Usuario:John JLV/Taller/Ejercicios espirituales

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John JLV/Taller/Ejercicios espirituales
de San Ignacio de Loyola
Género Espiritualidad
Título original Exercitia spiritualia
Edición traducida al español
Título Ejercicios espirituales

Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola es un libro espiritual de meditaciones, oraciones y ejercicios mentales publicado en 1548, tras su aprobación por el Papa Paulo III. El propio san Ignacio define su obra de la siguiente manera:

Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos, ...) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina.

Historia de los Ejercicios espirituales[editar]

El libro de Ejercicios espirituales fue aprobado por el Papa de entonces, Paulo III, y publicado en el año 1548. Al principio no fueron escritos para su lectura, sino que el contenido del libro eran las anotaciones que realizaba el santo en sus ratos de oración.

San Ignacio tuvo que permanecer en reposo para recuperarse de las heridas que había recibido en la batalla de Pamplona en 1521.[1]​ Durante este tiempo, leyendo vidas de santos, decide entregar su vida a Dios y empieza a tomar anotaciones de su oración. Esto constituye una primera redacción del libro de ejercicios espirituales. Posteriormente se traslada a Manresa, donde sigue escribiendo mientras reza. Aunque el cuaderno no tiene un uso público sino personal y privado, ya se forma en el libro una estructura completa de contenido.[2]

En 1534, san Ignacio funda la Compañía de Jesús, cuyos aspirantes a miembros deben realizar los ejercicios espirituales por un período de treinta días. Posteriormente se extenderá su uso a los fieles laicos.

Metodología típica[editar]

Los ejercicios fueron planteados para realizarse en un lugar de retiro apartado, durante el cual aquellos que los realicen no tuviesen ningún tipo de distracción. Fueron diseñados también de manera que fuesen realizados bajo la dirección de un director espiritual (san Ignacio habla siempre de "el que da los ejercicios"). En la Compañía de Jesús, la etapa del noviciado incluye la obligación de realizar los ejercicios.

Entre los ejercicios, las instrucciones diarias incluyen pláticas varias acerca de la naturaleza del mundo, psicología humana como la interpretaba Ignacio y la relación del hombre con Dios. Durante cada día de los ejercicios, un participante típico de los retiros podría leer dos o tres páginas de estas instrucciones, y luego meditar sobre su significado y cómo lo podría aplicar a su vida personal. Luego comenta a su director espiritual qué significado tuvieron para él/ella estas instrucciones.

Una característica importante de los ejercicios es la obligatoriedad de guardar silencio durante los mismos (al levantarse por la mañana, al vestirse, durante los alimentos, en los recesos, antes de dormir), exceptuando los momentos en que se discute la reflexión acerca de una conferencia o algún texto bíblico, de manera colectiva entre todos los asistentes. Las conversaciones privadas no son permitidas a menos que sean con el director espiritual, con pocas excepciones. El motivo de esta práctica de silencio es obligar a la persona a realizar una introspección de las experiencias que está viviendo en el ejercicio, para que las medite a profundidad. A la experiencia de vivir estos momentos de silencio en meditación continua también se les llama desiertos.[3]

Aunque los ejercicios están diseñados para durar un mes, existen versiones más cortas de 3, 7 o 15 días destinadas a los católicos laicos u otras personas interesadas en hacer estos ejercicios.

Estructura y método de los ejercicios[editar]

Estructura[editar]

Los Ejercicios espirituales están divididos en cuatro semanas en las que se guarda silencio para impulsar un ambiente de oración. Cada semana se centra en un aspecto diferente.

  • La primera semana está centrada en el Principio y fundamento, que versa sobre el motivo de la existencia de la propia persona y aquello en lo que reside su mayor plenitud. En esta semana se contempla la Creación como una obra de Dios realizada por amor.
  • La segunda semana se centra en el llamado del Rey Eternal, que convoca a sus siervos a combatir a las fuerzas del mal junto a él. La oración de esta semana consiste en repasar la historia de la Salvación y contemplar en oración el Nacimiento de Cristo, viendo cómo la Santísima Trinidad desea y decide redimir al género humano.
  • La tercera semana se centra en los pasajes del Evangelio correspondientes a la Pasión de Jesús. Durante toda la semana se meditan los diferentes pasajes de esta parte de la Biblia en que se va contemplando . En las reglas de esta semana, san Ignacio recomienda encarecidamente el ayuno como forma de asociarse el ejercitante a la Pasión de Cristo y para contemplar cómo se va completando el plan de Salvación de Dios.
  • Por último, la cuarta semana expone, en primer lugar, la escena de Jesús resucitado apareciéndose a su madre, la Virgen María. Posteriormente ofrece varios pasajes de la vida de Jesús recogidas en el Evangelio para meditar a la discreción del ejercitante.

Método ignaciano[editar]

En los ejercicios, san Ignacio propone la realización de varias prácticas durante la oración con el fin de que se pueda rezar de manera provechosa para el ejercitante.

En primer lugar, propone la formulación de una oración introductoria para rezar al principio de todos los momentos de oración que habrá durante el período de ejercicios. En esta oración se pide que todo el ser de la persona se oriente hacia Dios para que reciba en ese rato los dones que Dios quiere darle.

46: Oración: La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de su divina majestad.[4]

También, durante los ratos de meditación, propone que el ejercitante realice una composición de lugar, de forma que imagine la escena que se le propone. Después de esto se le pide que se meta dentro de la escena, de modo que sea participante activo en esa historia. Por último, se le propone un coloquio con Dios o con algún personaje destacado dentro de la meditación planteada. Por lo tanto, los ejercicios adquieren un formato de diálogo entre el ejercitante y Dios.

Ignacio comunica y contrasta sus vivencias a los comienzos de su conversión en distintos modos de diálogos espirituales, y poco a poco empezará a proponer a otros su mismo modo de orar, naciendo así los Ejercicios, como fruto de su conversar en el Señor".[5]

Enseñanzas teológicas de los ejercicios[editar]

Algunos aspectos históricos de los ejercicios[editar]

Las enseñanzas extraídas de los ejercicios aparentan reflejar las ideas católicas del siglo XVI, tiempo durante el cual fueron escritos. Estas enseñanzas incluyen apoyo a la Cruzadas, oraciones a María, absoluta obediencia a sus superiores, una motivación misionera muy profunda, un vehemente deseo de defender el cristianismo católico de las ideas de la Reforma Protestante y de la expansión imperialista de los árabes que amenazaban la existencia y la relevancia del catolicismo, que se encontraba asimismo en crisis.

Es preciso remarcar que, en los primeros años de la Compañía de Jesús, san Ignacio acoge entre los primeros miembros de la orden a san Francisco Javier.[6]​ Este, tras la realización de los ejercicios, partió como misionero a la India, donde desarrolló su pastoral con el objetivo de evangelizar a la población, de la que bautizó a muchos miles. Su deseo de evangelizar lo llevó a Japón, y falleció en la isla Shangchuan, cerca de las costas de China, adonde se dirigía para evangelizar. San Francisco Javier es uno de los mayores santos de la orden jesuita y de la Iglesia por el celo apostólico y la capacidad de abnegación que adquirió en los Ejercicios.

Punto de vista espiritual de los ejercicios[editar]

Los ejercicios están basados en las experiencias propias de su autor, especialmente en las vividas durante los diez meses en los que estuvo viviendo en Manresa como un eremita. Incluyen consideraciones acerca de la humildad, altruismo por el bien de la vida religiosa, reflexiones sobre la tendencia propia de caer en pecado, la visión de que el alma humana está continuamente guiada en dos direcciones: hacia la santidad y hacia el pecado.

Consistente con la teología católica, los ejercicios hacen numerosas referencias a la creencia que el propósito más alto del hombre es glorificar a Dios y no a sí mismo. Para este fin proveen de varias ilustraciones de cómo uno puede controlar el satisfacer los más 'bajos' deseos y a su vez, cómo se puede encontrar un medio para redirigir las propias energías hacia la realización del 'máximo' propósito de la vida.

El padre Leonardo Castellani, miembro de la Compañía de Jesús, escribía, hablando de los Ejercicios:

Este cuaderno contiene las experiencias ascéticas de un soldado del Renacimiento, y su elaboración por él mismo, de un método y un training (entrenamiento) aplicable a todos. ¿Se ha reflexionado lo suficiente sobre la enorme paradoja que tal hecho involucra? El hecho es éste: una experiencia religiosa concreta, una conversión ha sido como desindividualizada y arquetipada, sin convertirse por eso ni en un rígido esqueleto ni en un fantasma abstracto. Pienso que si los E.E. no existieran, parecerían imposibles. Si antes de San Ignacio hubiéramos presentado el proyecto a los teólogos y a los filósofos, se hubieran reído, o tal vez enojado –según el humor. Algunos los hubieran declarado imposibles: utópicos. Otros, los hubiesen tenido por heréticos: pelagianos. O se hubieran escandalizado ante la sola idea de una máquina de convertir, tal como el buen hermano Pedroche en su protesta a la Inquisición de Toledo.[7]

Aplicaciones modernas de los ejercicios[editar]

En la actualidad, los Ejercicios espirituales son todavía una parte integral del período de entrenamiento del noviciado de la orden religiosa de los miembros de la Compañía de Jesús. Además, muchos programas de trabajo jesuitas en todo el mundo ofrecen retiros al público en general en los cuales se emplean los ejercicios.

Aprovechando los beneficios de la tecnología se están implementando los llamados Ejercicios en la Vida Cotidiana, los cuales siguiendo el punto 19 de los Ejercicios de San Ignacio, se ofrecen para que la persona realice sus Ejercicios Espirituales por Internet o radio mientras sigue con su vida diaria.[8]

Los Ejercicios aplicados como método de liderazgo[editar]

Los Ejercicios espirituales han sido estudiados y planteados como un método de formación para líderes, ya que contribuyen en los aspectos de formación humana, valoración de los compromisos y valores, establecimiento de objetivos y correcta utilización de los medios con los que se cuenta.[9]

Referencias[editar]

  1. Câmara, Luis Gonçalves da (2020). Biografía : San Ignacio de Loyola. ISBN 978-84-1337-272-3. OCLC 1198691050. Consultado el 22 de marzo de 2021. 
  2. Bertrán, Miguel (20 de julio de 2017). «Los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio: Un método dinámico e interpersonal de pedagogía religiosa». Revista Espíritu. Consultado el 20 de julio de 2017. 
  3. «Ejercicios – Espiritualidad Ignaciana». Consultado el 24 de marzo de 2021. 
  4. Ignacio de Loyola, Santo (2004). Ejercicios espirituales. Monte Carmelo. ISBN 84-7239-893-5. OCLC 433330506. Consultado el 22 de marzo de 2021. 
  5. García Domínguez, Luis María (D.L. 2010). La entrevista en los Ejercicios espirituales. Mensajero. ISBN 9788427131484. OCLC 851324776. Consultado el 22 de marzo de 2021. 
  6. de Wohl, Louis (2017). El Oriente en llamas. España: Arcaduz. ISBN 978-8490611531. Consultado el 23 de marzo de 2021. 
  7. Castellani, Leonardo (1991). La catarsis católica en los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola. Epheta. p. 119. ISBN 950-99775-00-150. 
  8. San Ignacio de Loyola, ed. (2010). Ejercicios Espirituales (8.ª edición). España: Edapor. p. 15. ISBN 968-60-56-49-1. «Al que estuviere demasiado ocupado en asuntos de gobierno o negocios convenientes, si es culto y de talento, tomando una hora y media para ejercitarse, hablándole de para qué es el hombre criado, se le puede dar asimismo por espacio de media hora el examen particular, y después el mismo general, y modo de confesar y comulgar; haciendo tres días cada mañana por espacio de una hora la meditación del primero, segundo y tercer pecado (n.45); después otros tres días a la misma hora la meditación del proceso de los pecados (n.55); después por otros tres haga la meditación de la penas que corresponden a los pecados 9n. 65); y se les darán en las tres meditaciones las diez adiciones (n. 73), siguiendo en los misterios de Cristo nuestro Señor el mismo modo de proceder que se declara más adelante a lo largo de los mismos Ejercicios.» 
  9. Lozano, Josep M. (30 de junio de 2011). «Liderazgos, no líderes. Los Ejercicios Espirituales y las escuelas de negocio». Revista de Fomento Social: 181-218. ISSN 2695-6462. doi:10.32418/rfs.2011.262.1864. Consultado el 24 de marzo de 2021. 

Enlaces externos[editar]


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