Usuario:Pedro H. Vega/Emergentismo

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En filosofía de la mente, el emergentismo es la corriente de quienes creen que la mente es un fenómeno emergente, es decir, que los fenómenos mentales son «propiedades emergentes» del cerebro.

Las principales tesis sostenidas por los emergentes son:

  1. la existencia de la emergencia como categoría explicativa legítima de la realidad;
  2. la aplicabilidad de la emergencia a fenómenos como la vida, la mente o los fenómenos sociales;
  3. el rechazo del «dualismo ontológico» en todas sus formas;
  4. el rechazo del «reduccionismo» al menos en algunas de sus acepciones.

Además, los emergentistas generalmente comparten:

  1. la teoría de la evolución natural;
  2. la llamada teoría «jerárquica de la realidad».

Históricamente, el emergentismo surge del intento de encontrar un «término medio» entre posiciones epistemológicas opuestas: el mecanicismo y vitalismo; el monismo materialista y dualismo cartesiano; el reduccionismo y holismo; el objetivismo cientificista y subjetivismo humanista. La creencia de que el emergentismo puede resolver estas «disputas» de larga data se basa en el hecho de que el concepto de emergencia parece capaz de especificar científicamente la antigua idea según la cual «un todo es mayor que la suma de sus partes». Según los emergentistas, aquello que hace que una totalidad sea mayor que la suma de sus partes es precisamente lo que «emerge» de ella. Así que exiten: las partes, su suma y el quid emergente.

Los reduccionistas de todos los lugares y épocas, según los emergentes, ven sólo las partes o, como mucho, su suma; niegan o malinterpretan el algo emergente. Los vitalistas, los dualistas cartesianos y los espiritualistas en general, por el contrario, confunden el quid emergente con una sustancia ontológicamente autónoma y, como tal, sobrenatural.

De acuerdo con el emergentismo, la controversia estancada entre estas epistemologías extremistas y falaces se resuelve reconociendo la existencia y la importancia del quid emergente pero al mismo tiempo negando tanto su autonomía ontológica como su naturaleza sustancial. Todos los fenómenos emergentes, incluida la mente, son fenómenos espontáneos, de carácter procedimental, generados naturalmente por el conjunto de interacciones entre las partes de la totalidad de la que emergen.

Historia del emergentismo[editar]

Emergentismo temprano (o emergentismo británico)[editar]

La doctrina nació en la década de 1920, en el contexto de la filosofía inglesa. Los primeros emergentes, Conwy Lloyd Morgan y Charles D. Broad, tomaron prestado el concepto de emergencia de George H. Lewes, quien fue el primero en utilizar la palabra «emergencia» en un sentido técnico-filosófico, asociándola al concepto de «efecto heteropático» desarrollado por John Stuart Mill en su Sistema de Lógica (1843).

Morgan y Broad produjeron una teoría coherente y original, según la cual en el curso de la evolución natural surgen fenómenos nuevos e impredecibles basados en el conocimiento de etapas evolutivas anteriores. Estos fenómenos, incluidos la vida y la mente, no tienen nada de sobrenatural y, sin embargo, sus propiedades no pueden deducirse de las de los componentes de los sistemas naturales a los que están asociados.

En el «emergentismo británico» ya están presentes las tres piedras angulares en torno a las cuales se desarrollará la filosofía emergente a lo largo del siglo XX: la aplicación de la misma categoría conceptual (emergencia) a la mente y la vida; la inclusión de esta categoría en el panorama conceptual del evolucionismo; y la visión del mundo como una estratificación de niveles de complejidad organizados jerárquicamente.

El primer emergentismo, sin embargo, también contiene algunas cuestiones críticas de no poca importancia, destinadas a atraer la atención de los detractores del emergentismo. Los principales temas críticos son: la confusión entre las dimensiones diacrónica y sincrónica de la emergencia; el problema de la llamada «causalidad descendente» (de arriba a abajo) —que se opone a la «causalidad ascendente», de abajo hacia arriba, en la que ciertas formas de emergencia predicen que modelos inesperadamente complejos, como los de los fenómenos conscientes, por ejemplo, pueden surgir de actividades de nivel inferior—, y la hipótesis de las llamadas «fuerzas configuracionales».

A pesar de estas cuestiones críticas, el emergentismo experimentó un momento de notoriedad internacional en 1926, al que siguió sin embargo un largo período de desinterés por parte de filósofos y científicos. La única excepción relevante es la contribución de Ernest Nagel, quien en 1961 distinguió claramente las dos formas principales de emergencia: emergencia «diacrónica» (surgimiento en el tiempo de nuevas estructuras físicas, a partir de estructuras físicas preexistentes) y emergencia «sincrónica» (surgimiento de fenómenos impredecibles a partir de estructuras físicas preexistentes).

Redes neuronales[editar]

Las redes neuronales y el modelo conexionista asociado a ellas ocupan un lugar de honor en la historia del emergentismo. Inventadas en 1943 por Warren McCulloch y Walter Pitts, inmediatamente atrajeron la atención de algunos de los investigadores más brillantes del siglo XX.

En 1969 Marvin Minsky y Seymour Papert, después de haber estudiado la red conocida como «perceptrón», se declararon pesimistas sobre el futuro desarrollo de las redes neuronales. Dada la autoridad de ambos estudiosos, la investigación sobre redes neuronales se paralizó decisivamente.

Sin embargo, en 1982, John J. Hopfield publicó un famoso artículo en el que describía las redes ahora conocidas como «redes Hopfield». En su artículo, Hopfield califica de «emergentes» las propiedades de las redes que estudió. Tras la publicación del artículo, no sólo se retomaron con gran vigor las investigaciones sobre redes neuronales, sino que a partir de entonces el concepto de emergencia se aplicó sistemáticamente a las redes de Hopfield y, por extensión, a todas las redes neuronales.

Unos años más tarde, en 1986, el «grupo PDP» de la Universidad de California, coordinado por David E. Rumelhart y James L. McClelland, publicó un texto en el que se refutaba definitivamente el pesimismo de Minsky y Papert. El texto del grupo PPD logró un gran éxito editorial y puso el concepto de emergencia en primer plano.

La teoría de la complejidad[editar]

La teoría (o ciencia) de la complejidad, paradigma conceptual de la mayoría de los emergentes contemporáneos, tiene sus raíces en la cibernética y la teoría de la autoorganización. Nacida en 1946, en el contexto de las legendarias «Conferencias Macy» en Nueva York, la cibernética de Norbert Wiener representa la primera mirada científica a los fenómenos autoorganizados.

En 1958, Oliver Selfridge, alumno de Wiener, describió el primer programa de «arquitectura emergente»: Pandemonium. El software emergente está estrechamente relacionado tanto con la autoorganización como con la emergencia, ya que en él surge un orden, una organización espontánea, a partir de las interacciones de muchas unidades desordenadas y desorganizadas.

En la década de 1960, numerosos investigadores estudiaron en profundidad la autoorganización: Heinz von Foerster y W. Ross Ashby desarrollaron y ampliaron la cibernética de Wiener; John H. Holland, también alumno de Wiener, concibió algoritmos genéticos y estudió sus propiedades emergentes; Evelyn Fox Keller y Lee Segal redescubrieron el trabajo pionero de Alan Turing sobre morfogénesis y autoorganización y continuaron su trabajo.

En 1970, John Conway inventó el juego de la vida, que ayudó a popularizar la teoría de los autómatas celulares de John von Neumann y Stanislaw Ulam. Toda la teoría de los autómatas celulares gira en torno al concepto de autoorganización.

En la década de 1970, Henri Atlan y otros reconocieron que la autoorganización no es más que un fenómeno emergente que se manifiesta cuando un sistema complejo se encuentra en equilibrio en una condición delicada definida como el «borde del caos»: la atención de los académicos se desplazó así de la autoorganización a los sistemas complejos al borde del caos y, a partir de 1978, la expresión «teoría de la complejidad» comenzó a sustituir a «cibernética».

En 1984, mientras en Europa el nacimiento de la nueva epistemología era sancionado por dos importantes congresos internacionales (en Montpellier y Milán), en Estados Unidos nacía el instituto destinado a convertirse en el más importante centro internacional de estudios sobre la complejidad: el Santa Fe Institute. También en 1984, el emergentista Douglas R. Hofstadter fundó el «FARG» (Fluid Analogies Research Group) en la Universidad de Michigan, un grupo de investigación sobre analogías fluídas, que retomó, con brillantes resultados, los estudios sobre software de arquitectura emergente inaugurados por Selfridge.

Todos los investigadores del Santa Fe Institute y del FARG se reconocen como epistemología emergente y su trabajo contribuye a demostrar que los pilares del pensamiento emergente son científicamente impecables.

El segundo emergentismo[editar]

En el muy corto período comprendido entre 1977 y 1980, un grupo diverso de pensadores publicó una serie de obras en las que el emergentismo fue redescubierto y celebrado como un poderoso paradigma filosófico. Estos estudiosos parecen convencidos de que la epistemología emergente es capaz de superar la diatriba entre el monismo materialista y el dualismo cartesiano, una diatriba todavía presente en la filosofía de la mente.

La contribución de estos autores es crucial en la historia del emergentismo: por un lado, salen a la luz los límites de una posición demasiado cercana al viejo «emergentismo británico»; por otro, se destaca el potencial epistemológico de esta doctrina, siempre que se «actualice» a la ciencia de los años 1980.

Los principales autores del «segundo emergentismo» son: Joseph Margolis, Edgar Morin, Karl Popper, Roger Sperry, Mario Bunge y Douglas R. Hofstadter. Es notable la distancia entre las posiciones epistemológicas de las que provienen estos autores; sin embargo, todos ellos se reconocen en el emergentismo, casi como si se tratara de un verdadero ecumenismo epistemológico.

Frente al primer emermerismo, la epistemología que se concreta a partir de las reflexiones de los emergentistas abandona la hipótesis de las «fuerzas configuracionales» (la expresión es de B. McLaughlin), considerándola científicamente inverosímil, y a los autores que, a pesar de todo, siguen defendiéndola, son aislados y acusados de dualismo. La cuestión de la «causalidad descendente» (expresión de D. T. Campbell) también queda completamente resuelta, en particular gracias a la interpretación sistémica propuesta por Morin.

Tras de la distinción entre emergencia diacrónica y sincrónica, hecha por Nagel ya veinte años antes, el rechazo decisivo de la hipótesis de las fuerzas configuracionales y la redefinición clarificadora del problema de la causalidad descendente por parte de los neoemergentes constituyen, de hecho, la superación y la resolución de todas las principales cuestiones críticas presentes en el primer emergentismo.

El emergentismo hoy[editar]

Tras la difusión de los resultados obtenidos por el grupo PDP, el desarrollo de las redes neuronales fue imparable y hoy las redes neuronales encuentran aplicación en los más variados campos.

En los veinte años posteriores al nacimiento del Santa Fe Institute y el FARG, las ciencias de la complejidad y la computación emergente han logrado avances increíbles y han producido nuevas disciplinas, entre ellas la vida artificial y la inteligencia colectiva; nuevos modelos, incluido el de sistemas multiagente y el de «Procedimientos Generativos Restringidos» que incluye, entre otras cosas, algoritmos genéticos, autómatas celulares y redes neuronales; innumerables simulaciones y videojuegos basados en software de arquitectura emergente (como Los Sims de Will Wright).

En los escritos de los neoemergentistas, tanto de los filósofos de inspiración «humanista» como de los de inspiración «analítica», de los científicos cercanos a la filosofía como de los abiertamente opuestos a ella, de los grandes pensadores y de los escritores actuales, han encontrado inspiración y referencias autorizadas.

En los últimos años, un número creciente de investigadores —probablemente «seducidos» por la potencia de las redes neuronales, por la elegancia de las simulaciones creadas por los científicos de la complejidad o, nuevamente, por el encanto de los escritos de los autores que se inspiraron en el segundo emergentismo— han declarado la creencia de que la mente es un fenómeno emergente, asociado con el funcionamiento del sistema nervioso.

Véase también[editar]

Bibliografía[editar]

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