Usuario:Aadriiaanaa/Taller
Se denomina generación del 27 a un conjunto de escritores y poetas españoles del siglo xx que se dio a conocer en el panorama cultural alrededor de 1927, con motivo del homenaje a Luis de Góngora organizado aquel año por José María Romero Martínez en el Ateneo de Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte del autor del Siglo de Oro, y como relevo de la generación del 98 y el novecentismo.
- Verde que te quiero verde.
- Verde viento. Verdes ramas.
- El barco sobre la mar
- y el caballo en la montaña.
- Con la en la cintura
- ella sueña en su baranda,
- verde carne, pelo verde,
- con ojos de fría plata.
- Verde que te quiero verde.
- Bajo la luna gitana,
- las cosas le están mirando
- y ella no puede mirarlas.
*
- Verde que te quiero verde.
- Grandes estrellas de escarcha,
- vienen con el pez de sombra
- que abre el camino del alba.
- La higuera frota su viento
- con la lija de sus ramas,
- y el monte, gato garduño,
- eriza sus pitas agrias.
- ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
- Ella sigue en su baranda,
- verde carne, pelo verde,
- soñando en la mar amarga.
*
Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los montes de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda. ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, dejadme subir, dejadme, hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua.
*
Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, herían la madrugada.
*
Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento, dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está mi niña amarga? ¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda!
*
Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche su puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos, en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña.
2 de agosto de 1924