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Felipe Berriozábal

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Felipe Berriozábal

Sepulcro de Felipe Berriozábal en la Rotonda de las Personas Ilustres.


Secretario de Gobernación
21 de enero de 1880-30 de noviembre de 1880
Presidente Porfirio Díaz
Predecesor Eduardo C. Pankhurst
Sucesor Carlos Díez Gutiérrez

26 de mayo de 1863-19 de agosto de 1863
Presidente Benito Juárez
Predecesor Miguel Blanco Múzquiz
Sucesor Ignacio Comonfort

20 de noviembre de 1876-28 de noviembre de 1876
Presidente José María Iglesias
Predecesor Mariano Escobedo
Sucesor Pedro Ogazón


Secretario de Guerra y Marina
22 de marzo de 1896-8 de enero de 1900
Presidente Porfirio Díaz
Predecesor Pedro Hinojosa
Sucesor Bernardo Reyes


Gobernador del Distrito Norte de Tamaulipas
30 de septiembre de 1866-1 de septiembre de 1867

1865-1867
Predecesor Vicente Riva Palacio
Sucesor Jesús Lalanne


Gobernador del Estado de México
diciembre de 1859-25 de febrero de 1862
Predecesor José María Godoy
Sucesor Pascual González Fuentes


Gobernador de Michoacán
30 de octubre de 1863-31 de marzo de 1864
Predecesor Luis Couto
Sucesor Juan D. Caamaño

Información personal
Nombre completo Felipe Benicio Berriozábal Basabe
Nacimiento 23 de agosto de 1829
Zacatecas, Zacatecas, México
Fallecimiento 8 de enero de 1900 (70 años)
Ciudad de México, Distrito Federal, México
Sepultura Panteón Civil de Dolores Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Mexicana
Familia
Cónyuge María de la Merced Madrid
Información profesional
Ocupación Político, militar e ingeniero
Años activo desde 1849
Lealtad República mexicana
Rango militar General de división
Conflictos
Partido político Liberal

Felipe Benicio Berriozábal Basabe (Zacatecas, Zacatecas, 23 de agosto de 1829 - Ciudad de México, 8 de enero de 1900) fue un político, militar liberal e ingeniero mexicano. Participó en la Guerra de Reforma. Formó parte de los gobiernos de Benito Juárez y Porfirio Díaz.

Primeros años

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Fue hijo del vasco Juan José Berriozábal y de la mexicana Soledad Basabe. Realizó sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Ingenieros, los cuales tuvo que interrumpir en 1847 para combatir la Intervención estadounidense en México. En 1849 se graduó como ingeniero, realizó el proyecto hidráulico de canalización del Río Lerma. Durante la Revolución de Ayutla participó con los liberales, bajo las órdenes del general Plutarco González. Durante la Guerra de Reforma, el general Santos Degollado lo nombró coronel de caballería auxiliar y más tarde ascendió a general de brigada.

Durante la Guerra de Reforma, participó en la Batalla de Salamanca, en la Batalla de Tacubaya, en los enfrentamientos de Temascaltepec y Yuriria. Actuó bajo las órdenes del general Ignacio Zaragoza al confrontar y derrotar a Leonardo Márquez en las Lomas de Calderón, pero fue hecho prisionero por Miguel Miramón en diciembre de 1860.[1]

En 1862, participó en la defensa del Convento de San Agustín, en la Batalla de Las Cumbres, y en la Batalla de Puebla. En 1863, fue hecho prisionero por los franceses, logró fugarse uniéndose al presidente Benito Juárez, quien lo designó en 1865 como Ministro de la Guerra.

Los limpios antecedentes como militar y como gobernante, el patriotismo no desmentido y la acrisolada honradez del General D. Felipe Berriozábal,eran y fueron títulos para que los michoacanos lo recibieran con entusiasmo. Además, su trato caballeroso y fino y hasta su arrogante figura le afianzaron bien pronto las simpatías de todos. El partido liberal lo acogió como una esperanza; y en efecto, apenas se hizo cargo del Gobierno, cuando comenzó á dictar disposiciones acertadas y enérgicas para poner á Michoacán en estado de defensa y para que la lucha se iniciara en el momento mismo de aparecer el enemigo. Su decreto de 11 de Noviembre imponía á los prefectos de los departamentos el deber de declarar en estado de sitio sus respectivas localidades, tan pronto como se presentaran los invasores, disputándolas con las armas en la mano hasta donde fuera posible; se les ordenaba al mismo tiempo que si la cabecera del distrito era ocupada, no abandonasen su puesto, sino que se colocaran en el punto más inmediato para continuar las hostilidades y atender á la administración civil del departamento. Lo notable en los efectos de esta providencia es que ella siguió observándose durante toda la campaña, pues jamás cesaron de funcionar en sus respectivas demarcaciones las autoridades legitimas. No se limitó Berriozábal á municionar y acrecer la milicia regular, sino que autorizó y dio bases de organización á las guerrillas que tan valientes se mostraron en toda aquella época.

Dispuso que los archivos públicos se trasladasen á lugares seguros; estableció métodos eficaces para que las oficinas de rentas pudiesen recaudar los impuestos, aun en los puntos ocupados por el enemigo, y dictó, en fin, cuantas medidas creyó oportunas para hacer frente á la situación. Entonces decayó el entusiasmo que se había notado entre los partidarios del Imperio, durante la administración de Uraga. Por un lado veían que aquella actitud de los liberales iba á ser duradera y era ya imponente, y por otro comenzaba á sufrir desengaños por parte de la Intervención, cuya política resultó no ser netamente reaccionaria: al contrario las leyes de Reforma hallaron desde luego decididos sostenedores entre los altos jefes de la expedición francesa, y más tarde entre los mismos emperadores Maximiliano y Carlota.

Los arzobispos Munguia y Labastida (ambos michoacanos), si grande empeño y participación tuvieron en que México cayese bajo el protectorado humillante de Napoleón III, después, cuando comprendieron las tendencias de la Intervención, casi fueron hostiles al Imperio que no pudo menos que aceptar las ideas liberales, ya hondamente arraigadas en México. Y sea porque la clerecía de Michoacán quisiese ser consecuente con aquellos prelados, ó porque no tenia interés propio en el éxito de la guerra, lo cierto es que en su mayor parte no se filió decididamente en el partido intervencionista. No faltaron individuos del alto y del bajo clero que diesen muestras de patriotismo, si bien fueron muchos los que, llevados del fanatismo, ó más bien dicho, del odio contra los republicanos, ayudaron á los invasores.

Tal era el estado de los ánimos en el mes de Noviembre, cuando ya se preparaba en la ciudad de México la expedición que debía llevar la guerra á la patria de Morelos. El general Berriozábal, comprendiendo que la ciudad no podía resistir á las tropas francesas y al ejército traidor que sobre ella marchaban, expidió una ley (24 de Noviembre), declarando á üruapan capital del Estado de Michoacán mientras durase la guerra. El 27 del mismo Noviembre tuvo noticia el Gobierno de que las columnas expedicionarias del enemigo habían penetrado en el territorio del Estado. Al franquear la línea divisoria, la primera partida de franceses al mando del mayor Billot se encontró con la fuerza del coronel Ruiz Carrillo, de las tropas michoacanas. Largo y sangriento fué el combate, que hubo de resolverse á favor de los invasores por haberse presentado en el lugar de la acción el grueso de su ejército. La campaña se iniciaba ya formalmente en Michoacán:

aquellos disparos presagiaron más de tres años de lucha encarnizada. El enemigo no había pisado el primer palmo de la tierra de Michoacán, sin encontrar al frente á los patriotas michoacanos.[2]

Carrera política

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En 1865 fue nombrado secretario de Guerra durante el gobierno de Benito Juárez. Fue gobernador del estado de México y Michoacán, y a fines del siglo XIX fue nombrado Ministro de Gobernación por el presidente Porfirio Díaz. Finalmente, ocupó en 1896 la cartera de Ministro de Guerra y Marina.[3]​ Murió el 8 de enero de 1900 y sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres.[1]​ En su honor, su apellido le fue dado al municipio de Coacalco de Berriozábal, en el Estado de México, así como a un municipio de la región centro del estado de Chiapas (DRR).

Referencias

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  1. a b «Rotonda de las personas ilustres». Segob. Archivado desde el original el 3 de marzo de 2016. Consultado el 19 de julio de 2011. 
  2. * Lic. Eduardo Ruíz. (1896). Historia de la guerra de intervención en Michoacán. Biblioteca de México. S/N. 
  3. Peñaloza García, Inocente Op.cit. p.28-29

Bibliografía

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  • PEÑALOZA GARCÍA, Inocente (2000) ¿Quiénes fueron los institutences?: apuntes biográficos de 60 personajes del Instituto Científico y Literario del Estado de México, México, ed. Universidad Autónoma del Estado de México, ISBN 978-968-835-528-2
  • Serrano Álvarez, Pablo (2012). Porfirio Díaz y el Porfiriato. Cronología (1830-1915) (1.ª edición). Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. ISBN 978-607-7916-66-6. Consultado el 18 de diciembre de 2018.