Gimnasiarquía

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En la Antigua Grecia, la gimnasiarquía (griego antiguo γυμνασιαρχία, gymnasiarkhía) era una magistratura o una liturgia (servicio público) asumida por un ciudadano rico. Su contenido es mal conocido: los textos antiguos presentan al gimnasiarca o bien como el responsable del gimnasio, o bien como el simple organizador de las lampadedromías (carreras de antorchas) durante las fiestas religiosas. Hay que diferenciar al gimnasiarca de la época clásica del de la época helenística y romana.

En Atenas[editar]

Lampededromía. enócoe del siglo IV a. C., Museo del Louvre.

En la Atenas clásica, la gimnasiarquía era una liturgia civil. El gimnasiarca estaba encargado de organizar y de financiar un equipo de atletas en nombre de su tribu para las lampadedromías en el programa de varias fiestas:

  • las Hefestias: diez gimnasiarcas por año a partir de 421-420 a. C., al menos hasta 330-329 a. C., después probablemente cada cuatro años hasta Demetrio Poliorcetes.[1]
  • las Prometeas: probablemente diez gimnasiarcas por año a partir de 421-420 a. C., al menos hasta la ley de Epícrates (335 a. C.) y sin duda hasta Demetrio Poliorcetes.[1]
  • las Grandes Panateneas: diez gimnasiarcas cada cuatro años.[1]

Heródoto menciona una carrera de antorchas durante la fiesta de Pan instituida durante las Guerras Médicas,[2]​ pero no se sabe más sobre este acontecimiento en la época clásica, y se ignora si la carrera era financiada por los gimnasiarcas.[3]

Los gimnasiarcas eran elegidos por el arconte rey de una lista presentada por las tribus.[4]​ Concretamente, su tarea consistía en seleccionar a los atletas de su tribu y a un entrenador, para mantenerlos durante su preparación y proporcionarles el material. Si su equipo ganaba el concurso debía dedicar un monumento a los dioses. La gimnasiarquía requería de fondos nada despreciables. En el siglo V a. C., los ricos Alcibíades,[5]Nicias[6]​ y Andócides[7]​ asumían la liturgia. En el siglo IV a. C., un gimnasiarca gastó doce minas en las Prometeas.[8]Iseo de Atenas menciona esta liturgia como una de las más caras.[9]

Referencias[editar]

  1. a b c Davies, p. 36.
  2. Heródoto, Historias vi.103-105.
  3. Davies, pág. 40.
  4. Aristóteles, Política 57.1; lectura de P.J. Rhodes, A Commentary of the Aristotelian Athenaion Politeia, Oxford, 1981, págs. 624 y 639-638.
  5. Isócrates, XVI Sobre el tiro de caballos, 35.
  6. Plutarco, Nicias 3, Comparación de Nicias y Craso 4.
  7. Andócides, Sobre los misterios 132. En el mismo discurso (144), Andócides se describe como «rico, muy rico» en ese momento.
  8. Lisias, Defensa de un anónimo 3.
  9. Iseo, VI Sobre la herencia de Filoctemón 60.

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]