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Usuario:Grupoantroaplicada/Taller/Antropología Ambiental

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La Antropología Ambiental emerge como un campo que aborda la intersección entre la cultura humana y el entorno natural. Estos estudios desafiaron las perspectivas antropocéntricas arraigadas en la disciplina antropológica y aborda la intersección entre la cultura humana y el entorno natural. Las líneas de investigación de este campo exploran cómo los representantes de donantes, estados y organizaciones no gubernamentales (ONG) crean y afirman narrativas morales, cómo las narrativas morales impulsadas por donantes y organizaciones influyen en la gobernanza de la conservación, así como la conexión entre estas narrativas y las prácticas de implementación[1]​.

La Antropología Ambiental busca superar la dicotomía conservación/cultura, reconociendo que la destrucción ambiental y su reparación ocurren en todos los niveles. Al destacar la importancia de considerar los intereses de otras especies. Este enfoque busca no solo preservar la diversidad cultural, sino también garantizar la supervivencia de las especies no humanas en el ecosistema global. En última instancia, la Antropología Ambiental representa un llamado ético y práctico para una comprensión más holística y equitativa de las complejas interacciones entre seres humanos y su entorno[1]​.

El ambientalismo y sus sujetos[editar]

Milton (1993) propone que los procesos de la antropología y el ambientalismo se entrelazan de manera complementaria. La antropología como disciplina contribuye al ambientalismo de distintas formas; como ecología humana al estudiar problemas ambientales desde una perspectiva cultural; al explorar e determinismo ecológico y cultural para comprender cómo las culturas se adaptan a su entorno: y al abordar el ambientalismo como objeto de análisis desde el relativismo cultural para examinar juicios morales en la defensa ambiental. En esta relación destaca la importancia de comprender barreras culturales en la implementación de políticas ambientales y abogar por enfoques sensibles y culturalmente informados en la búsqueda de un futuro viables.[2]

Cronon (1995), propone que la antropología permite entender construcciones culturales que navegan la dualidad entre lo humano y lo natural. Por ejemplo, la idea de Wilderness, la cuál viene de un ideal romántico y paradójico en el que la naturaleza se presenta como el último refugio incontaminado, donde la civilización no ha dejado su huella. A lo largo del siglo XIX, la noción de Wildernesss evolucionó de tener un significado de desolación, hasta entenderse como un espacio que simboliza la redención religiosa y la renovación nacional. Esta idealización contribuye a justificar el impacto negativo de los asentamientos humanos. Esta dualidad impide encontrar un equilibrio sostenible entre el uso responsable y la preservación de la naturaleza. La idea de Wilderness surge como un constructo cultural que desafía la dicotomía entre lo natural y lo humano, planteando preguntas cruciales sobre nuestra relación con el entorno. [3]

Religión y ambiente[editar]

Según la literatura de Snodgrass y Tiedje (2008), el contexto de la intersección entre religión y ambiente, se examina el animismo como un fenómeno que inicialmente llevaba consigo un sesgo evolucionista, pero que ha sido sustituido por el concepto contemporáneo del nuevo animismo. Este último se caracteriza por la búsqueda de encuentros significativos con entidades no humanas.

En el debate sobre la relación entre religiones indígenas y la promoción del equilibrio ambiental, algunas perspectivas sostienen que estas religiones actúan como facilitadoras de un equilibrio dinámico entre humanos y su entorno. Contrariamente, otros argumentan que estas creencias no siempre se traducen en prácticas conservacionistas, ya que las acciones humanas han resultado en transformaciones y destrucciones ambientales (Snodgrass y Tiedje, 2008).

En el análisis de dicotomías, se plantea la opción entre armonía y destrucción. Las ecologías espirituales se exploran en términos de sus implicaciones políticas, conceptualizando el ambiente como la esfera ecosocial de una "comunidad de seres" que coexisten e interactúan, incluyendo tanto a humanos como a entidades no humanas (Snodgrass y Tiedje, 2008).

Las religiones, en este contexto, se consideran como agentes de reinterpretación de creencias y rituales para cumplir con expectativas burocráticas. Este proceso se percibe como un acto consciente que busca no solo la salvaguarda espiritual, sino también la adquisición de derechos y soberanía sobre tierras estatales (Snodgrass y Tiedje, 2008).

Es esencial reconocer la diversidad en las prácticas de conservación, diferenciando entre la moderna conservación, a menudo desvinculada de modelos indígenas y orientada a un ámbito global, y la conservación tradicional, centrada en los derechos de acceso y el manejo operativo a nivel comunitario. La interacción de las comunidades con la economía global y el sistema mundial introduce complejidades que afectan la percepción de estas comunidades como conservacionistas (Snodgrass y Tiedje, 2008).

En este análisis, la religión no se plantea como la única causa, sino como una de las causas. Se destaca la función de las creencias como herramientas para expresar inquietudes y, en algunos casos, para justificar la explotación de recursos.[4]

Hablar por la naturaleza[editar]

Según Yearley (1993), las organizaciones medioambientales se enfrentan a la tarea crucial de interpretar las señales de la naturaleza, respaldadas por la competencia especial de los grupos ecologistas en la lectura de dichas señales y la aplicación del conocimiento científico. La participación de científicos en la degradación ambiental genera tensiones en el activismo verde, ya que la legitimación de estas organizaciones depende de la experiencia científica, aunque las bases morales evolucionan con limitaciones.

La inclusión de personal científico en las organizaciones de fideicomisos ambientales ha fortalecido su posición, proporcionándoles legitimidad y reconocimiento en el movimiento ambientalista. Sin embargo, esto ha generado controversias en términos de estrategias de financiamiento y prioridades de campaña, ya que las demandas de habilidades empresariales generan tensiones entre el enfoque científico y las necesidades organizativas (Yearley, 1993).

A pesar de contar con personal científico, las organizaciones enfrentan limitaciones en el acceso a información completa debido a restricciones presupuestarias, lo que las obliga a adaptarse a la información disponible condicionada por otras entidades. En las sociedades modernas, la ciencia desempeña un papel clave en las decisiones de conservación, presentando desafíos administrativos para las organizaciones ambientales, y la influencia de actores externos, como los medios y la ley, afecta la relevancia pública de la ciencia en temas ambientales. Los científicos sociales estudian cómo los grupos gestionan la ciencia para legitimar acciones dentro del movimiento ambiental, subrayando su compleja interacción con actores externos y dentro de los propios grupos verdes. [5]

Territorios naturales, culturales y económicos[editar]

El territorio "es un concepto teórico y metodológico que explica y describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico” (Llanos-Hernández, 2010).[6]​Desde enfoques críticos, se ha cuestionado el concepto de territorio para exponer la forma en la que este concepto ha sido clave para la “progresiva constitución e institucionalización de la geografía colonial del capital como sistema de dominación plenamente global y de Occidente, en particular, como su núcleo geopolítico hegemónico” (Machado, 2015).[7]​Así, este concepto permite hablar no solo de la influencia del entorno en las relaciones sociales y vice versa sino que también permite cuestionar sistemas de poder políticos y económicos.

Por otro lado, al ser un concepto socialmente construido, "no hay territorio sin sujeto político que lo constituya como tal, como tampoco hay sujeto político sin ese proceso históricamente constituyente de apropiación territorial" (Machado, 2015).[7]​Desde la Antropología Ambiental, este concepto permite entender las luchas por el territorio de poblaciones indígenas al rededor del mundo y este proceso histórico que los vincula al territorio que defienden.

Referencias[editar]

  1. a b Kopnina. (2012). “Toward conservational anthropology: addressing anthropocentric bias in anthropology” en Dialectic Anthropology.
  2. Milton, Kay (1993). Environmentalism The View from Anthropology. Routledge. ISBN 9780415094757. 
  3. Cronon, William (1995). Uncommon Ground: Rethinking the Human Place in Nature. W. W. Norton & Company. ISBN 0393315118. 
  4. Snodgrass, Jeffrey; Tiedje, Kristina (2008). Indigenous Nature Reverence and Conservation: Seven Ways of Transcending an Unnecessary Dichotomy. Journal for the Study of Religion, Nature, and Culture. 
  5. Yearley, Steven (2005). Environmentalism: the View from Anthropology. Routledge. ISBN 9781138834897. 
  6. Llanos-Hernández, Luis (2010). «El concepto del territorio y la investigación en las ciencias sociales». Agricultura, sociedad y desarrollo. ISSN 1870-5472. 
  7. a b Machado, Horacio (2015). «El territorio moderno y la geografía (colonial) del capital. Una arqueología mínima.». Memoria y Sociedad. 

Bibliografía[editar]

Cronon, W. (1995). Uncommon Ground: Rethinking the Human Place in Nature. W. W. Norton & Co. 

Machado, H. (2015). El territorio moderno y geografía (colonial) del capital. Una arquelogía mínima. Memoria y Sociedad.

Milton, K. (1993). Environmentalism The View from Anthropology. Routledge. 

Snodgrass, J. y Tiedje, K. (2008). Indigenous Nature Reverence and Conservation: Seven Ways of Transcending an Unnecessary Dichotomy. Journal for the Study of Religion, Nature, and Culture. 

Yearley, S. (2005). Environmentalism: the View from Anthropology. Routledge. 

Enlaces externos[editar]