Usuario:Gimenezarenas/Taller

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La Santa Cena es una obra del pintor valenciano Joan de Joanes producida en 1534 y conservada en el Museo de Bellas Artes de Valencia. Esta obra representa la última cena de Cristo con sus discípulos, un tema de los más representados de la iconografía cristiana. Joan de Joanes pintó a lo largo de su vida tres obras sobre esta temática, siendo esta la primera, donde se aprecia su evolución estilística.

Localización[editar]

La obra se creó en 1534 de la mano de Joan de Joanes y consta que es la primera. Esta obra originalmente perteneció al retablo de San Eloy que el gremio de plateros tenía en el templo de Santa Catalina de Valencia. El retablo fue contratado con Vicente Macip padre de Joan Macip (Joan de Joanes)[1]​, pero en él constaba que debía ser enteramente pintado por Joan en un plazo de cinco años. Este dato es importante pues indica que fue el primer encargo documentado de Joan de Joanes sin la colaboración de su padre.[1]

Según Miguel Falomir (1994) en su libro relata textualmente "sólo hacia 1547 asistimos a una nueva renovación generacional y vemos aparecer nombres de maestros que habían de desempeñar un papel de primer orden dentro de la pintura valenciana del tercer cuarto del siglo XVI como Vicente Requena o Juan Maçip.”[2]​ Tras la producción de esta obra el artista adquiere un mayor reconocimiento, dejando atrás las colaboraciones con su padre y dando inicio a su carrera artística en solitario en Valencia.

El retablo sufriría daños en el año 1584 debido a un incendio, siendo esta una de las cuatro pinturas que se salvaron.[1]​ La obra entró al museo de Bellas Artes por donación de Francisco Carbonell alrededor de 1900 siendo ahora parte de la exposición permanente del Renacimiento  del museo.

Análisis estilístico[editar]

La técnica usada es el óleo sobre tabla y sus dimensiones son de 92 x 84 cm, con una tipología figurativa.

El espacio donde sucede la escena es interior y la distribución de los apóstoles es en grupos uniformes y así resulta en una composición simétrica. Tiene un gran tratamiento del espacio, al colocar unos objetos en primer plano, para conseguir profundidad. La composición queda centralizada por la figura de Cristo, serena, un tanto idealizada por la influencia de Rafael y recortada sobre un fondo de paisaje que refuerza el estudio en perspectiva del espacio. Hace mezclas con colores vivos, típicos del manierismo, una destacable característica en el estilo de este autor. Podemos observar la importancia del dibujo para delimitar los colores, lo que sería influencia de Rafael.

Su formato cuadrado, la forma de estar sentados los apóstoles, apoyando los pies en el pavimento, esa enorme jarra del centro, el mantel recto con ligeros pliegues, o los enseres sobre la mesa, serían elementos repetitivos en otros cuadros sobre la última cena.[1]​ Judas, cierra la composición, es el único personaje que no presenta nimbo de santidad, hace uso del color amarillo en su manto, ya que este representa engaño o traición en la traición cultural. En cuanto a las líneas de la escena hay una tendencia a las curvas, como se puede observar en el estudio de las telas, aunque es evidente que aparecen líneas rectas que delimitan la estancia, partiendo de un punto de fuga que se da en el centro del paisaje que se ve desde la ventana. De este punto se crean las líneas que servirán para encajar los elementos ya sea constructivos del lugar o los personajes para conseguir perspectiva y profundidad.

Como se ha comentado anteriormente, la combinación de colores fríos y cálidos muestra no solo un

contraste llamativo sino que se aprecia ese estilo rafaelita de Joan de Joanes. La luz incide en la escena desde el lado izquierdo haciendo claros contrastes en los rostros de los personajes de la escena dando más dramatismo a la misma.

Se divide el sistema compositivo en dos niveles de forma horizontal a partir de la cabeza de cristo hasta la parte inferior de la escena se centra en la horizontalidad, todos los apóstoles  y cristo tienen sus cabezas a la misma altura y siguiendo la línea de la mesa rectangular, exceptuando a tres de ellos que están en un primer plano dando la espalda al espectador, luego de esta línea divisoria encima de la cabeza de cristos cuatro apóstoles dispuestos dos a cada lado, siguiendo la verticalidad de esta parte superior. La mesa es rectangular con vista al frente o en bisel ya que agrupar a trece comensales sin confusión de esta forma es más fácil y se adhiere mejor a nuestras costumbres domésticas o litúrgicas.[3]

Aproximación al significado  [editar]

La última cena es el momento previo donde Jesús anuncia su muerte y posterior resurrección. Este hecho queda registrado en los evangelios sinópticos. Esta obra no solo representa la última cena, sino que también, fue una comida de Pascua nocturna, en el cuadro aparece iluminada por una antorcha[3]​. En esta cena Jesús recordó a sus discípulos que él iba a sacrificarse en favor de la humanidad derramando su sangre sobre la cruz para así acabar con los pecados y librarnos de la muerte, la Pasión de Cristo.[3]​ Aunque en primera instancia esta escena de la última cena recrea el acontecimiento en que Jesús contara a sus discípulos que iba a ser traicionado, también sería un símbolo de la institución de un sacramento, la eucaristía, aunque los artistas pusieron el acento en el momento de la traición como en este encargo que hizo Joan de Joanes.[3]​ La traición sería por Judas Iscariote el cual se encuentra de espaldas, apartado del resto de comensales y es representado sin nimbo y además según el evangelio de San Mateo aquel que mete la mano en el plato es el traidor, aunque en otros evangelios de los apóstoles esto cambia.[3]​Además se puede reconocer a este tesorero desleal del colegio apostólico por la bolsa que se encuentra encima de la mesa, la cual es donde se encuentran las treinta monedas de la traición.[3]

Además en el cuadro hay dos utensilios que más adelante serán atribuidos como el cuerpo y la sangre de cristo que son el pan y el cáliz con el vino. Este hecho es muy significativo para la religión cristiana, lo encontramos narrado en los cuatro evangelios de los apóstoles (Mateo 26: 17-26; Marcos 14: 12-22, Lucas 22 : 7-14 y Juan 23: 21-30)

Llama realmente la atención las diferentes posiciones que toman todos los personajes pero hay dos personajes que destacan sobre los otros: San Juan y Judas. Podemos ver como Juan, que era el discípulo favorito de Cristo, se apoya sobre este siendo, siendo esto representado en numerosas ocasiones en cuadros sobre este momento.[3]

En oposición a la actitud de ternura y amor de San Juan, se encuentra el odio representado por Judas Iscariote, el cual está de espaldas, apartado del resto de comensales, justo delante de San Juan, y es representado sin nimbo, además según el evangelio de San Mateo "aquel que mete la mano en el plato es el traidor", aunque en otros evangelios de los apóstoles esto difiere.[3]​ Los autores L. Réau y D. Alcoba en su libro “Iconografía del arte cristiano” dice textualmente: “Después del bocado, en el mismo instante, entró en él Satanás”. En varias obras se encuentra representado  en la espalda de Judas un pescado que se interpreta como Jesús, al que él mismo traiciona sin clemencia. Este pescado se suele situar en la espalda para evitar la mirada del resto de apóstoles.

Referencias[editar]

  1. a b c d Benito Doménech, Fernando (2000). Joan de Joanes: Una nueva visión del artista y su obra. p. 104. 
  2. Falomir Faus, M. (1994). La pintura y los pintores en la valencia del renacimiento. p. 37. 
  3. a b c d e f g h Réau, L.; Alcoba, D. (1996). Iconografía del arte cristiano. p. 426.