Melopea

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Representación de una lección de música en la antigua Grecia (circa 510 a. C.).

Melopea es un término griego latinizado, correspondiente a μελοποιΐα. Era, en la música antigua, el uso regular de todas las partes armónicas, es decir, el arte o reglas para la composición del canto, cuya práctica y efecto se llamaba melodía.[1]​ En su Poética, Aristóteles considera la melopea una parte esencial de la tragedia.

Los antiguos griegos tenían reglas diversas para la forma de conducir el canto por grados conjuntos, disjuntos o mezclados, ascendentes o descendentes. Varias de ellas se encuentran en Aristóxeno, dependiendo del siguiente principio:

En todo sistema armónico, el tercero o cuarto sonido después del fundamental debe herir siempre la cuarta o la quinta, según que los tetracordios sean conjuntos o disjuntos, diferencia que hace a un modo auténtico o plagal, según el deseo del compositor

El conjunto de todas estas reglas es a lo que se le llama melopea.

Partes de la melopea[editar]

Según Aristóxeno de Tarento (siglo IV a. C.), las partes que constituyen la melopea son:

  1. La elección (lêpsis), que define el lugar, la altura, en la que se debe empezar a cantar.
  2. La mezcla (míxis), según esta, se mezclan adecuadamente los modos y géneros.
  3. El uso (chrêsis), regla que se compone a su vez de tres partes:
  • euthia, es el camino que sigue el canto, la guía de la serie de notas, y puede ser directo (del sonido grave al agudo), invertido (al contrario), o mixto (compuesto de ambos)
  • agōgē, la conducción, la marcha del canto por grados alternativamente conjuntos o disjuntos, tanto ascendiendo como descendiendo.
  • petteía, la elección de sonidos que hay que admitir o desechar, así como los que hay que emplear más frecuentemente.

Arístides Quintiliano (a finales del siglo III y comienzos del IV), diferencia la melopea en tres tipos:

  1. Primera especie, o hypatoeidēs, que deriva de la denominación que se da a la cuerda más baja o principal, llamada hypátē. El canto permanecía en el ámbito de los sonidos graves, siendo adecuado para el modo trágico.
  2. Segunda especie, o mesoeidēs, derivado del nombre de la cuerda central, o mésē. En este canto predominaban los sonidos medios, correspondiéndose con el modo nómico, que se consagraba a Apolo.
  3. Tercera especie, o netoeidēs, cuyo nombre proviene de nétē, la última de las cuerdas y la más aguda. Este canto se desarrollaba sólo en los sonidos agudos, dando lugar al modo ditirámbico o báquico, de Dioniso, o Baco.

Subordinados a los anteriores, y debido a que estos modos excitaban o calmaban las pasiones e influían mucho en las costumbres, existían a su vez otros subtipos que hacían variar la melopea, como el erótico o amoroso, el cómico, o el encomiástico, que se destinaba a las alabanzas. Arístides Quintiliano estableció una subdivisión de la melopea en tres géneros, con la intención de clasificar estas influencias:

  • Sistáltico. Este género inspiraba emociones tiernas y afectuosas, los sentimientos tristes que eran capaces de contraer el corazón. Esta especie estaba presente en poesías amorosas, en los lamentos y en los pesares.
  • Diastáltico. Aquel género que provocaba la alegría, el valor o los grandes sentimientos. Las tragedias, los cantos de guerra, los temas heroicos y otro tipo de composiciones de esta índole, se clasificaban dentro de esta subdivisión.
  • Eucástico. Este género era intermedio entre los dos anteriores, y su función era hacer que el alma entrara en un estado de tranquilidad y equilibrio. Himnos, alabanzas e instrucciones entraban en esta subdivisión.

Referencias[editar]

  1. Rousseau, Jean-Jacques (2007 -Editado por primera vez en París en 1768-). Diccionario de Música (Edición de J.L de la Fuente Charfolé). Madrid: Akal. p. 266. ISBN 978-84-460-2172-8. 

Bibliografía[editar]

  • Fubini, E. (2005). La estética musical desde la antigüedad hasta el siglo XX. Madrid: Alianza. ISBN 978-84-206-9071-1. 
  • Rousseau, Jean-Jacques (2007 -1ª edición París 1768-). Diccionario de Música (Edición de J.L de la Fuente Charfolé). Madrid: Akal. p. 266. ISBN 978-84-460-2172-8. 
  • Pérez, Mariano (1995). El Universo de la música. Madrid: Musicalis. ISBN 84-605-4171-1.