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Usuario:DanielaEvaP

De Wikipedia, la enciclopedia libre

La afectación de las relaciones personales por las tecnologías de la comunicación

¿Les ha ocurrido que a los jóvenes de nuestra familia, les hablamos y levantan la mirada de su laptop, celular y dicen ¿qué dijiste? esto es algo cotidiano hoy en día y es por eso que este texto pretende señalar cómo las tecnologías, específicamente: Internet, smartphones, Ipads y laptops, generan una adicción en los jóvenes y afectan de forma desfavorable los comportamientos sociales y las relaciones personales.

Para efectos de mayor comprensión de mi texto, definiré los siguientes conceptos según la Real Academia de la Lengua Española. Tecnología: “conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto”, es por esto que al mencionar este concepto se refiere a los instrumentos que utilizamos para comunicarnos. Adicción: “hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos”, refiriéndose así al uso desmedido de los instrumentos de la comunicación. Comportamientos sociales: “Manera de proceder que tienen las personas en relación con su entorno o mundo de estímulos. También se le conoce como conducta social”. (Comportamiento, s.f.) El término “relaciones” no se utilizará con connotación sexual, se tratarán las relaciones sociales como “las relaciones personales son los lazos que vamos estableciendo a lo largo de nuestra vida con las personas con las que entablamos algún tipo de convivencia”. (Arcas, s.f.) 

Para comenzar, las relaciones sociales siempre han sido una parte fundamental en la vida del ser humano, son una puerta que abre infinidad de posibilidades, de descubrimientos que nos ayudan a trascender como personas y como sociedad. Tener buenas relaciones nos ayuda a mantener una buena salud mental, emocional e incluso a poder ampliar nuestros horizontes en los negocios. Como lo mencionó el sociólogo Durkheim, la sociedad es un sistema en el cuál cada individuo tiene una función y a su vez, este, forma parte de un grupo que debe desempeñar su parte para llevar a cabo el correcto funcionamiento del sistema. Actualmente dicho planteamiento se ha ido modificando con la llegada de Internet y las tecnologías de información que “[…]se han integrado con gran intensidad a nuestra vida cotidiana” (Peralta, 2012) con potenciales efectos nocivos para las relaciones interpersonales. Dichas tecnologías pretenden mostrar una vía alterna y menos atemorizadora a la realidad: las relaciones por medio de plataformas virtuales como es el caso de Twitter, Facebook y Whatsapp. En relación a lo anterior, dichas plataformas lo que ofrecen es que los usuarios tengan conexión con otros usuarios, traspasando las barreras del espacio e incluso del tiempo ya que algunas plataformas permiten que la respuesta sea en el momento más conveniente para el emisor, considerando esto, podríamos decir que el modelo de comunicación que plantea Durkheim que “afirma que los medios de comunicación, entendidos como emisores de información, siempre tienen la intención de obtener un efecto sobre el receptor, es decir, se intenta persuadir a los espectadores. Para conseguirlo se formulan las siguientes preguntas: quién, dice qué, a quién, a través de qué medio y con qué efecto” (Teorías, 2012) es muy adaptable a la actualidad ya que se cambia el medio más no el sentido, el problema viene cuando estas formas de comunicación comienzan a disminuir la interacción física, por ejemplo, “a nadie sorprende una reunión social cuyos integrantes interrumpen la conversación para contestar el teléfono, individuos que caminan mientras revisan su mail o conductores de vehículo que no apartan la vista del celular” (Peralta, 2012) En consecuencia, las nuevas formas de comunicación han desarrollado una dependencia en la población y especialmente en los jóvenes, por ejemplo como menciona el profesor de la universidad Iberoamericana: Carlos Caudillo las “[…]personas que están más de 18 horas conectadas y al pendiente de su red social", lo que sería la primera señal de que el uso de estas tecnologías es demedido. Debido a esta dependencia, “este uso de tecnología está comenzando a cambiar algunos patrones de conducta en México. Investigadores de la empresa Nomismae reportaron que para el 40% de los profesionistas el celular es tan importante como la pareja; para el 95% de los poseedores de un dispositivo móvil como celular, tablet o computadora portátil el último acto antes de dormir es usar uno de estos aparatos. Por si fuera poco, el celular es el primer dispositivo al iniciar el día: 80% de quienes poseen uno lo usan como despertador”. (Peralta, 2012) Además de hacerlo una parte indispensable en nuestro día que nos empieza a volver mas inútiles frente a las realidades como despertarnos o hacer uso de nuestra memoria para poder recordar sucesos importantes, también está desencadenando una enfermedad emocional social. El siguiente punto y nuestra segunda señal que demuestra como se han modificado las relaciones personales es que las personas prefieren vivir una vida sin grandes consecuencias hecha a su medida que intentar adaptarse a la realidad y construir su futuro. Los jóvenes se vuelven más solitarios al no convivir con personas pero se están volviendo dependientes de la atención teniendo que publicar todas sus actividades, la profesora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Sherry Turkle afirma que la adicción “ […] acaba erosionando la capacidad para estar solos, de tal forma que "buscamos a los demás únicamente para no estar solos, no para crear lazos verdaderos" (Martínez, 2014). Estas necesidades que representan una falsa realidad y baja autoestima son alimentadas de lo que el psicólogo Alfredo Oliva, investigador de la Universidad de Sevilla, considera como las tres grandes fantasías: […] omnipresencia, atención 24 horas y la sensación de no estar solos" relata en su conferencia la investigadora del MIT, al asegurar que estas fantasías provocan que las personas "acaben esperando más de la tecnología y menos de los demás" (Martínez, 2014). Ahora bien, otro problema que deteriora las relaciones y es desarrollado por el uso excesivo de las tecnologías es el la intimidad. Guiddens, un sociólogo, afirmaba que la intimad cambiaba según la época y plantea dos: la premodernidad la posmodernidad. Para él la premodernidad concebía a una persona como parte del todo, sin conciencia ni elecciones y con una intimidad casi nula y en la posmodernidad un ser conciente de sí mismo, que reflexiona y decide, permitiendo seleccionar que personas pueden poseer las parte íntimas de el/ella. Actualmente lo que pasa es que la intimidad pasó de ser de algo inexistente o personal a algo completamente público, los jóvenes buscan ser hombres públicos virtuales que se alimentan de los reconocimientos sociales, no les importan las relaciones estrechas o la buena relación de la soledad, sino las ovaciones de un público al cual no les interesa conocer pero sí poseer. Es como se menciona en el artículo de “El Hombre Público: Una Interpretación de Latinoamérica y otros países católicos por Glen Caudill (1991): “La realidad es privada, leer un libro e investigar son actos privados, dependen de la iniciativa personal, y ¿quién puede enterarse de lo que uno ha aprendido privadamente? Es por ello que esos esfuerzos tienden a ser descuidados por el hombre-público […]”. Y esta forma pública ahora se desenvuelve en las plataformas en línea dejando de lado las habilidades sociales, por ejemplo trabajo en equipo. Por razón de lo anterior, la vida familiar se ve distanciada al igual que las amistades, se suele estar en “contacto” pero todo es exclusivamente virtual y en el caso de las amistades, la confianza ha desaparecido, ya que ahora entra en nuestra percepción de “amigo” a cualquier persona que exista en nuestra agenda virtual. Las parejas ahora tienden a conocerse más por alguna red social que salir a relacionarse físicamente las citas a ciegas o conocer a una persona ha quedado atrás, “[…] las primeras citas son ahora como las terceras porque sabemos que las personas se persiguen en Facebook para enterarse de sus vidas antes de comprometerse a salir a cenar con esa persona”. (Oleander, 2014) En las relaciones establecidas las relaciones se ven distanciadas por el uso del smartphone; “el 25% admite que considera que su pareja dedica demasiado tiempo a su móvil, lo cual afecta a la relación cuando están juntos; un 42%, en el caso de las parejas menores a 30 años” (Parejas, 2014). Otras consecuencias radican en la generación de ansiedad, como explica el psiquiatra Bonanni quien también es director del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica: "Es frecuente observar la ansiedad en la necesidad de contacto inmediato sin importar el contexto. Vemos que la persona no puede esperar siente necesidad de responder o enviar un mensaje casi inmediatamente desde el momento en que tiene la idea de hacerlo. Es así como se envían o leen mensajes mientras manejamos o estamos reunidos con otros, o dentro del cine”. (Perazo, s.f.) Una consecuencia muy reciente es la homofobia que “es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término proviene del anglicismo “nomophobia” […]. La dependencia al dispositivo electrónico genera una infundada sensación de incomunicación en el usuario cuando este no puede disponer de él, bien porque lo haya dejado olvidado en casa, bien porque se haya agotado su batería o esté fuera de cobertura”. (Martínez, 2014) Para finalizar, creo que la tecnologías de la información han sido un avance importante sin embargo no se han implementado adecuadamente a nuestra vida trayendo consecuencias negativas con respecto a nuestra forma de relacionarnos. Una forma en la que esto puede aprovecharse estas formas de comunicación sin afectar a nuestras relaciones es moderar el uso, por ejemplo: al momento estar presente en una reunión, colocar el aparato lejos de nuestro alcance o de no se posible, aminorar el tiempo en el que se le presta atención. Lo importante es saber ir con los cambios.