Esteban de Perea

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esteban de Perea
Información personal
Nacimiento Siglo XVIjuliano Ver y modificar los datos en Wikidata
Villanueva del Fresno (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 1639 Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Misionero Ver y modificar los datos en Wikidata
Orden religiosa Orden Franciscana Ver y modificar los datos en Wikidata

Esteban de Perea (o Estevan de Peréa) fue un fraile franciscano español que emprendió el trabajo misionero en Nuevo México, provincia de Nueva España, entre 1610 y 1638. En ocasiones estuvo en conflicto con los gobernadores de la provincia. Ha sido llamado el "Padre de la Iglesia de Nuevo México".

Orígenes[editar]

Esteban de Perea nació en Villanueva del Fresno, Extremadura, España, pueblo próximon a Portugal, país que entonces era parte de la corona española, tiempos de Felipe II. Sus padres eran portugueses y procedían de una región hogar de muchos judíos. La conquista del reino nazarí de Granada terminó en 1492. Todos aquellos musulmanes y judíos que no se convirtieron al cristianismo fueron expulsados de España. Muchos se ocultaron en el oeste de la península.

Sin embargo, la Iglesia sospechaba que algunos conversos practicaban el judaísmo en privado. En 1629, la Inquisición mexicana realizó una investigación exhaustiva sobre la "pureza de la sangre" de Perea.[1]​ Dos testigos declararon que la familia de su madre estaba "contaminada con sangre de cristiano nuevo", pero los franciscanos decidieron ignorar ese testimonio.[2]

Sus inicios[editar]

Montes Sandía desde un lugar próximo a Sandia Pueblo

Fray Esteban de Perea llegó a Nuevo México en 1610, y poco después se estableció la misión de Nuestra Señora de los Dolores en Sandia Pueblo, al sur de Santa Fe.[3][4]​ El virrey recibió una queja sobre la misión en Sandia del municipio de Santa Fe, que decía que la misión acaparaba el suministro limitado de hierro siendo insuficiente el metal que se destinaba a las necesidades de los civiles. Después de visitar a los indígeneas Hopi, Perea escribió con entusiasmo sobre aquella gente trabajadora y decente, con casas bien construidas, en una tierra que se parecía a España.[5]

La Iglesia entendía que el objetivo principal en Nuevo México era convertir a los indios, y el poder civil estaba solo para dar protección y apoyar este objetivo. Como juez principal y jefe del ejército, el gobernador tenía poderes iguales pero objetivos diferentes, por lo que el enfrentamiento era inevitable.[6]​ El 12 de agosto de 1613, el jefe franciscano Fray Isidro Ordóñez y sus seguidores arrestaron al gobernador Pedro de Peralta y lo hicieron encadenar y encarcelar en la misión en Sandia. Su carcelero fue Fray Esteban de Perea, quien obedecía pero no aprobaba el encarcelamiento.[7]​ La provincia franciscana "Custodia de la Conversión de San Pablo del Nuevo México",[8]​ fue establecido por los frailes franciscanos alrededor de 1616 o 1617. Perea fue elegido primer custodio, siendo por tanto el jefe de la Iglesia en Nuevo México.[5]​ Perea tuvo muchas disputas con el gobernador civil, Juan Álvarez de Eulate, de 1618 a 1626.[9]​ En 1620, el virrey de Nueva España escuchó quejas de los indios de abusos de poder, y envió órdenes para regular el trato con los indios tanto a Perea como a Juan de Eulate.[10]

En 1620, Perea envió una carta al gobierno de México contando sus progresos misioneros, y consiguió que mandaran a Nuevo México otros frailes dentro de la expedición anual de 1621 que proveía de suministros varios a la colonia.[11]​ Perea dejó el cargo ese año, pero permaneció en Nuevo México.[12]​ Las tensiones entre la iglesia y el estado aumentaron a tal nivel que en 1622 los franciscanos consideraron abandonar por completo Nuevo México, y solo decidieron permanecer debido a los insistentes ruegos de Perea.[13]​ En 1626, Fray Alonso de Benavides fue nombrado custodio y también comisario del Santo Oficio de la Inquisición para la provincia, quedando solamente por debajo de la autoridad del gobernador (aunque a veces estaba por encima).[14]​ Perea abandonó temporalmente Nuevo México.[15]​ Benavides visitó todos los pueblos, encontró que los frailes estaban teniendo éxito en sus esfuerzos para convertir a la gente local, y en 1626 solicitó más misioneros. El Rey Felipe IV de España, que apreciaba esa región principalmente por la cantidad de almas que había que salvar, ordenó el envío de treinta frailes más.[5]

Fraile Custodio en Nuevo México[editar]

Cubierta del relato de Perea de 1632, sobre las conversiones en Nuevo México

En 1629, Perea regresó a Nuevo México con una treintena de frailes y varios hermanos laicos para emprender la obra misional, posiblemente viajando con el nuevo gobernador de Nuevo México, el Capitán Don Francisco Manuel de Silva Nieto. Fue enviado a Nuevo México por la Provincia Franciscana del Santo Evangelio, con sede en la Ciudad de México. Fue inspector especial, el agente de la Inquisición y también el fraile custodio (el responsable principal de la comunidad de frailes).[16][11]​ Sustituyó a fray Alonso de Benavides.[17]​ El gobernador Silva fue más amable con los frailes que sus predecesores, y les ayudó en su trabajo.[17]​ A fines de 1629, Nuevo México tenía unas treinta y cinco misiones atendidas por cuarenta y seis frailes para una población de alrededor de 35,000 indios convertidos.[11]​ Perea trajo consigo una carta de consulta del arzobispo de la Ciudad de México, que hacía referencia a otra carta del confesor de la monja española María de Ágreda. Ella había estado cayendo en trances, durante los cuales contó que era trasladada junto a unas gentes llamadas Jumanos, a quienes predicaba. Aunque no mencionó los lugares que había visitado, los sacerdotes en España pensaron que parecía hablar de Nuevo México. Mientras, varios grupos de indios jumanos se habían presentado en las misiones de Nuevo México, diciendo que habían sido visitados por una joven de azul y que les había dicho que pidieran que les enviaran a los frailes de las misiones. Los frailes inmediatamente relacionaron los dos sucesos y procedieron a investigar el posible milagro (bilocación de la monja).[18][19]

El 23 de junio de 1629, Perea acompañó a Silva en una expedición al pueblo Zuni con treinta soldados, diez carros, cuatrocientos caballos de caballería y un grupo de sacerdotes. Tal vez debido al tamaño de la fuerza, fueron bien recibidos por la gente local de Zuni.[17]​ Los soldados mostraron gran respeto por los frailes, arrodillándose y besando sus pies, pidiendo a los indios que hicieran lo mismo.[20]​ Perea dio la bienvenida proclamando que "Dios ya ha dispuesto de esta viña". Se construyó una cruz y una gran plataforma en la plaza Hawikuh. Al día siguiente, los españoles celebraron misa y bautizaron a muchos de los jefes Zuni. Aunque las cosas parecían ir muy bien, Perea señaló que los indios "son muy observadores de la idolatría supersticiosa ... Tienen sus dioses en las montañas, en los ríos, en las cosechas y en sus casas".[21]​ Se compró una casa para los frailes, que sirvió como primera iglesia en la provincia.

Silva ayudó a los franciscanos a establecer otras misiones cerca de Zuni. Una se estableció en Hawwikku, a unas 15 millas por el valle de Zuni, y otra más al oeste en la aldea Hopi de Awatobi.[17]​ Perea y el gobernador Silva le dieron a Fray Juan Ramírez una escolta más al oeste a Ácoma.[22]​ La paz con el pueblo Zuni no duró. El padre misionero franciscano Juan Letrado fue asesinado en febrero de 1632 una semana después de su llegada a Zuni. En marzo de 1632, un grupo de soldados fue enviado a Zuni en represalia por la muerte del misionero.[23]

Perea describió el ambiente en tiempos del gobierno de Silva vagamente. Anotó que los blancos y las castas locales eran supersticiosos e influenciados por las costumbres indias. Los hombres eran infieles a sus esposas, y las esposas empleaban pócimas de amor y hechizos indios en su intento por recuperar el afecto de aquellos.[17]​ Se traficaba en la región con el cactus peyote por su propiedades supuestas. Perea cuenta 1631 que "Ana Cadimo [una mestiza] ... dice que fue hace aproximadamente un año que los indios ... le decían que estaba hechizada, y que debería tomar peiote y que con ella descubriría [por medio de una visión] la persona que la había hechizado y causado su mal".[24]​ Los padres tuvieron que emplear medidas severas, afirmando su autoridad para erradicar las malas prácticas.[17]

Últimos años[editar]

La Iglesia de Misión Quarai en el Monumento Nacional Misión Salinas Pueblo, Nuevo México

Perea permaneció de fraile custodio hasta 1631.[1]​ En 1632 se publicó un relato de la actividad misionera en Nuevo México.[25][26]​ En 1633, Perea servía de misionero en Quarai, donde escribió que el gobernador estaba permitiendo que los colonos invadieran los campos comunales de los indios y de la misión.[27]​ Se quedó con los franciscanos hasta su muerte en Nuevo México en 1638 o 1639.[2]​ Fue enterrado en la misión que había fundado en Sandia.[28]

Contrario a la conversión forzada, como la mayoría de los misioneros, dijo: "Con suavidad y dulzura, un espíritu obstinado puede ser mejor convencido que con violencia y rigor". [28] Según France V. Scholes, "Perea fue una de las grandes figuras en la historia de la Iglesia en Nuevo México. Durante unos treinta años, a excepción del breve período de 1626 a 1629, fue la figura dominante en la vida religiosa de la provincia ... Sus largos años de servicio y su primordial influencia le colocan en una posición preeminente en la historia de Nuevo México, por encima de Benavides. Perea, más que cualquier otro fraile, merece el honor de ser llamado el Padre de la Iglesia de Nuevo México ".[15]

Bibliografía[editar]

  • Perea, Estevan de (1632). Verdadera relacion, de la grandiosa conversion qve ha avido en el Nuevo Mexico: Embiada por el padre fray Estevan de Perea, custodio de las provincias del Nuevo Mexico, al muy reverendo P. Fr. Francisco de Apodaca, comissario general de toda la Nueva España, de la orden de S. Francisco, dandole ... Impresso por L. Estupiñan. 

Referencias[editar]

  1. a b Hordes, 2005, p. 142.
  2. a b Hordes, 2005, p. 143.
  3. Kessel y 2012, p-138.
  4. Federal Writers' Project, 1940, p. 247.
  5. a b c History of the Roman Catholic Diocese of Gallup,.
  6. Kessell, 1995, p. 94.
  7. Kessell, 1995, p. 97.
  8. Benavides, Alonso de; de Agreda sor, María de Jesús (1602 - 1665). Tanto, que se sacó de una carta, que el R.P. Fr. Alonso de Benavides, custodia, que fue del Nuevo Mexico, embiò à los religiosos de la Santa Custodia de la conversion de San Pablo de dicho reyno, desde Madrid, el an̂o de 1631.. San Marino, Cal. Consultado el 17 de diciembre de 2019. 
  9. Hordes, 2005, p. 137.
  10. Minge, 1991, p. 17.
  11. a b c Espinosa, 1991, p. 19.
  12. Espinosa, 1991, p. 18.
  13. Hordes, 2005, p. 145.
  14. Espinosa, 1991, p. 15.
  15. a b Espinosa, 1991, p. 20.
  16. Minge, 1991, p. 20.
  17. a b c d e f Meredith, 2012.
  18. Flint y Flint, 2012.
  19. El misterio de la Dama Azul
  20. Treib, 1993, p. 316.
  21. Preston, 1999, p. 311.
  22. El historiador Charles Fletcher Lummis da una versión más romántica de la evangelización en su obra de 1931, The Spanish pioneers and the California missions. Según Lummis, Fray Juan Ramírez rechazó ser escoltado y viajó a Ácoma desde Santa Fe solo y a pie, sin otra arma que un crucifijo. Al llegar fue atacado por indios salvajes, pero cuando realizó lo que parecía ser un milagro, fue aceptado por ellos y con el tiempo les convirtió en los indios más gentiles de Nuevo México.
  23. Archuleta, 2006, p. 166.
  24. Stewart, 1987, p. 24.
  25. Perea, 1632.
  26. Rivera Alvarez, Viridiana; McMichael, Heather; Craddock, Jerry R. (4 de abril de 2017). Denuncias de prácticas supersticiosas ante fray Esteban de Perea, comisario del Santo Oficio, Nuevo México, 1631-1632 (en inglés). Consultado el 17 de diciembre de 2019. 
  27. Price y Morrow, 2008, p. 83.
  28. Bancroft y Oak, 1889, p. 172.

Bibliografía[editar]