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Usuario:Hellercolab/Taller

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Jacob Heller

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artista plástico

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Información personal

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NOMBRE COMPLETO. Jacob Heller Stolman.

NACIMIENTO. 5 de agosto de 1914. Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica.

FALLECIMIENTO. 15 de octubre del 2002. Nueva York. Sus restos probablemente descansan en alguno de los cementerios para veteranos de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos de Norte América.

NACIONALIDAD. Norteamericano.

ULTIMO PAÍS DE RESIDENCIA. México.

RELIGIÓN. Judía.

Familia

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CONYUGE. Anna Hochstein Heller.  

Información profesional

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·       Trabajó como asistente de biblioteca en la New York Public Library.

·       Artista plástico.

·       Veterano de la Segunda Guerra Mundial. Participo en la 4th Armed División, 9Th Armed División y en la 24th Armed División.

·       Estudiante de artes plásticas en el “Art for War Veterans” del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

·       Estudiante en el taller de talla en madera. Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda” con el maestro José Luis Ruíz Hernández. México.

·       Estudiante en el taller de cerámica con el maestro German Cueto Gutiérrez. México.

·       Estudiante del taller de desnudo con el maestro Raúl Anguiano. México.

Biografía

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Jacob Heller inició sus estudios de arte en Nueva York. Sus primeros pasos los dio en la pintura. En 1934 ilustró la portada del número de invierno de la revista neoyorquina “Bedlam” con un trabajo titulado “The farm” realizado en tinta sobre papel. (Imagen 1)

Desde sus inicios excelente dibujante, como lo corrobora el dato de haber ilustrado, en 1934, la portada del número de invierno de la revista neoyorquina Bedlam, con una tinta sobre papel titulada The Farm. Entre 1939 y 1941 expone obra plástica en el Washington Square Outdoor Art Exhibit y otras galerías de Nueva York bajo los auspicios de la misma institución, y en el Instituto de Arte de Chicago muestra la obra titulada New England Town, que también expuso en el Museo Whitney.[1]

En 1939 llevó a cabo varias exposiciones en el Washington Square Outdoor Art Exhibit (WSOAE). En 1940 trabajó nuevamente para exponer sus trabajos artísticos en diversas galerías de Nueva York bajo los auspicios del WSOAE; se destaca su exposición en el Riverside Museum y Riverside Drive. En el mismo año realiza exhibiciones auspiciadas por la Librería Pública de Nueva York, destacando entre ellas la del 8 de enero al 23 de febrero de 1940, que se llevó a cabo en la librería Epiphany, así como la exhibición “Paisajes Japoneses en Blanco y Negro”, llevada a cabo del 1 al 30 de abril en el 96th Street Branch de la misma ciudad. Del 3 al 7 de junio del mismo año expuso en el Whitney Museum y del 10 al 14 de junio en el Riverside Museum. Entre sus obras fechadas en 1939 se encuentran los oleos sobre papel cartoncillo de cubiertas de libros de la época, de los cuales destacan los que llevan los siguientes títulos al reverso de las obras:

  • “Ford House” (Imagen 2)
  • “Silver Poplars” (Imagen 3)
  • “Swampland” (Imagen 4)
  • “Along the state road” (Imagen 5)

Del año 1940, destaca su obra: “Bronx park” (Imagen 6), sin menospreciar otros excelentes trabajos realizados en el mismo soporte, pero a los cuales no les puso título.

Del 14 de noviembre de 1940 al 5 de enero de 1941 se realizó la “51 Exhibición Anual de Pinturas Americanas y Escultura” en el Instituto de Arte de Chicago, en la que Jacob Heller participó con la obra titulada “New England Town” con un precio de venta de $40.00 USD. Daniel Catton Rich, en la introducción a la exhibición menciona:

“Se trata de una muestra que representa el festejo de medio siglo de arte americano, con trabajos que han sido realizados dentro de los dos años anteriores a la inauguración, por la mayoría de los autores americanos lideres en la pintura y la escultura, quienes interpretan motivos americanos en lugar de objetos provenientes del estudio, así como motivos que evocan a los viejos maestros; otros tantos se rehúsan a ser clasificados y se autodeterminan pintores independientes, semi abstractos o surrealistas. En la escultura encontramos un retorno a los inicios, piedras y formas arcaicas”. En esta exhibición, aparte de Jacob Heller, participaron, talentosos pintores y escultores, tales como Walter B. Adams, Wayman Adams, George Adomeit, John Atherton, Arnold Blanch, Aaron Bohrod, Richard Bowman, Manuel Bromberg, Alexander Brook, Julio de Diego, Aaron Dejez, Joseph Fosco, Emil Ganso, Julian Levi, Sam Ostrowsky, Samuel Rosemberg, Miron Sokol, Jean De Marco, Bernard Rosenthal, entre muchos otros destacados pintores y escultores norteamericanos que ya gozaban de un prestigio nacional e internacional sólido. [2][3][4]

Jacob Heller participó en la Segunda Guerra Mundial a partir de febrero de 1941, ingresando a la 4th Armed División del Tercer Ejercito, comandado por el General George Patton. En enero de 1942 es trasladado a la 24th Armed División en el batallón de ingenieros a cargo del cuidado de las insignias de los vehículos de guerra y transporte. En este período, tiene una intensa actividad epistolar con su familia, especialmente con su esposa Anna Hochstein Heller. Del análisis de este intercambio epistolar, se puede deducir que realizaba bocetos y dibujos de pequeño formato que enviaba periódicamente por correo a Nueva York para su comercialización, así como fotografías de su periplo en Europa durante la guerra. Algunos de estos bocetos posteriormente los realizó al óleo sobre papel cartoncillo. Es notable su interés por los asuntos artísticos, aun estando en la guerra. El 24 de octubre en carta enviada a Anna Hochstein Heller, menciona no recordar un lugar llamado Matamores, a su regreso de la guerra, pinta un cuadro que lleva ese mismo título y que representa un paisaje probablemente del norte de los Estados Unidos. (Imagen 7) El 26 de octubre del mismo año refiere haber presenciado una “Exhibición de Arte Polaco”, realizada por el pintor A. Wart, de quien se expresa diciendo que utilizaba eficientemente una combinación de lápiz, acuarela, gouache y óleo con lo cual era capaz de producir trabajos de gran calidad. Cuando vemos la obra de Jacob Heller, imaginamos que esa exposición le impresionó sobremanera ya que se propone la utilización de todos esos medios con lo que imprime un gran dinamismo a su obra. El 30 de octubre de 1944, menciona ciertos bocetos realizados durante su estancia en Inglaterra, particularmente en Bristol, Bath, Trevon Bay, Cornwall, Somerset, entre otras ciudades de la Gran Bretaña; así mismo lamenta no haber realizado bocetos durante su visita a Londres y se refiere a esta ciudad como el lugar más hermoso que visitó en Gran Bretaña. El 27 de octubre de 1944, envía por correo una carta acompañada de 20 francos en los que se aprecia un trabajo de intervención en la que adhirió una estampa con la cabeza de Hitler en la punta del lazo de un pescador francés, dando a entender con ello, que los franceses querían ahorcar a “Adolf” (Hitler); en esta obra de “intervención y collage”, se advierte la furia que el encuentra por parte de los franceses en contra del dictador (Imagen 8).

El 28 de mayo de 1945 escribe diciendo que ha sido merecedor de 85 estrellas por sus participaciones en batalla y en la misma carta menciona que no le son útiles dichas preseas para pintar insignias en los vehículos de guerra, sin embargo, le gustaría realizar con ellas, una fundición para hacer esculturas de bronce. En julio de 1945 es transferido a la 9th Armed División por haber obtenido más de 85 estrellas por sus participaciones en batallas y acude en Bayreuth, Alemania, a un concierto popular en el Wagner Festival Theatre. Así mismo envía desilusionado --debido a que previamente había trabajado para la 4th Armed Division al inicio de la guerra y en el momento de la “Presidencial Citation”, él estaba siendo trasladado a la 9th Armed Divison-- el programa del evento presidencial que se llevó a cabo en el seno de la 4th Armed Division, en la cual participó como relator Gregore Ziemer, con motivo de las festividades marciales por la invasión de Estados Unidos a Alemania y la derrota de Berlín. Ziemer, conocido por su historia “El hombre que se quedó a cenar” y autor de “1001 días de Hitler” y el Best Seller “Education for death” que se convirtió en la película “Los niños de Hitler” fue testigo presencial del momento en el que la 4th Armed Division logra cruzar el Rhin en Openheim y el Ponton Bridge en Main para invadir Berlín y dirigirse a Checoslovaquia. Heller en agosto de 1945, menciona su visita a la ciudad Luz, misma que le parece sorprendente por sus atractivos en el ámbito de las artes y destaca su visita a las catacumbas y la Ópera de París (Imagen 9). Así mismo para el 10 de agosto encontrándose en Bayreuth, Alemania, escucha “Balada para América” ejecutada por el Coro del Ejército Ruso, teniendo a Paul Robenson como violinista principal; de igual forma menciona haber asistido a una exhibición de dibujos realizados por César Domela y comenta su presencia en una exhibición de Paul Cézanne, así como sus impresiones sobre sus visitas al Louvre, mismo que le pareció majestuoso. (Imágenes 10, 11, 12, 13 y 14)


En octubre de 1945 regresa a Nueva York para ingresar al “Centro de Artes para Veteranos de la Guerra”, que funcionó bajo los auspicios del Museo de Arte Moderno de la misma ciudad. El director de dicho centro fue Victor D´Amico. El objetivo de los cursos no era encontrar nuevos artistas, sino ayudar a los veteranos de la guerra a encontrarse a ellos mismos. Muchos de los trabajos que fueron realizados por los excombatientes se exhibieron en el Museo de Arte Moderno con la finalidad de mostrar de qué manera los esfuerzos creativos servían a los veteranos para relajar sus emociones y experiencias sufridas durante la guerra. En los cursos eran atendidos excombatientes de la guerra que ya tenían experiencia en el mundo del arte y principiantes, con instrucciones y materiales gratuitos, sin embargo, cuando los estudiantes deseaban pagar por sus propios materiales las cuotas eran de $10.00 USD, por curso tomado dos veces a la semana durante tres meses. Tenían acceso a cursos de diseño, dibujo y pintura, artes gráficas, joyería y metales preciosos, tipografía, escultura y cerámicas, impresión en tela de seda, grabado en madera, ilustración de libros y diseño en madera.

En 1945, habiendo terminado la guerra realiza el cuadro “River Siene” (Imagen 15); posteriormente una serie de grabados en xilografía con motivos inspirados en París, que llevan por títulos: “Río Siene”, “Les pechers”. Algunos de estos trabajos fueron expuestos en la Escuela de Bellas Artes, de la Universidad Estatal de Ohio.

En 1946 realiza al óleo sobre cartoncillo de portadas de libros de la época, múltiples trabajos, de los cuales destacan “Houses of Stone” (Imagen 16), “Earth patterns” (Imagen 17), “Town France” (Imagen 18), “En avant Berlin” (Imagen 19), “Spick and span, England” (Imagen 20), “RR Kaput” (Imagen 21), “Pour la Patrie” (Imagen 22) y “French Landscape” (Imagen 23); entre muchos otros de gran valor artístico que representan paisajes o escenas europeas durante la guerra como lo son "paisaje 1" (Imagen 24), "paisaje 2" (Imagen 25), "paisaje 3" (Imagen 26), "paisaje 4" (Imagen 27), "paisaje 5" (Imagen 28), "paisaje 6" (Imagen 29) o "paisaje 7" (Imagen 30).

En 1947, visita Washington, New Orleans, Houston y Connecticut. Sus trabajos artísticos los desarrolla nuevamente en pequeño formato al óleo sobre papel cartoncillo de cubiertas de libros de la época. En este tiempo retrata con sus cuadros los diferentes paisajes de los lugares que ha visitado, principalmente Connecticut y Nueva York. Sus obras reflejan una situación económica precaria ya que las vemos realizadas magistralmente en las ya mencionadas cubiertas de cartón de libros, o papeles reciclados que probablemente hayan sido oficios de la guerra. Aun sumergido en esa precariedad que tal vez la época le impuso, se puede apreciar una obsesión decidida por utilizar el óleo sobre papel como un método para narrar su propia historia y los estragos de la guerra.

En 1951 viaja a Paris para estudiar durante dos años, artes plásticas en la “Academie de la Grand Chaumiere” con Ossip Zadkine, de quien recibió elogios al decir que Heller “tenía un espíritu extraordinariamente fértil”. Zadkine era uno de los máximos exponentes de esa época en la Escuela de París (Imagen 31).

El término “Escuela de Paris”, se refiere a los artistas extranjeros que trabajaron en esa ciudad, específicamente en Montparnasse, preponderantemente en los años 1910 a 1930. La “Escuela de Paris” actualmente es reconocida como la confluencia de artistas inmigrantes judíos que generó la emergencia estética modernista que se traslada de Montmartre a Montparnasse y fue un término originalmente acuñado por André Warnod. La nueva generación de judíos en la Europa del Este de principios del Siglo XX sufrió un bloqueo que afecto su libertad de movimiento, de expresión y de acceso a la educación superior en la esfera artística en sus países de origen. Paris se convirtió entonces en un refugio y en el centro de las artes, así como el lugar que les daba la posibilidad de apreciar los derechos del hombre y la posibilidad de una vida glamorosa. Había una pasión desbordada por todo tipo de expresiones artísticas, principalmente por parte de la comunidad judía.

Todo este movimiento parisino y el propio Zadkine representaron una influencia mayor en los escultores europeos contemporáneos que destacaron en la posguerra y en muchos escultores americanos que emigraron a Europa en esa época para aprender del maestro Ossip Zadkine. Entre las obras más valoradas de este, sobresale el monumento a la ciudad destruida, en conmemoración de la ciudad de Rotterdam, bombardeada en la década del cuarenta. Esta pieza fue realizada por Zadkine entre 1952 y 1954 y se presume que Jacob Heller trabajo con Zadkine, como su colaborador, cuando éste inicio esta escultura.

Durante esa época, Jacob Heller logró establecer relación personal con autores de la talla de Picasso, y Henry Moore. Posteriormente Heller participó en exposiciones colectivas en la Universidad de Ohio al lado de estos y otros reconocidos autores. Jacob Heller recibe una influencia determinante por parte de Zadkine y aprende de él la escultura en piedra y bronce, así como la talla directa en madera, caracterizando figuras de fuerza extraordinaria encerradas en formas geométrica. Heller, fue alumno de Zadkine, probablemente en la misma época que Marta Colvin, escultora chilena de reconocido prestigio y después de Manuel Felguérez, escultor mexicano de renombre mundial, quien fuera alumno de Zadkine en 1946.  

Zadkine, de origen ruso, contemporáneo de Chagall, radicado primero en Londres y luego en París, recibió un poderoso influjo del escultor del momento Augusto Rodin, pero es el cubismo y la estética geométrica la que lo orienta en sus investigaciones severas y ordenadas sobre la figura humana y la sobriedad en el tratamiento de los cuerpos y las masas. Zadkine, durante su estancia en Francia trabajo al lado de muchos artistas de la “Escuela de Paris” y tuvo relación estrecha con Brancusi, Apollinaire, Lipchitz, Archipenko, Picasso, Matisse y Modigliani. Se le considera uno de los principales representantes de la escultura cubista europea de esa época.

Todo este contacto con las principales personalidades de las artes plásticas europeas propició que Jacob Heller trabajara intensamente, con una producción artística incontable. Guiaron a Heller las palabras de su maestro Zadkine, al decir que: “el arte es el resultado de la manera en que el artista ve las cosas”. Heller a través de sus creaciones evoca sentidamente a Zadkine y su obra y ello podemos verlo en sus piezas "escultura 1" (Imagen 32), "escultura 2" (Imagen 33), "escultura 3" (Imagen 34) y "escultura 4" (Imagen 35). [5]

Jacob Heller, en compañía de su esposa, la también escultora y pintora Anna Hochstein Heller, aprovechando su residencia temporal en Paris visitan Suiza, Mauritania, Gran Bretaña y otros países europeos, lo que le permitió tener una visión cosmogónica del mundo en esa época y por supuesto el contacto con incontables y muy variadas expresiones artísticas a través de las cuales enriqueció su talento. Debido a su origen Neoyorkino, viaja frecuentemente a la punta noroeste de la Unión Americana, y se interesa especialmente por la ciudad de Edgartown, en Martha´s Vineyard en Massachussets. Ahí pintó un óleo sobre cartulina en el que aparecen él y su esposa Anna Hochstein Heller, sentados en el malecón de Edgartown, dibujando a la orilla de mar, ella de espaldas al observador y el de frente al espectador (Imagen 36).

Una vez establecido en México, en el año 1954, siendo norteamericano, representó a México en una exposición de tallas en madera y grabados con escenas de México y París, así como dibujos, dicha exposición “Contemporary Sculptor´s Drawings” fue patrocinada por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Estatal de Ohio. En ese evento fueron expuestas obras realizadas por artistas de prominencia internacional como Pablo Picasso, Henry Moore, Henry Mattisse, Marino Marini, Bernard Rosenthal y Richard Lippold, Jacques Lipchitz, Jean De Marco, Alexander Archipenco, Louise Bourgeois, Alexander Calder, Aristide Maillol y David Smith, entre otros grandes pintores y escultores de la época. En la introducción del catálogo de esta exposición, Joseph Schwarz, realiza una profunda reflexión sobre el significado del arte contemporáneo y las críticas que este movimiento sufre en esa época, advirtiendo que:

“Esta exposición es una muestra clara de que estamos aquí haciendo un esfuerzo para demostrar las afinidades de este siglo con el pasado, dando evidencia de cómo nuestros escultores contemporáneos tienen la disciplina del dibujo. Los trabajos que se presentan no son solo bocetos preparatorios, representan y ejemplifican la elección libre del artista contemporáneo de un proceso básico creativo para lograr un desarrollo de los objetos de arte sin importar el medio que se utilice. La disciplina de dibujar y hacer bocetos refleja una fuente universal de ideas que trasciende los medios y permite al artista tener una disciplina que le permite una infinita flexibilidad y libertad. Dibujar produce experiencia y determina las formas. Representa un simple e inmediato proceso, su práctica expone al artista a un contacto directo e íntimo con los potenciales infinitos de la naturaleza y lo fuerza a experimentar la naturaleza y el arte simultáneamente, comprometiéndolo con el balance armónico, que es la combinación ideal. Si la naturaleza es el laboratorio del arte, entonces los dibujos y los bocetos son el experimento del arte y su importancia en la escultura no debe ser minimizada simplemente porque su relevancia no es obvia. Los escultores dibujan y hacen bocetos porque ven cosas y porque su trabajo está controlado por la línea. Aunque esto no es cierto en la mayoría de los escultores, caracteriza legítimamente el trabajo de muchos. Los grandes escultores de nuestra tradición: Aristide Maillol, Henry Moore y Marino Marini, entre otros, utilizan la línea para determinar las formas y definir el movimiento en lugar de delinear los contornos. Esta exhibición es un testimonio de la relación del artista con sus materiales y el proceso. El dibujo no es solamente una herramienta para el escultor, es un camino para lograr la expresión artística, un camino dignificado por la investigación y el experimento modificado por el cuidado y la disciplina. Los trabajos exhibidos tienen una profunda importancia en este asunto, ya que ayudan a entender el rol creativo de los dibujos y bocetos en el arte contemporáneo. Algunos de los trabajos expuestos van a lograr un lugar seguro en las tradiciones del mañana ya que el siglo XX no permanece estático ante el progreso, ha sido un tiempo de tremenda energía productiva y creativa, un tiempo marcado por la innovación y un tiempo devoto a las lecciones del pasado con dedicación a las promesas del futuro” [2]

Harold A. Stacy en el Columbus Dispatch, a propósito de la participación de Jacob Heller en esta exhibición, menciona en su artículo llamado "Ohio Union Displays Jacob Heller Woodcuts" (Imagen 37):

“Las tallas en madera de Heller, en muchas formas son monumentales en su concepto, aun cuando el tamaño de cada pieza mostrada es de proporciones moderadas. Las típicas vistas románticas de Acapulco o de los pescadores del río Sena en París, tienen diseños elegantes hechos por la mano de este realmente fino artista. Heller retiene las reconocibles características de las escenas sin sacrificar ninguna de las cualidades estéticas. La combinación de su excelente visión, con su humor y excelentes dotes artesanales hacen que esta exhibición la puedan disfrutar tanto observadores casuales como artistas”.

La obra de Heller fue expuesta también en la década del cincuenta en la Contemporary Art Gallery, el National Arts Club, la Subway Tribune Gallery y el Museo de Arte Moderno, todos en Nueva York. En Chicago expuso en el Art Institute y en Paris realizó una exhibición de esculturas en el Salón D´Art libre y el Salón de Jeune Sculpteur.

Después de la Primera Guerra Mundial apareció en el mundo el fantasma de la falta de oportunidades, lo que generó el flujo de inmigrantes judíos que llegaron a México en búsqueda de un futuro mejor que el que les ofrecía Europa y los países de Oriente medio por una situación económica, política y geográfica desalentadora. Jacob Heller conocía los antecedentes de los migrantes judíos de la época posterior a la primera guerra mundial y por tener una gran admiración por las culturas prehispánicas y el arte que de ellas emana, así como por tener grandes deseos de admirar directamente el arte prehispánico, decide viajar a México y establecerse en este país desde 1953 hasta la víspera de su muerte. Una vez radicado en México inicia estudios en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura “La Esmeralda”, INBA. Sus maestros fueron, en el taller de talla en madera, José Luis Ruiz, reconocido escultor, condiscípulo de Francisco Zúñiga, fundador de dicha escuela y quien alentó a Heller en sus ánimos por investigar a cerca de las expresiones artísticas precolombinas y dignificar los rasgos indígenas a través de su obra. En el taller de cerámica tuvo como maestro al renombrado maestro Germán Cueto y en el taller de desnudo a Raúl Anguiano (Imagen 38).

Ya radicado en México, Jacob Heller se identifica con el arte prehispánico, al considerar que aquellos artistas expresaban la esencia de su tiempo con sus animales y deidades para narrar sucesos. Pensaba que el escultor contemporáneo debe seguir su ejemplo y explorar constantemente nuevos medios y combinarlos para expresar el mundo de hoy.

Heller emplea estas expresiones artísticas antiguas como punto de partida en la creación de composiciones y esquemas llamativos. Con su obra, hace un reconocimiento de la grandeza y riqueza del arte prehispánico. También le sirven de inspiración y modelo, la infinita variedad de formas que encuentra en la escultura y arquitectura mexicanas antiguas y contemporáneas. La variedad de maderas, piedra y metales disponibles en México fueron decisivos para que se animara a trabajar como escultor, prefiriendo la madera de ayacahuite. La presencia de los códices mexicanos antiguos se manifiesta en sus relieves, mismos que han resultado de gran interés para los arquitectos pues inspiran la creación de murales decorativos. En sus construcciones abstractas puede verse el humor sardónico típico del artista.   [4][3]

En sus primeros años en México, Heller al llegar a México tuvo contacto con la obra de “Chucho” Reyes Ferreira y su trabajo en papel de china, ya que ambos participaron simultáneamente en exposiciones colectivas. Reyes Ferreira había experimentado en su época de anticuario con algunos trabajos pictóricos poco elaborados en papel de china; pintaba con tres o cuatro colores usando al papel de china como soporte en el que plasmaba motivos populares jaliscienses, con ellos envolvía los objetos antiguos que vendía. Al poco tiempo Reyes Ferreira se dio cuenta de que los papeles de china elaborados elementalmente y que utilizaba para envolver las antigüedades que vendía, empezaban a tener una demanda por sí mismos, debido al valor artístico que sus clientes les otorgaban. Así, quienes habían adquirido una pieza antigua, volvían en segundas ocasiones a adquirir alguno de los papeles de Reyes Ferreira, mismos que ya enmarcados, poseían una belleza plástica. A partir de ahí, el papel de china fue un material que Heller utilizó intensamente y con gran eficiencia para plasmar en “xilografía” y aplicaciones directas, múltiples paisajes de la república mexicana, así como incontables personajes.

Dentro de las xilografías sobre papel de china, encontramos trabajos que replican magistralmente los callejones de Guanajuato, las calles de San Miguel de Allende, Taxco, Acapulco, Pátzcuaro, así como diversos motivos prehispánicos de gran belleza. En la década de los sesenta, incursiona hacia las abstracciones con los mismos medios xilográficos y soportes en papel de china..

Lo sobresaliente es que Heller fue más allá de lo propuesto por Reyes Ferreira, ya que logró realizar xilografías en papel de china, siendo este un soporte sumamente delicado y difícil de conservar intacto al momento de su paso por el tórculo para conseguir las reproducciones. También se pueden apreciar trabajos al óleo sobre triplay en los que Heller logra plasmar con gran colorido unos gallos de extraordinario dinamismo y gracia que guardan similitud con los de Reyes Ferreira. Reyes y Heller expusieron simultáneamente en el Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales, en la primera exposición de la colección permanente de este Instituto. Sin embargo, no se puede asegurar cual es la fuente precisa de inspiración para Heller al realizar estos trabajos ya que Reyes Ferreira, fue influenciado definitivamente por Chagall cuando este último también residió en México. Probablemente también existió algún tipo de intercambio de ideas entre Heller y Chagall, ya que ambos participaron en la efervescencia artística mexicana durante la misma época.

La técnica de Chine Colle (estampación sobre papel de china), consiste en adherir una hoja de papel a otra durante el proceso de impresión. La imagen impresa suele quedar por encima de ambas hojas. Fino y resistente el papel de china ofrecía un tono muy apreciado por los artistas gráficos del siglo XIX, en particular por los aguafortistas y litógrafos. La estampación sobre papel de china iba asociada en la antigüedad a estampas de calidad y ediciones de lujo. El tamaño de la hoja de papel suele coincidir con la parte grabada de la lámina o la zona dibujada de la piedra litográfica. Después de ser humedecido, se coloca, con unas pinzas de cartón o chapa, sobre el soporte entintado. Es tal su delgadez que cuando el estampador lo dispone encima de la matriz, apenas se le distingue. El paso siguiente consiste en poner encima una hoja de formato más grande de tonalidad generalmente blanca y mayor gramaje. La zona de este papel que está en contacto con el de china debe haber sido previamente encolada con engrudo natural – harina de trigo diluida en agua – debido a la presión que reciben ambos papeles contra la matriz entintada, no solo pasa la tinta a la estampa, sino que, además, el papel de china queda adherido, por medio del engrudo, a la hoja de refuerzo. El contraste tonal de los dos papeles provoca una sutil variación cromática de notable belleza. Aunque este es el método más habitual, muchos artistas gráficos y contemporáneos como Robert Motherwell o Misch Kohn suelen estampar sobre fragmentos de papel de china o japonés de diferentes colores y tonalidades y formatos no coincidentes con la matriz. A dicha modalidad de estampación se la conoce con las expresiones francesas Chine Collé o Chine Appliqué; en castellano papel de china encolado o más genéricamente, estampación sobre papel de china. [6][7]

Jacob Héller encontró al papel de china como un soporte ideal para plasmar su maestría y otorgar un elevado valor artístico a sus piezas (Imagen 39).

Otra técnica favorita de Heller es el Monotipo. Conceptualmente el monotipo es un procedimiento pictórico que utiliza una presión gráfica y que basa su idiosincrasia en el gesto, el color y la textura. El color aplastado por la presión del tórculo o la manual, permite que la pieza se englobe en la categoría de las estampas. El máximo que se llegan a obtener son aproximadamente tres pruebas, siendo todas ellas diferentes y con una progresiva pérdida de intensidad, hasta que la composición se desvanece y la matriz queda desdibujada. La ventaja es que la plancha siempre se puede recuperar para otras obras. En realidad, es una impresión irreproducible, cuyo resultado deviene en un “unicum”, una obra singular, a diferencia del grabado que proporciona muchas piezas similares. Es gracias a esta singularidad que el monotipo goza del aura de obra única dentro de un medio de expresión concebido como múltiple. La circunstancia de la escasez de ejemplares hace que los monotipos sean buscados y codiciados por los coleccionistas ya que conllevan un plus de rareza.

La denominación “monotipo”, fue ideada a finales del siglo XIX, en un momento en que estuvo en boga, pues los pintores impresionistas y postimpresionistas lo practicaron en sus diversas modalidades. Desde el peintre-graveur italiano del s. XVII, Castiglione, con sus novedosos monotipos monocromos y de sustracción, de fuerte inspiración más pictórica que gráfica; hasta la actualidad, han sido muchos los pintores de renombre que han realizado excelentes monotipos y mono estampas en todas sus variantes, entre ellos destacan: Degas, Pissarro, Gauguin, Whistler y Maurice Prendergast,  Matisse, Picasso, así como los contemporáneos: Jasper Johns, Jim Dine, Baselitz, Sam Francis, Sean Scully, entre otros, que se consideran como indiscutibles referentes que avalan la calidad, interés y permanencia del monotipo. En esta trayectoria histórica hay dos momentos de inflexión que marcan un antes y un después del desarrollo y estima del monotipo.

En esta trayectoria histórica hay dos momentos de inflexión que marcan un antes y un después del desarrollo y estima del monotipo. El primer momento corresponde a los monotipos que hizo Edgar Degas entre 1874 y 1878, dedicados a escenas de balle y del café-concert, que el propio maestro concebía como “dibujos impresos con tinta grasa”. Algunos de ellos los intervenía con pastel, lo que les confería una peculiar calidad aterciopelada, sin precedentes en este medio. El segundo momento de inflexión se produce en 1980, con motivo de la gran exposición “The Painterly Print” que se celebró en el Metropolitan Museum de Nueva York, donde se pudo ver un conjunto histórico de monotipos, y la edición del catálogo, que significó la primera monografía publicada sobre este medio. Y, hasta diez años después, en 1990 se mostró en Barcelona la primera exposición dedicada a este tema “Collaborations in Monotypes II”, organizada en el Instituto de Estudios Norteamericanos con obras de artistas de aquel país. Aquel evento no hizo más que constatar, a finales del siglo XX, la vital reaparición del monotipo, que, como procedimiento pictórico, evidencia que la búsqueda de la diversidad continuaba. La técnica es autográfica y saca provecho de las estructuras que aportan los materiales y los fenómenos concretos, a la vez que permite el concurso de elementos azarosos. Se trata de dibujar, pintar e imprimir en un solo medio, de manera muy rápida y sin sofisticación técnica, por lo que el monotipo es una herramienta espontánea para desarrollar y manifestar la visión del artista. [7]​ Existen catálogos de obra de Jacob Heller en los que se puede observar su maestría en el manejo de la monotipia. (Imágenes 40, 41 y 42)

Heller debe ser considerado por la variedad de técnicas que utilizó, como fotógrafo, grabador, monotipista, pintor y escultor en bronce y madera. De igual forma se pueden encontrar en diversas publicaciones los trabajos fotográficos de su obra terminada, esculturas de cabezas humanas en yeso, tapetes tejidos con motivos prehispánicos, acuarelas, dibujos con lápiz y papel, así como tintas sobre papel y gouaches en obras terminadas y firmadas.

Durante su estancia en México, Jacob Heller se afilió a la Asociación Civil Mutualista Benéfica Hispana, el 1 de mayo de 1964. Ese mismo año, en el mes de junio obtuvo el crédito de “Miembro Huésped” por del Jardín del Arte en la ciudad de México, por un año, en donde expuso su obra. En relación con su experiencia como expositor del jardín del arte, el reconocido crítico de arte, Jorge Crespo de la Serna, el 14 de enero de 1964 en su columna “De Aquí y Allá” menciona en su recorrido de manera sobria y escueta el trabajo de Leonora Carrington y Alice Rahon, hasta llegar al puesto de Heller en donde se detiene a referirse a este último como (Imagen 43):

“Un muy conocido escultor original y versátil –como su mujer- pero sus estampas de color, sus grabados, que aquí se admiran, le dan aún mayor prestigio como artista de veras”. No es menor la mención que al final de su artículo hace sobre el trabajo de Raúl Anguiano, al cual se refiere como “muy decorativo”, así mismo menciona sin mayor realce a Jesús Hernández, Chamizo y Carlos Belaunzaran, entre otros." [8]

Durante la década de los setenta y ochenta regresa a China, Japón, Indonesia, Birmania, Tailandia, España, Grecia, Rusia, Hong Kong, África, Israel, Egipto y Alaska de donde recoge la multiplicidad de forma y colores que le son útiles para enriquecer sus expresiones artísticas.

Durante su estancia en México, Heller lleva a cabo múltiples viajes a Oaxaca, Acapulco, Taxco, Zacatecas, Sierra de Chihuahua; también visita Cuernavaca, Amecameca, Cuetzalan, Guadalajara, Chapala, Ixtapan de la Sal, Las Sierras Madres, Monte Alban, Ajijic, Tlapa, Xochimilco, Zacapoaxtla, Pátzcuaro, Janitzio, Tzintzuntzan, Puerto Vallarta, Toluca, Veracruz, la Zona Maya, Villahermosa y Guatemala, en donde visita las ruinas de Chichicastenango, Tajín y Quiriguá, llega hasta Copan en Honduras. En todos estos lugares en donde el arte prehispánico es menester rutinario, hace bocetos que posteriormente plasma en diversos grabados de gran expresividad y fuerza.

Aparentemente ejemplos significativos de su obra se encuentran en "Heller, Anna y Jacob. Correspondencia, subserie 1A. Profesional y personal.  Collection number: M1218. BOX 9, folder" de la colección: “Felipe Ehrenberg Papers”. [9]

Jacob Heller ha merecido la atención de diversos estudiosos del fenómeno escultórico de los años sesenta en nuestro país. La Dra. Favela Fierro, historiadora del arte e investigadora del CENIDIAP, se ha referido a este movimiento artístico, en el cual quedan involucrados decididamente Jacob Heller y su esposa Anna Hochstein Heller, de la siguiente manera:

“Al surgir la Escuela Mexicana de Pintura y el movimiento muralista, reconocidos como el Renacimiento Mexicano, la escultura cayo en el olvido. El estado no promovió la escultura y el grabado, por lo que la escultura fue dedicada casi de manera exclusiva a los encargos gubernamentales para representar a héroes, benefactores y hombres ilustres de la patria. Lo que provocó un rezago en la evolución de la obra escultórica mexicana. Una de las razones para este fenómeno lamentable fue que la escultura no tenía la posibilidad de plasmar los acontecimientos y los diferentes cambios sociales del momento, incluida la Revolución Mexicana. Los artistas plásticos optaron entonces por la elaboración de trabajos tridimensionales que representaban figuras con cuerpos fornidos, idealizados y monumentales, la proporción característica del mundo indígena y formas cerradas en bloques pétreos sin oquedades, ni vacíos, tallas directas en piedra o madera con una inspiración que emanaba del pueblo y sus artesanías; la segunda opción era realizar un rompimiento con este contexto nacionalista. Así da inicio una nueva propuesta que rompe con lo imperante. Germán Cueto --quien fuera maestro de Jacob Heller-- y Luis Ortiz Monasterio, se alejan de las formas nacionalistas establecidas y pugnan por una expresividad libre utilizando nuevos materiales. Los pintores de la época se mantuvieron en la crítica de la Revolución Mexicana y los escultores tuvieron que buscar fuentes de inspiración en otros países por la falta de antecedentes lógicos en la escultura mexicana. Cueto, viaja a Europa y genera la orientación de la escultura mexicana hacia el universalismo, lo que le vale un veto general por parte de la clase artística mexicana, posteriormente a mediados del siglo XX, será considerado como un maestro paradigmático; Ortiz Monasterio viajó a Estados Unidos y entró en contacto con el trabajo de grandes escultores de la época, tales como Archipenko, Brancusi, Mestrovic y Lipchitz, creando un estilo ecléctico que refleja una convivencia afortunada del arte prehispánico con el arte popular y la expresión universalista. En México, ambos autores son considerados como los promotores de una nueva tendencia artística que abrirá brecha para las nuevas generaciones, creándose un movimiento internacionalista que se intensificó en la década de los treinta y cuarenta del siglo XX, debido al arribo de muchos artistas refugiados españoles tales como Jose María Botey, Ceferino Colinas y Francisco Albert, precedidos por Francisco Zúñiga proveniente de Costa Rica y Marta Adams. Para la década de los cuarenta y cincuenta del mismo siglo llegaron algunos artistas inquietos, con propuestas e ideas nuevas que impactaron el escenario escultórico nacional; entre los que llegaron a destacar y participaron más activamente se encuentran, Jacob Heller y su esposa Anna Hochstein Heller, provenientes de Nueva York y que arribaron a México con el influjo propiciado por sus orígenes claros en la escuela de Ossip Zadkine. De la misma escuela se conoce la trayectoria de Tosia Rubinstein y Mathías Goeritz, quien fue un escultor de origen alemán que luego de la Segunda Guerra Mundial se estableció en México y se le reconoce como promotor de la construcción de la Ruta de la Amistad en el anillo periférico de la ciudad de México con motivo de las Olimpiadas de 1968. Esta nueva generación de escultores, se interesaron en la figura como medio expresivo con tendencias al semiabstraccionismo y a la concepción geométrica dentro de sus obras". [10]

Dentro de estas obras que podrían considerarse dentro del género del cubismo, semi abstraccionismo o de concepción netamente geométrica de Jacob Héller pueden destacarse algunos dibujos y bocetos de gran dramatismo y valor artístico que posteriormente concretaría en esculturas o pinturas (Imágenes 44 y 45).


La Dra. Favela Fierro en su tesis doctoral, a propósito de Jacob Heller menciona:

"Que al estudiar la escultura “Hombre”, talla en madera de encino, con la que dicho autor gana una mención honorífica en la Primera Bienal del INBA en 1962, se crea la idea de ciertas reminiscencias de la obra de Henry Moore realizada en 1953 y 1954, titulada “Formas internas y externas”. Ambas formas esculturales, la de Heller y la de Moore, fueron realizadas a partir de la premisa geométrica del hueco interior, creando una sensación de voluptuosidad recíproca entre la forma del personaje y su contenido, propiciando una sinergia que incrementa la fuerza y la contundencia de su masculinidad, hasta llegar a convertirse en un verdadero tótem." [11]

La Dra. Favela, compara también, las obras “Hombre” (Imagen 46) de Heller y “Blackburn: Song of an Irish Blacksmith” de David Smith creada en 1949-1950 y nos hace notar:

"...que el ojo del observador puede penetrar en la figura, a través de un espacio abierto, con lo cual se puede intervenir en la intimidad de sus conflictos y profundas complejidades. Heller al igual que Smith utilizan la imagen de la víctima sacrificada para conocer los deseos inconscientes de la posesión física y para construir una prohibición formal contra las posibilidades de esa acción. Como tótem esta figura de sacrificio atenúa la estrategia de la prohibición formal." [12][13]

Lily Kassner, historiadora de arte, investigadora y curadora, considerada como la máxima especialista en escultura del país, según el Instituto Nacional de Bellas Artes, además de ser una prestigiada crítica de arte y autora del libro: “Diccionario de Escultores Mexicanos del siglo XX. Menciona, respecto de la obra de Jacob Heller, lo siguiente:

“La obra de Heller tiene una tendencia cubista. Practicó el cóncavoconvexo, sin apegarse a este principio de manera doctrinaria, por lo que usó la concavidad con moderación para no afectar el volumen y poco a poco fue interesándose más por la penetración de la superficie, así como por la transparencia, que fueron elementos originados por el cubismo. Heller, también realizó construcciones figurativas barrocas que corresponden a su naturaleza emocional derivando en una expresión dramática y tormentosa”. [14][15]

De acuerdo con Lily Kassner, la obra de Jacob Heller:

“Tiene tendencia marcadamente cubista, venidas posiblemente de las enseñanzas de su maestro Zadkine durante 1951 y 1952. Recapitulemos sobre el estilo que adoptó este artista hacia 1924. Practicó el principio de cóncavo y convexo que fue utilizado anteriormente por los escultores cubistas, aunque el creador no lo trabajó de una forma tan doctrinaria; es decir, usó la concavidad con moderación para no afectar esencialmente al volumen. Poco a poco se interesó por la penetración de la superficie, lo convexo y cóncavo, y por la transparencia —elementos   originados por el cubismo—; también realizó construcciones figurativas barrocas que correspondían a su naturaleza para derivar en una expresión dramática y algunas veces tormentosa. Todas estas características anteriores repercutieron innegablemente en la producción de Jacob Heller” [10][3][4]

Es notable ver en la actualidad que las exposiciones más importantes del país se nutren con los nombres de los artistas que expusieron en los años cincuenta a setenta, en México al lado de Jacob Heller. Así pues, podemos constatar que esa generación exitosa y vanguardista podría añorar la presencia de Heller en la actualidad. Tal vez la falta de presencia de los trabajos de Heller en los ambientes artísticos nacionales e internacionales el día de hoy, ha sido propiciada por el mismo de manera deliberada ya que solo permitió en vida una escueta difusión de su obra y su trayectoria, ello sumado a la automotivación que tuvo para fundar su propio museo con la obra, de su autoría, que atesoro y que por las razones de su muerte permaneció sin ver la luz. Hoy vemos, entonces como se exhiben obras de Alice Rahon, Helen Escobedo, Leonora Carrington, Lola Cueto o Federico Cantú, Germán Cueto, Jesús Reyes Ferreira, Mathías Goeritz, Chávez Morado, por mencionar algunos de los nombres que ocupan los espacios artísticos plásticos más importantes de México el día de hoy y que durante los años cincuenta a setenta compartieron espacios artísticos con Jacob Heller.

Jacob Heller y el movimiento de la ruptura

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La Ruptura, un movimiento relevante para el arte mexicano. Se refería al conjunto de artistas mexicanos y extranjeros radicados en México, que en la década de los cincuenta comenzaron a reaccionar contra los cánones y valores de la Escuela Mexicana de Pintura, donde se encontraban los muralistas David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Sus temas recurrentes e inspiracionales eran claramente nacionalistas, izquierdistas y revolucionarios. Esta corriente permaneció en la pintura desde la revolución mexicana en 1910. El problema se agudizó cuando los burócratas se mostraron ansiosos por exigir el cumplimiento del reglamento mexicanista del estado, exigiendo ver en los espacios públicos lo que ese mexicanismo representaba, propiciando con ello, el surgimiento del movimiento denominado “de la ruptura”, mismo que no significa un grupo de personas afiliadas.

A los parámetros exigidos por el estado, para narrar su conveniente historia, por medio de los murales expresados en los espacios públicos, no querían atenerse las nuevas generaciones de la pintura, por lo que fue el origen de “la ruptura”. Denominación que se forjó en 1988, con una muestra de arte, Ruptura 1952-1965, que tuvo lugar en el Museo de Arte Alvar Carrillo Gil. Este grupo de artistas incorporaron valores más cosmopolitas, abstractos y apolíticos en su trabajo, buscando entre otras cosas expandir su temática y su estilo más allá de los límites impuestos por el muralismo y demás corrientes. La diferencia que tuvieron «los rupturistas» con los demás movimientos, fue que nunca hubo un manifiesto, un manual, ni normas, pues se dio de forma espontánea, no era deliberado y las relaciones entre sus miembros fueron más bien informales. [16]

Aun cuando Jacob Heller no es frecuentemente mencionado como un participante activo de dicho movimiento, algunos críticos de arte como Teresa Favela Fierro, Lily Kassner y Esther Echeverria, así como ciertos miembros reconocidos de tal movimiento como el maestro Roger Von Gunten y Felipe Erhenberg, lo consideran un miembro activista del mismo. De igual forma, algunos críticos especializados, lo han considerado como un miembro de la “vanguardia” dentro de la época en la que se encontraba activo.

Desarrollo de la escultura mexicana, 1920-1970

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Es un basto camino para el análisis de la escultura mexicana, sin embargo, en palabras de Teresa del Conde, podemos resumir parte de este movimiento durante el siglo XX:

“El movimiento escultórico mexicano del siglo XX tuvo que encarar, a diferencia de la pintura, grandes y diversos inconvenientes en su desarrollo, como la imposibilidad de llevar al relieve los acontecimientos de la ideología revolucionaria y sus cambios sociales, limitándose sobre todo a representar, por una parte, a héroes y benefactores de la patria y, por otra, el arte prehispánico; asimismo, la escultura, al separarse de la arquitectura, adquirió con los años libertad y valor estético por sí misma. Con el planteamiento filosófico, propuesto por José Vasconcelos y Manuel Gamio, que enaltecía al mestizaje como la categoría humana ideal, la raza indígena era un elemento para la obtención de ello; sin embargo, Vasconcelos no tuvo una idea específica por incluir a la escultura y los relieves para decorar los edificios públicos, como sucedió con los muros. Además, como lo ha asentado Enrique Franco, en la escultura se representarían cuerpos fuertes, mezcla de obreros gladiadores, que buscan y encuentran en la raíz prehispánica una estructura de tectónica en la talla directa en piedra y madera…” [17][18][19]

Jacob Heller participó activamente dentro de las bienales que a partir de la segunda mitad del siglo XX, que organizó el INBA:

“Como es sabido, el gobierno mexicano no le brindó el mismo apoyo a la escultura, puesto que favoreció a la pintura mural y de caballete por la facilidad de plasmar las características mencionadas. Al haber un escaso patrocinio, los escultores tuvieron que aceptar encargos de trabajos monumentales de acuerdo con el gusto de su patrocinador, o impartir clases en alguna escuela gubernamental, lo que provocaría un lento desarrollo en esta área plástica. Asimismo, la escultura, con frecuencia estuvo sujeta a la comisión oficial por el costo que representa. Aunado a esas circunstancias, a diferencia de los pintores, los escultores no se encontraban organizados y, por lo tanto, no existía un liderazgo real. Los artistas que impulsarían el cambio durante los años veinte todavía se estaban instruyendo en Europa: Carlos Bracho y Guillermo Ruiz. El régimen oficial, a través del INBA, cambiaría un tanto esta situación a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando el instituto centró su atención en la estatuaria mediante los concursos periódicos y exposiciones colectivas…”[17][18][19]

El movimiento artístico del siglo XX, estuvo integrado por artistas provenientes de diversos países:

“Este movimiento de índole internacionalista alcanzó un desarrollo mayor durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), quien apoyó decididamente a Guillermo Ruiz en su estado natal, Michoacán, motivado por el arribo a nuestro país de los refugiados españoles, de los cuales podría mencionarse a José María Giménez Botey, Ceferino Colinas, Francisco Camps-Rivera, Francisco Albert, entre otros. Años después, llegarían artistas de otras latitudes debido a la segunda Guerra Mundial, como Herbert Hofmann, Martha Adams, Waldemar Sjölander, Elizabeth Cattlet, Jacob Heller y su esposa Anna Hochstein Heller, Olivier Seguin, Gudrun Edwards, Peter Knigge y, en 1949, Mathías Goeritz.” [17][18][19]

A los 88 años, aparentemente posterior a la muerte de su esposa Anna Hochstein Heller, se traslada a Nueva York en donde la muerte le sorprende el 15 de octubre del 2002. Probablemente sus restos descansan en alguno de los cementerios para veteranos de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos de Norte América.

Exposiciones

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Escuela de Bellas Artes de la Universidad Estatal de Ohio.

Contemporary Art Gallery, New York.

National Arts Club, New York.

SUbway Tribune Gallery, New York.

Modern Art Museum, New York.

Tribune Book and Art Center, New York. 1946. New York Times, Apr 21.

The School of Fine and Applied Arts. Ohio State University. Art Institute. Chicago.

Ssalón D'Art Libre, París.

Salón de Jeune Sculpteur. París.

Washington Square Outdoor Art Exhibit (WSOAE). 1939.

Riverside Drive.

Public Library of New York.

•           8 de enero al 23 de febrero de 1940 en la librería Epiphany.

•           1 al 30 de abril de 1940 en el 96th Street Branch.

•           3 al 7 de junio de 1940 en el Whitney Museum

•           10 al 14 de junio de 1940 en el Riverside Museum.  

Galerías Nuevas Generaciones. Departamento de Artes Plásticas, INBA. México D. f. 2 de julio de 1953. Jacob Heller expone esculturas, simultáneamente con su esposa Anna Hochstein Heller y Jorge Dubón. [20]

Galería San Ángel. México D. f. 15 de junio de 1954. Exposiciones: pinturas de Mart Carl; gouaches de Edna Guck. Relieves, esculturas y construcciones de Jacob Heller (Imágenes 47 y 47 bis). [21]

CRITICA: Un escultor de remarcable talento e imaginación, Heller en sus inicios paso por intensos períodos de entusiasmo, primero a favor de los impresionistas y posteriormente por los pintores Alemanes de Renacimiento. También estaba intensamente interesado por el trabajo de los pintores contemporáneos de diferentes nacionalidades y constantemente se encontraba experimentando con nuevas formas y medios para la realización de sus obras. Durante la segunda Guerra Mundial, Heller pasó cuatro años y medio en servicio fuera de Estados Unidos, como sargento produciendo medios para camuflar vehículos de guerra. Después de haber terminado su servicio en la Armada, se registró en el Centro de Arte para Veteranos, auspiciado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en donde inició su trabajó como ceramista. En 1950, viajó a París a estudiar con Ossip Zadkine, en esa época Heller trabajaba con barro y madera y pasaba sus tiempos libres estudiando Historia del Arte en los museos famosos de Europa. En todo momento, Heller trataba de aplicar la máxima de su profesor Zadkine, quien decía que “el arte crece en todas partes y el artista es un observador”. “Todo artista quiere ir a París”, dijo Heller, “pero estar ahí es tan difícil como en cualquier otro lugar. Supongo que la principal atracción de esta ciudad es que los parisinos gustan de disfrutar el arte y los artistas, y tienen un respeto por las ideas de los estudiantes tanto como de los profesionales. La ciudad es un centro de experimentación y discusión. Sin embargo, un artista puede morir de hambre ahí, tanto como en cualquier otra parte del mundo, más nunca tendrá oportunidad de morir de hambre intelectual y estimulación artística”. Una vez radicado en México, Heller se expresa de la siguiente manera “Uno solo puede estar impresionado por la amplia variedad de imaginación y perfección en las formas esculturales logradas por las civilizaciones mexicanas antiguas. Como esos artistas prehispánicos expresaban la esencia espiritual de sus tiempos con ídolos y animales adornados exquisitamente, el escultor moderno puede seguir su ejemplo explorando constantemente nuevos métodos y la combinación de materiales para expresar sus sentimientos más profundos sobre el mundo actual”. [21]

CRITICA: Jacob Heller aborda la escultura contemporánea de varias formas con intrigantes resultados. En esta exposición muestra tres diferentes técnicas: escultura de formas redondas, en vividos torsos y bustos abstractos; bajorrelieves en madera, paneles planos con formas y símbolos excavados profundamente y construcciones en las cuales utiliza madera, metal, cuerdas y alambre, así como otros materiales con los que produce trabajos con una calidad y contenido estimulantes. Heller es un experto artesano, así como un artista. Es una experiencia gratificante ver sus ideas realizadas clara y conocedoramente a través de sus esculturas. Una de las cualidades más importantes del artista es su reacción positiva a la influencia mexicana. Su interés en los códices precolombinos se deja ver francamente en sus trabajos, principalmente en sus relieves, a los cuales les da nombres como “Códices Mexicanos. El no utiliza estos objetos como formas para copiar son como una inspiración y sus paneles son de excitante originalidad con adaptaciones de formas y símbolos.  Heller prefiere sobre todos los materiales que utiliza, a la madera y utiliza aserrín para enfatizar, la calidez, la firmeza, así como la suavidad de las curvas naturales y la gracia de la madera. Entre sus trabajos más preciado esta “Hombre, 1953”, en el cual no invirtió solo su habilidad sino su humor ácido y su compasión. En su trabajo se puede ver actitudes humanas, así como agonía, sufrimiento y confusión. La tortura y la distorsión en ninguna manera exaltan la belleza, al mismo tiempo el sufrimiento, llano y poderoso como es, se modifica con un poco de humor. El humor irónico de Heller es más evidente en sus construcciones abstractas. Su obra puede calificarse como un reto a la imaginación. [21]

CRITICA: Escultor de notable talento, Heller exhibió recientemente, algunas obras en una exposición de dibujos debidos a escultores contemporáneos patrocinada por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Ohio, en la que tomaron parte figuras internacionales de tanta prominencia como Picasso, Henry Moore, Marino Marini, Bernarth Rosenthal y Richard Lippold. La obra de Heller se ha expuesto también en la Contemporary Art Gallery, el Nacional Arts Club, la Subway Tribune Gallery y el Museo de Arte Moderno, todos en Nueva York, así como en el Art Institute de Chicago y los Salones D´Art Libre y el Salón de Jeune Sculpteur, estos dos últimos en París. Jacob Heller ha escogido residir en México pues le parece que este es el país ideal del escultor. Le sirven de inspiración y modelo la infinita variedad de formas que se encuentran en la escultura y la arquitectura mexicana antiguas. Los jeroglíficos de los códices aztecas le han animado a experimentar con relieves, pero mientras los aztecas utilizaban su arte para narrar, Heller emplea un medio parecido como punto de partida en la creación de composiciones expresivas, de esquemas llamativos." [21]

Instituto Cultural Mexicano Norteamericano. Hamburgo 115. EI 17 de febrero de 1955. De los Institutos culturales extranjeros el más activo fue el Mexicano Norteamericano, que presento las siguientes exposiciones: Reproducciones de pinturas norteamericanas del Siglo XVII al XX; Grabados de Ángel Zamarripa. Pinturas de Jesús Reyes Ferreira; pinturas de W. D. Sturdevant; esculturas movibles de George Owen; papeles, grabados de madera, dibujos, collages, pasteles, gouaches  de Jacob Heller. [22]​ PRESENTACION: Heller trabajó en arcilla y en madera y estudió las obras de los grandes maestros que albergan los museos europeos. Guiaron su admiración las palabras de su maestro Zadkine, en el sentido de que “el arte es el resultado de la manera en que el artista ve las cosas”. Las obras de Heller han merecido ser expuestas por las galerías de mayor prestigio en Nueva York y en París. Su última exposición en la Galería San Ángel fue recibida con aplausos y Margaret Levenson publica lo siguiente en The News Weekly (Imágenes 48 y 49):

"CRITICA: En función de la exhibición de Heller se publicó una crítica que textualmente dice: “ARTE ORIGINAL QUE CUALQUIERA PUEDE POSEER”. Existe una historia de un multimillonario que poseía un yate, a quien alguien le preguntó, cuál era el costo por mantener el yate durante un año, a lo cual el multimillonario contestó “si te preguntas eso, no puedes comprarte un yate”. Para la mayoría de la gente, la misma historia podría aplicarse, en relación, a la compra de arte fino. Pero esta exhibición demuestra que no es cierto y hay dos formas en las cuales cualquier persona puede comprar y poseer una obra de arte original. La primera comprando litografía de Honore Daumier a un costo de 40 pesos cada una y la otra es acudir a la exhibición de Jacob Heller, en la que el artista expone pinturas y grabados en una extensa colección, hecha en una gran variedad de materiales. Hay tallas en madera, pasteles, gouaches y técnicas mixtas. Muchos de los trabajos tienen una calidad escultural en la composición.  Todos los trabajos tienen la sensibilidad y sentimiento de una inspiración profunda que caracteriza al trabajo de Heller como escultor. En muchos de los gouaches y pinturas se encuentra un refrescante e inimitable humor de una vívida originalidad. Heller en este año completa su segundo año en México. Desde el inicio su atención fue captada por los códices, los cuales ejercen una enorme influencia en su pintura y en sus esculturas en bajorrelieves. Las formas se mueven en un ritmo complicado, en otros trabajos el repite variaciones de abstracciones seriadas con patrones limpios. Su trabajo tiene la característica del ritmo y el movimiento continuo dentro de la abstracción. Los trabajos de Heller pueden adquirirse a precios excepcionalmente bajos que no se habían visto desde la exhibición de Saúl Steinlauf en 1954 en la cual también se disfrutaron los precios miniatura, lo cual significa una fuerte contra posición con la filosofía del multimillonario". [23]

Margaret Levenson también compartió la siguiente crítica en el periódico The News Weekly:

"CRITICA: Jacob Heller, de quien sus grabados en madera fueron expuestos el mes pasado en el Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales, nació en Nueva York, y en sus años de juventud logro reconocimiento como pintor. Un veterano de la segunda guerra mundial, de la cual regreso a la vida civil en cual retomo la pintura y posteriormente el trabajo en cerámica que desarrollo en el Centro de Arte del Museo de Arte Moderno. Posteriormente viajo a París en donde durante un año y medio estudió escultura con Ossip Zadkine. Arribó a México hace varios años y se enroló en la Escuela de Arte de la Esmeralda, pero ha continuado su trabajo como pintor autodidacta con un espíritu exploratorio. Heller es un artista que logra una renovación creativa por la transformación exitosa de pintor a escultor o grabador. En cada una de estas tres facetas se redefine con la misma personalidad, creando su propio y especifico mundo, un mundo en el que se unen lo objetivo, lo simbólico y lo imaginario. Si la función de cualquier obra de arte es esencialmente análoga y la pintura pudiera tener su analogía en la literatura, uno podría decir que Heller, simplemente, es un escritor de poesía, pero no de prosa. Su deseo no es recrear la realidad en dimensiones comprensivas de una novela, sino narrar el significado de la esencia, la síntesis vital de la novela en unas cuantas líneas de un poema. Detrás de cada línea se encuentra la base estructural de la composición ya sea que este pintando, esculpiendo o grabando. Es en la línea en la que logra recrear no solo la estructura esquelética del cuerpo sin el cuerpo en sí mismo. La línea es la condensación esencial, la revelación del total de la forma detrás de la línea, esta es la ortografía, la nota escrita de su composición lírica. Es muy natural, por lo tanto, en la búsqueda de la última esencia de los objetos, eventualmente se torna hacia lo austero, la abreviación de todos los medios con la utilización simple de líneas blancas y negras en la madera. Es con estas líneas blancas y negras que el describe su propia visión de México, esto es la imaginación y la composición poética que arriba en el artista a través de su actual visión.  En su visión de los pueblos de México, preferiblemente pueblos de las montañas que se elevan por encima de los arrecifes y los mares: Acapulco, Puerto Vallarta, Guanajuato, asume los contornos lineales y las geometrías amontonadas. Hay un sentido de maza en los conjuntos de las casas con patrones provocativos y una belleza indescriptible en la propia maza, una belleza percibida en los ojos del poeta y comunicada en breve con una línea articulada." [24]

Galería Proteo. México D. f. Confrontación internacional de arte experimental. 23 de junio de 1955. En la que Jacob Heller expuso a lado de Mathías Göeritz, Juan Soriano, Jesús Reyes Ferreira y otros artistas importantes de talla internacional de la época. En la sala 2 de la galería se encontraba en ese momento una exhibición especial de cerámicas realizadas por Germán Cueto. Las obras que vieron la luz en esta exposición fueron “Tierra Madre” (escultura en enebro), “Composición vertical” (escultura en caoba), “Hidden treasure, paisaje” (construcción). [22]


Casa del Arquitecto. Sociedad de Arquitectos Mexicanos. México D. f. 14 de febrero de 1956. Expositores: Francisco Diaz de León (dibujos). Jose Garcia Ocejo, H. Hiler (estructuralismo), y Eloisa Jimenez. Jacob Heller (relieves). En palabras de Muriel Reger: [25]

“Jacob Heller ha aportado frescura a la expresión del bajorrelieve. En esta exposición de paneles de madera tallada presenta frisos de figuras que danzan y motivos mexicanos arrancados de su estado decorativo para ser convertidos en una sorprendente forma artística. Otras formas de conjunto han sido talladas en fluidos relieves líricos. Heller ha hecho lo que los arquitectos: resolver problemas de espacio con resultados funcionales impresionantes. Sus paneles no requieren engastes o montajes especiales porque son obras de arte por sí mismos. Heller nacido en Nueva York, comenzó su carrera artística como pintor y más tarde se decidió por la escultura. Estudió en Francia y ha expuesto en Nueva York, Chicago, Washington y París. En la primavera de 1954 sus esculturas fueron presentadas en la galería San Ángel y en el Instituto Mexicano-Norteamericano de Relaciones Culturales. Las exposiciones abarcaron grabados en madera, dibujos y gouaches. En la evolución de ideas de origen cubista hacia imágenes que están en relación con el arte actual, Heller muestra severidad y moderación, signos de un maduro artista”. [25]​                                                     

Galería Tuso. Génova 34. México D. f.  2 de diciembre 1957 a 2 de enero de 1958. [26]

Galería Glantz. México D. f. Génova 70-101. 27 de junio a 10 de julio de 1958. [26]

Galería Kyle de México. México D. f. Génova 76-25. El 18 de agosto 1958. Jacob Heller expuso esculturas, relieves, pinturas, plásticos, papeles. [26]

"CRITICA: Jacob Heller es un artista que transmite de manera original el sentido de weltanschauung, en una gran variedad de medios y materiales. Ha trabajado extensamente en madera, creando vigorosas formas abstractas ya sea en esculturas plenas de volumen o en bajo relieves. En estos la influencia de los códices precolombinos es notable, aunque su efecto ha sido adaptado en una forma muy original tomando en consideración las exigencias de la madera. También ha trabajado de manera dinámica el yeso, utilizándolo primordialmente en la interpretación de la cabeza humana. Algunas de esas cabezas están llenas de intensa emoción, habiendo una cierta reserva irónica que nos da una indicación de su actitud ante la humanidad. También ha experimentado, de manera novedosa con plásticos coloreados, creando lo que él denomina “la ciudad del futuro”, compuesta de planos transparentes y aéreos, interrelacionados entre sí complejamente. Su sensibilidad y conocimiento de las calidades texturales son más evidentes en sus bajo-relieves y también en un extraordinario grupo de pinturas compuestas con una vívida pintura plástica sobre una base de madera. Algunos de estos trabajos serán exhibidos en montajes originales mostrando así las relaciones naturales que pueden existir entre una obra de arte y un área moderna habitable y bien diseñada." [26]

Salón de la Plástica Mexicana, Nuevos Valores, INBA. México D. f. 3 al 22 de octubre de 1958. [26]

Primer Salón Anual de Pintura y Grabado. Exposición paralela a la Primera BIENAL INTERAMERICANA DE PINTURA Y GRABADO, INBA. Galerías de Chapultepec. 29 de junio al 20 de agosto 1958. En esta exposición Jacob Heller estuvo al lado de su esposa la escultora Ana Hochstein Heller. [26]

Otros expositores fueron: Pedro Coronel, Rafael Coronel, Roger Von Gunthen, Jacob Heller, Leonardo Nierman, Mariano Paredes, Fanny Rabel, Juan Ruiz Chamizo, Waldemar Sjolander, Angelina Beloff, Mariana Yanpolsky. Oleos: Julio Augusto Zachrisson, Luis López Loza, Alejandro Uribe, Fernando Melena, Jorge Alzaga. Grabados: Arturo Pietri. Pintura plástica sobre madera y esculturas: Jacobo Heller. Esculturas: Anna Hochstein Heller.

Jacobo Glantz realiza la presentación con las siguientes palabras:

"PRESENTACION: Nuestra galería tiene entre sus objetivos la apreciación del arte moderno en todas sus manifestaciones, acentuando muy especialmente las creaciones artísticas de las generaciones nuevas: de pintores, escultores y grabadores que buscan expresiones y formas artísticas propias sin considerar ninguna escuela ni tendencia determinada, pero cuya obra traduce un valor estético que ensancha el caudal del arte contemporáneo." [26]

Galería Glantz. 8 a 30 de agosto de 1958. Jacob Heller presenta trabajos de pintura, escultura y grabado. Exposiciones en relación con la Bienal Colectiva de Pintores Mexicanos. [26]

Primera BIENAL INTERAMERICANA DE PINTURA Y GRABADO 1958. Colaboración de Galería Glantz, Génova 70-101. Del 27 de junio al 10 de julio de 1958. Exposición colectiva de pintura, escultura y grabado (20). Oleos de Julio Augusto Zachrisson, Luis López Loza, Alejandro Uribe, Fernando Melena y Jorge Alzaga. Grabados: Arturo Pietri. Esculturas: Anna Hochstein Heller. Pintura plástica sobre madera y esculturas de Jacobo Heller. [26]

Salón de la Plástica Mexicana. Nuevos Valores. 3 al 22 de octubre de 1958. En la cual, aparte de Jacob Heller participaron Leonardo Nierman en la sección de pintura, así como su esposa Ana Hochstein Heller y Jorge Dubón en la sección de escultura, entre otros prestigiosos artistas. [26]

"PRESENTACIÓN. Cincuenta y siete nombres, entre pintores y escultores, fueron seleccionados por el jurado, de un conjunto de más de doscientas obras presentadas, de acuerdo con la convocatoria respectiva. Esto constituye ya un juicio previo respecto de las calidades observadas y por ende una verdadera llamada de atención, cuyos efectos no deben ser sino absolutamente salvadores, sea cual fuere la impresión causada en los afectados. Para el público estos salones ofrecen la oportunidad de comprobar cuál es el resultado de la enseñanza artística y donde se encuentra el talento y la verdadera vocación." [26]

Galería Tuso. México, D. f. 2 de diciembre de 1958 a 2 de enero de 1959. Grabados y dibujos. Otros artistas participantes; se realizó una venta especial de obras de María Izquierdo. Expositores: Maria Izquierdo, Ramon Gay, Roser Bru, Arnold Belkin, Fernando Belain, Carmen Cortes, Enrique Echeverria, Luis Filcer, Alberto Gironella, Vicente Gandía, Galicia Altaba, Mosche Gat, Jacob Heller, Giménez Botey, Francisco Icaza, Elaine Menasse, Ana Maria Pecanins, Manuel Tarragona, Vlady [26]

Exposición de la Colección Permanente. Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales. México D. f.  2 de julio al 20 de agosto de 1959. Jacob Heller expone a lado de importantes artistas plásticos de la época, como Jesús Reyes Ferreira y Ángel Zamarripa. [27]Instituto México Americano de Relaciones Culturales. Marzo de 1960, Heller mereció que su trabajo titulado “Guanajuato” fuera publicado en la portada del boletín mensual del Instituto Mexico Norteamericano de Relaciones Culturales. Esta pieza forma parte de la colección permanente de dicho Instituto a partir de que el autor se la donara en 1954 (Imágenes 50 y 51).

Instituto Mexicano de Rehabilitación. Galería Glantz. México D. f. 30 de agosto a 5 de septiembre de 1960. Exposición y subasta de pinturas, grabados, terracotas, esculturas, dibujos y cerámica. 15 de agosto a 5 de septiembre de 1960. Aparte de Jacob Heller participaron los siguientes destacados artistas: Dr. Atl, Raúl Anguiano, Ignacio Beteta, José Luís Cuevas, José Chávez Morado, Fitzia, Alberto Gironella, Anna Hochstein Heller, Francisco Icaza, Pal Kepenyes, Leopoldo Méndez, Pablo O´higgins, Mariano Paredes, Fanny Rabel, Juan Soriano. [28]

Artes y Decoraciones Trini. Cuernavaca, Morelos, Diciembre de 1960.

I BIENAL NACIONAL DE ESCULTURA, INBA, México D. F. Abril a julio de 1962. Participa con las siguientes obras en la categoría de escultura libre en las galerías de la ciudad de México, Jacob Heller expone: “Estela Contemporánea” (caoba, 108 x 32 x 17); “Hombre” (encino, 92 x 22 x 15); “En Memoria: Seis Millones” (encino, 22 x 95 x 22); “Procesión” (bronce, 17 x 17 x 33). En la misma categoría participaron su esposa Ana Hochstein Heller, Helen Escobedo, Giménez Botey, Pal Kepenyes, Waldemar Sjölander, entre otros. En la categoría de escultura integrada a la arquitectura figuró el nombre de Manuel Felguérez y en la categoría de escultura libre en la alameda central participaron artistas de la talla de Germán Cueto, Tomás Chávez Morado, Tosia Rubinstein, Helen Escobedo, su esposa Ana Hochstein Heller, Pal Kepenyes, Humberto Peraza, Octavio Ponzanelli y Charlotte Yazbek, entre otros. [28]

Galería de Arte Mendelson. Hamburgo 149, México. 1963. en la que Jacob Heller expuso los monotipos de título: jaguar, cordero, jirafa, búho, gato (Imágenes 52, 53, 54, 55 y 56).

Galería Edith Quijano.  México D. f. REFORMA 412-A. 27 de mayo de 1964.

II BIENAL NACIONAL DE ESCULTURA, INBA. México D. f.  septiembre de 1964. Jacob Heller participa con las siguientes obras: Hombre encarcelado en su propia piel (Madera palo de arco 109 x 17 x 17), Inspiración (Encino 150 x 11 x 11), Homenaje a África Libre (Madera vareta 102 x 19 x 17), Columna (Madera palma 102 x 14 x 13), Estela Contemporánea (Madera), Sufrimiento Humano, (Madera).

A propósito de esta exposición se publicó una entrevista que Felipe Ehrenberg le hiciera a Jacob Heller, de la cual se reproducen los fragmentos más sobresalientes (Imagen 57):

Heller es un trabajador infatigable. Algunos artistas tienen un credo o ideas en las cuales sustentan sus trabajos. Heller no tiene credo y piensa que el arte no es para las masas populares. El arte es para las personas inteligentes, sin embargo, ello no tiene porque, generar el requisito de la venta costosa de las piezas de arte, solo así puede haber una buena comunicación entre el observador y el creador del arte. Mi principal objetivo, dice Heller, es reproducir la esencia de lo que veo, por eso cuando veo algo subjetivo no le pongo nombre. Heller se considera el mismo como el “currier & ives” de México, si debe haber un arte para la gente debe ser arte original, de calidad extraordinaria en cuanto a su contenido artístico y en los materiales y que se venda a precios accesibles en lugar de continuar haciendo murales. En este momento Heller expresa sus reservas hacia los murales de Rivera, argumentando que todos están hechos para la misma gente y que no pueden ser adquiridos masivamente. En ese momento Rivera pintaba el mural de la preparatoria y existía un movimiento contario al muralismo, por parte de los pintores jóvenes que provenían principalmente de otras latitudes. En los años cincuenta el público mexicano se había vuelto más receptivo a una más amplia gama de expresiones artísticas, ello sumado a que los artistas jóvenes trataban de librarse de lo que entonces se consideraba como la pureza “didáctica” del muralismo, identificándose conscientemente con la comunidad artística internacional. También se refiere a Manuel Felguérez como el artista joven más sólido de ese momento, además de cuidar que los precios de sus obras no fueran exorbitantes, agrega que Felguérez es el mejor ejemplo del abordaje más internacional que hace un artista de la nueva generación, así como Jorge Dubon quien a pesar de tratar de meter una figura en sus materiales exitosamente, siempre trabaja con prisas, cuando la escultura es un proceso lento, sin embargo, agrega Heller, las palabras son las palabras y las formas son las formas y ambas tienen muy poco en común." [29]

En esta Bienal participaron también Feliciano Bejar, Geles Cabrera, Estanislao Contreras, Germán Cueto, Jorge Dubón, Helen Escobedo, su esposa Ana Hochstein Heller, Pal Kepenyes y Humberto Peraza, Tozia Rubinstein, Kyoshi Takahashi y Francisco Zúñiga entre otros.

Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. Jardín del Arte. Con motivo de su décimo aniversario. Domingo 31 de enero de 1965. Siendo Jacob Heller “Artista Invitado Huésped”, al lado de Francis Koening, Philip Bragar y como expositores que posteriormente lograron reconocimiento, participaron el acuarelista Luis Amendolla, Carlos Belaunzarán y Guillermo Ceniceros.

Galería Edith Quijano.  México D. f. Reforma 412-A. 19 de diciembre de 1964 a 10 de enero de 1965.

Galería Central de Arte Moderno Misrachi. México D. f. 1965.

Galería del Centro Deportivo Israelita (CDI). México D. f.  25 de febrero al 15 de marzo de 1965. Exposición “El taller de Jacob Heller, esculturas, pinturas y dibujos” (Imágenes 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73 y 74). [30]

Galería del Centro Deportivo Israelita (CDI). Av. Ávila Camacho 620. Del 25 de abril al 15 de mayo 1965. Exposición homenaje “De la hecatombe al renacimiento”. [30]

Expositores: Jacob Heller, Leonardo Baskin, Amold Belkin, Bogan Alexander, Dina Frumin, Moshe Gat, Jacobo Landau, Luis Filcer, Leonardo Nierman, Fanny Rabel, Tosia Rubinstein y Jaime Levy.

A propósito de esa exposición, Malkah Rabell escribió lo siguiente:

“Dos fechas han trastornado la vida del pueblo judío en el siglo XX, dos fechas de aquellas que ocupan en la historia un lugar preponderante. Una, marca la aniquilación de un conglomerado humano empeñado en una lucha desesperada por conservar su dignidad. La otra, señala el resurgimiento de un pueblo después de 2,000 años de silencio cívico, muerto como nación. La primera de esas fechas sucedía el 19 de abril de 1943, periodo cuando los vecinos en torno festejaban Semana Santa, en tanto del barrio rodeado de altas murallas, llamado Ghetto de Varsovia, se elevaban las llamas del último incendio, de la destrucción definitiva. La segunda de esas fechas sucedió casi a la misma altura del año, en 1948, debido a una casualidad del destino o a un deseo de simbolizar la vida que volvía a empezar, como si la sangre vertida hubiese abonado la tierra donde iban a alzarse nuevas generaciones dispuestas a pagar con trabajo, alegría y esperanzas todas las lágrimas, toda la sangre, vertidas por sus mayores en la última hecatombe. La Galería CDI deseosa de aportar su humilde homenaje a esos gigantes que han entregado sus vidas o han creado otra nueva, ha recurrido a un grupo de artistas de nombres ya consagrados para expresar a través de sus cuadros y esculturas una imagen de aquellos dos heroicos sucesos. No resulta nada fácil hallar entre los artistas obras alusivas a determinados hechos históricos. Mas, ningún artista de origen hebreo ha podido escapar a la ingente necesidad de plasmar en sus obras, ya subjetiva ya objetivamente, en forma anecdótica o simbólica, la solidaridad y el dolor que la inmensa tragedia de la lucha y de la muerte en los ghettos y campos de concentración ha despertado en ellos. La Galería logro reunir una reducida muestra de algunas obras de Baskin, Belkin, Dina Frumin, Jacob Heller, Landau, Fanny Rabel y Tosia Rubinstein, así como de los artistas Israelies, Moshe Gat y Alexander Bogan, o de los artistas que estuvieron en Israel, Leonardo Nierman y Luis Filcer, quienes reflejaron en sus obras algunos aspectos de la nueva vida renacida en la antigua tierra.” [30]

III BIENAL NACIONAL DE ESCULTURA, MUSEO DE ARTE MODERNO. México D. F. Mayo a agosto de 1967. Jacob Heller participa con las siguientes obras: El Sabio (Bronce) 1958, .30 x 23. El Pensador (Madera guayacán) 1957, .51 x .18. Es importante destacar, que, en esa fecha ambas esculturas tenían un valor de venta de $7.500.00.

Galería de Arte Mexicano. Exposición en el Hotel Aristos. 1968.

IV BIENAL NACIONAL DE ESCULTURA, INBA. México D.F. Galería de Exposiciones Temporales del Museo de Arte Moderno de Chapultepec. Junio a agosto de 1969. Participa con la obra: “Sube o Baja” (Madera, pintura, cordón y papel).

Exposición Colectiva de Pintores, Escultores y Fotógrafos de Tepoztlán, Morelos. Ex convento de Tepoztlán. 21 de septiembre a 21 de noviembre de 1975. En esta exposición estuvo presente el trabajo escultórico de Jacob Heller y de su esposa Anna Hochstein Heller.

Exposiciones y Homenajes Post Morten

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Museo Taller Nizhizawa. Dentro del marco de la celebración del XVII aniversario del Museo Taller Nishizawa. Homenaje a Jacob Heller. 10 de diciembre de 2009 a 7 de febrero de 2010.

Centro Cultural Isidro Fabela. Casa del Risco. San Ángel. Homenaje a Jacob Heller. 11 de mayo al 6 de junio 2010.

Instituto Politécnico Nacional. “3 expo 3”. Galería Antonio Rodríguez del Centro Cultural Jaime Torres Bodet. Homenaje a Jacob Heller. 3 de septiembre al 15 de octubre 2010.

Instituto Politécnico Nacional. Exposición itinerante. Homenaje a Jacob Heller. Octubre 2010 a octubre 2011.

Premios

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1962. Mención Honorífica por su obra escultórica "Hombre". I BIENAL NACIONAL DE ESCULTURA, INBA (MEXICO D. F.). Premio que recibió de manos del ministro de cultura, Sr. Jaime Torres Bodet, el 16 de abril de 1962. Fungieron como jurado el arq. Enrique Yáñez, el escultor Francisco Zúñiga y el crítico de arte Paul Westhein (Imagen 46).

Bibliografía

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Otras fuentes consultadas

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MUÑOZ, Peggy. The News, México D. f. June 14, 1954, p. IB

LEVENSON, Margaret. The News. México D. f. June 25, 1954, second section.

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