Usuario:Jose helmer bernal robayo I/Taller

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Tsorat. Este término puede denominarse con el genérico nombre tsorat, es decir, la afección interna de la sarna, con la correspondiente erupción cutánea o sin ella.
    "La Tsorat de Samuel Hahnemann no es una “enfermedad” provocada por un agente material: parásito, microbio, toxina u otro. El agente etiológico de la tsorat no puede ser puesto en evidencia. No podrá probablemente nunca ser puesto en evidencia sobre la platina de un microscopio. Un miasma no es una cosa palpable, sólida, material. Un miasma no existe ‘per se’". Dr. George Demangeat.
     Hahnemann, en su libro Enfermedades Crónicas, afirma: 
    La Tsorat es la afección crónica miasmática más antigua, más difundida, más destructiva y, sin embargo, es la menos comprendida; la tsorat ha torturado y desfigurado a la humanidad durante miles de años y en los últimos siglos ha prohijado a esa increíble variedad constituida por millares de afecciones agudas y crónicas -no venéreas-, que afligen cada vez más el mundo civilizado. La tsorat es la afección miasmática crónica más antigua de cuantas conocemos. Es tan imposible de desarraigar como la syphilis o como la sycosis y, en consecuencia, jamás se extingue, persistiendo hasta el último aliento de la vida humana más extensa, a menos que sea eliminada totalmente, de raíz, puesto que ninguna naturaleza por robusta que sea puede, por su propio vigor, vencerla ni extinguirla. La tsorat, o afección de la sarna es, además de la más antigua, la afección crónica miasmática a la que mejor cuadra el apelativo de hidra, el monstruo mitológico de múltiples cabezas. A lo largo de los muchos miles de años durante los cuales ha estado afligiendo a la humanidad, porque la historia más antigua del pueblo más primitivo no alcanza aún su origen, se ha incrementado tanto en la extensión de sus manifestaciones patológicas -extensión que hasta cierto punto puede ser explicada por el incremento de su desarrollo durante los miles de años en que ha subsistido pasando por millones de organismos -genética- que resulta tarea poco menos que imposible inventariar todos sus síntomas secundarios. Véase. Enfermedades crónicas de Hahnemann. Cap. V. Y si exceptuamos a esas afecciones que han sido creadas por prácticas perversas o por trabajos insalubres con azogue, plomo, arsénico, etc., y excluyendo también las surgidas de la syphilis y las menos frecuentes que surgen del sycosis-, todas las demás afecciones naturales, registradas en las nosologías bajo centenares de denominaciones por haberse supuesto que eran “enfermedades” distintas y bien definidas y también las que pueden carecer de nombre, tiene en la tsorat su origen real, su fuente única. -Estudie Organon de la Medicina, de Hahnemann. Aforismos: 74, 80-81 y Nts-.       
      ''Los más antiguos testimonios históricos que poseemos evidencian que la tsorat ya entonces había alcanzado gran desarrollo. Moisés señaló, hace 3.400 años, algunas variedades. En aquellos tiempos, y posteriormente, la “enfermedad” entre los israelitas parece haber afectado a las partes más externas del cuerpo. Esto también ocurrió cuando la “enfermedad” prevaleció en la Grecia inculta, en Arabia y posteriormente en Europa, durante la Edad Media.    
        En el capítulo 13°, del Levítico -también en el capítulo 21° versículo 20°- al referirse a los defectos corporales de que no debe padecer el sacerdote que vaya a oficiar el sacrificio, la maligna sarna Deuteronomio 28: 27 es designada por el vocablo "garab", al que los traductores alejandrinos -de la Septuaginta- tradujeron como "psora agria", pero la Vulgata como "scabies jugis". El intérprete del Talmud, Jonatan, la describió como sarna seca diseminada por todo el cuerpo, en tanto que la expresión "yalephed" es reservada por Moisés para el "salpullido", el "empeine" y el "herpe". Los comentaristas de la Biblia, versión inglesa, también están de acuerdo con esta definición cuando dicen -Calmet entre otros-: "La lepra es similar a la sarna arraigada de antiguo y con violenta comezón". En la antigüedad también se mencionaba la característica peculiar: su comezón voluptuosa que entonces, como hoy, acompañaba a la sarna y que era seguida por un doloroso ardor luego de haberse rascado -Véase. Biblia. Job 2: 7-; entre los antiguos citaremos a Platón, que denomino a la sarna "glykypicron" (Del Gr. "glycys", dulce + "pikrós", amargo.) y a Cicerón, quien aludió al "dulcedo" (Del Lat. "dulcedo", deleite, gozo.) de la sarna.

    “Durante doce años Hahnemann estudió enfermos, los interrogó de cerca e incluso recurrió a la historia para descubrir el curso de las afecciones a través de los siglos -Estudie: Nt. 77 Organon de la Medicina, de Hahnemann-. Con interminables dificultades Hahnemann investigó estas afecciones no clasificadas hasta entonces y les dio el nombre de “psora”, -actualmente designado con el término Tsorat-. Este término, que Hahnemann utilizó para designar el tercer gran miasma, es definido por los modernos diccionarios médicos de la manera siguiente:
     “1. Sarna.
     “2. Psoriasis.
     “3. Término de Hahnemann para la "discrasia pruriginosa", definida como el origen de todas las enfermedades crónicas: enfermedades cutáneas, neoplasmas, insania, etc.; era similar a la "diátesis herética" de los autores franceses, aunque de una aplicación más amplia. Y la definición agrega: p. leprosa, psoriasis. 
   “El Diccionario de F & W dice: Psora. 

“1. Patología: La sarna o alguna enfermedad cutánea similar. “2. El Sarcoptes scabiei. La derivación es latina y griega, pero su origen es más hebraico, a través del griego y del latín, siendo la palabra originaria Tsorat.

   “La traducción de esta palabra hebrea tsorat transmite con claridad lo que Hahnemann pensaba. Tsorat: un surco, una falta; una contaminación; un estigma: aplicada a menudo a las manifestaciones leprosas y a las grandes epidemias. Este significado de la palabra originaria hebrea es el que debe considerarse como la base para el término que designa tal defecto constitucional. 
     “A la luz de la comprensión moderna de estas afecciones -sycosis y syphilis-, clasificadas por Hahnemann como tsorat, no puede dudarse de que el significado primitivo de la palabra hebrea tuviera una mayor significación de la que se ha admitido -psora-. Un surco, una falta. Con el creciente conocimiento de las así llamadas “enfermedades” por carencia se está llegando a comprender que la falta de ciertos elementos en el organismo o la incapacidad de asimilarlos a partir de los alimentos, es el gran denominador común de casi todas las afecciones denominadas tsóraticas, más una falta de estabilidad del equilibrio de la salud que se manifiesta a través de una hipersensibilidad a las impresiones: perturbaciones funcionales y reconocimiento por el individuo de perturbaciones que varían de la ansiedad a las neurosis.
    “La mayor parte de las afecciones de la tierra se encuadra en esta gran categoría, que ha sido llamada la madre de todas las afecciones; y Hahnemann encontró que existía una relación determinable entre tales manifestaciones crónicas y las muchas y diversas epidemias que habían azotado los pueblos de la tierra desde los tiempos más remotos, manifestándose de diversas maneras: como las antiguas plagas de Egipto, la lepra -en una época Francia sola tenía más de dos mil leproserías- y el flagelo de la sarna que fustigó a Europa en una época posterior. En muchos casos Hahnemann encontró una estrecha conexión entre las graves afecciones infecciosas y los individuos con síntomas recidivantes tenaces.
    “Hahnemann se convenció de que estos síntomas recurrentes debían su existencia al miasma crónico que había denominado Tsorat y que esta afección no podía eliminarse nunca por sí misma. Si bien las manifestaciones agudas pueden cesar y estar inactivas durante un tiempo considerable, el estado crónico que causa la erupción aguda de los síntomas no desaparece nunca hasta que se lo combate con el remedio similar. Estudie: Nt. 77, Organon de la Medicina, de Hahnemann.
    “Hahnemann encontró que esta forma mórbida se hacía manifiesta al comienzo en la piel, como una afección o erupción cutánea; era su asiento natural, pero en este lugar es posible la supresión de la manifestación natural mediante muchas formas de tratamiento, como lociones, ungüentos, baños minerales, operaciones quirúrgicas con extirpación de órganos y cualquier procedimiento que tienda a extinguir la manifestación en la superficie, eliminando aparentemente los síntomas exteriores. -Estudie: Aforismo. 203, Organon de la Medicina, de Hahnemann-. En la superficie es donde prospera naturalmente y es aquí donde hará el menor daño. -Estudie. Enfermedades crónicas de Hahnemann, parágrafo 43-. A raíz de la supresión este estado general se hace más manifiesto en una serie de síntomas más serios, en tanto la manifestación cutánea se mantenga latente y los mismos pueden afectar cualquier parte del cuerpo. 
     “Hahnemann comprobó además que muchas dolencias crónicas que se enumeran en las obras de nosología bajo distintos nombres se originan, con pocas excepciones, en esta tsorat ampliamente ramificada. Estudie: Aforismo. 81 y Nt. 79. Organon de la Medicina, de Hahnemann-. Todas las manifestaciones y afecciones cutáneas; casi todas las formaciones adventicias, como los infartos ganglionares, los tumores sarcomatosos y carcinomatosos; las deformaciones de las estructuras óseas; las tendencias hemorrágicas; todas las supuraciones; las perturbaciones funcionales; los desórdenes de la nutrición; todas las manifestaciones de afecciones agudas; para todas estas afecciones Hahnemann demostró que provienen de esa fuente y las concluyó bajo el título Tsorat. Id. Organon. Aforismo.  82. 
    “Es característico de la piel en tales afecciones que se produzca un considerable prurito, pues las afecciones tsóraticas son siempre pruriginosas. De hecho, no sólo consideró la tsorat como la madre de todas las afecciones, sino que también podría habérsela considerado con razón como la causa de casi todos los síntomas subjetivos, en especial los que el individuo describe diciendo "siento como si". Al clasificar las afecciones constitucionales que no han seguido un curso a través de tantos siglos, es decir, las categorías venéreas, se ha observado que su acción ha sido más rápida, y si bien en ciertos momentos más destructiva, los síntomas subjetivos han estado presentes en el grado en el cual la tsorat ha estado presente en el organismo.
    “Aunque los miasmas fundamentales tienen sus períodos de remisión, estados latentes que tal vez duren años sin revelar ninguna manifestación, alguna crisis repentina en la vida del individuo los pueden despertar a una repentina erupción y la salud del individuo se verá gravemente perturbada. Estas crisis pueden adoptar la forma de accidentes, exposición a factores diversos, alguna leve infección, imprudencias en la dieta o la higiene, algún acontecimiento aparentemente simple, fuera de toda proporción con sus graves consecuencias. En esta clase se encuentran las neumonías después de accidentes y exposiciones a inclemencias; las infecciones por heridas leves; casi todos los estados graves provocados por una causa aparentemente insignificante.
    “Aquí el homeópata, tomando en consideración la raíz tsóratica, pondrá en juego los remedios relacionados en su sintomatología con dichos estados tsóraticos y logrará realizar una obra muy eficaz.
   “El descubrimiento del remedio similar para combatir tales afecciones condujo a Hahnemann a penetrar la naturaleza real de la perturbación. Comprendió que era la fuerza dinámica -positiva- del remedio la que combatía la fuerza dinámica -negativa- de la afección y que el remedio debe enfrentar la afección en el plano dinámico, pero que el dinamismo de la sustancia medicinal debe ser más potente que el dinamismo de la afección si quiere eliminarse esta última. Id. Organon. Nt. 32.
    “La acción del estigma consiste en debilitar la Energía Vital, deformar el cuerpo, embotar el intelecto y trastornar la razón. Los miasmas son destructibles en toda forma, tanto para el alma como para el cuerpo y desgarran el mismo espíritu del hombre. La afección desorganizadora llena las instituciones estatales de todo tipo y no podrán combatirse estas afecciones en forma inteligente hasta que se reconozca al antiguo origen de la afección y se emprenda su exterminio sobre la base de los miasmas.
    “Clasificar las afecciones como circunstanciales o ambientales significa considerarlas de una manera limitada y si desea eliminarlas debe reconocer sus fundamentos y combatirlas en este terreno. Por tal motivo, es fundamental encontrar el Simillimum y con el fin de hallar el remedio para tales afecciones debe buscarse un remedio de acción profunda -denomínelo homeotsorático, si quiere- para extirpar el padecimiento. Sólo utilizando la forma dinámica del Simillimum puede esperar esa extirpación del padecimiento.
    “De hecho, sólo la forma dinámica del remedio similar puede ser posiblemente el Simillimum para tales casos, pues estos miasmas crónicos se encuentran tan íntimamente entrelazados con cada fibra del ser del hombre que han afectado su dinamismo más profundo. Por consiguiente, cualquiera sea la similitud de la sintomatología del remedio con la del individuo, a menos que el remedio se encuentre en una forma dinamizada no podrá alcanzar el estigma básico”.

Tsorat desarrollada. Hahnemann comprendió y da a entender por tsorat completamente desarrollada los estados mórbidos que en medicina alopática se conocen con los nombres de:

    Tisis: tuberculosa, mucosa, ulcerosa etc., 
    Caquexias: cancerosa, escrofulosa, etc., 
    Lesiones orgánicas, 
    Enajenación mental y toda la serie de neurosis. Estos son algunos de los casos en que se considera a la tsorat en su más elevado grado de desarrollo. De acuerdo a Hahnemann, la tsorat es esencialmente dinámica, muy dinámica.  

Tsorat Latente. Es la que está, potencialmente oculta en lo más interior del organismo vivo y que puede desarrollarse con la más ligera causa ocasional.

Tsóratico. Se da este término a los individuos o a los miasmoides que tienen una semejanza o son muy similares a la tsorat. Véase también: Homeotsorático. Miasmoide y Trimiasmático.

  Puede erradicarse el monstruoso miasma, la tsorat, de acuerdo con lo establecido en la Nt.164 del Organon de la Medicina, del doctor Hahnemann.
    
    Los contextos que van en letra cursiva pertenecen a Hahnemann, las que están entre comillas, al doctor Herbert A. Robert. MD, de Norteamérica, están descritos en su libro Principios de la Homeopatía. 
    Los demás contextos y las referencias intertextuales -entre guiones-, corresponden a José Helmer Bernal Robayo, Homeólogo Investigador de Colombia.