requerida]. Pero en el reverso de la moneda, si el médico no cura, surgirá la demanda por daños y prejuicios centrada sobre la mala práctica médica. La vida moderna se ha visto plagada de estas demandas, lo que ha llevado al desarrollo de los seguros por responsabilidad médica [cita requerida]. Junto con el auge de las demandas por mala praxis, se ha desarrollado el concepto de una medicina omnipotente, mercantilizada, que piensa solo en el dinero y no en el bienestar de los enfermos. Se ha roto en gran medida la armonía de la relación médico paciente sin la cual la medicina no tiene sentido: se ha roto la intencionalidad de ayudar al prójimo y la confianza en ello. La enfermedad como posesión ha tomado un cariz, es casi una moneda de cambio. El propio individuo se ha codificado y se maneja como moneda de cambio, vacío de contenido [cita requerida]. La propaganda es capaz de provocar “una ilusión”, y es herramienta fundamental para lograr la imposición de un determinado producto en el mercado[cita requerida]. En las últimas décadas, el desarrollo de la industria farmacéutica ha sido vertiginoso y muy lucrativo. Gran parte de esta industria invierte enormes cantidades de dinero en propaganda. Esta crea muchas veces ilusiones de enfermedad, en los pacientes, en los médicos y en la sociedad en su conjunto. Por tanto también han aparecido enfermedades producto de lo publicidad[cita requerida]. Son ejemplos de ilusiones de enfermedad mediática: la ilusión de debilitamientos corporales varios para incrementar el consumo de vitaminas o energizantes, la ilusión de enfermedad digestiva (por haber comido mucho) para incrementar el uso de digestivos, etc[cita requerida]. Algunas son recreaciones de viejos mitos: la fuente de la eterna juventud aparece por doquier en el mundo posmoderno.

El saber medico gobierna a los individuos y a las sociedades, en donde también entra el poder científico por medio de las corporaciones farmacéuticas.Detrás de este poder medico, podemos encontrar un poder aun mayor, el poder corporativo, con toda su industria y maquinaria al servicio de la enfermedad de siempre o la nueva enfermedad (H1N1) , para contrarrestarla con el nuevo medicamento (Tamiflu) que nos aleje del dolor, el cual en ocasiones es representado con la figura del doctor que nos lo publicita y recomienda[cita requerida].

Con el correr de las épocas los avances tanto científicos como culturales fueron fusionándose con intereses corporativos, transformando a los médicos en empresarios, los cuales promueven la profilaxis antes que la curación, y a los pacientes en el mercado potencial en donde los medios de comunicación promueven sus productos corporativos, hechos que contribuyeron considerablemente a la medicalización de la vida y hegemonía del saber[cita requerida].

Referencias Bibliográficas[editar]

1. Vence Deza, Xavier (1995). Siglo Veintiuno, ed. Economía de la innovación y del cambio tecnológico. España: Siglo Veintiuno. 

2. Ibáñez, Ileana (2012). Universidad Nacional de Córdoba, ed. Mercantilización, Medicalizacion y Mundialización de la alimentación infantil. Argentina: Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico Vol.6(2). 

3. Huergo, Juliana (2012). Universidad Nacional de Córdoba, ed. Mercantilización, Medicalizacion y Mundialización de la alimentación infantil. Argentina: Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico Vol.6(2). 

4.

5. Diaz Berenguer, Alvaro (2012). Trilce, ed. La Medicina Desalmada. Montevideo: Trilce. 

Áreas de medicalización[editar]

Prevención innecesaria[editar]

“Voy al médico porque no me pasa nada”. Los chequeos médicos carecen de fundamento científico, como se ha demostrado repetidamente a lo largo de los cien años de su promoción; provoca medicalización y una efecto cascada peligroso para la salud, por los consiguientes errores diagnósticos y tratamientos innecesarios.[8][9][10][11]

Gripe A[editar]

La gripe A fue una gripe más suave que la gripe estacional, y esta información científica estaba disponible desde julio de 2009. Por ello, la aplicación de protocolos estrictos (con el uso de trajes y áreas de aislamiento, el empleo de antivirales y la promoción en masa de la vacuna) así como medidas de cierre o retraso de apertura de escuelas y universidades o bajas obligatorias para mujeres embarazadas fueron innecesarias, y carentes de contención y de ciencia. El derroche de recursos para un problema menor implica el abandono de otros problemas de salud más graves a los que se deja sin atender.[12]

La mujer[editar]

Todas las etapas de la mujer (desde la menarquia hasta la menopausia) son objeto de actividades sanitarias preventivas, diagnósticas y terapéuticas con una discutida efectividad, cuando se realizan como prevención primaria sin fundamento científico.[13]

Desviación de la normalidad[editar]

Estados anímicos como la timidez, la ansiedad, trastorno disfórico premenstrual, etc; o formas de abordar la vida como la soledad, la homosexualidad, el consumo de drogas, el adulterio, la delincuencia, etc; o características físicas hereditarias no patológicas como la calvicie, el pene pequeño, el coeficiente intelectual, la raza, el sexo, la estatura, etc se consideran desviaciones de la vida normal y no como enfermedades, pero sin embargo, se busca su "curación" en la Medicina.[14][15][16][17][18]

Resistencia a la medicalización[editar]

  • Explicar a los individuos y a la colectividad que es saludable detraer recursos consumidos en la medicalización, para potenciar otras esferas del bienestar.[19][20]
  • Una nueva ética en las empresas sanitarias, en especial las farmacéuticas, donde predomine la transparencia y se elimine la manipulación de la información.[21]
  • Ampliar la figura del médico, en especial del médico de cabecera, no sólo como sanador, sino como defensor de los intereses de sus pacientes frente a los intereses o agresiones del propio sistema sanitario, es la denominada prevención cuaternaria.[22][23]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Mainetti JA. La medicalización de la vida. Electroneurobiología. 2006; 14(3):71-89.
  2. Foucault M. Historia de la medicalización. Educación Médica y Salud. 1977; 11(1):3-25.
  3. Márquez S, Meneu R. La medicalización de la vida y sus protagonistas. Gestión Clínica y Sanitaria. 2003; 5(2):47-53.
  4. Moynihan R, Heath I, Henry D. Selling sickness: the pharmaceutical industry and disease mongering. BMJ. 2002; 324(7342):886-891.
  5. Brennan R, Eagle L, Rice D. Medicalization and Marketing. Journal of Macromarketing. 2010; 30(1):8-22.
  6. a b c d Barrán, José Pedro (1993). Banda Orientel, ed. La medicina y sociedad en el Uruguay del novecinetos El Poder De Curar Tomo 1. Montevideo: Ediciones de La Banda Oriental. 
  7. Foucault, Michel (1976). Educación médica y salud, Vol.10, No. 2., ed. Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina. Francia: Educación médica y salud, Vol.10, No. 2. 
  8. Miguel García F, Merino Senovilla A, Sanz Cantalapiedra R, García Ortiz A, Montero Alonso MJ, Maderuelo Fernández JA. Procedimientos operativos y técnicos en la medicalización de la prevención. Aten Primaria. 2009; 41(12):702–6.
  9. Premios 2010 a las actividades de medicalización de la sociedad. Concedidos por NoGracias y Farmacriticxs. Oviedo, 2010 diciembre
  10. Rose GA. La estrategia de la medicina preventiva. Barcelona: Masson-Salvat Medicina; 1994.
  11. Charlton BG. A critique of Geoffrey Rose’s “population strategy” for preventive Medicine. J R Soc Med. 1995; 88:607-10.
  12. Gérvas J. ¿Podemos responder a las campañas de medicalización? Sí, podemos. Equipo CESCA. 2010-09.
  13. Sánchez R. La mujer como víctima singular de la medicalización. Acta Sanitaria. 06/02/2012.
  14. Conrad P, Schneider J. Deviance and medicalization: from badness to sickness. Philadelphia: Temple University Press; 1992. p.36. ISBN 0-87722-999-6
  15. Biley FC. The ‘Sickening’ Search for Health: Ivan Illich’s revised thoughts on the medicalization of life and medical iatrogenesis. Int J Healing Caring. 2010; 10(2).
  16. González-Vallinas P, Gérvas J. La medicalización del fracaso escolar. Equipo CESCA Notas clínicas. 2009 diciembre
  17. Conrad P. The Medicalization of Society: On the Transformation of Human Conditions into Medical Disorders. Baltimore: Johns Hopkins University Press; 2007.
  18. Rosenfeld D, Faircloth CA. Medicalized Masculinities. Philadelphia: Temple University Press; 2006.
  19. Smith R. Spend (slightly) less on health and more on the arts. BMJ. 2002; 325:1432-3.
  20. Gérvas J. Menos es mejor. Acta Sanitaria. 2010-07-05
  21. Perancho I. Crece la demanda de registros públicos para hacer transparente la relación con la industria. El Mundo - Salud. 2008/05/03; número 755.
  22. Gérvas J. Malicia Sanitaria, y la necesaria prevención cuaternaria que atempere la medicalización de la sociedad. XIII Congreso Nacional y VII Internacional de la Medicina General Española. 2006 junio 17; Valencia. Medicina General. 2006;(85 ext):323-4.
  23. Lenzer J. Doctors refuse exhibit space to group campaigning against drug company influence. BMJ. 2005; 331(7518):653.

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]