Ir al contenido

Usuario:Easier News

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Easier News
de Tomás Moulian

Tomás Moulian en FILSA 2015
Género Ciencias sociales
Subgénero sociología
Edición original en español
Editorial LOM Ediciones
Ciudad Santiago
País Chile
Fecha de publicación 1998
Páginas 84


El consumo me consume es un ensayo del sociólogo y cientista político chileno Tomás Moulian publicado el año 1998, además de ser un libro tipo libro de bolsillo, el cual critica y enfrenta problemáticas socioculturales del consumo en Chile. El autor contempla y describe este orden capitalista como un desorden consumista, donde cada individuo es día a día seducido por la adquisición. Posteriormente Moulian se enfoca en definir a cada individuo de la manera que vive y consume, para, finalmente, hacer una apuesta respecto a reflexionar sobre los valores asociados a la reconstrucción de una cultura.

Agradecimientos[editar]

A diferencia del capítulo sobre el consumo de Chile actual: Anatomía de un mito (1997), este texto se diferencia del resto según Moulian, quien, tras discusiones con amigos, agradece de quienes se ha rodeado, además de un pensamiento propio inspirado. “Como en todo lo que escribo, debo confesar que soy tributario de mis antiguas lecturas de Marx, de Marcuse, del hoy vilipendiado Sartre y de mis recientes, pero aún escasas lecturas de Freud.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 5.


El consumo como problemática[editar]

Existe el incesante intercambio del hombre con la naturaleza, lo que llamamos trabajo, por otro lado, tenemos un hecho tan imprescindible como el consumo, algo de todos los días, un escenario que forma parte de la vida de cada individuo. A Partir de este punto se relaciona lo moral con el consumo. “La crítica del consumo como deseo no debe provenir de una mirada puritana.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 9. La crítica según Moulian debe nacer a partir de un consumidor como tal, alguien que forma parte de este fenómeno de intercambio.

Autorretrato de un consumidor obsesivo[editar]

Los gustos de las personas son variables y muchas de las compras que hacen hoy en día son más bien subjetivas y no de acuerdo a las necesidades de ellas. “Cuando se trata de perseguir mis placeres y deseos, mi relación con el gasto carece de planificación… Gastaría toda mi plata sin calculo alguno en librerías y convidaría a mis amigos y a mis hijos a los restaurantes que amo.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 11. Aquí el autor da una mirada objetiva respecto al consumo, hablando desde su propia interacción y obsesión.


¿Qué significa que el consumo se instale como placer?[editar]

Autocontrol y solidaridad son dos grandes reglas que forman parte de la moral que ve el consumir como algo mundano. En algunas religiones más individualistas, la salvación tiene suma relación con la solidaridad, es decir, a mayor solidaridad, mayor posibilidad de salvación, en cambio en otras doctrinas, la salvación es un don de Dios y el ‘salvado’ debe obligadamente ser solidario sin ganancia (por ser deudor de Dios). “La ética de la caridad solidaria ha instalado una cierta idea-fuerza sobre el consumo. La actividad de consumir solamente se justifica moralmente cuando es necesidad y se considera despilfarro cuando es goce.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 14. Hoy por hoy, es necesario revisar la visión que critica determinantemente las relaciones de consumo y placer/deseo.

Consumo, deseo, placer[editar]

Actualmente hay tres variados modelos ético-culturales: El asceta, quien considera vivir la vida en negación al ‘yo’, queriendo lograr la realización de hechos trascendentales, disconforme con la simpleza de este mundo consumidor. Muy por el contrario, nos encontramos con el buen vivir del hedonista, quien vive a cuestas del placer, supliendo además el incesante factor que lo asedia; el deseo. “El deseo que motiva el consumo es otro: se trata de la adquisición. Aunque conectado con el habitar y con la búsqueda del placer de confort, se trata de móviles que no surgen de la interioridad del ser, sino de las capas exteriores.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 19. Finalmente está la figura del estoico, un personaje intermedio, aquel que trabaja y equilibra el deseo interior que lleva, quien también maneja el yo como el nosotros.

El consumo como tipo de deseo[editar]

Por un lado, hay que aclarar que la posesión tiene relación con las personas, no con los objetos, los cuales finalmente carecen de alma o raciocinio. Por otro lado, aquel deseo que motiva el consumo: la adquisición. “La instalación de la tendencia adquisitiva es una operación cultural, necesaria para realizar la acumulación en las sociedades capitalistas con gran capacidad productiva…” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 21. Se pueden establecer tres tipos de vínculos con los objetos, los cuales son de utilidad (relación instrumental), relación simbólica y relación estética.

La construcción hedonista del mundo[editar]

El capitalismo de este tiempo busca instalar una actitud hedonista en cada individuo, aunque, existen piedras de tropiezo como la revolución, la emancipación y la fe religiosa, que no le permiten instalarse plenamente. Mencionar las nuevas instituciones como las grandes tiendas, los malls y los sistemas crediticios, los cuales ofrecen el goce instantáneo. “El desarrollo y expansión de una matriz cultural individualista-hedonista es una herencia de las dictaduras militares o de otros procesos de constitución de un capitalismo neoliberal…Los sentidos de vida ligados a la matriz comunitaria han sido sustituidos por otros.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 27. Hablamos de sentidos de vida que se enfocan en una visión individualista y egoísta, hedonista como tal.

Capitalismo y despilfarro[editar]

El capitalismo actual va de la mano con el despilfarro, porque el despilfarro opera como lógica global del capitalismo. El capitalismo seduce e intenta persuadir de la necesidad del consumo. “La economía capitalista está movida por la obsesión de la mayor ganancia y no por la lógica de la necesidad.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 29. Agregar que existen dos lógicas en este sistema: desgaste e innovación, donde la una se refiere al deterioro de las cosas, la segunda, en cambio, es cuando los objetos quedan atrás por estar ‘viejos’ prácticamente. A fin de cuentas, el mejoramiento tecnológico no extiende el ciclo de vida de los objetos, más bien lo disminuye.

La fetichización del dinero[editar]

Le llamaremos consumo sin control, cuando el consumo pareciera ser una pasión al igual que el dinero, este último mirado de la misma perspectiva sin control; cuando las personas gastan más de lo que tienen, lo que a veces conduce al despilfarro.

“La fetichización consiste en adjudicarle al dinero capacidades desorbitadas en cuanto es el medio de la adquisición.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 36. El dinero se hace poder (proporciona capacidad y potencia), identidad (méritos medidos por dinero y definición de la persona) y felicidad (ensanchamiento material igual a felicidad). Mencionar también que la cultura neoliberal promueve la idea externa de la felicidad, sin dejar rastros de la verdadera condición de la vida.

Las instituciones de facilitación del consumo[editar]

Una estrategia para acrecentar el deseo de consumo sería la constitución de una cultura hedonista, además de que no habría sido tan simple consumir si no se hubiera creado una espléndida estructura de facilitación del consumo (el crédito). Rápida realización del deseo a través de estas prestaciones. Esta cadena favorece la masificación del consumo. “Sin embargo, considero un grave error teórico pensar en el consumo como una forma de la ciudadanía.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 40. En concreto, los asalariados están obligados a cuidar sus ingresos y sus puestos de trabajo producto de estos avances o créditos que se les proporciona hoy en día.

Las instituciones de vigilancia del consumidor[editar]

Quien entra a este sistema debe aceptar las condiciones; que se maneje por completo su información financiera y que dicha información (acusadora) se encuentre lista en una pantalla para una posible condena o absolución del cliente. Aquí, lo ideal es que el hedonista sea un cliente responsable, que cumple los requisitos. Nos encontramos con las difíciles condicionantes de las instituciones que vigilan y es que no es sencillo clasificar y mantenerse dentro. “Incluso puede darse el caso que el individuo pueda demostrar que paga puntualmente el crédito informal del carnicero del barrio o las cuentas de la luz y del agua. De todos modos, será un inmoral virtual para los sistemas clasificatorios del crédito formal.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 46. Personas con bajos recursos no tienen la oportunidad de comprar bienes adquiridos por crédito, no tienen como atenuar la dureza del presente y menos mejorar su futuro.


Desintegración social y politización[editar]

Pese a la desigualdad salarial en Chile, todos los habitantes viven tranquilos, sin mayores manifestaciones por aquí o por allá. Somos una sociedad acorde con el orden neoliberal o quizás estemos asustados de manifestarnos luego de haber vivido una sanguinaria dictadura. En otros lugares no se genera una entrada fácil para el neoliberalismo (Argentina, Venezuela). Por otro lado, no es extraño que ya no haya esperanzas políticas y que, además, vaya en conjunto con el crecimiento en la delincuencia. “¿Qué legitimidad puede haber para castigar a los delincuentes pobres en una sociedad en que la pasión desorbitada por el dinero hace común la inmoralidad en los negocios y el tráfico de influencias políticas, o se aceptan las trampas en el pago de tributos y en el cumplimiento de las normas laborales?” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 51. Todos estos fenómenos son extremas expresiones del individualismo competitivo del neoliberalismo (interés propio).

Desvalorización del trabajo y sobrevalorización del consumo[editar]

El trabajo no es más que movimientos repetitivos, acción mecánica y rutinaria, pero hoy en día nos encontramos en una renovación donde el trabajador ya no sólo emplea acciones mecánicas, sino que se desempeña con habilidades de liderazgo y toma de decisiones, es decir, que el trabajo ha recuperado una cierta valorización como tipo de acción humana, aunque de igual manera sigue, el trabajo, siendo el agobio de todo subordinado. “La labor como una especie de prisión a tiempo parcial, un mundo donde pocos se sienten retribuidos según su esfuerzo y tratados según su mérito. La mayoría vive el yugo de la coacción ascética, la privación de todo placer.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 57. Por lo mismo, frente a ese universo laboral incierto y ascético se tiene como salida la construcción hedonista del mundo (posibilidades de consumo a crédito).

El mall, la catedral del consumo[editar]

El mall y los créditos masivos son los dos grandes facilitadores del consumo, aunque el mall es un lugar específico, cerrado y público, que hace al consumidor circular por una gama de variedades que como fin deben provocar el gasto y, por ende, la compra de productos. “Los mall lindan con la obscenidad. En ellos puede constatarse, mejor que en parte alguna, la lógica capitalista del despilfarro (…) En los mall se ve cómo se malgastan recursos sin considerar la miseria de millones.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 61. Finalmente, Moulian reflexiona y comenta que el mall es un lugar de olvido, donde por un instante uno sueña que es rico.

Identidad, figuración y consumo[editar]

Hay que hacer una diferencia entre exhibicionismo y arribismo. El primero es parte exclusivamente de quienes gastan sin mayor cuidado (ricos) y, por el contrario, nos encontramos con el arribismo, el cual es una imitación, la copia falsa del exhibicionismo, una alternativa para quienes disponen de menos recursos, pero requieren la misma ostentación, que finalmente termina siendo una falsificación, la cual Moulian determina como situación patética. “Por ejemplo, cuando se tiene auto no porque se puede o se necesita sino por la presión social. Cuando se va de vacaciones endeudándose más allá de las posibilidades familiares para evitar pasar vergüenza en el barrio o cuando a los niños les pregunten en el colegio. Tomás Moulian, El consumo me consume, página 66.

La pasión por el consumo y el síndrome individualista[editar]

Por lo general el consumo hedonista se concentra en los sectores más adinerados o en las capas medias altas. “Esos niveles de consumo agresivos, en sociedades con grandes desigualdades sociales, muestran que la ética individualista se ha impuesto y que esas formas suntuosas del consumo se ven como un derecho.” Tomás Moulian, El consumo me consume, página 68. Para finalizar, considerar que el consumo hedonista en sectores populares tiene directa relación con el síndrome individualista, donde ellos simplemente quieren alcanzar niveles razonables de confort y mejorar su calidad de vida mediante préstamos.

La pasión del consumo y la esclavitud por el consumo[editar]

El afán compulsivo de consumir se convierte en ‘el deseo’ cuando es esclavitud. También se genera un problema cuando se apodera del interior (espíritu) del individuo. “Es evidente que todo esto genera una privatización de la vida social. Estos consumidores hedonistas están engullidos por una vorágine (desenfreno) que la aleja de la política en cuanto preocupación por lo público.” Tomás Moulian, El consumo me consume, páginas 70-71. Es bueno, por un lado, que la cadena de créditos facilite posibilidades de acceso (integración) a nuevos bienes a clientes que no podrían de otra manera.

A modo de conclusión[editar]

Argumentos en posiciones negativa y positiva respectivamente: El individuo es autónomo frente a lo que consume y de acuerdo al dinero que posee, ya no consume solamente para sobrevivir, también lo hace por placer, para apaciguar el deseo (positiva). La instalación del consumo como deseo principal implica que se vacíen otros sentidos que tienen relación con los hechos, con la realización de acciones humanas (negativa). Moulian postula la necesidad de reforzar el carácter secular por los proyectos existenciales o sentidos de vida. “Para los pobres, la incorporación a la cadena del crédito los obliga a pagar el precio de los impulsos al goce del consumo. Estos están influenciados por la construcción hedonista del mundo, pero serán siempre sólo aspirantes a vivir momentos hedonísticos, los cuales deben pronto sustituir por el disciplinamiento ascético.” Tomás Moulian, El consumo me consume, páginas 76. Se debe reubicar el deseo en el centro junto al autocontrol (control del individuo sobre sí) y se deben reforzar los valores como la solidaridad, la fraternidad, conciencia de clase y justicia social.