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Terapias alternativas y complementarias[editar]

En EM entre 30 y 80% de los pacientes utilizan terapias alternativas y complementarias [1][2]​, que son terapias no convencionales pueden utilizarse como ayuda o en lugar de tratamientos establecidos de la enfermedad, principalmente como parte del manejo de síntomas específicos relacionados con la enfermedad [3][4]​. Es importante reiterar que ninguna de estas terapias ha demostrado tener un efecto en modificar la actividad y progresión de la enfermedad, aunque algunas de ellas han demostrado tener un impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes , siendo algunas de ellas relacionadas con rehabilitación física y ejercicio, alimentación, técnicas de meditación-relajación o psicoterapia [5]​.

Terapia física:[editar]

Las terapias de rehabilitación física tienen un impacto positivo en la recuperación de secuelas y en mejorar la movilidad, disminuir el grado de espasticidad e incrementar la fuerza de extremidades. Específicamente se ha descrito mejoría en velocidad de marcha y estabilidad [6][7]​.

Otras terapias alternativas como yoga, pilates o tai chi han mostrado en algunos estudios de calidad de vida mejoría similar o mejor a actividad física regular en fuerza muscular, estabilidad postural, disminuyendo niveles de estrés, específicamente en yoga, que es practicado en aproximadamente 30% de los pacientes con EM[8][9]​. Resultados similares se han visto en quienes realizan pilates y tai chi[10][11]​ al ser ejercicios que involucran estiramiento muscular y ejercitan músculos que mejoran la estabilidad postural, incluso en ciertos estudios comentando mejoría en fatiga[12][13]​.

Psicoterapia/Meditación/reflexlogía/biofeedback/mindfulness:[editar]

Así como la discapacidad física está presente en pacientes con esclerosis múltiple, la presencia de síntomas neuropsiquiátricos como trastornos depresivos, alteraciones cognoscitivas y de la conducta son síntomas bastante frecuentes en la enfermedad[1][2]​. Si bien la terapia psicológica no interfiere con la actividad inflamatoria o la progresión de la discapacidad, si impacta positivamente en la calidad de vida de los pacientes con EM[14][15]​.

Terapias alternativas como biofeedback, mindfulness o meditación disminuyen niveles de estrés y mejora la capacidad de respuesta al mismo, encontrando en algunos estudios mejoría principalmente en la autopercepción de la discapacidad y calidad de vida[1][2]​.

Algunos estudios relacionan terapia con masajes y reflexología con disminución de niveles de estrés y reducción de secuelas sensitivas, como parestesias, en pacientes con EM[1][3]​.

Terapias herbales:[editar]

Canabis: Tanto la marihuana como sus derivados canabinoides han probado tener una efectividad como relajante muscular y como terapia para la espasticidad, ya sea por eventos traumáticos, vasculares, congénitos o como en este caso, en pacientes con esclerosis múltiple, así como el manejo de ciertos tipos de dolor neuropático crónico[16]​.

Sin embargo, no ha logrado relacionarse con modificación en la taza de recaídas o la aparición de lesiones nuevas en T2 en resonancia magnética o lesiones captantes de gadolinio[2]​. También es bien conocido el efecto negativo en la cognición a largo plazo, por lo que no puede ser recomendado como como terapia complementaria en EM, salvo que sea para tratar específicamente espasticidad o manejo de dolor crónico, solo si no hay respuesta a tratamientos alternativos[17]​.  

Ginkgo biloba: No se ha demostrado su eficacia en mejorar la cognición, concentración o atención en pacientes con esclerosis múltiple, sin embargo hay reportes que afirman su efectividad en el manejo de la fatiga, otro síntoma muy importante y discapacitante en estos pacientes[1]​.              

Ozonoterapia y oxígeno hiperbárico:[editar]

Se ha utilizado la ozonoterapia para en múltiples enfermedades con el objetivo de mejorar la oxigenación tisular y disminuir el efecto nocivo de especies reactivas de oxigeno[18]​ siendo este último punto uno de los target terapéutico de la EM, incluso con una TME que actúa a este nivel[19]​. Desgraciadamente no hay artículos confiables en los que se haya demostrado eficacia en reducir número de reacaídas, progresión discapacidad o presencia de lesiones nuevas en resonancia magnética (signos que indican actividad de la enfermedad) con este tipo de terapias en pacientes con EM[1]

Intervenciones en estilos de vida[editar]

Tabaco:[editar]

Es ampliamente conocida la relación negativa del consumo de tabaco con la actividad de la enfermedad. Múltiples estudios demuestran la asociación de mayor número de recaídas, aparición de nuevas lesiones y progresión de la discapacidad en pacientes fumadores versus su contraparte no fumadora[20]​, asociado principalmente al incremento de radicales libres generados[21]​.

Alcohol:[editar]

Al momento no hay una relación directa entre el consumo de alcohol y la progresión de la enfermedad, incluso un artículo sugiere disminución de riesgo.[22]​ Sin embargo esto no es suficiente para poder recomendar su uso. Por otra parte, al haber en el paciente con EM síntomas y secuelas que alteran la función de equilibrio y cognitiva.

Sobrepeso y obesidad:[editar]

Múltiples estudios han demostrado la el involucro que tiene el sobrepeso/obesidad en estados inflamatorios, dado principalmente por el incremento de estados proinflamatorios y reducción de estados antiinflamatorios[23][24]​ demostrado a nivel celular y por la expresión de citosinas correspondientes. Específicamente en esclerosis múltiple, el sobrepeso/obesidad se ha relacionado con incremento de la actividad inflamatoria de la enfermedad, tanto en población mundial, como específicamente en población mexicana[25]​. Si bien como medida aislada, no puede considerarse el control de peso como tratamiento de la enfermedad, si se ha demostrado que estilos de vida saludables, que lleven a mantener un peso adecuado, puede estar relacionado con disminución de la actividad inflamatoria, con mejoría en el estado funcional de pacientes con EM.

Alimentación:[editar]

La única intervención nutricional que ha demostrado resultados en algunos estudios, que ha mostrado cambios en el estado inflamatorio de los pacientes con esclerosis múltiple, así como la cantidad de recaídas es la complementación con ácidos grasos omega 3 derivados de pescado[2]​. Otros ácidos grasos, así como suplementación con vitaminas B, C, E, limitación calórica o dietas específicas no han mostrado diferencias significativas con respecto a placebo en enfermedad remitente-recurrente o en modalidades progresivas[4]​.

Si bien es conocida la relación de la deficiencia de vitamina D como probable factor ambiental para el desarrollo de EM, la suplementación con esta vitamina no ha mostrado resultados significativos en la disminución de la actividad de la enfermedad per se[1]​. Sin embargo, la disminución de niveles de vitamina D se relaciona con osteopenia y aumento de fracturas en pacientes con y sin esclerosis múltiple[26][27]​, lo que empeora la funcionalidad, por lo que es recomendable complementación con vitamina D en todos los pacientes en los que se diagnostique EM[1][2]​.

Estrés:[editar]

Hay un número considerable de estudios que sugieren una relación directa entre el nivel de estrés emocional con el incremento de recaídas clínicas y presencia de lesiones captantes de gadolinio por resonancia magnética[28][29]​. Al ser este el sustrato principal en la fisiopatogenia de la EM, es esperada esta respuesta en pacientes sometidos a estrés crónico o aumento transitorio de situaciones de estrés laboral, personal o social.  

Calidad de sueño:[editar]

Se ha propuesto en varios estudios la disminución en la función cognitiva y calidad de vida en pacentes con EM[30][31]​ . Si bien es ampliamente conocido que una buena calidad de sueño mejora la calidad de vida percibida en la población general y disminuye riesgo de enfermedades cardiovasculares y estado anímico, no se han realizado estudios que relacionen este rubro con la actividad inflamatoria o estado de discapacidad en esclerosis múltiple.

Actividad física:[editar]

Los pacientes con esclerosis múltiple no están exentos de desarrollar otro tipo de patologías relacionadas con estilos de vida. Mantener una vida sedentaria, tanto en personas con EM como en población sana, es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y sus complicaciones[7]​, por lo que debe fomentarse la importancia de mantener estilos de vida saludables que incluyan actividad física regular. Cuando además hay secuelas motoras o de coordinación, realizar ejercicio de manera habitual, así como la terapia específica de rehabilitación física, puede ayudar a mantener un adecuado tono muscular, peso saludable y articulaciones suficientemente laxas para mejorar la movilidad de los pacientes, así como disminuir globalmente niveles de estrés[9]​.

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