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Inflamación[editar código · editar][editar]

Artículo principal: Inflamación

La inflamación es una de las primeras respuestas del sistema inmunitario a una infección.​ Los síntomas de la inflamación son el enrojecimiento, hinchazón y calor. El enrojecimiento es causado por el incremento del flujo de sangre en el tejido afectado, la hinchazón se debe a la acumulación de células del sistema inmune, las cuales a su vez liberan diferentes sustancias para atacar al patógeno y para continuar reclutando otros leucocitos. Y el calor se genera por el proceso metabólico de las células que están en acción [1]​.

La inflamación es producida por por eicosanoides y citocinas, que son liberadas por células heridas o infectadas. Los eicosanoides incluyen prostaglandinas que producen fiebre y dilatación de los vasos sanguíneos asociados con la inflamación, y leucotrienos que atraen ciertos leucocitos.​​ Las citocinas incluyen interleucinas que son responsables de la comunicación entre los leucocitos; quimiocinas que promueven la quimiotaxis; y los interferones que tienen efectos anti-virales como la supresión de la síntesis de proteínas en la célula huésped.​ También pueden liberarse factores de crecimiento y factores citotóxicos. Estas citocinas y otros agentes químicos atraen células inmunitarias al lugar de la infección y promueven la curación del tejido dañado mediante la remoción de los patógenos.


Inmunidad activa e inmunización[editar código · editar][editar]

La memoria activa de larga duración es adquirida después de la infección, por la activación de las células T y B. La inmunidad activa puede ser también generada artificialmente, a través de la vacunación. El principio en que se basa la vacunación (también llamada inmunización) consiste en introducir un antígeno de un patógeno para estimular al sistema inmunitario y desarrollar inmunidad específica contra ese patógeno particular sin causar la enfermedad asociada con ese microorganismo.

Casi todas las vacunas virales están basadas en virus "vivos" atenuados, mientras que las vacunas bacterianas están basadas en componentes o fragmentos no celulares de bacterias, incluyendo componentes inofensivos de toxinas.​ Dado que muchas vacunas derivadas de antígenos acelulares no inducen una respuesta adaptativa lo suficientemente fuerte, a la mayoría de vacunas bacterianas se les añaden coadyuvantes que activan las células del sistema inmunitario innato presentadoras de antígenos para potenciar la inmunogenicidad.

Esta inducción deliberada de una respuesta inmunitaria es efectiva porque explota la especificidad natural del sistema inmunitario, así como su inducibilidad. Siendo la enfermedad infecciosa una de las causas más frecuentes de muerte en la población humana, la vacunación representa la manipulación más eficaz del sistema inmunitario que ha desarrollado la humanidad.​ Aunque cabe aclarar que no por esto las personas no se van a enfermar.

Además de brindar protección a quienes se aplican la vacuna, el acto de inmunización en la población genera un fenómeno que se conoce como "Inmunidad de rebaño" o "Inmunidad de grupo", dicho efecto se logra a partir de un 95% de las personas vacunadas. La inmunidad de grupo ayuda a proteger a los grupos más vulnerables de la sociedad como bebés, adultos mayores, pacientes inmunocomprometidos, y trasplantados. Por lo tanto, las personas vacunadas actúan como barrera, y no permite que los microorganismos patógenos lleguen a los más indefensos [2]​, ayudando a erradicar enfermedades, en su mayoría mortales.

  1. Cifuentes Vicente, Purificación (1 de enero de 2001). Biología. Consultado el 23 de abril de 2020. 
  2. Esteban, Pablo (1508291938). «“Vacunarse es un acto solidario” | Guadalupe Nogués, una bióloga dedicada a la comunicación y la educación en ciencias». PAGINA12. Consultado el 28 de abril de 2020.