Usuario:La charca de la marrana

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Los más mayores de la zona la conocen a la perfección. Alguna vez que otra se han embadurnado de fango en la Charca de la marrana, en pleno Paraje Natural de Punta Entinas Sabinar para sanarse. Y es que cuenta la historia que las aguas que bañan estas charcas que se esconden entre dunas y una variada vegetación, y de las que brota el fango, son capaces de aliviar el dolor.
Hace muchos años, en el que fuera el Cortijo del Rulo, había animales. Entonces siempre había gallinas y cerdos, entre otros animales, para abastecerse. Sin embargo, una marrana estaba enferma. Padecía busagre, es decir, todo el cuerpo lo tenía lleno de pupas y heridas molestas, por lo que de poco servía ya y decidieron soltarla. Tanto era el picor que la marrana tenía que, para aliviarse, se metía en las charcas de Punta Entinas-Sabinar una vez puesta en libertad.
Según cuentan los mayores del municipio, «a esta marranada le dio por ir a restregarse allí a las charcas de Punta Entinas y al poco tiempo volvió al Cortijo». Entonces, relatan, a la marrana le habían desaparecido las pupas, estaba sana. A partir de ahí, la historia se hizo leyenda y a las charcas se le atribuyeron dotes sanatorios.
Tanto que incluso los médicos indicaban a sus pacientes acudir a esta Charca que lleva el nombre de su 'descubridora'. «Don Paco Palmero nos mandaba a darnos baños porque se encontraba alivio», señala Manuel Maldonado, quien recuerda que «Gabriel Suárez, que ya tiene 91 años, cuando se casó, a su mujer le dio un dolor muy fuerte y Paco Palmero le mando que fuese allí, donde encontró el alivio. Su mujer, con 87 años, aún vive».
Era como la cita obligada del verano para las gentes de entonces que, por el duro trabajo, necesitaban 'renovarse'. «La vida estaba difícil y había muchos dolores», de modo que encontraban el remedio en la Charca de la marrana. «Entonces no había muchas medicinas y la verdad es que eso aliviaba más que otra cosa», explica Manuel Maldonado, quien recuerda que desde pequeño siempre ha ido allí hasta que decidieron vallar la zona. «Iba gente de todos lados y eso ya se ha perdido. Eran aguas muy calientes y teniendo dolores de piernas muy fuertes, después de darte los baños, desaparecían. La última vez que estuve yo allí, hace al menos diez años, las charcas ya no estaban como antes. Cortaron el camino que entonces había para llegar hasta las charcas para evitar que la gente pasase y no molestar a los pájaros que allí había», señala, a la vez que lamenta que ello haya tenido lugar puesto que «los que allí íbamos tratábamos de no molestar a los pájaros y respetar la naturaleza. Sólo íbamos a darnos nuestros baños para sentirnos mejor».
Así es que como Manuel, son muchos los mayores que echan de menos aquello. Entonces había hasta en el Cortijo del Rulo habitaciones donde las personas paraban cuando iban a sus 'sesiones', «siempre nones. Lo normal eran darse siete, nueve, trece o quince baños», manifiestan los que han probado estas aguas muy ricas en sal. «Nos bañábamos de verano en verano los Martínez, los Saballos, los Barranco, los Toridio o los Vargas. Venía mucha gente. No sé quién ha cerrado aquello pero deberían abrirlo porque alivian más que las medicinas», señalan mayores de Almerimar que recuerdan que «había que ir a la Charca de la marrana por un camino de herraduras, de bestias. Mucha gente iba incluso andando desde la gasolinera del Bulevar hasta las charcas, otros iban en burro».
Entienden que es «una lástima» que no puedan seguir haciéndose uso de las charcas 'sanadoras' de males «no molestando a nadie. Si alguna persona se interesara un poquito...».
Esta historia la conocen los mayores «de toda la vida» y sus 'efectos', señalan, no los han encontrado en ningún otro sitio. «Yo he ido a Sierra Alhamilla, a los Baños de Graena y otros sitios y como en la Charca de la marrana, no he encontrado alivio igual», explica Manuel Maldonado.
Aunque a día de hoy no es accesible la misma, lo cierto es que hay gente que no se resiste a darse un baño embadurnado de fango. Los que van por primera vez manifiestan que no notan los beneficios de los que los mayores hablan, aunque, después de repetir en diversas ocasiones, cambian de opinión. Incluso destacan que sienten una mejor piel pues, hay que tener en cuenta que el fango es bueno para el cutis, así como el agua tan salada. De hecho, desde tiempos de Hipócrates, considerado el padre de la medicina moderna, se decía que el mar curaba las enfermedades que padecía el hombre a través de lo conocido como talasoterapia, e igualmente en el caso del fango, la técnica milenaria llegada de los egipcios que aúna elementos como la tierra y el agua para curar y embellecer, conocida como fangoterapia. Respecto a ésta última, lo que podría asemejarse a lo practicado en la Charca de la marrana, consiste en aplicarse el barro o fango sobre la piel y dejarlo un tiempo reposar. El tiempo suficiente hasta quedar completamente seco. Así, todos los que iban a embadurnarse terminaban negros como el tizón, lo que les provocaba carcajadas e incluso hicieron que muchos se hiciesen fotografías para inmortalizar el momento. Son los minerales que contiene el barro el fango los que proporcionan efectos embellecedores y curativos. A menudo incluso se usa en muchos centros de salud que emplean esta técnica para tratar inflamaciones, reuma o heridas cutáneas. De ahí podría derivase la 'sanación' de la marrana que partió un día del Cortijo del Rulo por padecer busagre.
Con la aplicación del barro sobre la piel se eliminan toxinas, mientras que las propiedades que posee aseguran el buen funcionamiento de la piel pues elimina el exceso de grasa, estimula la circulación, evita las pequeñas inflamaciones de la piel, hidrata, tonifica y suaviza.

De cualquier forma, al haberse prohibido el paso a la Charca de la marrana, la considerada charca 'milagrosa' ha perdido a gran parte de su clientela, que ahora se ve obligada a buscar otros métodos para aliviar dolores relacionadas principalmente con las articulaciones del aparato locomotor.

la charca de la marrana