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SERÁFICA, VENERABLE, ILUSTRE Y MUY ANTIGUA ARCHICOFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE LA SANGRE, SANTO CRISTO VERDE Y NUESTRA SEÑORA DE LA SANTA VERA CRUZ[editar]

HISTORIA

I.- LOS ORÍGENES. SIGLO XVI.

La actual Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Sangre, Santo Cristo Verde y Nuestra Señora de la Santa Vera Cruz, conocida popularmente como “Cofradía de los Estudiantes”, es el resultado de las fusiones que a lo largo de más de cuatrocientos años se han ido produciendo. Esta Archicofradía está constituida por la Cofradía de la Vera Cruz (1525-1530), la Hermandad de Flagelantes de la Preciosísima Sangre de Nuestro Redentor Jesucristo (primera mitad del Siglo XVI) y la Cofradía del Santo Crucifijo (primer tercio del Siglo XVII).

A tenor de Real Cédula dada en Granada a 18 de Septiembre de 1500, los Reyes Católicos concedían licencia a la Ciudad de Antequera para que esta cediera 700 varas de terreno en las que poder labrar un Monasterio bajo la advocación de San Zoilo, por los Frailes de la Observancia de San Francisco. Daban así cumplimiento a los deseos del Infante Don Juan, el cual en el testamento que otorgó en Salamanca en 1497, mandó por medio de legado la suma de 340.000 maravedíes para tal fin. Por su parte los Reyes Católicos aportaron para la obra 600.000 maravedíes.

El primer Convento de Religiosos que se edificó y fundó en esta Ciudad de Antequera fue el de los Religiosos del Seráfico Padre de San Francisco. La fábrica del Convento comenzó en el año 1501, en los arrabales de la Ciudad, en un lugar ocupado por una antigua Ermita dedicada igualmente al Mártir San Zoilo, abogado de los males del riñón, concluyendo las obras hacia 1515. A partir de este momento debemos empezar a encuadrar la fundación de la actual Cofradía. Sin embargo, van a pasar varios años en los que existen fusiones de distintas Cofradías y Hermandades hasta llegar a lo que hoy se conoce como la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Sangre, Santo Cristo Verde y Nuestra Señora de la Santa Vera Cruz.

Los Franciscanos Observantes potencian todo lo relacionado a la devoción de la Pasión de Cristo y hacia la Santa Cruz; allá donde se funda un Convento de Franciscanos se instituía una Cofradía encargada de adorar a la Verdadera Cruz.

No conocemos con certeza la fecha exacta de fundación de la Antigua Cofradía de la Vera Cruz en Antequera. La primera referencia documental que tenemos aparece en las Ordenanzas Municipales, redactadas en 1530 y confirmadas por el Emperador Carlos en el 1531, a través de una Real Provisión otorgada en Ávila.

En el Capítulo de estas Ordenanzas denominado, en el apartado<<La Horden que se a de tener al Día de la Fiesta del Santo Sacramento y como an dyr los Oficios>> dedicado a las Cofradías hace una relación por orden de antigüedad de las existentes. y En su folio 3r nos aparece: ...<<La Cofradía de la Santísima Imagen de nuestra Sennora su Cruz después desto. La Cofradía de la Vera Cruz...>>. Este dato es importantísimo a la hora de barajar una fecha aproximada de la fundación de la Cofradía, ya que sabemos que la Cofradía de San Miguel se funda en 1525, por lo que cercano a este período debió de crearse nuestra Cofradía y por supuesto antes de 1530, fecha en la que se redactan las citadas Ordenanzas Municipales.

El Canónigo Francisco Barrero Baquerizo, en su historia manuscrita sobre nuestra Ciudad, hace referencia a estas Ordenanzas y en el Folio 318r. dice refiriéndose a estas Ordenanzas y a su aprobación por el Emperador: “ ... las quales confirmó el Emperador Carlos Quinto y su madre la Reyna Dª. Joana en dies de julio de 1531 años la qual aprovasion fue en tiempo del Papa Paulo Tercero, de quien fue nuestro patrio Don Luis de Torres secretario, y este Pontífice entró en la Santa Silla en el año de 1534, conque se manifiesta la antigüedad de dichas trece Cofradías y de no aver mas en Antequera y de ellas presente oy no subsisten más que la del Smo. que es la de Stª María, la de San Miguel, la de la Vera Chrus, que es la de la Sangre y la de las Animas ...”. Queda por tanto acreditada la veracidad de los datos sobre el origen y antigüedad de la Cofradía Penitencial, pionera en Antequera.

Además del culto a la Vera Cruz, otro aspecto de la Pasión de Cristo que potencia la Orden Franciscana de la Regla de la Observancia es la veneración a su Preciosísima Sangre, y con tal nombre surgen Hermandades en toda Europa, llegando a España en el Siglo XVI.

Estas Hermandades eran de Flagelantes. Los Flagelantes surgen a raíz de las terribles epidemias de Peste Negra que asolaron Europa durante el Siglo XIII, al ser consideradas como Sectas. Estos, consideraban que las epidemias eran consecuencia de sus pecados y que el Sacramento de la Confesión y de la Penitencia no era suficiente para redimirse, estimando que sólo el dolor corporal y la penitencia del castigo a través del Flagelo, era la solución para acabar con las atrocidades que estaban viviendo. En 1349 el Papa Clemente VI prohíbe las Hermandades de Flagelantes, posteriormente San Vicente Ferrer encauza esta Secta dentro de la ortodoxia, siendo difundida por los Franciscanos de la Regla.

En Antequera surge la Hermandad de Flagelantes de la Preciosísima Sangre de Nuestro Redentor Jesucristo en la primera mitad del Siglo XVI.

El 12 de Septiembre de 1543 se une a la Cofradía de la Vera Cruz, y ese mismo año, el 1 de Noviembre los Hermanos obtienen la cesión de unos terrenos para labrar su magnífica Capilla. El 15 de Noviembre de 1543, Fray Francisco de Escobar Gircardiasi guardián del Monasterio y demás Frailes, otorgan escritura pública, con licencia del Padre Fray Alonso de Santaellan Ministro Provincial de esta provincia de Andalucía, en la que ceden unos terrenos a los pies del Templo donde poder labrar su Capilla: ...<<Por quanto ahora nuevamente sea hecho e fundado e nesta casa y convento nro de la cibdad de San francº de Antequera una hermandad y cofradía de la san Vera Cruz e sres de la sangre de ntro redentor la qual a cada día crece ese aumenta ...>>. Labraron la Capilla, “tan hermosa y anchuriosa” como permanece hoy, donde colocaron las Insignias que se procesionaban el Jueves Santo. Tiene su Sagrario y encima de él colocada la Insignia, tan devota como es, de Jesús de la Sangre, y encima el Santo y Crucifijo de la Sangre, título de esta Capilla y Cofradía, por la que derraman sus cofrades cada Jueves Santo. Para cuya curación dispusieron en el restante del sitio que se les dio un cuerpo espacioso en que se tiene prevenido lavatorio para todos los Hermanos que quieren lavar y curar allí. Y como parecía cosa indecente que entrasen y saliesen por la Capilla y por la Iglesia, consiguieron licencia de Fray Pedro de los Ángeles para poder hacer una puerta, por donde entrasen y saliesen a su curación y lavatorio, su fecha en 20 de Diciembre de 1583. Los Pontífices Inocencio III, Alejandro II, Anastasio IV, Alejandro III, Inocencio IV, Honorio IV, León X, Clemente VII, Paulo III y Paulo IV concedieron infinitas y grandes indulgencias a la Santa Iglesia de San Juan de Letrán en Roma. Todas las cuales recogió el Papa Paulo IV y de ellas dio Bula a la referida Iglesia el 17 de Enero de 1535. Y por concesión de Paulo IV, Marco Antonio Maphio, Arzobispo Teatino, despachó breve a esta Capilla y Cofradía, insertando en él todas las dichas indulgencias de que goza, su data en 17 de Agosto de 1555.

Tiene esta Capilla su campana a parte para todas sus funciones y misas particulares que se dicen en ella, fiestas, novenarios, como el que se hacía antiguamente todos los años por sus devotos, empezando el 12 de Mayo, que fue el que Jesús Nazareno de la Sangre hizo el prodigio y milagro del agua, con mucha solemnidad de misas y sermones.

La primera gran reforma acaece en el año de 1599 fecha en la que se desmantela el lavatorio y se adscribe como nave de la Capilla. La obra concertada por el Alcalde Mayor Don Rodrigo Alonso de Pinazo, con el alarife Francisco Gutiérrez Garrido que se le encarga el cerramiento de la Estancia que estaba en alberca, como una bóveda de plato.

La segunda reforma vendrá en 1677, fecha en la que se concreta con Francisco de Castillo (hijo del entallador Juan Bautista del Castillo) la ampliación de la Capilla, anexionándole lo que hasta entonces era Sacristía. Así mismo se lo encarga el terminar de dorar el retablo y la media naranja de Nuestra Señora de la Cruz.

En cuanto al capítulo de retablística los datos que nos han llegado son muy escasos. Tenemos conocimiento de que en 1597 se le encargan al ensamblador Alonso Muñoz Alamilla el Retablo Mayor de ésta, dorándose y policromándose posteriormente por Francisco Rodríguez de Alarcón, completándose con una serie de remates y adornos.

Esta Capilla contenía numerosos retablos e imágenes, todo ello propiedad de la Cofradía, representativo de la iconografía del círculo de la Vera Cruz, tales como Santa Elena, María Magdalena y San Juan, desaparecidos hoy día, un Santo Cristo Resucitado, que actualmente se procesiona el Domingo de Resurrección, una Imagen de Jesús Amarrado a la Columna y diversos Crucificados como el Cristo de la Luz, el Santo Cristo Verde y el Crucificado de la Sangre, entre otras.

Este recinto gozó del fervor y favor de los fieles Antequeranos, que lo mantuvieron con sus celebraciones religiosas prolongándose el culto durante todo el Siglo XVII, así como el XVIII y el XIX.

II.- LAS CONSTITUCIONES DE 1555.

El 15 de Julio de 1554, el Alcalde Mayor de la Cofradía Don Rodrigo Alonso de Pinazo convoca Cabildo en el que acuerdan, redactar unas nuevas reglas ya que la Cofradía <<... tenía unas constituciones hechas de los antiguos y no firmadas del Prelado, por lo cual era parecer de la hermandad no cumplillas...>> formadas por sesenta capítulos o artículos son indiscutiblemente uno de los documentos más interesantes e importantes, que la Archicofradía ha podido rescatar. A través de ellas podemos reconstruir y recrearnos en el mundo penitencial de la Antequera del siglo XVI.

Por lo tanto, las primeras constituciones a que tenemos acceso son a las de 1555, que fueron redactadas por Don Rodrigo Alonso de Pinazo, los Alcaldes y Mayordomos Don Gonzalo Huéscar, Don Bartolomé Alonso y Don Juan Cuéllar, en nombre de los Diputados, Hermanos y demás Cofrades. Gracias a estas Reglas, podemos saber, que en la Cofradía existían dos clases de Hermanos: los de la Luz, que portaban hachas de cera encendidas. Y los de la Sangre, que cumplían con su función de disciplinantes. También sabemos que el orden de la Procesión se iniciaba con un Crucificado que acompañaban seis hermanos de luz; a continuación, el estandarte con la Insignia de la Cofradía, que consistía en un gran Estandarte Negro con una Cruz Arbórea Roja en el centro y " ... música de cantores, los mas et mejores que se hallaren que vayan cantando el Miserere Mei y una Trompeta tañendo de dolor ...", siguiendo a todo esto las Insignias o pasos de los Titulares, y finalizando el guión de las Cofradías que era portado por los miembros de las más nobles y linajudas familias antequeranas de la época.

Así mismo, conocemos por estas Reglas, que en la noche del Domingo Ramos se constituía Cabildo General, de asistencia obligatoria, bajo pena de pagar como multa media libra de cera verde de castigo, a fin de que los Hermanos que hubieran tenido durante el año alguna desavenencias o disputa se perdonasen y se diesen un abrazo. Así como concretar los detalles de la salida procesional. Igualmente estaban obligados a dar limosna para cubrir los gastos extraordinarios que durante esos días se iban a producir.

Estas Constituciones continúan con distintos apartados referidos a las normas de la Observancia por parte de la Cofradía, aprobándose el Doce de Noviembre de 1555 por Fray Bernardo, Obispo de Málaga. Es en este mismo año cuando le conceden las mismas Bulas que a la Iglesia de San Juan de Letrán de Roma, anteriormente referidas.

Así mismo sabemos que la Cofradía estaba gobernada por tres Alcaldes, dos Mayordomos, un Escribano, ocho Diputados, un Prioste y un Muñidor.

Cada Alcalde representaba a cada una de las distintas Cofradías que la componían, y de entre ellos se nombraba un Alcalde Mayor, que era el encargado de regir los destinos de la Cofradía.

Estos cargos eran anualmente elegidos entre los Hermanos de la Cofradía. Para ello se constituía Cabildo el Domingo posterior a la Celebración de la Festividad de la Verdadera Cruz o Santa Vera Cruz, que viene celebrándose el Día 3 de Mayo desde los tiempos de Pedro el Ceremonioso (1336-1387). Este Cabildo se celebraba, previa citación por el Muñidor, en la Capilla de la Santa Vera Cruz y Sangre de Jesucristo. Solamente un Alcalde mantenía su mandato durante dos años: " ... de los dos Alcaldes, pasado el Año, salga el que lleva dos años y permanezca el que lleve sólo una y sea él mismo quien señale al Alcalde que deba de suplirlo...". El resto de la Junta era elegida por votación. No obstante a lo anteriormente dicho, estaban permitidas las reelecciones de algunos cargos, como era el de Alcalde Mayor, Mayordomo, Prioste y Escribano, " ...si viesen los hermanos que son suficientemente provechosos los pueden reelegir de nuevo ..."

El cargo más importante después del de Alcalde Mayor era el de Mayordomo, a él se le encomendaba la administración de la Hermandad y debía de ser " ... persona lega, llana y abandonada en quien estén seguros todos los bienes e rentas e limosnas ...". El Mayordomo era el custodio de las escrituras de propiedad de la Cofradía; estaba obligado a llevar un libro donde se reflejasen los ingresos y los gastos que hubiere, de los que debía de dar cuenta. Generalmente se le asignaba un sueldo, consistente en un tanto por ciento de las limosnas que recaudaba.

También sabemos que la Cofradía se reunía en Cabildo Ordinario los primeros Domingos de cada mes.

III.- SU FLORECIMIENTO. SIGLOS XVII Y XVIII.

Durante este período la Cofradía va adquirir las estructuras que van a perdurar hasta bien entrado el Siglo XIX, alcanzando el mayor florecimiento de la historia. Esto es debido, a la importancia dada entre las familias pudientes y del pueblo en general, a este tipo de instituciones, lo que dio un extraordinario auge económico motivado por los numerosos legados y mandas que en los testamentos favorecían a la Hermandad.

El 25 de Abril de 1623, el Alcalde Mayor da comisión a los Diputados Don Alonso Gil de las Cruces y Don Juan Ximénez de Ávila para que redactasen unas nuevas reglas, al haberse quedado desfasadas las de 1555 . Estas fueron aprobadas por Don Juan Jiménez Galindo, Provisor y Vicario de Málaga, en nombre del Obispo Don Francisco de Mendoza. Estas Reglas constaban de 26 Capítulos.

En 1631, Fray Juan del Castillo, lector jubilado y guardián del Monasterio de San Zoilo, viaja a Granada para adquirir del Convento de Franciscanos Casa Grande la Imagen de un Crucificado de carnación sinople (en heráldica, color verde), realizado por Jerónimo Quijano en 1543, según consta en el documento titulado "Inventario de Imágenes y Cuadros existentes en el Convento Casa Grande de Granada", conservado en el Archivo Histórico Nacional, Legajo 25 de la Sección de Consejos y Ciudades.

En torno a esta Imagen pronto se crea en el Monasterio una Cofradía, la cual se acomoda en la Capilla de la Santa Vera Cruz y Sangre. Este hecho propició que diez años más tarde, el 28 de Diciembre 1641, esta Cofradía se uniera a la de la Vera Cruz y Sangre de Jesucristo, configurándose a partir de este momento la actual estructura de la Cofradía. Esta unión fue sancionada mediante la rectificación de las Reglas existentes con quince capítulos más, y fueron aprobadas el 21 de Marzo de 1643 por Don Diego Bermúdez de Castro, Vicario General de Málaga en nombre del entonces Obispo Don Fray Antonio Enríquez.

La curiosa denominación de esta Imagen como Cristo Verde o el Señor Verde, que de ambas maneras se le cita en los documentos antiguos, se debe a la tonalidad verdosa-marfileña de la policromía de sus carnaciones.

El cuerpo procesional, a partir de este momento, se configura manteniendo los elementos tradicionales del Siglo XVI, y enriqueciéndolo con el nuevo paso procesional, con lo que la procesión queda establecida de una nueva manera: Un Crucificado flanqueado a ambos lados por Tres Hermanos de Luz, seguidamente un Trono que portaba la Cruz exenta, acompañada del Discípulo Amado y de la Magdalena a ambos lados; tras este, el Santo Cristo Amarrado a la Columna bajo palio rojo, luego el Nazareno de la Sangre, ataviado con túnica morada bajo palio púrpura; detrás, el Santo Cristo Verde bajo palio verde con Sol y Luna. Y cerrando la procesión la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Vera Cruz, con saya, manto y palio bordados en oro y color negro.

IV.- DE LA ECONOMIA.

Dentro del Antiguo Régimen, uno de los capítulos más importantes dentro de cualquier Cofradía era el Económico. Las fuentes de ingresos eran de lo más variado, pero perfectamente claras y específicas. Las Reglas contemplan este capítulo con sumo cuidado en cada Hermandad.

En un primer acercamiento, podemos clasificar los ingresos en dos tipos: externos e internos. Los externos procedían mayoritariamente de capellanías, Patronatos, Legados o Mandas. Los Internos de Censos, Arrendamientos o de las Normas establecidas en las Reglas que obligaban a los Hermanos a abonar diversas cantidades en determinados momentos para cubrir los numerosos gastos de mantenimiento anual de la Hermandad. Por ejemplo, cualquier persona que quisiera formar parte de la Cofradía, unas vez superados los estrictos requisitos éticos y sociales debían abonar, en concepto de inscripción la suma de 153 maravedíes. Posteriormente y una vez integrado debía abonar a lo largo del año 172 maravedíes y una libra de cera << ... que se pague cada año en la víspera de la fiesta de la Cruz...>>. Otra fuente importante de ingresos eran las misas de los difuntos << ...que paguen por misas y entierros 500 maravedíes o más según sus posibilidades...>>.

Generalmente el Mayordomo apoderaba al Muñidor para efectuar el cobro de las limosnas y demás fuentes de ingresos. La figura del Muñidor es muy apreciada dentro de la Cofradía, por lo que representaba para el buen saneamiento económico de la Cofradía. Se daba el caso de que si enfermaba la Cofradía se hacía cargo del pago de los médicos e incluso le pagaba una renta para ayudarle a sobrevivir durante su convalecencia .

Independientemente de este tipo de ingresos, se recibían numerosas donaciones de enseres, configurando así el importante conjunto patrimonial de esta Cofradía. Prueba de ello son los palios que actualmente se procesionan, junto con las potencias de los Cristos, complementos de plata, mantos, coronas y un largo etcétera, así como otros enseres de los que sólo nos queda la constancia que dan los documentos, como por ejemplo la maravillosa Cruz de Plata y Carey del Nazareno, de la que nos habla el Padre Llordén, o de los interminables listados que aparecen en los inventarios conservados de la época, y que actualmente se encuentran depositados en el Archivo Histórico Municipal de Antequera.

V.- EL CULTO. Dentro de los cultos ordinarios de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Sangre de Jesucristo, caben destacar: la Fiesta de la Santa Cruz. Se celebraba al tercer día del mes de Mayo , y era uno de los acontecimientos más importantes de la Cofradía.

Anualmente instalaban en el compás del Monasterio, a los pies de la Capilla de la Sangre, una gran Cruz, ante la cual, y siguiendo un ritual que duró siglos y que lamentablemente no ha llegado hasta nuestros días, se bailaba una danza, por un solo individuo, entre los estruendos de cohetes y fuegos de artificio; tenemos constancia que durante muchos años, en el Siglo XVII, la interpretó un tal Alonso Medrano . Una vez concluida , volvían a repetirla, pero esta vez era bailada por un grupo de gitanos, que para tal efecto contrataba la Cofradía. Posteriormente, el día 4 se celebraba una Solemne Eucaristía con sermón.

Otras Solemnidades que festejaban era la Fiesta del Corpus Christi, un Octavario en Agosto en el Día de Nuestra Señora y por supuesto, las Novenas en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Sangre; estas llegaron a congregar a tantos fieles que la Cofradía pacto con la Comunidad de Franciscanos la construcción en 1787 del Camarín del Altar Mayor de la Iglesia, a cambio de poder trasladar a él a la Imagen del Nazareno durante las celebraciones de las Novenas, para que pudiesen asistir a los actos todas las personas que quisiesen, sin limitación de espacio como ocurría en la Capilla de la Santa Vera Cruz y Sangre.

Pero sin duda el acto más importante e impresionante era su Salida Procesional en la madrugada del Jueves Santo. Desde su Capilla, en el Real Monasterio de San Zoilo, emprendían su Estación Penitencial, hacía el Cerro de la Vera Cruz o del Vizcaray, donde se ubicaba la ermita a la devoción de la Santa Cruz.

El culto en torno a estas Sagradas Imagines adquirió dentro de la Sociedad Antequerana una preponderancia clara y neta. La predilección por parte de la nobleza y de la alta burguesía local hacía el Monasterio de San Zoilo y especialmente a nuestra Cofradía, no sólo se va a ver reflejada, a través de las mandas testamentarias y demás donaciones post morten, sino que también se hará patente en las numerosas donaciones de enseres que durante este período se realizan, configurando así todo el patrimonio de la Cofradía, que en una representación mínima ha llegado hasta nuestros días.

Prueba de ello, son los palios que actualmente se procesionan, potencias, complementos de plata,... así como otros, de los cuales existe constancia documental pero que desgraciadamente han desaparecido.

VI.- LA DECADENCIA Y EL RENACIMIENTO. SIGLOS XIX Y XX.

Durante el Siglo XIX la Cofradía va a ser fiel reflejo de la inestabilidad que sacuden a España tanto en el ámbito político como en el social. El Siglo XIX se abre con la guerra a Francia, hecho que marcó a toda la Sociedad e Historia española, así como los movimientos sociales y revolucionarios que modificaron la personalidad y la forma de pensar de todo el pueblo. Esto unido a la incomprensible desamortización de Mendizábal, va a cambiar todas las costumbres, tradiciones y creencias establecidas hasta entonces. Especialmente se verán transformadas por estos cambios las Hermandades y Cofradías que dejan de realizar sus Estaciones Penitenciales. Esporádicamente alguna que otra Semana Santa, realizan sus Estaciones Penitenciales algunas Cofradías como la de la Paz, Socorro complementándose con la de la Soledad, que aglutinará en torno a ella representaciones de otras Cofradías verificadas con la presencia de sus Pasos o Tronos. Este es el caso de nuestra Cofradía, que en varias ocasiones acompañará a la de la Soledad y Quinta Angustia en la Procesión que antiguamente procesionaba en Sábado Santo.

No obstante, el culto Interno se siguen manteniendo en sus respectivas Sedes Canónicas. En el caso de nuestra Cofradía, durante todo este período, la veneración a los Sagrados Titulares de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Sangre de Jesucristo se seguirá en la Capilla del Monasterio de San Zoilo, a pesar de su progresivo desmantelamiento, que comenzó a finales del Siglos XIX, por parte de los propio estamentos eclesiásticos, con el fin de cubrir necesidades de otra índole.

De otra forma, el rico patrimonio histórico, artístico y religioso se verá en ocasiones mal vendido y en otras ocasiones adjudicado, de forma extraña a lugares que nada tiene que ver y para los que en ningún caso estuvieron pensados.


En este momento, las Cofradías o lo que quedaban de ellas, entran en el siglo XX heridas y profundamente desarraigadas de la tradición Antequerana, que vuelve a resurgir en los años cuarenta de este Siglo. Debemos dejar patente, que el Culto Interno no desaparece y como consecuencia de ello en el año de 1959, un grupo de estudiantes, influenciados por este resurgir y encabezados por Don Federico Anglada Vilanova y Don Joaquín Franquelo reorganizan nuevamente la Salida Procesional de nuestra Cofradía, perdurando hasta nuestros días.

La Cofradía se plantea, y se ha llegado a implantar como “Cofradía de los Estudiantes”, al existir dentro de este colectivo un deseo claro de participación dentro de la Semana Santa de Antequera.

Como cabría esperar, los inicios son duros ya que se contaba con poco más aparte de la Imágenes. Desde un principio se decide como día Procesional el Lunes Santo, ya que el día tradicional, Jueves Santo, hacían su Salida Penitencial otras dos Cofradías Antequeranas. En algún año de la década la Cofradía hace su Salida Penitencial el Martes Santo, e incluso anecdóticamente el Viernes Santo en el año 1970, estabilizándose definitivamente en el Lunes Santo, a pesar del anacronismo y con la contradicción a las Normas del Obispado de Málaga, que aconsejan seguir la cronología de la Pasión de Nuestro Señor en la Semana Santa.

A partir de 1975 poco a poco irá recuperando su identidad, y asentándose firmemente dentro del mundo cofrade antequerano. La recuperación del antiguo patrimonio, su restauración y adecuación a los tiempos y necesidades modernas, se convertirán en el objetivo principal, sin olvidar claro está, su función de Comunidad Cristiana.

De este modo se comienzan a restaurar, muy lentamente los vestigios de lo que fue una de las grandes cofradías de Andalucía. En 1986, gran parte del antiguo patrimonio mueble, cuyos depositarios, la Familia Muñoz Rojas, cede gustosamente a la Cofradía después de haberlo cuidado mimosamente durante años, lo que nos da un gran impulso, dotando a nuestra Cofradía de una nueva imagen que se sigue manteniendo y aumentando durante todas la década de los 90. Todos los esfuerzos de la actual junta de Gobierno, tuvo su merecida recompensa cuando la Revista Vía Crucis, nos invitó a participar en una de las extensiones del Pabellón de la Santa Sede en la Exposición Universal de Sevilla del año 1992, ubicado en la Sala del Tesoro de la Basílica del Gran Poder para mostrar el patrimonio que posee esta Archicofradía. Hoy en día, nos encontramos intentando recuperar parte de la tradición de los antecedentes de esta Hermandad. Prueba fehaciente de ello son las Reglas Actuales, así como las Normas de Régimen Interno que están basadas en gran parte en las de 1555.